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18.
Enero 2019.
Dirán ¿Qué ha pasado? Bueno les contextualizo, mi querida hermana ha estado lavándoles el cerebro a mis padres, como resultado les dijo que me he acostado con Jos cuando con él ni a un beso he llegado.
— No soy una niña para que me digan que está bien y que es lo que esta mal, si ustedes me mantienen y vivo bajo su techo, pero mi vida personal es mía y solo mía — Aclare mientras me sentaba en el sillón de la sala.
— ¿Te has acostado con Jos? — Pregunto mi madre preocupada y yo sonreí mientras negaba.
— Madre, no me he acostado con Jos, con otras personas si, con él no y si lo hiciera de igual forma no es como si les tendría que importar, es mi vida y no puedo creer que le crean a Ana más que a mí, cuando ella ha hecho cosas peores — Dije y mi hermana se acercó enojada ante mí.
— ¡Con que derecho te atreves maldita idiota! — Grito y suspire, me pare del
sillón a una distancia demasiado corta.
— Por lo menos yo tuve la dignidad de aceptar que si he estado saliendo con Jos estos días y que es un idiota definitivamente pero no soy tu cariño. Yo si se diferenciar la amistad del amor — Le dolió, claro que le dolió con el alma era de esperarse una reacción no favorable.
Sentí mi mejilla arder de un momento, giré mi rostro a ella y sonreí.
— Arde, pero no duele viniendo de ti, se reconocer a las de tu tipo — Dije y sonreí divertida.
— ¡Basta a ambas! — Grito mi madre y la mire sonriendo.
— Estoy bien mamá, solo quiero que vieras la verdadera cara de la mosquita muerta que tienes por hija, donde se pare caga todo, por cierto, Ana, tu vivirás con el hecho de que no podrás jamás ser algo de Jos, de mi parte puedo decirte que yo si puedo lograr algo — Asegure e intento golpearme otra vez, le detuve el brazo y le regrese la cachetada.
— Te iras con tus abuelos — Dijo mi padre y lo mire.
— Esta bien, no pensaba seguir viviendo bajo el techo con esta persona — Dije y miré a mi hermana.
Me disculpe con mis padres y camine hacia mi habitación, entre a esta y toque mi mejilla mientras dejaba salir mis lágrimas, las pocas palabras de mis padres a la pelea que se me dejo entender que, si se sorprendieron de mi actitud rebelde, pero digamos que los padres estrictos te enseñan eso, a ocultar y cambiar tu rostro en menos de lo que canta un gallo. Limpie mi rostro y suspire largamente, tome mis maletas y empecé a guardar mi ropa dentro de estas.
Al dar las dos de la mañana me sobresalte al sentir a alguien detrás de mí, me gire encontrándome a la cara de chango de Jos mirándome desde mi balcón seriamente.
— Me iré a casa de mis abuelos, no preguntes la razón por la cual me voy — Dije y el suspiro mientras se acercaba a mi rápidamente.
— ¿Qué paso Alana? — Pregunto y me coloco de pie de un tirón, miro mi mejilla y suspire.
— ¿Fue ella? — Pregunto y yo asentí.
Me sorprendió más la capacidad de Jos de abrazar que cualquier otra de las cosas antes, le correspondí muy a fuerza, creo que lo mejor seria empezar a apartarme de Jos Canela definitivamente.
Alrededor de otras dos horas más termine de empacar lo necesario, tampoco me llevaría todas mis cosas, solo lo necesario como mi ropa, aparatos electrónicos y mis libros.
Al amanecer cargué todas mis cosas en el carro de mi madre y me despedí de mi padre, mi mamá me dejo en casa de mis abuelos, mi abuela solo me abrazo y desayune con ella, me bañe y cambie, mi abuelo me dio las llaves de su carro, agradecía ya que ellos viven a veinte minutos de la universidad, me queda más lejos ahora, subí al carro y maneje hasta la universidad, suspire al ver el carro de Jos temprano en la escuela, baje y camine hasta mi edificio, frene mi paso al ver a Jos Canela conversar con unas de mis compañeras de clase.
Y así fue como confirme que Jos Canela no había cambiado como lo prometió, no cuando mi compañera lo beso.
Pasé a lado de ambos y claramente Jos se dio cuenta de mí fabulosa presencia, abrió los ojos en sorpresa, mega ignorado de mi parte me senté en donde siempre.
Era de esperarse que el profesor lo corriera ganándose risas de parte del grupo, de mi parte solo una mirada retadora.
Mi compañera lograba sentirse la gran cosa por decir que andaba con Jos Canela, ¡Ja! Bien dicen que soñar no cuesta nada.
Al llegar la hora del almuerzo como siempre tome mis cosas y las guarde en mi mochila era de esperarse que la típica niñita de papi se acercara a mi engreídamente.
— Alana — Dijo y suspire mientras me giraba a verla.
— ¿Qué? — Pregunte secamente y ella sonrió.
— Ya sabes que ando con Jos ahora, por fin me pertenece — Dijo y solté una ligera risa.
— Oraa loca — Dije y ella me miro enojada.
— Que te quedé claro algo, sé que has andado atrás de mi novio por mucho tiempo así que aléjate, ahora me tiene a mi — Dijo y solté una pequeña risa.
Me acerque a ella y la tome de su blusa bruscamente, note que algunos de mis compañeros se detenían a mirar la escena.
— Mira pequeña Carcunda, me importa poco su tu y el cara de pendejo de tu novio se casan, quiero dejarte en claro algo, Jos no es más que un pendejo que tiene a la suerte de tener a casi todas las mujeres a sus pies, yo en mi vida he andado detrás de él, él anda detrás de mí porque es obvio que soy la única de creo toda la universidad que no le ha abierto las piernas. — Dije y la empuje contra sus amiguitas estúpidas.
— Eso es mentira, él no es así — Dijo y suspire mientras sobaba el puente de i nariz.
— Mira niñita, en cuanto le abras las piernas pasaras a ser la numero cuatrocientos ocho que lo hace, sin embargo, sacarme de la mente de Jos, ni vendiéndole tu alma al de abajo consigues eso cariño — Dije y le guiñé un ojo.
— Por cierto, eres una vaca más del corral, la mera dueña del rancho la tienes enfrente mi amor, cuida con quien te metes y deja de fregarme la vida — Dije y le palmeé la mejilla para después salir del salón.
Camine hasta la biblioteca y salude a la señora, me senté en un sillón y tome mi computadora para empezar a escribir, creo que mi mejor manera de quitar mi estrés es esa, escribir y publicar los capítulos de mi historia, alguien me tomo de los hombros, suspire mientras cerraba mi computadora y miraba al responsable.
— En la mañana te dije que podías llegar mañana, pero veo que en verdad te importa poco tu vida, pensare seriamente en incendiar aquella motocicleta — Dije y el chico camino frente a mí y sonrió creídamente.
— Cuando me necesites siempre, siempre estaré para ti, no importa si me encuentro del otro lado del mundo Alana — Dijo y solté una risa.
— Que romántico Villareal, esperaba todo menos eso — Dije y el soltó una risa bajita mientras se sentaba en el sillón de alado.
— ¿Y bien? ¿Qué es lo que tienes que decirme? — Pregunto y yo sonreí mientras sacaba mi teléfono de la mochila y se lo extendía.
— Han pasado demasiadas cosas en mi casa y necesito que me ayudes con una cosita pequeña — Dije y lo mire inocentemente.
— Esas miradas que me das no me gustan y no, no pienso vestirme de mujer una vez más — Dijo y ahogue una carcajada ante aquello.
— No es eso, una vez me dijiste que si necesitaba de asilo te buscara, pues hoy es ese día, necesito asilo urgente — Dije y el me miro sorprendido.
— ¿Estas jugando verdad? — Pregunto y negué repetidas veces.
— Te conozco hace algunos años y lamentablemente no es broma lo que te estoy diciendo, tuve una ligera pelea con mis padres y hermana, pero la culpa la tuvo Ana, no es como si bueno no conociera todo de ti Bryan, pero en esta situación la casa de mis abuelos maternos no es una opción, no me llevo con ellos y por eso mis padres me mandaron ahí, si no puedes ayudarme entonces no me quedara de otra más que buscar un puente y hacerme amiga de un vagabundo — Dramaticé y él sonrió mientras se colocaba de pie y besaba mis labios.
Festeje, me coloque de pie y me gire hacia la puerta, mi sonrisa de borro al ver a Jos parado ahí.
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