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06. Cállate, Cameron

Echo la cabeza hacia atrás, soltando un gruñido gutural y dejando que el placer sea el dueño de mi cuerpo, que el orgasmo empiece a formarse. Su lengua me recorre con avidez, conociendo los puntos, tocándolos todos ellos, y me aferro con fuerza a su pelo, incapaz de contenerme.

- Joder, Tiff – gimo perdido entre este mar de sensaciones.

Mi teléfono empieza a sonar, cosa que me toca bastante los cojones, y ofuscado lo agarro para ponerlo en silencio. Me están haciendo una mamada increíble y no me apetece que me interrumpan, gracias. Pero el nombre de mi mejor amigo resplandece en la pantalla y sé que estoy jodido.

- ¿Qué haces? – Protesta la chica cuando la aparto de mí, sentándome en la cama, quitándome el condón y subiéndome la ropa interior y los pantalones con la mano libre, mientras en la otra sostengo mi móvil.

- ¿Qué pasa, tío? – Pregunto nada más descolgar.

Si Harry me escribe, puede esperar. Pero si Harry me llama, ahí sé que tengo que responder. Sobre todo, si tiene que ver con mi peque.

- Necesito que me hagas un favor – dice enseguida, a lo que yo ruedo los ojos.

- ¿Y eso no podía esperar?

- Es que lo necesito ya...

- Está bien, ¿qué quieres?

Tiffany me mira con cierto asco, más bien molesta. Como si la que se hubiera quedado a medias fuese ella. Sea como sea, un ligue nunca es más importante que un amigo, por muy bien que la chupe el ligue.

- Necesito que lleves a Tyler a un cumpleaños.

- ¿La niñera para qué coño la quieres entonces? – Me quejo levantándome y agarrando mis cosas.

- No seas borde, por favor te lo pido.

- Vale, vale. Ya voy. ¿Algo más?

- Dale dinero para el taxi de vuelta, ya te lo devolveré.

- Sí, señor – sonrío un poco y cuelgo, suspirando.

Para esto me ha saboteado el orgasmo, para que le haga de chófer. Sólo mi mejor amigo me haría eso sin quererlo y sin saberlo. Peor es mi hermana, que lo haría adrede.

- Venga, te llevo a tu casa – le hablo a la chica que sigue de brazos cruzados, con cara de estar molesta.

- ¿Es en serio?

- Si quieres te vas en taxi – frunzo el ceño, sin entender qué es lo que le jode de todo esto.

- Eres igual que todos.

- ¿Todos te detienen antes de correrse? Vaya, qué mala suerte – me burlo, usando una de mis dosis de sarcasmo.

La rubia resopla y se viste, supongo que porque entiende que me importa una mierda si se siente ofendida o no por todo esto. La verdad es que no sé qué espera de mí. ¿Que me disculpe? Sólo follamos de vez en cuando, no le debo nada. Y menos si se trata de Tyler; ese mocoso es mi vida entera.

Salimos de mi apartamento minutos después, y en quince minutos ya estamos delante de la casa de mi mejor amigo. Me bajo y me quedo apoyado en el coche, esperando a que salgan, porque según el último mensaje de Harry, "ya van saliendo". Suspiro y me coloco bien mis gafas de sol, pensando cómo será la niñera.

En mi mente hay dos opciones en base a los datos que me ha dado mi amigo. Por lo que sé, es joven, muy simpática. Y en mi mente, o es una adolescente fea de cojones, o es una chavalita muy mona y tetona. Si se da la segunda opción, espero que sea mayor de edad.

Aun así, cuando la puerta de la casa se abre, mi pequeño ahijado es lo primero que veo y lo único que me importa.

- ¡Dino! – Chilla lanzándose a mis brazos.

- Hola, cariño. ¿Cómo estás, mi niño? – Le hablo en mi tono más dulce, besando todo su rostro.

- Bien, Dino – asiente abrazándose a mi cuello.

Y entonces me fijo en ella. No es como la imaginaba. Es guapa, mucho, lleva el pelo castaño oscuro y medio largo recogido en una coleta, y su flequillo cortado todo recto tapando parte de su frente. Se le ven algunos granitos y espinillas, pero no importa demasiado; tiene unos ojazos azules impresionantes, labios bien rellenos y una nariz pequeña y respingona. Es hermosa, sí. Y no debe de tener más de veinte años. Demasiado joven para mí, me temo. Aunque bueno, no me convence del todo. Viste con ropa ancha, aunque con estilo. Ciertamente, se viste de forma similar a mí. Así que no sé si estará tan buena como es de guapa.

- Buenas tardes – murmura sonriéndome. Parece nerviosa, supongo que porque sabe quién soy. – Soy Alaia, la niñera de Tyler.

Sonrío al oír cómo se llama. Una chica bonita, con un nombre bonito, con una voz bonita. Muy bien, Harry, la única mujer que has elegido bien en tu vida.

- Yo soy Lando, su padrino – me presento tratando de sonar simpático. Luego, miro a mi peque. – ¿Te gusta el coche?

- ¡No es descapotable! – Se queja frunciendo el ceño, haciéndome reír por lo adorable que es.

- Bueno, vamos – suspiro y dejo a Tyler en el suelo, que cuando le abro la puerta del auto se sube en él sin dudarlo. – Adelante, Laia.

- Alaia – me corrige, tratando de sonreírme de forma agradable pero fallando en el acto.

Ruedo los ojos y cierro la puerta del coche cuando ella entra.

- Es lo mismo – murmuro para mí mismo.

Me subo al auto y sigo la dirección en que me dirige el GPS. Tiffany, a mi lado en el asiento del copiloto, parece que sigue mosqueada, cosa que sigo sin entender. Creo que se ha enfadado más cuando ha visto a la niñera de Tyler. ¿Estará celosa? Sonrío al pensarlo. Esa sería una gran gilipollez. No tiene nada que envidiarle a la tal Alaia. Pero bueno, ese no es mi problema.

Conduzco muy tranquilamente hasta el sitio que me ha indicado mi mejor amigo. No entiendo del todo bien por qué no ha contratado a alguien con carnet de conducir y coche, para empezar, pero supongo que no debe ser sencillo encontrar a alguien que congenie con Tyler. Es mi ahijado, y lo amo, pero el Asperger es algo que lo limita mucho y que a veces hace que sea muy arisco con la gente, así que pocas personas conseguimos que nos haga un mínimo caso. Diría que sólo nos tolera a mí, a mi hermana y a su padre. Y por lo callado que está ahí detrás, parece que también a esta chica.

Cuando llegamos al destino, me bajo del coche para ayudar a hacer lo mismo a Tyler.

- La próxima vez, le pediré a McLaren el coche descapotable más grande que tengan – le prometo con una sonrisa.

- ¿Será naranja? – Contesta abriendo mucho los ojos y sonriendo ampliamente.

- Pues claro – asiento yo con obviedad, consiguiendo que sonría más si eso era posible.

Veo que Alaia está mirándonos, pareciendo impaciente aunque trate de disimularlo. Le revuelvo el pelo a Tyler, y él camina hasta la chica, tomando su mano.

- Muchas gracias por todo, Lando – sonríe ella.

- No hay de qué, Laia.

Sonrío interiormente. Le ha molestado cuando me he equivocado la primera vez, y medio ha sabido disimular. ¿Qué hará la segunda?

- Alaia – gruñe apretando la mandíbula.

- Como sea – replico, regresando al coche y queriendo echarme a reír por lo mal que miente y disimula. No la conozco de nada, pero declaro ahora mismo que me encanta su cara de enfado. – Recuérdale a Harry que me devuelva el dinero.

- Lo haré.

Cierro la puerta del coche y arranco, marchándome para dejar a Tiffany en su jodida casa y que deje de mirarme como si me odiara.

« ♪ »

Me paso los dedos por mis rizos, tratando de acomodarlos de algún modo en que mi pelo no parezca un nido de pájaros. Resoplo y escucho la risita de mi hermana, que suena metalizada a través del altavoz de mi teléfono.

- Dale gracias a papá por la genética, los rizos vienen de él – comenta, sabiendo muy bien por qué no dejo de bufar y protestar en voz baja.

- Ya lo sé – murmuro indignado con mi pelo. – Yo me rindo. Como me entretenga mucho llegaré tarde a recoger a Alaia. – Cameron hace un ruidito similar al de una risa, y yo tomo el teléfono en mi mano mientras salgo del baño, enarcando una ceja como si ella estuviese delante. – ¿Qué te pasa ya, pedazo de cansina insoportable?

Al salir del baño, veo que Alf está acostado en mi cama, acicalándose. Me corrijo: está acostado en mi cama, chupándose las pelotas. Mi hermana sigue hablando mientras agarro a mi gato y salgo de mi habitación, cerrando la puerta y soltando al animal en el suelo.

- Alaia es la niñera de Tyler, ¿no?

- Sí. Esa chica tan maravillosa según Harry. Está de un pesado – me quejo agarrando las llaves de casa y del coche, saliendo del apartamento.

- Y ¿es guapa?

- Es graciosa, pero tampoco es la octava maravilla, ¿sabes? – Me limito a responder. – Bueno, para Harry sí parece serlo.

- Yo creo que le gusta. Bastante. La última vez que habló así de bien de una chica, fue de la madre de Tyler cuando la conoció.

- Pues esperemos que esta no se embarace y luego le abandone con el bebé también – bromeo bajando las escaleras apresuradamente. – Alaia no es de su tipo, creo yo.

- El amor es curioso, hermanito – suspira melodramáticamente y yo ruedo los ojos.

- Creo que simplemente está feliz por haber encontrado a alguien que Tyler acepte. Lo pasa mal con esas cosas.

- Lo que tú digas – murmura distraídamente. – Te dejo, Lan, ya tienen el pedido con la tarta listo.

- Está bien. Nos vemos en la fiesta.

- Hasta ahora, cabezón.

Me cuelga y me guardo el teléfono en el bolsillo, caminando resueltamente hacia mi coche. Saco las llaves y lo abro. Me aseguro de que el regalo está en el maletero y después me dirijo hacia la residencia de Alaia.

Aunque no haya querido responderle con sinceridad a mi hermana, sí, Alaia es guapa. Y bueno, no la conozco mucho, nuestras conversaciones se han basado en burlas e insultos. Pero creo que no me odia, y a mí ella me cae bien. Es fácil molestarla, cosa que me gusta y me divierte, y al rato parece que ya se le ha olvidado y me habla como si fuésemos amigos de toda la vida. No sé, es una buena compañía. Pero nada más; sólo es una chica simpática.

Y me tengo que tragar mis palabras dos segundos después, cuando llego a la residencia y la veo. Lleva un vestido color beige que, debo admitir, le queda genial. Por primera vez puedo apreciar sus curvas, y no me deja poco satisfecho. Sus caderas no son exageradamente anchas, pero tiene la cintura estrecha; tiene piernas ni muy largas ni muy cortas, un punto intermedio más que perfecto, algo gruesas, sobre todo los muslos; sus pechos son pequeños, cierto, pero lo compensa con el culazo que tiene.

La saludo con la mano y sonrío, y aprovecho que está rodeando el coche para solucionar un pequeño percance.

No te pongas duro, no te pongas duro, no te pongas duro, no te... Me cago en la puta.

- Joder – maldigo en voz baja.

He visto chicas con cuerpos mucho más impresionantes. Por la mierda, la mitad de mis ligues son jodidas modelos... Y sin embargo es Alaia la que consigue que no aparte mis ojos de ella.

Le ruego por lo más sagrado al cabroncete que tengo entre las piernas para que se comporte, pero cuando ella abre la puerta del coche ya es tarde. Me acomodo en mi asiento disimuladamente, y agradezco que estos vaqueros impidan que se me note nada.

- Hola – me saluda amablemente.

- Hola, Laia.

No pierdo la costumbre de llamarla así, sólo por ver cómo su ceño se frunce y una mueca de asco se pinta en su rostro. Pero no me responde, cosa que me decepciona un poco. Esperaba un "idiota" como mínimo, pero supongo que no tiene ganas ni de eso. O a lo mejor ya le da igual que la llame así. Tendré que ingeniarme otra cosa. Cuando la llamé "conejita" en la tienda de Lego se molestó bastante... Pero amenazó con dejarme sin descendencia, así que tampoco quiero excederme. No sé, ya pensaré algo.

El camino al campo de Harry se me hace corto. Ella pregunta por Tiffany creyendo que es mi novia, y a mí me da risa su pregunta. Para mí la palabra "novia" es una que queda muy lejana y que es absurda en mi vocabulario. Pero ella no me conoce tan bien, así que no puedo reprocharle nada.

Mientras conduzco, con la radio puesta en voz baja y la presencia de Alaia a mi lado, no puedo dejar de pensar en ella. No dejo de repetirme que no la conozco, que mi único afán con ella es el de molestarla. Pero hay algo en ella, algo que me deja insatisfecho. Todo se siente como si fuera poco, y no sé exactamente qué es lo que quiero.

Normalmente, ver a una chica hermosa con un cuerpo hermoso, para mí significa "me la quiero follar". Y sin embargo... No es eso en lo que pienso. Al menos no sólo eso. Lo que tengo entre las piernas, la desea ahora que la he visto en ese vestido. ¿Pero qué quiero yo?

La tarde y la noche suceden sin que yo pueda apreciarlo mucho. Llegamos a la fiesta, la gente va llegando, la música se pone a todo volumen, el alcohol y la comida empiezan a circular, le cantamos a Harry, le damos los regalos, la gente se pone a bailar... Yo como hasta reventar, hablo con cada persona que se me cruza y bailo despreocupadamente. Casi todos los amigos de Harry aquí en Londres son bomberos y bomberas. Algunos de nuestra edad y otros un poco mayores. Son gente maja y simpática, y he de decir, que están todos muy buenos. Y no me extraña, tienen que mantenerse en forma.

También paso parte del cumpleaños con Tyler. No le gustan mucho los ruidos, por eso lleva unos tapones, y hoy se le ve muy animado, porque pasa por los brazos de prácticamente todo el mundo y no se queja. Mi ahijado es una sorpresa incluso para mí; nunca sé por dónde va a tirar, qué va a hacer o cómo va a reaccionar ante una situación nueva. Y la situación de hoy, la ha llevado bien.

Pero por algún motivo que no logro comprender, todo sucede en un segundo plano, porque me paso toda la fiesta mirando a Alaia, y cuando no la estoy mirando, estoy pensando en ella. Se pasa la noche sentada en un rincón, a veces con Tyler y otras con Harry, pero no se la ve del todo cómoda, he de decir. Varias veces me siento tentado a acercarme y pasar el rato con ella, pero con Cameron pululando por aquí y dándome la lata, no pretendo darle motivos para que especule cosas.

Veo cómo mi mejor amigo se acerca a la chica, y una sensación extraña me recorre el cuerpo. Hablan de algo, y sonríen. Él está muy cerca. ¿Qué necesidad hay de estar tan cerca, Harry? Mi hermana llega e interrumpe su "momento". Gracias, Cam. Creo que se presenta a Alaia. Sonrisas, risas. Cameron se va y de nuevo quedan esos dos solos. La conversación se torna seria, profunda, y lo sé porque conozco a mi amigo y sé lo que significan todas sus caras y sus muecas. La abraza, y ella apoya la cabeza en su hombro. Y ahí me obligo a apartar la mirada.

- ¡Dino, Dina dice que me vas a llevar al zoo! – Parlotea mi ahijado, que está en brazos de mi hermana, quien camina hacia mí. Me cuesta horrores entender lo que me dice, pero lo consigo.

- ¿Yo voy a hacer eso? – Me río, mirando a Cameron.

- Sí, porque hace mucho que no vas con él a ningún sitio – declara ella sonriéndome.

- Ya sabes que estoy liado, pero lo llevaré al zoo cuando pueda...

- ¡Quiero que venga Alaia! – Interviene el pequeño, llamando mi atención.

Inevitablemente miro de nuevo donde ella estaba con Harry. Siguen igual. Él tiene su brazo sobre los hombros de ella, y no dejan de hablar y reír, con sonrisas permanentes en sus rostros.

- Si ella quiere – murmuro sonriéndole a mi ahijado.

Tyler me sonríe, muy feliz, y él solito se coloca sus tapones de nuevo. Le pide a mi hermana que lo deje en el suelo, y el niño corre hacia su padre y su niñera en cuanto pisa el suelo. Suspiro, sintiendo una desagradable sensación en todo el cuerpo. No sé por qué me molesta tanto la actitud de Harry en cuanto a Alaia se refiere.

- Está muy enamorado de ella – comenta Cam, y aunque hace unas horas se lo negué, la verdad es que la forma en que él la mira, lo dice todo.

- Tenías razón, está muy pillado – asiento a regañadientes, mirando a mi hermana. – Y Tyler la adora.

- Es una chica monísima. No me extraña – opina de forma pensativa, mirándolos. – Y hacen una pareja adorable.

- Se llevan siete años y ella es menor – bufo sonando cabreado. – Se va a meter en un lío como se enrolle con esa cría.

Miro a mi hermana de nuevo, que me mira sorprendida, por algún motivo. Entrecierra sus ojos, como si me analizara, y enarca una ceja tras unos larguísimos segundos.

- ¿Tienes algún problema con todo esto, Lan?

- Es mi mejor amigo, no quiero que se meta en un embrollo – miento, sabiendo que no es eso lo que me molesta.

- ¿Sabes qué creo yo? – Una sonrisa curva su rostro, y me temo lo peor. – Yo creo que no es verdad. Siempre te ha importado una mierda con quién folle o deje de follar Harry... – mi mandíbula se tensa sólo al pensar en lo que ella dice, en Harry follándose a Alaia. Dios, ¿por qué me cabrea tanto? – Hermanito, ¡a ti te gusta esa chica!

Empieza a reírse, y yo me río irónicamente, dando su conclusión como una auténtica estupidez. A mí no me gusta Alaia. Joder, si ella no me soporta la mayoría del tiempo. Me da igual si se lía con mi amigo o no, ese no es mi puto problema.

- Eso es una gilipollez – protesto cruzándome de brazos. – ¿Desde cuándo me gustan las niñatas de diecisiete?

- ¿Desde que la conociste a ella? Yo qué sé. Pero estás celoso de Harry.

- Yo no estoy celoso de nadie – gruño en respuesta.

Mi hermana sigue riéndose, seguramente porque no me cree, pero la verdad es que me da bastante igual si me cree o no. Yo sé lo que siento, y no siento nada por Alaia.

- Sea como sea... Habla con Harry – sigue hablando mi hermana. – Tienes razón en eso de que es muy joven y se puede meter en un lío. Además, ya lo conoces, lo pasa mal con muchas cosas – bromea. – Y una de esas cosas son los temas de amor.

- En eso no puedo llevarte la contraria – suspiro y miro de nuevo hacia los tortolitos. – Hablaré con él.

Cameron sonríe y besa mi mejilla, haciéndome sonreír.

- Gracias, cabezón. Yo me voy, que mañana trabajo – me dice abrazándome.

La estrecho con fuerza entre mis brazos y beso su cabeza.

- Adiós, Camy. Ten cuidado con el coche.

- Siempre.

Me guiña un ojo y se acerca a Harry para despedirse. La veo abrazarlo y luego besar las mejillas de Tyler, que está en el regazo de Alaia, de la cual mi hermana también se despide. Cameron se marcha y yo me obligo a alejar mi mirada de los tres, de Alaia, Harry y Tyler. Parecen una familia. Y Harry se merece algo así, ser feliz, con una chica que lo quiera no sólo a él, sino también a su hijo.

Pero algo dentro de mí no quiere que esa chica sea Alaia. Algo en mí desea que ella nunca le corresponda.

« ♪ »

Conduzco tranquilamente el carrito de golf, manteniéndome en silencio mientras Harry mira algo en su teléfono. Hacía mucho que no veníamos a jugar al golf, y Cameron se estaba quejando de que hacía "siglos" que no pasaba una mañana a solas con su ahijado. Así que el rubio y yo hemos venido a jugar al golf y mi hermana se ha quedado con Tyler.

Llevo mucho tiempo buscando un rato a solas con él, para poder hablar bien las cosas. Mi hermana no deja de insistirme en que le pregunte por la niñera de su hijo, pero nunca encontraba el momento. Y bueno, tras la cena de anoche, donde estuvimos él, mi hermana, Tyler, Alaia y yo, tengo muy claras un par de cosas que quisiera que él mismo me confirmara.

- Oye, tío – rompo el silencio de una vez, mirándolo de reojo. Sus ojos verdes, más oscuros que los míos, se clavan en mí con curiosidad. – ¿Cómo va todo con Alaia?

Su sonrisa de tonto lo delata. Está pilladísimo, maldito sea.

- Genial. Es responsable, madura, organizada, cariñosa... Tyler la adora – me cuenta sonando muy feliz y orgulloso.

- ¿Y tú?

- ¿Yo qué?

- ¿Tú la adoras? – Pregunto deteniendo el cochecito y mirándolo muy seriamente.

Él me sostiene la mirada. Sabe que no me refiero a si está contento o no con el trabajo que ella realiza. Sabe que le estoy preguntando algo más. Y no espero que me mienta porque los dos nos confiaríamos la vida del otro.

- Creo que sí – admite sonrojándose. – Es que... No sé, Lando. Es la chica más increíble que he conocido en mi vida. Sé que sólo tiene diecisiete, no dejo de repetírmelo – suspira y me mira de nuevo. – Pero no habla, actúa, ni piensa como alguien de diecisiete. Si no supiera su edad, diría que tiene al menos veinte o un poco más. Conozco a gente que nació en el mismo año que ella y te juro que parecen niños a su lado.

- Eso ya lo sé, Harry. Yo también lo he notado – reconozco en un murmullo. – Mi hermana dice que Alaia habla como sus amigas, y sus amigas tienen veinticinco o más. Sé a qué te refieres. Pero entonces... ¿te gusta? – Insisto, aunque sé la respuesta.

- Después de todo lo que te he dicho, ¿necesitas que te lo diga? – Me mira con cansancio, y yo asiento con la cabeza. – Sé que está mal, lo sé – se cubre el rostro con las manos, probablemente sintiéndose avergonzado.

- No te machaques. No se elige quién te gusta – le doy una suave y cariñosa palmada en la espalda, sonriéndole un poco. – Si la edad es lo que te da miedo, olvídalo y ve por la chica – le aconsejo, aunque me siento como si yo mismo me hubiese dado un tiro en el pie.

- No es sólo la edad – aparta las manos del rostro y se encoge de hombros. – Es la niñera de Tyler, si algo pasa entre nosotros y no sale bien, es probable que la pierda. Y mi hijo la ama, Lando. Prefiero quererla en silencio para que él sea feliz antes que quererla en voz alta y arriesgarme a perderla.

Sus palabras me conmueven, porque es un gran padre y una gran persona. No puedo replicar nada a eso, porque tiene razón. Una relación con ella sería arriesgarse a que ella deje de querer trabajar para él. Y hasta yo sé que en la vida va a encontrar a nadie que cuide tan bien del pequeño, que lo quiera y el niño le quiera de vuelta.

- La superarás – digo finalmente, abrazándolo. – Por peores cosas has pasado.

- Pero yo la quiero, Lan – susurra con un tono lastimero que me parte el alma. – Solo quiero enamorarme de la persona correcta por una vez.

- Algún día, Harry – lo abrazo con más fuerza, y él hace lo mismo. – Ya te llegará el momento.

Y me siento como una mierda, porque no estoy diciéndole lo que debería. Si se tratase de otra persona, le animaría a arriesgarse, a intentarlo, a luchar por lo que quiere. Pero no soy capaz, no puedo decirle nada de eso.

Todavía no sé por qué, pero no quiero que luche por Alaia.

Nota de la autora:

¿A mí? A mí me encanta escribir desde el POV de Lando. Me gusta porque el señorito tiene algunos pequeños traumas amorosos a los que amo hacer referencia y porque tiene ese toque subido de tono que a Alaia le falta. Ojo, nuestra Allie no es una santa, pero no se atreve a decir (o pensar) ciertas cosas. Al menos no todavía. Más adelante ya no reiremos de sus cosas AJAJAJAJAJAJA.

Estoy pensando en hacer algún maratón por navidad, porque tengo 11 capítulos más terminados y no me preocupa subir unos cuantos del tirón. Ya os iré diciendo, o pondré alguna encuesta en Instagram.

Os ama,

A💛.

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