"CAPÍTULO 10"
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Con el mes de octubre a las puertas, pronto llegaría el momento de bajar el ganado de los pastos altos.
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Ahora había un nuevo timbre en su voz.
Naruto comprendió su gran entusiasmo por aquella forma de existencia, aunque no acababa de entender cómo, siendo un joven bien educado, se contentó con trabaja como vaquero de un rancho. Sin embargo, ¿ Quien podía censurar por realizar el trabajo que le gustaba ?.
Demasiados eran ya los hombres que se enfrentaban a unas vidas monótonas que, si bien les permitían disfrutar de ciertas comodidades, les hacían odiar su ocupación.
- Y si te sientes valiente, puedes hacer una excursión al corral de la cumbre -, continuó Sasuke -, los terneros son marcados allí, antes de conducirlos a los pastos de invierno.
Naruto le hubiese podido escuchar a lo largo de la noche. Era ya muy oscuro fuera cuando él se interrumpió con una risa ahogada.
- Me escuchas con los ojos llenos de estrellas, Naruto, y no sería capaz de mandarme callar. Seguiríamos aquí hasta la madrugada, y no hay nada como un público atento para tenerme habla que hablaras sobre mi tema favorito.
- Veo que llevas en la sangre la vida del rancho -, murmuró el doncel -, y a mí no me costaría mucho pedir a gritos la igualdad de derechos, para poder colocarme también como vaquero.
Sasuke escondió sus pensamientos tras una cuidadosa observación del doncel que tenía adelante.
- Pocos donceles o mujeres resisten la vida en un rancho -, dijo -, ¿ Que te hace pensar que a ti te gustaría ?. Las personas acostumbradas a la ciudad se reblandecen. Ten en cuenta que no hay tiendas al alcance, que en la población más cercana ni siquiera tiene cine, y que las montañas impiden que nos llegue la televisión.
- ¡ Esas mujeres o donceles, en general, viven dedicadas a la felicidad de sus maridos ! -, afirmó Naruto con inesperada vehemencia.
- Eres un romántico -, contesto el con cierto tono de burla.
- ¡ Buena suerte, pues, cuando te líes la manta en la cabeza ¡ -, río Naruto, contento por haber conseguido dar una inflexión ligera a su voz.
Tenía que haber muchas o donceles locos por Sasuke, ¿ Como habría permanecido soltero tanto tiempo ?, Algo lo impulso a preguntarle.
- Supongo que, en tus treinta años, habrás conocido a algún doncel o chica que te gustará...
Su mandíbula se endureció.
- Si, una o dos. Pero siempre ocurrió algo que me enfrió. ¿ Y tú ?.
- Hubo un par de hombres en mi vida, pero a mí me faltaba algo y supe retroceder antes de comprometerme....
¿ Cómo podría exponer su resistencia a atarse a lo que no consideraba lo mejor ?.
Hubo un momento de silencio. Luego Sasuke se levantó de la mesa.
- Es tarde, y siento la necesidad de acostarme.
La tormenta de anoche me privó del sueño. No olvides, además, que tienes que empaquetar tus cosas, si hemos de salir a las nueve camino del aeropuerto.
Se llevó la ropa de la litera libre, y el doncel hizo un esfuerzo por concentrarse en la tarea que lo aguardaba.
No tenía maleta, ya que el vehículo había ido a recogerla a su misma casa. Así pues, lo metió todo lo mejor posible en grandes bolsas de plástico. No imprecionaría mucho a sus anfitriones, desde luego...
Se encontró con Sasuke cuando salía de las duchas. El sol todavía no asomaba por encima de las montaña lo suficiente para templar el aire matutino, y el frío lo hacía tiritar.
- ¡ El desayuno estará servido dentro de media hora, si te apetece ! - le gritó -, ya lo empaquete y ordene todo anoche. Las sábanas y toallas están secándose en la lavandería, y cuando las tenga are las camas, para que los recién casados lo tengan todo a punto.
El hombre llevaba consigo la ropa ya lista, y también una gran bolsa de papel.
- Un regalo para la pareja - anuncio -, no veo por qué tengo que volver a casa con el resto de la carne. Ahí van varios filetes y unas cuantas costillas de cordero, que sin duda aprovecharán ellos.
- Karin te bendecirá mil veces - dijo Naruto -, y también para mí representada un alivio tu regalo de bodas, ya que no sabía de dónde sacar el tiempo para llevarles la nevera.
Llegaron al aeropuerto en el mismo instante en que el pequeño avión plateado planeaba para aterrizar.
Naruto no podía contener su nerviosismo.
Ahora que sus cosas iban cargadas en el camión de Sasuke, se preguntaba cómo explicaría a Karin que iba a cruzar todo el Estado con un hombre desconocido.
Pero al ver a Karin, olvidó tales pensamientos y corrió a abrazarla burbujeante de alegría.
Todo el temor de que su amiga desaprobará su decisión desapareció pronto. Los novios estuvieron tan contentos de disponer el vehículo para su viaje de luna de miel, que apenas prestaron atención a su cambio de proyecto.
Jugo sintió súbita simpatía por Sasuke, y esto fue suficiente para Karin. Y cuando está vio el frigorífico lleno de aquella carne tan exquisita, quedó embelesada.
- La verdad es que me alegro de que ya no necesites la furgoneta - confesó Karin después de tomar una última taza de café -, Papá y Mamá dijeron que podíamos llevarnos la a Dallas y vivir en ella hasta que encontremos una casa adecuada. Entonces, ellos vendrán a vernos y luego se irán con el coche.
- Te escribiré tan pronto como tenga una dirección - prometió Karin -, espero que me cuentes toda tu aventura. ¡ Menuda suerte la tuya !, En cuanto a ti, Sasuke, confío en no derrumbes los sueños de Naruto. No había día claro que no mirara hacia las montañas, proponiéndose a visitar algún rancho aunque tuviera que meterse por un camino no muy particular y decir luego, con cara de inocencia,
que se había equivocado...
Luego, mientras le daba un abrazo final, Karin murmuró al oído de Naruto :
- ¡ Si dejas escapar a ese cacho de hombre, no volveré a dirigirte la palabra !
El cielo era de un azul brillante, sin una sola nube a la vista.
Naruto tomo aciento en la cabina del camión, junto a Sasuke.
- ¡ Por fin ! - exclamó con un suspiro de dicha -, estoy tan ilusionado que me echaría a reír como una colegiala.
- En efecto, pareces un niño de dieciséis años que acude a su primera cita. Ya sabes que no podré satisfacer del todo tu sueño, sin embargo, por qué la realidad nunca es igual. De cualquier forma, te enseñaré paisajes que te dejarán sin aliento y tendrás ocasión de ver cómo funciona un gran rancho.
Segundos más tarde, cuando se inclinó para introducir la llave de contacto, agregó :
- Piensa, Naruto, que esta es tu última oportunidad de escapar...
El doncel le miró sorprendido. Pero Sasuke tenía la vista fija en lo que había adelante. Sus mandíbulas, apretadas, resaltaban un músculo.
- ¡ Que tontería ! - protesto el, un poco molesto.
El hombre se volvió hacia el doncel y, al encontrarse con sus ojos aturdidos, bajo los suyos.
- Las carreteras que recorreremos son muy solitarias y no te darán oportunidad de cambiar de opinión...
- ¿ Significa eso que por fin nos veremos en los grandes espacios abiertos, Sasuke ? - pregunto Naruto, nada convencido de que fuera esa la intención de sus palabras.
El hombre se limitó a hacer un gesto de afirmación.
- Bien. Eso es precisamente lo que me gusta. ¿ A qué esperas, conductor ?, Tenemos por delante un largo camino. ¡ Pronto sabré expresarme en auténtica jerga vaquera !.
De nuevo sintió clavado en el los ojos de Sasuke.
- Tengo la impresión de que este viaje de regreso va a resultar mucho más interesante de lo que yo había supuesto.
Se apartaron de la carretera a eso del mediodía, y Naruto preparo unos bocadillos mientras Sasuke encendía el hornillo para calentar una lata de sopa y hace café.
Almorzaron sentados a la sombra del camión.
El sol, muy intenso, había eliminado el frío de la mañana.
- ¿ Estará suficientemente limpia el agua de este riachuelo para fregar los cacharros con ella ? - pregunto al recoger tazas y platos.
- La encontrarás muy fría, pero no contaminada - respondió Sasuke.
Naruto observó su expresión divertida cuando volvió.
- ¿ A qué se debe esa cara tan radiante ? - quiso saber, tiritando a la vez que se frotaba los dedos intentando hacerlos entrar en calor.
- En estos momentos, nadie diría que eres un doncel nacido y criado en la ciudad - dijo, Sasuke -, conocí a donceles del campo que considerarían un insulto tener que almorzar sentados a un lado de la carretera y, luego, verse obligados a fregar los platos en un arroyo de montaña.
- ¡ Peor para ellos ! - exclamó Naruto con una mueca, al mismo tiempo que se soplaba los enrojecidos dedos.
- Yo te advertí que esas aguas bajan tremendamente heladas.
Y se acercó para tomar las manos del doncel entre las suyas, calientes y grandes.
Aquella situación resultaba demasiado íntima. Solo les separaba un palmo, y el se sometió inevitablemente a su examen. Sus ojos se posaron al mismo tiempo en el pecho del hombre. El cordón de su bolsa de tabaco pendía del bolsillo. Naruto alargó la mano para cogerla.
- Ayer quede fascinado al verte liar un cigarrillo. Menma y yo lo habíamos probado alguna vez, cuando éramos jovencitos. Pero... ¡ Que mal nos salía !, Nuestro desánimo fue tal, que estuvimos un par de años sin fumar. ¡ Ay, cuando pienso en nuestros pobres padres !, No sé cómo sobrevivieron a las trastadas que hacíamos. Menma es un año mayor que yo, y lo que no se le ocurría a él se me ocurría a mi. Era la época en que decidimos que, cuando fuésemos mayores, nos construiríamos un rancho y viviríamos en el para siempre.
Continuará...
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