Capítulo 63
“Los recuerdos son los tesoros que se mantienen atrapados en el almacén de nuestras almas, para mantener el corazón caliente cuando estamos solos.”
—Becky Aligada.
—Abuela, ¡huele delicioso!
Recién terminamos de preparar un bacalao dulce para la cena de Fin de Año.
Comenzamos a cocinar juntas, pero luego de un tiempo, mi Abu se cansó de estar de pie, por lo que yo, siguiendo sus indicaciones, tuve que terminar la tarea.
Me asombré al ver la cantidad de comida que guardaba en el refrigerador, y me comentó que Ian, el día de ayer, le hizo el favor de comprarle algunos alimentos.
Me alegra que, en todo este tiempo que estuve ausente, mi Abu haya podido contar con alguien... Aunque ese «alguien» sea un estúpido.
Coloco el plato principal en la mesa junto a otros aperitivos: embutidos y quesos, canapés de patés, brochetas de ensalada caprese, tartaletas de queso de cabra con mermelada y bocaditos de foie con almendra...
«¡Ah! No pueden faltar las galletas con chispas de chocolate».
Nos sentamos frente a frente y, luego de dar las gracias por la comida que tenemos en la mesa, comenzamos a comer.
Para romper el silencio, mi Abu dice:
—Aylin, ¿recuerdas cuando tu padre casi se ahoga con un pedazo de carne?
No puedo evitar reírme.
«¿Cómo olvidarlo?».
Mi padre era un hombre muy comilón. Se engullía la comida como un animalito hambriento. Un día se atragantó con un pedazo de carne. Mi madre, pálida del susto, no dejaba de darle golpes en la espalda. Hicimos de todo, pero con nada le bajaba. Hasta que mi abuela, quien milagrosamente en su juventud había tomado clases de primeros auxilios, le realizó la Maniobra de Heimlich. Luego de aquel susto, mi padre aprendió a comer como una persona civilizada.
Y por eso, mi queridos lectores, es importante que comáis con tranquilidad y moderación.
—Fue horrible. No sabía qué hacer —admito.
Mi abuela asiente con la cabeza.
—No fue una pérdida de tiempo haber asistido a esas clases de primeros auxilios...
Y con esas palabras, dimos por terminada la cena.
☏ ━━━━━━━❆━━━━━━━ ☏
¡La comida estaba deliciosa!
Lavo los platos y, minutos después, mi abuela y yo optamos por ver alguna película divertida para pasar un buen rato.
Escogemos una llamada Como perros y gatos: La venganza de Kitty Galore. Es antigua, pero parece entretenida.
Literal, a los diez minutos de comenzada la peli, mi abuela y yo ya nos estamos muriendo de la risa.
Hace mucho tiempo no escuchaba a mi abuela reír de esta forma. Quisiera inmortalizar este momento para no olvidar el sonido de su voz.
«Ojalá las abuelas fueran eternas».
☏ ━━━━━━━❆━━━━━━━ ☏
Cuando la película termina (la recomiendo, es muy graciosa) mi Abu me dice:
—Espérame aquí, Aylin. Te mostraré uno de mis tesoros.
Luego de unos minutos de espera, mi abuela regresa con algo en las manos y una sonrisa nostálgica decorando su rostro.
Me lo entrega con delicadeza y, al instante, lo reconozco: es un viejo álbum de fotos. Su exterior está un poco desgastado, pero parece bien cuidado.
—Es una de las reliquias familiares que más atesoro. Sabes que siempre he querido conservar las fotos en álbumes y no en teléfonos móviles, para una mayor seguridad —confiesa mi Abu luego de tomar asiento a mi lado.
Afirmo con la cabeza. Sé lo mucho que significan para ella los recuerdos que viven en esas páginas.
Comienzo a hojear el álbum y me deleito con todas las fotos, pues logran transportarme a épocas pasadas...
Veo a una mujer joven y bonita. Está vestida de novia. A su lado posa un hombre, sonriente. Sus manos están entrelazadas.
Son mis abuelos maternos.
—¿Para toda la vida, Ayham?
—Para toda la vida, Anastasia.
Veo a la misma mujer, pero ahora de adulta. Carga a una bebé. La mira con amor y dulzura, incluso afirmaría que puedo divisar un ligero brillo en sus ojos.
La niña tiene los ojitos cerrados y una sonrisa de gozo.
Es mi madre.
—Oh, mi pequeña Anelisse, ¡no sabes cuánto te amo!
Veo de nuevo a la niña. Ahora está disfrazada de ninfa.
—Queridos seres humanos, ¡cuidad la naturaleza!
La niña se encuentra detrás de una bonita y elegante mesa, en la que reposa un suculento pastel. Las manos de mis abuelos descansan sobre sus hombros en un intento de protección. La alegría de la pequeña parece traspasar las páginas...
—Mami, papi, ¡este es el mejor cumpleaños de mi vida!
Al parecer, la niña ya no es tan niña... ¡Ahora es una adolescente! Sonríe, plena, en lo que parece ser un enorme escenario.
—¡Me encanta el mundo de la actuación! ¿Es verdad que actúo bien, mamita?
—Claro que sí, mi amor. ¡Actúas de maravilla!
La adolescente se convirtió en una adulta. Mira con atención a un hombre alto y apuesto. Él le sonríe con picardía.
—¡Eres muy talentosa, Anelisse! ¡Pero no más que yo!
—¡Oh, eso lo veremos sobre el escenario!
En la siguiente foto ambos sonríen con ilusión. La mano del hombre (mi padre) reposa en el vientre de mi madre.
—Pronto, Anelisse. Nuestro sueño se hará realidad...
Veo a una bebé recién nacida en los brazos de su padre. Llora como si le hubiesen robado un dulce.
Soy yo.
—Anelisse, ¡¿por qué la niña llora de esta forma?! ¿Será que me veo feo?
—Calma, cariño, es normal...
—¿Que me vea feo?
—¡No, tontito, que llore!
Sigo hojeando las páginas con un nudo en la garganta. Los recuerdos me invaden, uno por uno, y me agarran de las manos para intentar regresarme al pasado.
Mis ojos comienzan a humedecerse poco a poco.
La bebé creció. Ahora es una bonita niña. Abraza a su madre con mucha fuerza, como si este gesto le asegurase que nunca la perderá.
—Te quiero mucho, mami...
—Yo te quiero muchísimo más, Aylin.
La madre peina con esmero a la pequeña, quien viste un recatado uniforme rojo. Su rostro malhumorado y somnoliento me indica que se acaba de despertar...
Y estoy segura de que no quería abandonar la cama.
—Mamá, ¡no quiero ir a la escuela! ¡Por favooor!
La niña está montada en una bicicleta morada. Su padre se encuentra a una distancia bastante considerable de ella. La mira con pánico, pero al mismo tiempo, orgullo.
—¡Aylin, ten cuidado!
—¡Mira qué rápido lo hago!
Ella parece no temerle a nada.
El padre está disfrazado de payaso y hace monerías para intentar alegrar a la niña, quien aparentemente no está pasando por un buen momento.
Tal vez se cayó de la bicicleta por indisciplinada...
—Te dije que tuvieras cuidado, Aylin.
—¡Ya lo sé, papá!
—Está bien, ¡pero no llores! Mira todo lo que puedo hacer con esta fea pelota...
La madre está cocinando y su hija analiza todos sus movimientos.
Intenta memorizar las recetas.
—Cinco huevos, una taza de azúcar...
La niña está sentada en un sofá junto a su abuela. Ambas admiran con nostalgia la fotografía de un hombre...
—¿Cómo era mi abuelo, Abu?
—¡Oh! Era una persona maravillosa... Inteligente, protector, carismático, alegre, amante de la música... ¡y un poco grosero a veces!
En la siguiente fotografía la abuela parece haber sorprendido a la niña, pues sostiene una bandeja repleta de galletas. La pequeña, con los ojos abiertos de par en par, le sonríe ampliamente.
Sin lugar a dudas, ¡un regalo que no se esperaba!
—¡Gracias, abuela! Sabes que me encantan tus galletas. ¡Son las mejores!
La niña está durmiendo, o eso parece. Su abuela le lee un libro llamado Peter Pan.
—Y Wendy les dijo en tono de triunfo: «Si supierais lo maravilloso que es el amor de una madre, no tendríais miedo».
La pequeña está disfrazada de hada. Lleva una varita mágica en la mano, con la que señala a la cámara. Se encuentra en el interior de un teatro.
—Soy Sueño, el Hada de los Sueños...
La niña está acostada en el suelo, jugando con un cachorro de orejas tiernas. Él parece quererla mucho, pues le está llenando la cara de baba. Ella, a su vez, tiene los ojos cerrados, pero la enorme sonrisa que decora su rostro deja al descubierto que, en el fondo, lo está disfrutando.
—¡Tobby! ¡Para ya!
En la siguiente fotografía toda la familia está reunida en la sala, frente a un minuciosamente decorado arbolito de Navidad.
¡Todos sonríen! El padre viste sus mejores galas y, con una mano, rodea la cintura de su esposa. Ella luce un elegante vestido de invierno, y la sonrisa que decora su rostro la convierte en una mujer mucho más hermosa de lo que ya es, y la niña (que ahora es una adolescente) abraza a su abuelita con fuerza. Se aferra a ella como si fuese un salvavidas.
«Se ve tan feliz compartiendo con su familia...».
—¡Ya alcancé la mayoría de edad! ¡Por fin!
La niña estaba preparada para crecer...
«O tal vez no».
Cierro el álbum. La emoción me impide continuar. Detesto llorar, pero supongo que escapa de mis manos.
Miro a mi abuela.
—¿Cuándo dejará de doler? —le pregunto en un susurro.
Mi abuela es sabia. Sufrió mucho la pérdida de su hija, pero aun así, se armó de valor para seguir luchando. La admiro muchísimo y valoro todos sus consejos, pues sé que están cargados de sabiduría y experiencia.
Ella me dedica una sonrisa. No de alegría, pero tampoco de tristeza; tal vez una mezcla de ambas.
—Cuando comprendas que, aunque ellos no estén con nosotros físicamente, aún viven... —Pone una mano sobre mi pecho—. Aquí.
☏ ━━━━━━━❆━━━━━━━ ☏
☕ N/A:
¡Hola! ¿Qué te pareció este capítulo? Me emocioné mucho escribiéndolo :'D ✨
📃 Nota: El video que coloqué al inicio me inspiró para escribir el capítulo. ¡Es hermoso! ¿Qué te pareció? No dejes de verlo, por favor. Transmite un mensaje muy bonito. 💕
📢 Preguntas:
1- ¿Cuál es tu dulce favorito de Fin de Año o Nochebuena?
2- ¿Viste la película que mencionó Aylin? ¡A mí me encantó! La recomiendo, es muy divertida. Si te gusta la comedia, no te la puedes perder.
¡Gracias por leer! No olvides votar y comentar si te gustó. Me ayudarías muchísimo.
Nos vemos en la próxima actualización. <3
Abrazos virtuales,
L. P. L. 🖤✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro