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24.
Marzo 2020.
Mire los papeles entre mis manos, apreté el folder y suspire, no puedo... Tome mi teléfono y marque el número de Azael.
— Hola bubu, ¿Qué paso? — Pregunto y apreté el teléfono entre mis manos.
— Señorita Alana Westbrook el director la espera — Informo la secretaria del director y maldije mentalmente.
— Te llamo después, ya pasare con el director — Murmure y colgué el teléfono.
Suspiré y agradecí a la secretaria para después entrar a la oficina del director de la universidad. Aquel hombre me miro y sonrió mientras me indicaba que tomara asiento y me pedía los papeles.
— Firmare este permiso porque es una de nuestras mejores alumnas y por qué sus maestros me dieron buenas referencias de usted — Dijo el director y sonreí mientras asentía.
— Gracias director, le prometo que me pondré al tanto de las tareas que acumule con mi ausencia — Dijo y el hombre sonrío, me entrego los papeles y agradecí una vez más para después salir de ahí.
Festejé en el pasillo y corrí a mi aula antes de que las clases comenzaran.
Las horas pasaron rápidamente, cuando me di cuenta dieron las once de la tarde, salí de la universidad corriendo y tome un taxi, lo bueno de vivir cerca es que no tomaba mucho tiempo llegar a mi casa, baje del taxi y pague al señor, entre a la casa y me encontré con Azael cerrando su maleta y revisando su iPad.
— Bryan nos esperara en el aeropuerto, es tarde, tenemos que estar en el aeropuerto antes de la hora de abordaje, tenemos que a hacer revisión de equipaje — Dijo y asentí mientras corría a mi habitación y me quitaba mi ropa rápidamente.
— Se supone que comerías, no importa, empaque unos emparedados para que los comas en el camino — Dijo desde el marco de la puerta sin despegar la vista de su iPad.
Bufe al no encontrar mi sudadera, andaba en brasier tan campante de la vida, corrí hacia el closet y tome una sudadera negra, tome mi maleta y salí nuevamente a la recamara.
— Tu vestido lo recibió Dayana, me dijo que te asesinaría si no llegabas, eres la madrina de la boda — Dijo otra vez mientras seguía mirando su iPad.
Empecé a lloriquear mientras tomaba una bolsa y aventaba dentro mi laptop, el iPad, mi teléfono, cargadores, libretas y lapiceros. El sonido de un claxon nos hizo por fin salir de casa, Azael se encargo de cerrar con llave y yo mientras jalaba las maletas hacia el taxi, el amable taxi me ayudo a subir las maletas y cuando por fin estuvimos dentro del taxi, este arranco directo al aeropuerto.
Llegamos en tiempo y seguros, hicieron revisión de maletas y unos minutos después nos encontrábamos abordando el avión en clase ejecutiva, ventajas de que Azael trabajara en una empresa que le daba vuelos gratis.
— Ten, come — Indico mientras me daba un topper con un emparedado dentro.
Comí rápido y bebí agua que nos daban al abordar el avión, guarde el topper en la bolsa y suspire mientras reclinaba mi asiento.
— ¿Estas bien? — Pregunto Azael y me gire a verlo.
— Bueno si referirse a que si me encuentro bien es sentir que la cara de chango de tu hermano me va a matar en cuanto me vea, entonces sí, estoy bien — Dije y el soltó una ligera risa mientras ojeaba una revista.
— Creí que estarías más preocupada por tu familia — Dijo y negué mientras tomaba de la botella de agua.
— Mis padres no pueden controlar mi vida, mi hermana es solo una lambe medías de mis padres por el dinero, mírame, tengo diecinueve años, una casa a mi nombre, un carro, estoy estudiando medicina y tengo un trabajo como escritora, he logrado más de lo que un día esperaron ellos — Dije y él sonrió divertido.
— Solo te falta tener a un hombre que en verdad sepa valorar tu esfuerzo y lo que eres — Dijo y sonreí divertida.
— ¿Qué no ya lo tengo? — Pregunte divertida mientras mostraba nuestros anillos de promesa, el rio ante aquello pues como siempre notaban esos anillos y nos veían juntos, la mayoría creía que en verdad Azael y yo somos esposos.
— Por lo menos sé que el día que me divorcié de ti, no me pedirás la mitad de todo — Dijo y solté una ligera risa divertida.
Miré la ventaba del avión y sonreí al ver las nubes.
— ¿Por qué jamás le dijiste que lo amabas? — Pregunto y sonreí tristemente.
— Por la misma razón que tú, no soy el ideal de tu hermano, Jos quería algo para divertirse y yo no Azael, por eso jamás hable, Jos y yo somos tan diferentes, tan opuestos — Murmure y escuche como aclaraba su garganta.
— Jamás creí que tu tuvieras algo que ver con Jos, mi hermano es tan inmaduro, solo espero haya cambiado Alana, porque si no lo ha hecho no me detendré a meterle una golpiza que me debe — Murmuro y sonreí.
— Ese es el problema Azael, si Jos Canela cambio quiere decir que maduro y eso, eso será mi debilidad, porque no podré detenerme si lo vuelvo a amar al nivel que lo hice — Murmuré y el tomo mi mano.
— Jos seria muy idiota si se atreve a lastimarte una tercera vez. — Dijo y solté una ligera risa.
— No permitiré que haya una tercera vez, no dejare que Jos Canela acabe con mi estabilidad emocional — Conteste y él sonrió.
Apreté su mano y sonreí mientras recargaba mi cabeza en su hombro, no claro que no habrá una tercera vez para que ese niño cara de chango me rompa mi estabilidad. Alana es una mamona que puede con todo, como de que no.
Puto cejón.
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