“La pequeña semilla sabía que, para crecer, necesitaba ser cubierta de tierra, enterrada en la oscuridad y luchar para alcanzar la luz.”

—Sandra Kring.

29 de diciembre...

Afortunadamente Tinny no me orina el zapato, pero Lucy camina muy rápido y yo no puedo seguirle el paso, por lo que termino barriendo el suelo con mi cuerpo.

No me lastimo mucho.

«Solo un rasponazo por aquí y otro por allá...».

Yellow me mira con los ojos abiertos de par en par.

«Así es, señora, sus perros acabarán matándome».

—¿Qué sucedió? —me pregunta, espantada—. ¿Te encuentras bien?

¡Oh, de lo mejor! Los rasponazos ni siquiera me arden.

—Todo bien —le miento—. No es nada.

—¿Necesitas que te vea un médico? Puedo acompañarte a la clínica...

Niego con la cabeza.

«No tengo dinero para pagar la consulta».

—Gracias, señora, pero no es necesario. Mejoraré. No se preocupe.

Asiente.

—De acuerdo. Puedes pasar al baño para limpiarte...

«Y aquí estoy de nuevo».

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Antes de alistarme para el trabajo, me detengo a analizar mi reflejo en el espejo.

Últimamente he notado cambios en mi aspecto físico: las ojeras se han instalado debajo de mis ojos con la intención de quedarse, y aunque intente esconderlas con maquillaje, sé que permanecen ahí. Por otro lado, me siento más cansada y adolorida que de costumbre...

Me acerco al espejo y examino mis ojos.

Cuando era pequeña, muchas personas me halagaban afirmando que su color era hermoso...

—Azul verdoso, como un profundo mar en calma... —describió mi abuela—. Es precioso, Anelisse. Idéntico al de su padre...

Sin embargo, ya no veo en ellos lo mismo que veía de niña: magia, vida y esperanza.

Veía castillos de diamantes, hadas rodeadas de mariposas, princesas enamoradas, sirenas nadando de un lado a otro y unicornios pintados de verde.

Ahora solo veo un inmenso vacío, acompañado de una pizca de desilusión, dolor, miedo y tristeza.

«Mis ojos ya no observan, solo ven».

      “Piensa en cosas felices y tu corazón volará con alas para siempre.”

Lo intento.

Recuerdo algunos momentos graciosos con mis padres, el día que mi abuela se disfrazó de Hada Madrina y cuando vi a Tobby por primera vez.

Una sonrisa asoma a mis labios, tan silenciosa como el beso de buenas noches de una madre; sin embargo, luego de unos segundos, se convierte en una mueca fea.

No puedo conservarla. Me cuesta sonreír con naturalidad, como hacía cuando era niña.

«Ya no hay rastro de esas carcajadas libertinas».

—«Los sueños se convierten en realidad si los deseamos lo suficiente...» —citó mi abuela.

—Peter Pan —identifiqué.

Mi abuela asintió con la cabeza, orgullosa de su nieta.

—Entonces... —Sonreí—. ¡Puedo ser un hada! ¡Y volar! ¡Oh, sí que puedo! —exclamé, feliz, para después subirme en la silla más alta y estirar mis brazos como si fuesen alas.

—Sí puedes, querida, pero ¡por favor! ¡Bájate de ahí! ¡Te vas a caer! —me gritó mi abuela, horrorizada.

—¡No importa! Si me caigo no me haré daño porque puedo volar —afirmé—. A partir de ahora seré Sueño, el Hada de los Sueños.

—Está bien, mi amor, pero bájate ya, por favor... —me rogó mi abuela, acercándose a la silla—. Si tu madre te encuentra ahí, trepada como un mono, la culpable seré yo. Repetirá que siempre introduzco ideas locas en tu cabeza.
«Y vaya, que mentira no es. Quizá debería contenerme un poco. Temo que algún día te lances frente a un auto creyendo que eres inmortal...

—Cada vez que un sueño muere, mis alas pierden fuerza —continué sin escuchar a mi Abu—. ¡Nunca dejes de soñar! —finalicé, lanzándome sin temor al vacío porque estaba segura de que podía volar.

«Gracias a Dios mi abuela me atrapó».

Regreso al presente con un sollozo.

Mi Abu siempre ha sido mi confidente. Ella enciende en mi interior una lucecita de esperanza; sin embargo, esta no duda en apagarse cada vez que un pensamiento negativo vuela por mi mente...

Volar.

Recuerdo a Sueño, esa hada que incitaba a las personas a luchar por sus sueños.

Sueño también tenía un sueño, pero no se lo revelaba a nadie. Solo un niño malhumorado pudo conocerlo. 

—Anelisse, de verdad, tu hija tiene talento. Deberías llevarla a la compañía. No se aburrirá. Recuerda que está ese niño, el hijo de tu amiga Jade —sugirió mi abuela.

—¡Sí! Quiero conocer esa compañía de la que tanto habla mamá, también al hijo de Jade —afirmé—. ¡Por favor!

—El hijo de Jade se marchará pronto —aseguró mi madre—. Pero tienes toda la razón, mamá. Aylin, sin lugar a dudas, tiene muchísimo talento.

Tenía talento.

Interpretaba a cualquier personaje, imaginaba historias y, con mi varita mágica, las convertía en realidad.

La magia existía y formaba parte de mi vida. No podía imaginarme un mundo sin magia...

—¡Te lo dije, Anelisse! ¡Te lo dije! ¡Tu madre tenía razón! ¡Ella tiene el don! ¡Nuestra hija heredó nuestro talento para la actuación! ¡Ha sido bruja, Spider-Man, sirena, vampiro, mosquetero, ratón, zombi, Barack Obama...! ¡Y ahora es un hada llamada Sueño! —exclamó mi padre, llorando de emoción.

—Cálmate, Keith, no exageres —le pidió mi madre—. Pero estoy de acuerdo. Aylin también es una artista —dijo y me sonrió con orgullo.

Una artista. Eso era.

—Soy Sueño, el Hada de los Sueños... —comienzo a decir con la voz quebrada, sin dejar de mirar mi reflejo en el espejo—. Cada vez que un sueño muere...

Pero no puedo concluir la frase porque estoy rota y mi sueño está muerto.

«Mis padres...».

Estás perdiendo el tiempo.

«Tienes razón».

Ya no soy una niña. Ahora soy una adulta con miles de responsabilidades. Tengo asuntos más importantes por los que preocuparme.

El mundo no es como lo percibía cuando tenía cinco años.

«La magia solo existe en la cabeza de un niño».

      “Solo los que son alegres, inocentes e insensibles pueden volar.”

Sueño ya no existe, y por más que intente traerla de vuelta, no puedo.

Me retoco el maquillaje, termino de alistarme y abandono el baño con un suspiro.

¡Cuánto tiempo he perdido!

«Bien, de vuelta a la cruda realidad».

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En la cafetería recibo una noticia maravillosa: el amigo de Thomas está dispuesto a comprar el cuadro de la torre Eiffel. Me asegura que pasará a buscarlo más tarde.

Thomas siempre salvándome el pellejo. Le debo mucho...

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El chico es muy elegante y puntual. Thomas lo acompaña. Hago la venta rápidamente, despido a mi amigo con un abrazo y le agradezco de todo corazón.

Pude venderlo a buen precio, pero teniendo en cuenta la cantidad exorbitante de dinero que necesito para pagar la renta, es poco.

Suspiro.

«Tendrás que tomártelo con calma, mi querida Aylin».

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Quiero hablar con Ian, pero no puedo llamarle porque pagaré yo.

Le timbro para que me devuelva la llamada.

Una hora después, el teléfono comienza a sonar.

«Tal vez estaba ocupado».

—Buongiorno, Aylin. ¹

«Vaya».

—Políglota, ¿eh?

—Sí, adoro aprender idiomas.

Yo también. Hace un par de años tomé cursos de italiano, español y francés.

—Tenemos algo en común, figlio di puttana —le digo. ²

—Más de lo que imagina, ragazza all'oscuro —dice con muy buena pronunciación—. Y dígame, ¿qué tal su día? —se interesa. ³

—Me caí —le cuento.

Se ríe.

Frunzo el ceño.

«Este hombre tiene el síndrome de la risa».

—¿De qué se ríe?

Ian no puede hablar, como es lógico. Lo único que hace es reírse.

«¡Idiota!».

—¡Quiero ver si se seguirá riendo cuando le rompa la nariz! —exclamo, haciendo gestos violentos con mi mano desocupada.

—No puede. Tendría que teletransportarse y, que yo sepa, no tiene superpoderes —responde.

«Es cierto».

—No, pero sé que reside en la misma ciudad que mi abuela.

—Solo eso.

—Me da igual. Si algún día nos encontramos personalmente, le daré una cachetada. ¡Se lo prometo! —le grito.

—Eso no sucederá.

«¿Por qué no?».

—El futuro es impredecible, Ian —afirmo, pensativa.

—Tiene razón...

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📖 Vocabulario:

¹Buongiorno: Buenos días.

²Ragazza all'oscuro: Chica despistada.

³Figlio di puttana: Te lo dejo de tarea ;)

☕ N/A:

🖤 ¡Hola! ¿Qué te pareció este capítulo? Tardé un poco en publicarlo porque me bloqueé intentando rectificar algunos errores :')

✨ Bueno, creo que ya conoces un poco mejor a Aylin, también quién es Sueño y por qué su madre la llamó así antes de morir...

¿Alguna teoría u opinión al respecto? 👀

📢 Preguntas:

1- ¿Te identificaste con Aylin?

2- ¿Crees que Ian y Aylin se conozcan algún día? A Ian no le convendría, ja, ja.

3- ¿Te gustaría aprender algún idioma? ¿Cuál?

¡Gracias por leer! No olvides votar y comentar si te gustó. Me ayudarías muchísimo.

Nos vemos en la próxima actualización. <3

Abrazos virtuales,

L. P. L. 🖤✨