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PARTE II

Capítulo I

Dos años y medio después.

Faltaba poco para que llegase mayo y, Evelyn se dirigía hacia la puerta del castillo para dar una vuelta por las cercanías de este. Pero, al pasar por el Salón Principal, oyó que Eiael discutía con alguien. No se lo pensó dos veces y entró. Al hacerlo, Eiael y la madre de este se callaron y la miraron sorprendidos.

-¿Qué ocurre?- quiso saber.

-Nada- se apresuró a decirle Eiael-, cariño. No tienes por qué preocuparte. Vamos a dar una vuelta.

Aunque él intentaba disimular, ella sabía que algo le ocurría y que estaba bastante enfadado.

-¿Qué pasaba?- le preguntó cuando salieron del castillo-. Y no me digas que nada, que no soy tonta.

-Es sólo que... bueno... que en el pueblo andan diciendo que... que los niños tardan mucho en venir... y mi madre... bueno, ella quiere ser abuela ya.

-¿Por eso estás así?

Eiael se la quedó mirando de una manera muy rara. Aún no estaba segura, pero...

-Verás -empezó a decirle-, he tenido una falta y creo que, bueno, aún no estoy segura, pero- levantó la mirara y vio cómo le había cambiado la cara a su marido.

-¿Estás encinta?

-Todavía no estoy segura, pero creo que sí.

-Bueno, pues eso tiene fácil solución, mandaré llamar a Dagaz que es nuestro sanador real para que nos lo confirme, ¿de acuerdo? Ven, vamos a dar el paseo.

-No, prefiero quedarme dentro, y comer un poco.

-¿Aún no has desayunado?

-Sí, ya he desayunado. Pero lo vomité todo y ahora tengo hambre de nuevo.

Le miró y vio que le estaba sonriendo alegremente.

-Querida, creo que nuestra familia va a crecer. Entremos, así, mientras tú comes algo, yo mandaré llamar a Dagaz.

~~~~

Efectivamente, estaba encinta. Alemiah, la madre de Eiael, estaba loca de contenta. Al fin, después de más de dos años de matrimonio su hijo iba a ser padre. Al fin tendría un heredero. Alemiah decidió que debía dejarlos a solas. Era evidente que su hijo estaba esperando que se marchase para demostrar su alegría a su esposa. Realmente la amaba mucho. Nunca le había visto tan feliz, a pesar de que ella no sintiese lo mismo por él. A pesar de sus constantes rechazos y estupideces infantiles.

Pero ahora Eiael sería feliz por completo. Ahora iba a tener un hijo, eso la haría cambiar. La haría madurar. Seguro que sí. Al fin y al cabo, no era más que una niña. Y una niña Humana. Los 18 años humanos no eran igual que los de los Leiseniks o de los Elfos.

-Hola, tía Alemiah- una voz la sacó de sus pensamientos-. ¿Qué tal andan las cosas por aquí?

-Bastante bien, hija. Tu primo va a ser padre. Se acaba de enterar.

-¡¿Que va a...?! ¿Está encinta? ¡Qué ilusión!

-Sí, lo está. Pero no vayas ahora, que lo estarán celebrando.-concluyó la frase la Reina de los Nahethel, lo que provocó que ambas Elfas soltasen unas pícaras risitas.

~~~~

Ahora que Eiael sabía que iba a tener un hijo, no la dejaba tranquila. Que si quería algo de comer, que si no debía andar tanto, que si debía quedarse en el castillo...

Estaba ya harta de esa situación. Además, ella no lo había pedido. Ella no quería darle un hijo a ese. ¡A saber qué clase de monstruo salía! De momento, Eiael, tenía mezcla de Elfo y Leisenik. Así que, la cosa que tenía dentro, tendría esa mezcla, más sangre Humana.

Justo en ese momento entró Eiael y, sacándola de sus pensamientos la preguntó:

-¿En qué piensas, cariño?

-¿Eh? Ah. Nada, nada -respondió Evelyn, aún pensativa-. Es sólo que... bueno... es igual, déjalo.

-Es lógico que te sientas rara, al fin y al cabo vas a tener un hijo. Mi madre me ha dicho que ella se pasó los nueve meses con malestares y, tan arisca que mi padre no la aguantaba. Así que no tienes por qué preocuparte- terminó mientras se agachaba para darle un besito en la boca.

-¿Qué querías?- preguntó ella cuando él se hubo levantado.

-Nada. Sólo quería ver si estabas despierta ya -y, después de mirar hacia la cama, comentó preocupado-. ¿Aún no has desayunado?

-No, lo mandé para atrás.

-¡¿Pero por qué hiciste eso?!

-Pues porque no tenía apetito, además, anoche vomité la cena. Y no quería que me ocurriese lo mismo con el desayuno.

-Pero tienes que comer, cariño. Ambos lo necesitáis.

-Estoy harta de que me obligues a comer. Si no tengo ganas no lo haré y punto.

-No dejaré que te quedes sin comer, ¿me has oído?

-¿Qué ocurre aquí?- preguntó Alemiah mientras entraba en la alcoba.

-Que no quiere comer, eso ocurre.

-Tienes que comer, querida- y, al ver que su nuera giraba la cabeza hacia el otro lado, añadió-. ¿No ves que ahora necesitas alimentarte por dos?

Evelyn siguió sin decir nada.

-Eiael, nasteri-alis thia soijum (Eiael, tráele el desayuno.) -dijo Alemiah a su hijo al tiempo que este se levantaba y salía por la puerta.

-¿A dónde ha ido?- preguntó Evelyn por fin.

-A pedir tu desayuno. Y no quiero protestas, te lo comes y ya está. Fin del asunto.

Así que, cuando Eiael llegó con la bandeja del desayuno de su mujer, a esta no le quedó más remedio que aguantarse y tomárselo todo. Al fin y al cabo tenía hambre.

Capítulo II

Tres meses después. Por la tarde.

Llevaba días planeándolo. Ya no aguantaba más esa situación. Estaba harta de todo. Harta de él y su madre. Y lo peor de todo es que su pequeño tendría que nacer y criarse allí. No. Eso no lo consentiría. Después de una semana dándole vueltas en la cabeza al asunto, decidió llevarlo a cabo. Sí, y lo haría esa misma noche. Aprovecharía que Eiael tenía que ir a una fiesta, a la que ella se había negado a acudir con la excusa de su estado, y regresaría tarde, para hacerlo. Tenía que hacerlo. Debía hacerlo por él, sí, por su bebé...

~~~~

Esa misma noche.

Hacía hora y media que él se había ido, por fin, a esa estúpida fiesta, a la que había acudido también su madre.

Ya había preparado una bolsa con dinero; afortunadamente aún guardaba el poco dinero que, cuando estaba en su mundo tenía la costumbre de llevar en el bolsillo del pantalón; comida y cositas para el bebé, pues aprovecharía lo que le habían regalado.

Media hora después estaba de camino hacia la puerta por la que podría estar de nuevo en su mundo. Hacía tiempo que Eiael le había dicho que un Humano sólo podía salir de ese maldito mundo si tenía consigo un Leisenik o un Elfo. Pues bien, la criatura que tenía dentro de ella tenía sangre élfica y leisenik, así que sí podría regresar a su mundo. Por si acaso había cogido el anillo que utilizaba una sirvienta de Alemiah para ir y venir de un mundo a otro.

Aunque no creía que le se hiciese falta, total, estaba de seis meses, así que su bebé ya tendría algún que otro poder. Así que pensó, más bien, le dijo a su pequeño "mi vida, llévame a mi mundo", mientras seguía andando con los ojos cerrados. Cuando los volvió a abrir, vio que estaba en una ciudad enorme, con coches motorizados, autobuses de dos pisos...

Al ver uno de estos y al guardia que se le acercaba comprendió que estaba en Londres. ¡Había vuelto!

-Disculpe, señorita, ¿le ocurre algo?- le preguntó el policía cuando se hubo acercado a ella- ¿necesita un médico?

Evelyn le dedicó una sonrisa mientras le decía:

-No, gracias. Estoy perfectamente. Es sólo que... ¿Me podría decir cómo y dónde puedo coger un ferry para ir a Irlanda, por favor?

-Es muy sencillo. Tiene que coger un tren o el metro, lo que usted prefiera, hasta Liverpool. Una vez allí, puede usted coger un ferry directo a Cork. Disculpe la pregunta, es usted americana, ¿no?

-Sí, así es. ¿Me podría indicar dónde hay un banco americano por aquí?

-Por supuesto. ¿Ve esa calle de ahí? Pues vaya por esa, todo recto hasta la segunda bocacalle, cuando llegue a esta, métase por ella y a mano izquierda verá uno pequeño. Si quiere puedo acompañarla.

-No, gracias. No hace falta. Pero una cosa más, ¿dónde puedo coger el metro?

-En la calle Piccadilly Circus, ahí tiene uno.

-Muchas gracias por todo- dijo Evelyn mientras se iba hacia el banco.

~~~~

Hacía dos horas que había zarpado el ferry. Estaba casi segura de que Eiael no se le ocurriría buscarla en Irlanda. No. Probablemente lo haría primero por su mundo y luego por Inglaterra. Aunque ella no creía que a Eiael se le ocurriese que su esposa hubiese podido cruzar la puerta.

Se quedaría en Irlanda, al menos, hasta que naciese su bebé. Después de eso, ya pensaría ella qué hacer. Ahora lo que debía hacer era poner tierra por medio, más bien agua para que él no los encontrase. Luego ya vería lo que haría.

~~~~

En el castillo en ese mismo momento.

Estaba deseoso de llegar al castillo para poder verla ya. Tan sólo había estado cuatro horas y media sin verla y ya le parecía una eternidad.

Entró despacio en la habitación para no hacer ruido y despertarla, últimamente tenía muy mal humor. No se dio cuenta de que Evelyn no estaba en la cama hasta que no fue a darle un beso en la frente y vio que esta estaba vacía.

Enseguida salió de los aposentos y, al encontrarse con Nastieh, la doncella personal de Evelyn, la paró para saber si la había visto.

-Pues no -contestó la Leisenik-, mi Señor. No la he visto.

-Y, ¿no sabes si tenía hambre y fue a la cocina a por comida?

-No, mi Señor. Os aseguro que no sé nada de ella. La última vez que la vi, fue cuando subí a vuestros aposentos a ayudarla a desvestirse, pero me despidió diciéndome que no me necesitaba, que ya podía ella sola, Majestad.

-Bueno -respondió él tras una pequeña pausa-. Gracias de todas formas, Nastieh. Si sabes algo de ella, avísame inmediatamente.

-Sí, mi Rey.

Capítulo III

Ahora el bebé se movía demasiado. Seguro que estaba inquieto por lo nerviosa que estaba ella.

-Tranquilo, pequeño. Ya hemos llegado, mi vida.

Efectivamente había llegado ya a la casa que había alquilado en Kilkelly. Era una típica casita irlandesa, la cual estaba a las afueras de Kilkelly, un pueblo bastante acogedor. Entró en la casa y lo primero que fue a mirar fue la cama. Estaba tan agotada a consecuencia del viaje. Se metió en ella incluso vestida y enseguida se quedó dormida.

~~~~

Mientras tanto, en el castillo.

-Madre -llamó delicadamente Eiael a la puerta de los aposentos de su madre-. Madre, ¿estás despierta?

El ruido de la puerta al abrirse, le respondió.

-¿Qué te ocurre ahora? ¿Evelyn tiene otro antojo?

-No. Ese es el problema. No está, madre. Evelyn no está.

-¿Cómo -preguntó Alemiah tan sorprendida como preocupada- que no está?

-No está ni en la alcoba, ni en el castillo. Y... Y, ¿si le ha ocurrido algo malo, madre?

Alemiah apoyó una mano en el brazo de su asustado hijo a la vez que intentaba animarle.

-Tranquilo, Eiael. No puede andar muy lejos. Recuerda el estado en el que se encuentra.

-Por eso, mismo, madre. ¿Y si se pone de parto en... en... en medio del campo y nadie puede ayudarla y... y ella...?

-¡Eiael! Basta, por favor. Hay que empezar a buscarla ya...

-¿Y si no la encontramos?

-Eiael...

-¿Y si ha logrado cruzar la puerta?

-¿Cómo va a...?

-Ya sabes cómo. Está de dos estaciones. El niño ha podido ayudarla. ¡Oh, dioses!

-¿Qué?

-¡Tu doncella, Nanstenth! La que viene y va de un mundo a otro, ¿cuánto tiempo hace que no encuentra su anillo mágico?

-Dos días. ¿Por qué? No creerás que se lo ha cogido Evelyn, ¿verdad?

-¿Quién si no? Justo hace dos días que la comenté lo de la fiesta y ella me dijo enseguida que no quería ir. ¡Oh, dioses, madre! Ha cruzado. Lo sé. ¡Lo ha hecho!

-Eiael, tranquilízate, ¿quieres?

-No puedo, madre. Está sola, en estado y sin dinero humano encima.

-Venga, salgamos para su mundo inmediatamente.

-No, prefiero ir yo solo. No te lo tomes a mal, pero así iré más rápido. Acuéstate, madre. Y descansa, que debes de estar muy cansada después de la fiesta. Hasta mañana, espero.

-Hasta mañana, hijo -se despidió Alemiah de su vástago.

Y así, Eiael marchó para el mundo de los Humanos en busca de su esposa...

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Un dolor punzante e insoportable la despertó en medio de la noche. Gracias a Dios, la mujer que le había alquilado la casa, decidió quedarse con ella dado el estado tan avanzado en el que se encontraba su embarazo.

Asustada, Evelyn la llamó a todo correr. Oyó cómo la mujer se levantaba muy deprisa y acudía a su habitación con urgencia.

Otro dolor. Otro grito sin poderlo silenciar.

-¿Qué pasa, querida?

-No lo sé -respondió Evelyn asustada-. Me duele mucho, pero sólo a ratos. No pueden ser contracciones, tan sólo estoy de seis meses.

-Me temo, querida, que el viaje ha hecho que la criatura se quiera adelantar.

-Pero... ¡Ah! -contracción-... no puede ser...

Las contracciones eran más seguidas... Sí, su bebé estaba haciendo sitio para salir, para ver el mundo. Evelyn ya no aguantaba más el dolor, cuando, a la de mucho tiempo, a ella le parecieron siglos, notó que el bebé salía y le oyó llorar. Aunque no era el único, pues ella también lloraba.

-Es una niña -dijo su inesperada comadrona-. Y una niña preciosa. ¿Quieres verla, cielo?

-Sí... déjemela... ver -habló entre cortadamente.

Nancy, que así era como se llamaba la mujer, cogió a la pequeña, la lavó y se la puso encima a la muchacha. Ese fue el momento más maravilloso de toda su vida. Ahora comprendía que había hecho bien en escaparse. Aunque el parto se había adelantado, la niña parecía estar bien.

-¡Qué extraño día -exclamó de repente Nancy- para venir al mundo! Nacer el día de Todos los Santos.

-Eso no me importa -contestó Evelyn-. Sólo me importa ella. Ahora, ¿podría marcharse un poco, por favor? Es que estoy agotada y...

-Tranquila, sé perfectamente lo que es un parto. Descansa, hija, descansa.

~~~~

Hacía tres días que había nacido la niña y, desde entonces no se había separado de ella. Tenía miedo de que en cualquier momento llegase Eiael y se la quitase.

De repente empezó a oír demasiado jaleo en la calle, aunque ya era de día, debía ser muy pronto y, además era domingo. Poco a poco se levantó de la cama, aún la dolía, pero quería ver qué era lo que pasaba.

Por lo que se pudo enterar, habían desaparecido ya tres personas desde el uno de noviembre. Justo en ese momento oyó que se abría la puerta. Se giró enseguida completamente asustada, pero sólo era Nancy.

-¿Ya estás levantada, querida?

-Es que oí mucho ruido en la calle y quería saber qué era lo que ocurría.

-Ah, eso. No tienes que preocuparte de nada. Aquí la gente es muy supersticiosa. No tienes que darle importancia alguna.

-Pero, ¿qué ha pasado?

-Han desaparecido tres personas y la gente está asustada. Piensan que algo vino de entre los muertos el día de Todos los Santos y que se está llevando a las hijas de los pastores. Como ya te he dicho, son sólo supersticiones. ¿Tienes hambre?

-No. Creo que aprovecharé que está dormida para descansar algo. Aún estoy cansada, y la toma de la noche me deja muy mal.

-Ah, entonces descansa. Hasta luego.

Capítulo IV

Siete días más tarde.

-Estoy seguro -comenzó Paddy O'Connor- que tiene algo que ver la hija de la chica a la que alquiló la casa Nancy Kennedy.

-Yo creo -respondió a su vez Sean O'Kelly- que, como es lógico, ella no puede ser porque es muy pequeñita. Pero, ¿quién dice que no puede ser la madre o alguien mandado por ella?

-A mí -comentó Danny Malloney- no me gustó desde un principio.

-Pues es una chica muy maja -aseguró Sean.

-No, ella no. Digo la niña.

-Y, ¿cuándo la has visto? -preguntó Paddy.

-El miércoles pasado me pidió Nancy que le llevase de esa crema de queso que sabe hacer tan rica mi Mary, y, al llevarla a su casa la vi bajar, a la madre, con la niña en brazos. Si tú la ves, parece sólo un bebé, y un bebé precioso. Pero había algo en ella que no me gusta. Algo de lo que carece la madre, de lo que carecemos todos.

-¿Qué crees que pueda ser?

-No lo sé, pero ya han desaparecido nueve personas desde que nació la niña. Y cinco han aparecido muertas.

-Pues yo estoy seguro que ha sido o la niña o la madre -afirmó Danny.

-¿Qué crees que deberíamos hacer entonces? -preguntó Paddy.

-Decírselo a la policía.

-¿En serio? ¿Y qué les vamos a decir? "Disculpe agente, pero una niña de apenas quince días se dedica a secuestrar a los jóvenes del pueblo y después los mata". Suena muy creíble. Sí, señor.

-Sean, tampoco es eso. Lo que podemos decirles es que creemos que la chica esta involucrada.

-Eso ya es otra cosa -aclaró Danny.

-Pues adelante, entonces.

Ya se dirigían a la pequeña comisaría cuando un chico alto y rubio se les acercó y les preguntó:

-Buenos días, ¿han visto a una chica americana, morena, pelo largo y negro, ojos verdes y que está encinta?

-Eh... -contestó Paddy- Bueno, con esa descripción sólo puede ser la chica que está de alquiler en la casa de Nancy. Pero ya no está embarazada, tuvo una niña hace algo más de una semana, más o menos.

No sabían decir si el chico se había alegrado o si se había asustado.

-¡¿Qué?! -logró preguntar al fin- ¡¿Que ha tenido ya qué?! ¡Pero si... si estaba de seis meses! ¿Dónde está?

-En casa de...

-Eso ya lo dijo antes. ¿Dónde está la casa?

-Está a dos manzanas, todo recto. Es muy fácil de encontrar porque es la única casa azul de toda la calle.

-Muchas gracias -se despidió el extraño muchacho mientras salía corriendo en la dirección que le habían dado.

-¿Qué -empezó Sean -creéis que quiere?

-No sé. Quizás sea el padre de la niña, por la cara que puso cuando le dije que la había tenido ya...

-Entonces quizás se vayan...

-Un momento -exclamó Danny-. Si ese es el padre de la niña, ¿no deberíamos vigilarle o atacarle?

~~~~

-Probablemente estará dormida, no debería entrar. A veces la niña no la deja dormir por las noches. Es muy corriente, quiero decir que la niña duerme bien, pero...

-Sé lo que quiere decir, señora Kennedy. Voy a entrar y me las voy a llevar, ¿no intentará impedírmelo, verdad?

-Pero...

Antes de que pudiese decir nada más, el joven que afirmaba ser el esposo de Evelyn y, lógicamente el padre de la niña, había entrado en el cuarto de la chica y se había dirigido hacia la cunita. Era evidente que estaba enfadado e incluso dolido. Ella nunca le había preguntado nada a la chica sobre el padre de la criatura, pero por lo que veía y le había dicho él, se había escapado de su casa. No se atrevía ni a imaginar cómo la tendría para que ella se fuese en un estado tan avanzado. Lo cual, obviamente, había adelantado el parto.

Se agachó sobre la niña y, pronunciando no sabía qué lengua, le dio un beso en su frentecita. Luego se acercó a la cama y despertó a la muchacha llamándola por el nombre.

-Evy, Evy, despierta cariño -cuando esta abrió los ojos y le vio se asustó un poco, era evidente que no contaba con él ahí-. Tranquila, cariño. Enseguida llegaremos a casa. ¿Puedes andar?

-Sí, pero... yo... tú... ¿Cómo me has encontrado?

-Ya hablaremos de eso más tarde. ¿Te das cuenta de que tú o la niña podríais haber muerto? ¿De que si no llega a ser por la señora Kennedy podría haberos pasado cualquier cosa?

-Pero no ha pasado nada -le contestó ella de malas maneras.

-¡¿Que no ha pasado nada?! ¡Se te ha adelantado el parto tres meses y dices que no ha pasado nada!

-¿Y eso es un problema? En todo caso el problema ha sido mío, que he sido yo quien la ha tenido.

Él se la quedó mirando, más enfadado y dolido que antes y, entonces, se dirigió a Nancy.

-Señora Kennedy, ¿tiene alguna mantita gruesa, muy gruesa para el bebé?

-Sí, ahora mismo se la subo -respondió mientras se acercaba a la puerta y salía por ella.

No tardó nada en subir la mantita, y cuando hubo llegado a la puerta de la habitación, le pudo oír a él decirle muy enfadado:

-Tengamos la fiesta en paz, ¿de acuerdo?

Nancy carraspeó para hacer notoria su presencia y cuando la joven pareja giró sus cabezas hacia ella, a pesar de notar la tensión que había entre los dos, dijo:

-Tome, pero creo que no deberían hacer ningún viaje. Al menos, no todavía. Evelyn aún está delicada y la niña es muy pequeñita.

-No se preocupe -le contestó él mientras cogía la mantita y envolvía con esta a la pequeña-. Ya me he ocupado de abrigarla bien. En cuanto a Evy... estará bien. Vamos, Evelyn -terminó al mismo tiempo que cogía al bebé con un brazo y con el otro a su esposa.

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