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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐷𝑜𝑠

Casi o mejor dicho todo un día de vuelos para poder ir a Colombia, si me pudiera teletransportar todo fuera muchísimo mejor para mí y todos lo que quieran viajar, nos ahorraríamos tanto tiempo que haríamos muchas cosas más. Voy con mi maleta y bolso a la sala en busca de tal vez un Uber o taxi que me lleve hasta la casa, estoy muriendo de cansancio solo quiero tirarme a una cama y dormir como oso invernando. Solo quiero relajar mi cuerpo, quitarme este brasier, los zapatos y quedarme en una cama profundamente dormida. 

—¡Bienvenue en Colombie Fleur! —Oigo el grito exclusivo de Laura y el de su madre Sandra que tiene un cartel con mi nombre y flores de papel pegado en el, un poco exagerado el recibimiento pero me gusta. 

Depuis quand parle-t-on français en Colombie? —Les pregunté desde cuándo hablábamos francés estando en Colombia, siempre acostumbramos a qué acá hablamos español y en Francia bueno ya saben Francés fue todo un pacto cuando hablamos de ello.

C’est juste pour que vous vous sentiez comme chez vous, mais ne vous y habituez pas trop. —Contesta Laura diciendo que solo es en este momento por lo que me causa un poco de gracia, sabía que esto no duraría mucho tiempo.

Merci pour l’accueil ma chère Laura, parlons maintenant en espagnol. —Agradecí por el querer recibirme, y solo le pedí que habláramos en español, este idioma me cansa mucho más y no quiero eso.

Ella caminó y se acercó a mí con fuerza para darme un abrazo, hace mucho que no recibía abrazos que hasta se me hace extraño, además del hecho que no es mi madre que me lo está dando en este momento; es aún más extraño, segundos después siento a Sandra sobre mi y ahora las tengo a las dos dándome un abrazo que creo que me hará llorar, y no quiero llorar frente a tantas personas. No me gusta hacer estos ridículos.

—Me alegra tanto poder verte cariño, extrañaba mucho a mi otra niña —comenta Sandra con un tono de voz nostálgico y es que ella siempre me ha considerado como una hija más para ella. Sé que lamenta tanto lo ocurrido con mi mamá, ellas estaban tan unidas.

—Yo también los extrañaba mucho —fui sincera con ella.

—Es hora de irnos, una fiesta nos espera con mucha comida y bebida que no se puede dejar pasar por alto. —Laura dice mientras toma mi maleta y nos dirigimos hacia el auto de su madre.

—¿Fiesta? Laura te dije que no quería fiesta — protesté ante lo ocurrido, mis planes eran totalmente diferentes.

—Cariño pues ya está hecha, solo faltas tu que eres la invitada, no hay vuelta atrás. Además que más da si es grande o pequeño solo tienes que disfrutar y distraerte un poco. 

—Solo un par de horas —Acepte gracias a que dijo que habría comida y yo muero de hambre, no he comido nada en muchas horas.

—No te preocupes, yo estaré pendiente de que puedas descansar, ya tendrás tiempo de salir y conocerte.

—Te lo agradezco — le respondí a Sandra quien se acomodaba al asiento del piloto para echar andar el auto.

J’espère que je ne me trompe pas sur ce voyage fou.

No sé qué tanto demoramos en el auto, me he quedado dormida y es que de verdad me siento agotada, no quisiera hacer nada pero no puedo rechazar la bienvenida que ellos me prepararon además que debo darme un buen baño y llenar mi estómago con algo de comida. 

—Esta será tu habitación — Laura abre la puerta y solo veo aquella cama que en estos instantes me parece lo más provocativo que mis ojos pueden ver.

—Es bonita —y es cierto está pintada de un blanco hueso, las cortinas de la pequeña ventana en un azul marino, la cama grande y llena de almohadas como me gusta, y todo dispuesto a estar lleno por mis cosas.

—Date un baño, ponte sexi y en una hora vengo por ti.

—¿Sexi? ¿Por qué solo será una bienvenida? — creo que fui muy ingenua al respecto.

—Estará la familia, mis amigos, Gabriel, y un amigo de Gabriel que vino también de vacaciones.

—Vaya parece que no soy la única loca en venir aquí.

—No, no lo eres y no es locura venir a mi país, me ofendes. 

—Ya déjame, voy a bañarme. 

Eso fue todo para que me dejara sola, cuando pasa la puerta siento alivio por completo.

Colocó la maleta en la cama para tratar de encontrar algo que ponerme, siendo sincera nunca he sido recatada a la hora de vestirme, y eso se puede ver con lo poco que traje tal vez ha sido por qué mi cuerpo es adecuado para ello, de lo contrario usaría ropa holgada. Saco un vestido verde junto a unas sandalias blancas y algo para arreglar mi cabello que está hecho un nido de pájaros. 

Me doy un largo baño para quitar todo el sudor que el cuerpo guardó durante todo el viaje y ni hablar de mi cabello, tal vez así logre desenredar un poco. Luego de un tiempo estoy frente al espejo tratando de maquillarme un poco para no verme tan aburrida e insípida como creo que podría decirme Laura en caso de verme salir como una indigente de la calle, y es que si para estar en casa uso cualquier tipo de ropa no importa como sea mientras sea cómoda. 

—¿Estás lista? — escucho la voz de Laura a través de la puerta.

—Si, o eso creo — contesté con sinceridad no sé si estoy vestida de manera adecuada para la ocasión pero me siento bien y creo que eso es lo que importa a pesar de todo ¿O no? La verdad no lo sé, además que me siento nerviosa.

—Dios bendito entre todas las mujeres, Fleur estás de infarto, si fuera hombre no perdería la oportunidad de hablar contigo y mira que no lo hago con todo el mundo.

—Ok, supongo que si estoy bien. Puedes tomarme una foto, hace mucho no me arreglo y eso ocasiona que mi Instagram ande como alma en pena esperando algo nuevo.

—Si, ven coloca una pose súper sexi que se vean esas hermosas piernas que te traes. Por cierto ya tenemos algunos invitados así que ya puedes venir conmigo o si quieres esperar otros minutos más.

—Si, deja que suba la foto me retoque el labial y te llegó de una. —Necesito unos minutos para relajar mis nervios y poder salir.

Ella me sonríe y yo solo le devuelvo la sonrisa para volver mi mirada al espejo, labial rojo, casi todos mis labiales son rojo, ya sean fuertes o claros, diferentes tonos pero casi todos son rojos. Siento como mi pecho se acelera tengo esa sensación nerviosa por todo mi cuerpo, el acostumbrado frío por mi piel que me hace creer que esto fue una total mala idea.

Tome el teléfono y miro mi fondo de pantalla, mi madre y sus ojos cafés igual que los míos y su sonrisa preciosa que extraño ver algunas noches; solo se que mi madre en estos momentos estaría feliz de que yo esté siguiendo con mi vida y que no me siga estancando en el mismo lugar por el miedo de estar sola, y es que no estoy sola porque yo siento que ella está conmigo cada mañana y cada noche desde que ella partió de este mundo. Ahora solo quedan los recuerdos de los momentos vividos, ya sean tristes o aquellos con absoluta felicidad. 

Salgo de la habitación con mis sandalias de aquel corto tacón para emprender mi camino hacia donde está la piscina, gracias que no tienen césped sino mis zapatos se hundiría por completo. Laura nota mi presencia y se dirige hacia mi con alguien a su lado que supongo yo que es Gabriel, un chico de cabello negro y ojos del mismo color contrastando con su piel blanca, nada mal para ella.

—Cariño, ya estás con nosotros —comenta — te presento a Gabriel, mi novio. 

—Hola, soy Fleur — él extendió su cuerpo y me dio un beso en la mejilla sin que yo se lo permitiera, pero noto que no es con mala intención.

—Hola Flor, he oído mucho de ti.

—Es Fleur, soy Francesa y no me gusta que se equivoquen con mi nombre —dije acribillándolo con mis ojos que seguro si pudiera ya estaría tirado en el suelo derramando sangre a desdén.

—Ok, disculpa. No lo hice con mala intención.

Yo solo asentí y Laura se quedó viéndome con cara de querer darme un sermón, no le presto tanta atención y voy a la cocina por algo de comer, porque si muero de hambre y yo con hambre no soy buena compañía. Escucho que alguien viene a la cocina mientras yo coloco un poco de arroz trifásico en mi plato y un poco de coca cola en un vaso, si tengo hambre.

—¿No prefieres una limonada fría? —Escucho la voz de un chico que supongo fue quién yo creía que venía para acá.

—Soy adicta a la coca cola y no pierdo oportunidades como estas — contesté sin ver todavía con quién hablaba.

—Tienes un acento que no es de aquí —parece que la curiosidad de este chico es grande.

—Soy de Francia — volteo mi mirada hacia el chico — soy Fleur, mucho gusto —me presente aún con la mirada en mi plato para que no se caiga y poder sentarme a comer tranquila. Luego de ello miro fijamente al chico, su cabello negro bien arreglado, aquellos ojos claros como la miel, su cuerpo tonificado envuelto en aquella camisa roja con mangas arremangadas que deja a la vista sus muñecas, es tan sexi que solo puedo imaginar cochinadas en mi cabeza. Puedo ver en mi puerca mente cómo podría tocarlo, pasear mis manos por ese cuerpo que se ve tan increíble.

—Mucho gusto Fleur soy Sebastián, el dueño de la casa. — Al escuchar eso siento que me atragantó con la comida y solo la frase de Laura pasa por mi cabeza “tengo un hermano mayor, Sebastián” y sentí como mi pulso se aceleraba y me ahogaba con la comida aún sin masticar en mi boca, que momento tan vergonzoso.

—Eres hermano de Laura, hijo de Sandra — solo dije tratando de procesar así misma la información que pasaba por mi cabeza.

—Si, así es. No me digas que tú eres la chica que venía de visita a nuestra casa y que por eso hay semejante fiesta allá afuera.

—Si, no te dijeron que vendría hoy. Si no fue así, no es culpa mía, en cuanto a la fiesta fue idea de Laura no mía — contesté con un tono más alto porque parecía que él estuviera culpando de algo que no fue por mí exactamente.

—Como digas, bienvenida a casa — nótese el sarcasmo en sus palabras, sin duda no estaba de acuerdo con mi presencia.

—Santiago —grité y él volteó para escuchar lo que quería decir — ¿De verdad eres soltero? —Solté sin más la pregunta porque parecía algo irreal.

—Si, así es. Espero a la chica que me vuelva loco, y alguien que me quiera por lo que soy, no por lo que ven.

—No sabía que eras tan romántico.

—Tu no conoces de mi, ni yo conozco de ti. 

—Bueno no sabía claramente de tu existencia en esta casa así que no es culpa mía que no te conozca, pero podemos conocernos.

Fue allí en ese instante en el que me levanté de mi asiento, le di la vuelta al mesón que nos separaba y me puse justo enfrente y logré ver lo baja que soy delante de él. Él sonrió mientras me veía de pies a cabeza y luego varios segundos en el escote entre mis pechos y sentí que trague saliva por solo ver cómo se relamía sus labios, eran perfectos.

—Soy Fleur, la invitada de tu madre y espero que nos podamos llevar bien —dije y sentí que parecía ñoña al hablar así.

—Eso ya lo veremos, Francesa. —Y fue así como todo cambio tal vez para bien y solo sonreí cuando notaba que él se había ido con una gran sonrisa.

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