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" CAPÍTULO 25 "

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El podía haber tomado la decisión de renunciar, pero la actitud de Sasuke parecía dar a entender que el, por su parte, también había llegado a una determinación.

Actual :

Su saludo matutino no fue más expresivo que el que dedicó a sus hombres. Lo trataba como si fuese un empleado más.

Naruto volvió a preparar limonada e incluyo una taza de café para el almuerzo de los vaqueros. Esta vez no espero a servirles, si no que dejó la camioneta allí donde pudieran verla y regreso a pie hasta el corral de los caballos, donde llamo con un silbido a Jacko. Este acudió enseguida en busca de su zanahoria.

El paseo que Naruto dio a caballo fue largo e intenso, deteniéndose con frecuencia a admirar nuevos paisajes y también para concederle descanso a Jacko.

" ¡ Adiós, montaña ! - exclamó -, eres hermosa en tu escabrosidad, y me duele dejarte. Me siento enamorado de ti. ¡ Adiós, cascada elegante y pequeña !, No puedes compararte con mi Cascada de las Hadas, pero también te habría querido, de tener oportunidad de seguir aquí... ".

Cuando regreso, los hombres habían vaciado sus tazas de café y terminado el refresco. El trabajo estaba en pleno ímpetu, después de la pausa para el almuerzo, y si Sasuke lo vio no lo dio a entender, pese a que sus vaqueros agitaron la mano con alegría cuando el partió en la camioneta.

Naruto decidió preparar otro pastel para el postre. Era la última cena que tomarían todos juntos. Buen número de reses serían bajadas a la mañana siguiente por la mayoría de los hombres, y el resto seguiría veinticuatro horas después.

Preparo bizcochos de chocolate y de vainilla, que luego corto por la mitad para formar, alternativamente, capas oscuras y claras. Lo cubrió todo con un glaseado que a su vez decoro con dibujos de chocolate. Era una obra maestra, que podía considerarse su canto del cisne. No sabía el doncel si prefería bajar con el primer turno o con el segundo, o si, simplemente, tendría que obedecer órdenes.

Los vaqueros quedaron entusiasmados con la tarta, que desapareció más que deprisa.

Naruto no deseaba reunirse con los hombres aquella noche, por lo que permaneció sentado junto al poste para atar las cabalgaduras. Si se sentaba con ellos al rededor del fuego, le pedirían canciones, y el no estaba de humor para la música. Sasuke se había comido su trozo de pastel, pero sin participar en los elogios. ¿ Acaso no se daba cuenta de que significaba un ofrecimiento de paz..., una ofrenda de amor ?.

Itachi se acercó a él y se apoyó en el poste.

- Los chicos no olvidarán lo que hiciste por ellos - dijo con una sonrisa -, de ese pastel se hablará durante mucho tiempo. Dentro de dos años, cuando se reúnan en alguna parte, siempre saldrá Naruto y su fabulosa tarta en la conversación. Y cada vez será mayor el pastel, en la relato.

Naruto se asombro de su propia risa. No sabía que quedara alegría alguna en el.

Cuando Itachi se marchó, el chico se sintió incapaz de continuar allí inmóvil.
Tomo el resto de las zanahorias y se encaminó hacia el corral.
A la altura del grupo de árboles se dijo cuenta de que lo seguían unos pasos.

¡ Sasuke había ido detrás de el !.

Se volvió en el acto, y el hombre continuó avanzando.
El desengaño de Naruto fue terrible.

- Te vi venir hacia acá y pensé que te podría apetecer compañía - dijo Kiba -, un doncel tan bonito como tú no debe de estar solo en una noche de luna cómo está. ¿ Vas a visitar a los caballos ? - preguntó, al observar que llevaba zanahorias.

- Quiero obsequiarles por última vez.

¿ Por qué habría tenido que seguirlo ?.

De súbito fue muy importante para el que Kiba no lo acompañará hasta el corral. Aquel lugar era sagrado y no estaba dispuesto a compartirlo con el.

El vaquero trato de coger su brazo, pero Naruto lo retiro. Sentía vergüenza de haber filtreado un poco con el la noche anterior.

- ¿ Puedo pedirte un favor, Kiba ? - pregunto con voz tensa -, quisiera estar solo. No te ofendas. Sencillamente, me gustaría despedirme de los caballos a solas.

Él lo miro, y al fin se encogió de hombros.

- Entiendo las indirectas, cuando me las dicen.
Lo que ocurre es que creí que ya no pertenecías al jefe, después de tu actitud de anoche. ¡ Pero Dios me libre de meterme en los terrenos del amo !, No sé qué juego es el tuyo, aunque desde luego da resultado, por qué Sasuke no te ha quitado los ojos de encima.

Dicho esto, dio media vuelta y retorno a la fogata.

Naruto siguió donde estaba, incapaz de moverse. ¿ Era cierto lo que afirmaba Kiba ?, No. Lo que había percibido en su voz era el orgullo masculino herido.

- ¿ Hablabas enserio cuando le contestaste a Kiba que querías despedirte a solas de los caballos ?.

Esa vez, el oscuro timbre de voz no daba lugar a dudas. Sasuke salió de las sombras de un árbol.

- No - confesó Naruto sin aliento.

Sasuke no se acercó a él, mientras proseguían el camino. Ni era necesario. Naruto vibraba al sentir su proximidad. Todos sus nervios estaba en tensión. Hasta el vello de sus brazos se habían puesto de punta.

¡ Sasuke estaba allí, con el !.

Rezo por qué nada estropeará el milagro.
No hizo falta llamar a Jacko. Había notado su olor en la brisa nocturna y ya aguardaba contento junto a la valla.

- Ya te dije que lo acostumbrabas mal - comento Sasuke, observando como Naruto acariciaba el cuello de Jacko -, luego no habrá quien lo meta en cintura.

- No lo creo - dijo el doncel, riendo, al mismo tiempo que ofrecía a Jacko la última zanahoria -, esta región es maravillosa. Sasuke. Si encontrase trabajo en la ciudad, me compraría un caballo y lo tendría a pupilaje, para explorar los alrededores en mi tiempo libre.

- Podrías dejarlo aquí, en el rancho - le ofreció Sasuke.

Naruto le miró.
¿ Podía creer en sus palabras ?.
¿ Realmente deseaba tenerlo cerca ?.

- Me tientas - respondió, luchando por mantener una inflexión en su voz, y entonces decidió cambiar de tema -, ¿ Bajas mañana con el primer turno ?.

- No. Va Itachi. Nosotros seguiremos al día siguiente, con las terneras. Es necesario algo más de un día para conducirlas a los pastos de invierno.

Regresaron junto al fuego. Naruto se acomodó en su saco.
Mañana sería la última vez que pudiese admirar la belleza de las estrellas sobre aquel maravilloso fondo de terciopelo negro.
Volvió la cabeza y contempló la alargada forma que yacía a su lado. La luna iluminaba sus azabaches cabellos y marcaban profundas sombras en su rostro.
Las manos de Naruto recordaron la fuerza de aquellos cabellos, tan pletóricos de vida como su dueño. Deseo tener la audacia de alargar el brazo para tocarlos.

En aquel momento, el se movió, y saco una mano que no tardó en deslizarse por el rostro del doncel en una dulce caricia. Uno de sus dedos recorrió la suave curva de sus labios, y el hizo un súbito movimiento para besar su punta, cuando se encontró con los ojos del hombre amado.

La mano de Sasuke apartó un mechón de pelo de la frente del doncel.

A Naruto le dio un vuelco el corazón. ¡ No era indiferente a sus encantos !.
¿ Era esto el amor ?.
¿ Vivir tan pendiente de cada detalle, y que causase una felicidad indecible o bien triste melancolía ?.

" ¡ No pienses más allá de hoy, imbécil ! - le regaño Kurama -, solo hace dos semanas que lo conoces. ¡ Sabes tan poco sobre su vida privada !.
¿ Y si estuviese comprometido con otra persona ?".

La sola idea le produjo tal angustia que la apartó de si. Resueltamente dejo que predominarán en el, el recuerdo de sus caricias y el modo en que el dedo sobre sus labios había constituido un beso compartido. Y se durmió con aquel pensamiento.

Al día siguiente, Itachi partió con la mitad de los hombres y el ganado, que bajaba de mala gana. Naruto les siguió con la vista, vibrando con la emoción del momento.
¡ Que trabajo habría constituido en épocas pasadas, cuando conducían las grandes manadas hasta el mismo mercado !.

La nube de polvo se redujo, y el doncel se dedicó a ordenar la cocina.
Quería que Suigetsu la encontrase limpia.

Arriba quedaban únicamente cuatro hombres. No sería un día pesado y permanecerían cerca del campamento.

Poco antes había observado que los negros ojos de Sasuke lo seguían, y en ellos adivinaba una pregunta tanteadora.
Aquella noche, los vaqueros pidieron una última velada de canciones. Konohamaru estaba allí con su guitarra.

- Cantanos la de la primera noche - suplicó -, nunca la había escuchado, pero me se la melodía de memoria.

Y la voz de contralto ligeramente ronca del joven confirió nuevo empuje a la canción.

¡ Ven, amor de mi vida !
Canta Conmigo hasta la eternidad...

Naruto dejo la guitarra con las últimas palabras y, al alzar la cabeza, se encontró con los intensos ojos azabaches de Sasuke en los suyos. ¿ Se daba cuenta de que había interpretado la canción solo para el ?.

Los caballos de repuesto había sido bajados con el primer grupo, y no tenía motivo alguno para acudir al corral. Era la noche postrera, sin embargo, y una extraña inquietud lo hizo alejarse del fuego.

Caminó lentamente hasta la pequeña arboleda donde fuera testigo de la amarga discusión entre dos hermanos, y volvió a sentarse a la sombra del elevado pino con la barbilla encima de las rodillas. Su oído estaba atento a los sonidos de la noche: un quedó susurro de hojas, el gorjeo de protesta de un pajarillo contra el frío, un búho que reanudaba sus interrumpidas llamada...

El rodaje de un guijarro lo puso en alerta.

- ¿ Sueles transformarte en una ninfa y esconderte debajo de un árbol ? - pregunto Sasuke, sentándose junto a él.

¡ Cómo se disparaba su corazón, cada vez que lo tenía cercas !.

- Me despido de todo. Nunca podré agradecerte bastante la oportunidad que me diste, Sasuke. Nací chico de ciudad, pero nunca había sido tan feliz como está semana en la montaña. Procuro acumular vistas en mi memoria, para proyectarme las luego, durante los tristes y largos meses de invierno.

- Aquí, también el invierno tiene su belleza - señaló Sasuke.

- Lo creo, pero ya no podré aprovechar tu hospitalidad para comprobarlo.

Sasuke se volvió hacia el.

- ¿ Y por qué no ?, Si encuentras una colocación cerca y nosotros te guardamos el caballo, podría enseñarte lugares que nadie a visto desde los tiempos de los indios.

- ¡ Ay, Sasuke, como me tientas ! - dijo Naruto con anheló.

Ansiaba no dejar aquel tema, pero por otro lado sabía que era una locura hacerse ilusiones.

Lo que el deseara y lo que su sentido común le aconsejaba, eran dos cosas muy distintas.

Continuará...

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