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" CAPÍTULO 22 "

Anterior :

- ¿ Regresamos ?, Los chicos estarán acostándose, y nosotros debemos hacer otro tanto - dijo con firmeza, y eso significaba que la conversación había terminado.

Actual :

Naruto caminaba junto a él, ceñudo por el chasco recibido. No había pretendido meterse en un problema totalmente privado, y decidió buscar otro tema de conversación.

- ¿ Irán tus hombres en busca del animal que mato a las reses, mañana ?.

- No, no hay tiempo para eso. Tenemos que reunir las últimas cabezas para marcarlas. De cualquier forma, llevan sus rifles y mantendrán abierto los ojos.

El suelo no le pareció tan duro aquella noche a Naruto. Lo vencía el sueño. No hubo despedida de las buenas noches, por parte de Sasuke, y en el ambiente todavía flotaba la tensión cuando el joven se introdujo en el saco.

A la mañana siguiente Naruto aún se organizó mejor. Saludos triunfante a Sasuke con una taza de café. La cocina económica había funcionado correctamente. Pese a las baladronadas de los hombres con respecto a cómo atraparían a la fiera, había en ellos una intención muy seria y firme.

Apenas se quedó solo, Naruto se encaminó al corral de los caballos. Era una lastima no haber pedido a Sasuke una silla para montar a Jacko. Hoy sería un día ideal para montarlo.

Al lado de la valla había un refugio de lona similar a los que utilizan los pastores. El doncel echo una ojeada a su interior y comprobó que contenía sillas de montar y equipos de repuesto.

Pronto encontró una silla que parecía cómoda, y luego se asomó ansioso al interior de la valla, agitando una zanahoria de cara a los caballos, a la vez que imitaba el silbido que escuchara de los hombres.

Quizá fuese la zanahoria o tal vez el silbido, pero lo cierto es que varios animales sintieron la suficiente curiosidad para acercarse a él. Naruto los acarició mientras repartía las zanahorias, atento sobre todo a atraerse a Jacko.

Tal como Sasuke había asegurado, este resultó un caballo manso. Naruto no tubo dificultad alguna al ponerle la silla, y lleno de ilusión salió a dar un paseo matutino.

Tras un lento trote hasta el corral donde se hallaba el ganado, su compenetración con Jacko fue total y ambos descendieron por uno de los caminos.

Desde allí se gozaba de una soberbia vista de la meseta en la que estaban. La hierba y la infaltable artemisa lo cubrían casi todo, abrazando unos cinco kilómetros de montaña y otros dos más abajo. Pocos eran los árboles que allí crecían, mayormente a orillas de los arroyluelos que brotaban del suelo y que unían sus corrientes antes de precipitarse en forma de una cascada por encima del farallón.

Naruto esperaba tener oportunidad de conocer toda la finca. Cada parte era distinta y tenía sus encantos especiales. El caballo pacía mientras el admiraba el paisaje. Era aquella una vida feliz.

La que el doncel podría llevar siempre.

“ ¡ Cuidado, Naruto ! - le advirtió Kurama -, la presencia de Sasuke hace que tu pulso se dispare, pero... ¿ Que eres tú para el ?, La atracción existe ; eso es evidente. Sin embargo, ¿ Piensa el pasar de un filtreo ?. Al final y al cabo, fuiste tú el que, prácticamente, le súplicas te que te trajera al rancho...  ”.

Odiaba cuando Kurama, tenía razón.

Regreso de mala gana, y por el camino saludo a Kakashi y a Kiba, que conducían algunas reses extraviadas al recinto cercano. Los animales mugían con fuerza, ya que no querían perder su libertad.

Después de atar a Jacko al poste situado frente a la cabaña, Naruto entro para preparar los panecillos y tomar el un breve almuerzo. Si se daba prisa, aún podría cabalgar en la dirección contraria antes de dedicarse a la cena.
Levantó la vista al oír que el caballo golpeaba nervioso el suelo. Probablemente se trataba de alguien que había terminado su trabajo antes de lo previsto y venía a la cabaña en busca de una taza de café. Ya iba a cogerla cuando vaciló.
Ahora, Jacko emitía algo semejante a un gemido. No era una expresión de bienvenida, si no más bien de miedo. Un escalofrío recorrió su espalda. ¿ Que ocurría aya afuera ?.

La luz del sol lo hizo parpadear cuando se asomó a la puerta. El caballo estaba frenético y soltaba agudos relinchos mientras tiraba con toda su fuerza de las riendas.

Entoces lo vio. El único movimiento fue una contracción de la larga cola, cuando estuvo agazapado junto al peñasco inmediato al poste.

El poderoso cuerpo leonado del puma resultaba espantoso, tal como permanecía al acecho, con cada pulgada rezumando energía concentrada...

Naruto recordó el rifle colgado de unas astas de venado, junto a la puerta. El disparo sonó cuando el puma ya se disponía a saltar. Dio este una voltereta en el aire y callo al lado mismo del enloquecido caballo. Con un último y desesperado esfuerzo, Jacko arrancó las riendas de cuero y se alejó completamente trastornado.

La fiera logro ponerse de pie. De una paletilla le chorreaba la sangre. Sus ojos, de un terrible amarillo pálido, lo miraron con rabiosa intensidad antes de esconderse cojeando entre la maleza.

Una cosa le habían enseñado a Naruto cuando aprendía a disparar ; que un animal herido nunca debía ser dejado en libertad. Era un modo muy cruel de prolongar su sufrimiento y, en el caso de una fiera, existía el peligro de que atacará furiosa.

Naruto echo a correr detrás del felino. Cuando vio que dejaba de lamerse la herida por un momento,volvió a alzar el arma. Esta vez, el tiro fue certero y el puma se desplomó con un horrible jadeo.

El doncel quedó con la mirada fija en el animal muerto, sin tener plena conciencia de lo que acababa de hacer.
Había actuado de manera instintiva, para salvar al caballo de Sasuke. Ahora se fijó en la belleza de aquella fiera, en su piel de reflejos dorados y en su pesada cabeza. ¿ Cómo había podido matar a aquella sinfonía de poder, a un animal tan hermoso ?.

De repente sintió náuseas y tubo que buscar apoyo en un tronco de árbol mientras vencía el malestar. Hasta que llego de nuevo a la cabaña no se dio cuenta de que aún llevaba agarrado el rifle. Agotado, se recostó en la puerta.

Sasuke fue el primero en verlo desde lejos. Cerrados los ojos y la cara muy pálida, con el rifle a sus pies, en medio del polvo. Itachi iba de tras de el, conduciendo de las riendas a un Jacko todavía renuente.

Sasuke salto de su caballo y corrió a tomarlo entre sus brazos. Naruto abrió los ojos y comprobó la lividez del amigo antes de hundir la cara de en su hombro.

- ¡ Naruto, por Dios !, ¿ Estás bien ? - jadeo angustiado.

El doncel hizo un gesto afirmativo, sin fiarse de su propia voz, pero contento de tener el refugio de sus brazos.

- Oímos los dos disparos y calculamos que procedían de esta dirección. Y entonces vimos a Jacko corriendo con la silla vacía...

Poco a poco, los brazos de Sasuke se relajaron y el levantó la cabeza, aunque no le apetecía perder la protección del hombre.

- Estoy bien, Sasuke - musitó -, simplemente es... Que no mato todos los días a un puma.

Los dos hermanos lo miraron incrédulos.

- ¿ Que estás diciendo ? - exclamó Konohamaru, detrás de ellos.

También él y Kakashi habían respondido a los disparos.

Naruto señaló con un dedo tembloroso al otro lado del calvero, donde yacía extendido el cuerpo de la fiera.

- Iba a saltar sobre Jacko, y yo lo mate.

Él doncel mismo estaba asustado de la agitación que había en su voz. Ahora comenzaba la reacción, y su cuerpo se estremecía en los brazos de Sasuke.

Este lo condujo al interior sin más palabras y lo hizo tomar asiento en un banco. Itachi mostró una botella plana, extraída de su alforja, y le ofreció un trago.

- No, gracias... No lo necesito... - afirmó Naruto -, dentro de un minuto estaré bien...

Pero Sasuke acercó el frasco a sus labios y lo obligó a tomar un poco.
El doncel parpadeo cuando el ardiente líquido resbaló por su garganta.

- Otro sorbo - insistió el, y Naruto no tubo más remedio que obedecer -, bien, ahora cuéntanos todo lo que sucedió - dijo luego, sentándose a su lado. Con el brazo rodeaba todavía los hombros del chico, cuyo rostro parecía recobrar el color.

                            Continuará...

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