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03. Norris El Idiota

El trayecto con Lando es silencioso al principio. Apenas nos conocemos, y no tenemos demasiado sobre lo que conversar. Sólo tenemos en común a Harry y Tyler, por lo que de poco más podríamos hablar. Pero no me gusta la música que tiene puesta, así que decido taparla con mi voz.

- ¿Y tu novia? – Le pregunto de sopetón.

- ¿Qué novia? – Frunce el ceño mientras maneja, sin mirarme.

- La que iba en tu coche el otro día – respondo con obviedad.

- Ah, Tiffany – sonríe irónicamente y niega con la cabeza. – No era mi novia.

- ¿Una amiga?

- Tampoco eso – murmura en cierto tono de voz que me da a entender lo que dice.

Así que es de los que no tiene ni amigas ni novias, sólo conocidas con las que folla. Genial, todo un romántico. No me gustan los hombres así, si soy honesta. Eso de ir de agujero en agujero... Ahora que lo pienso, tiene sentido; que yo sepa, le gusta el golf.

El resto del camino, no vuelvo a hablar. Me siento algo ridícula por haberle preguntado eso. He sonado interesada, y no me interesa lo más mínimo. Lando tiene su gracia, sí, pero es un capullo integral y no me apetece darle juego. Cuando llegamos a la finca, nos bajamos con el regalo, y él abre el portón con un mando. Supongo que lo tendrá porque el campo es suyo, o a lo mejor Harry se las dejó. Camino detrás de él, y en serio, qué bien viste este chico.

En el porche ya hay varias personas, Tyler y su padre incluidos, y respiro hondo, sabiendo que se avecina una velada aburrida e incómoda. No es que dé por hecho que los amigos de Harry van a ser unos capullos ni nada de eso, pero siempre es difícil encajar en un grupo donde todos se conocen ya pero nadie te conoce a ti. Sólo espero que sean majos y pueda integrarme un poquito, al menos.

Las cosas que hago por un amigo, ¿eh?

« ♪ »

Bebo de mi botellita de agua, sin dejar de mirar mi teléfono para comprobar la hora. Pronto podré pedir que me lleven a la residencia, porque las puertas tienen un horario de cierre y si paso la noche fuera sin justificación, avisarán a mis padres. Y sé perfectamente que si les explico la situación les dará igual, pero yo sólo quiero un motivo para largarme de aquí.

Debo admitir que me he pasado gran parte de la noche mirando a cierto piloto de ojos verdes. Y sí, es un gilipollas la mayoría del tiempo. Pero es muy mono, y no puedo evitar quedarme medio embobada mirándolo. Hoy sus rizos están perfectos, y la ropa que lleva le sienta genial. Sus manos y sus brazos son... Dios, creo que estoy enamorada de sus brazos. Es un capullo, pero un capullo demasiado atractivo. No sé qué me pasa esta noche, pero no me lo saco de la cabeza, y me es un poco doloroso ver cómo habla con otras chicas. Más que doloroso, es que me muero de ganas por estar con él, que se meta conmigo y me haga rabiar, que sonría de esa forma arrogante que finjo detestar pero que me encanta.

Esto está empezando a torcerse... Norris, se supone que te odio. ¡Largo de mi cabeza!

- Alguien tiene mala cara – dice Harry sentándose a mi lado. Yo le miro y hago una mueca. – ¿Estás bien?

- Sí, todo bien – miento sonriendo un poco. Pero creo que no sueno convincente, así que trato de distraerlo. – ¿Te ha gustado mi regalo?

- Ha sido mi favorito – susurra acercándose a mí, como si no quisiera que nadie más nos escuchara. Me guiña un ojo, haciéndome reír, y añade: – No me esperaba que Lando y tú os compincharais.

- Yo tampoco. Fue coincidencia, en realidad.

- ¿Te cae bien?

Lo miro dudando un poco, y debo admitir que su pregunta me pilla por sorpresa. No sé si decirle simplemente que sí para que se quede tranquilo o ser un pelín más sincera. Que, a ver, el chico no es malo, me ha traído en coche y todo eso, pero no sé. Y mencionar que quizá me empieza a gustar su mejor amigo, no creo que sea muy recomendable.

- No es santo de mi devoción, pero tampoco es que no me caiga bien – me encojo de hombros, siendo honesta. – Es buen tipo, pero un pelín prepotente.

Un prepotente muy guapo, muy a mi pesar.

- Lo has descrito a la perfección – se ríe una tercera persona, sentándose a mi otro lado. Miro a la chica que acaba de llegar, y me sorprende lo mucho que se parece al piloto. Y lo guapa que es. Aunque sabiendo quién es, es normal que sea tan preciosa. – Por cierto, soy Cameron, la hermana del prepotente.

Me sonrojo a más no poder y me río. Me han pillado de lleno, pero no parece molesta, así que creo que puedo seguir tranquila.

- Cam, estaba teniendo una conversación privada con mi amiga – protesta infantilmente el rubio, frunciendo el ceño. – Ve a decirle a Thomas que lo voy a asesinar como le dé a probar la cerveza a mi hijo.

- Sí, señor – obedece ella. – Ya nos conoceremos tú y yo, señorita...

- Alaia – sonrío y ella me devuelve el gesto.

- Buenas noches – se despide, haciendo un gesto militar y marchándose.

Me cae bien. Mejor que su hermano. Me río un poco y miro a Harry, que rueda los ojos y sonríe divertido. Termino por cambiar un poco de tema.

- Los veinticinco te tratan bien, ¿eh? – Me burlo, chocando mi hombro con el suyo.

Se encoge de hombros y suspira, y por lo que veo no parece dispuesto a seguir esa conversación.

- Solamente quería decirte que intentes llevarte bien con Lando. Es imbécil si se lo propone, y se lo propone a menudo, pero junto con Cameron es de las personas que más presente está en la vida de Tyler, y quiero que viva en un ambiente sano y sin disputas.

- Lo entiendo perfectamente – asiento sonriendo. Si es que es el mejor papá del mundo, y eso que todos pensaban que siendo padre soltero tan joven sería un desastre. – Ya sabes que no me gustan las peleas ni los malos rollos. Si algo pasa, será porque empiece él.

- Eso ya lo sé – se ríe y pasa un brazo por mis hombros. – Gracias por aparecer en mi vida, bonita. Me la haces más sencilla.

- Lo mismo digo, Harry – sonrío y apoyo la cabeza en su hombro. – Londres sería una mierda sin ti – admito en voz baja.

Besa mi cabeza y mi sonrisa se amplía. La seguridad y comodidad que me transmite y que siento con él son impagables. Y no es nada más que eso. Es como mi hermano mayor, sin más, sin menos. Y poco más de un mes ha necesitado para hacerme sentir querida. Él y su pequeño hijo.

Creo que ya recuerdo por qué he venido a esta fiesta, aunque no tuviese ganas.

« ♪ »

El despertador suena a la hora de siempre, y me levanto de mi cama con pesadez. Una parte de mi trabajo, es pasar la noche con Tyler cuando su padre está trabajando por la noche también, así que tengo mi propio cuarto en la casa. Y bueno, es lunes, así que me toca llevar al peque a la guardería, y luego irme yo a la universidad.

Como casi siempre, está lloviendo, y debo admitir que amo la lluvia, pero empieza a cansar que todos los días sea igual. Me visto y me peino rápido, metiendo en mi mochila todas las cosas que necesito para el día de hoy. Después, salgo de mi habitación y voy a la de Tyler para despertarlo.

Con el peque las cosas siempre son un poco complejas. Hay días que amanece de buen humor y otros que parece el mismísimo demonio. Hoy parece tomárselo bien, sin réplicas ni llantos, así que el desayuno es tranquilo. No rechista y se come lo que le preparo muy tranquilamente, cosa que agradezco.

El timbre de la casa suena mientras le estaba colocando su mochilita, y mientras él se pone solo sus zapatos, yo me dirijo a la entrada para abrir. Será algún paquete de Amazon o algo por el estilo, Harry siempre está pidiendo cosas por Internet porque es un vago y le da flojera ir a las tiendas. No lo culpo, yo soy igual.

Pero no es ningún trabajador de correos el que me encuentro al otro lado de la puerta. Me sorprendo un poco al verlo aquí, y he decir que me quedo medio embobada. Los pantalones beige anchos y la sudadera oversize del mismo tono le sientan muy bien gracias a lo moreno que está, y las gafas de sol que ni siquiera hoy se ha quitado, no ayudan a que yo me centre.

Puede que no haya hecho aun esta confesión: si no fuera un imbécil, querría algo más con él.

- Bonita falda – me saluda él con una de sus arrogantes sonrisas.

- ¿Qué haces aquí?

- Vengo a por mi ahijado – anuncia entrando en la casa como si fuese suya. – Voy a llevarlo a la guardería.

- ¿Harry lo sabe?

- No, pero tampoco le importaría – se encoge de hombros mientras yo cierro la puerta y lo miro mal. – No me mires así, Laia.

- ¡Alaia! – Grito enfadada, harta de sus aires de grandeza. Le voy a soltar una hostia que lo va a flipar en colores. – Me llamo Alaia, gilipollas.

- Y yo me llamo Lando, no gilipollas, pero muchas gracias – se mofa el piloto, quitándose las gafas y guiñándome un ojo.

Entonces, Tyler sale de su habitación y nos ve hablando (o discutiendo, depende de cómo se mire) en el pasillo. En cuanto ve a su padrino, sale corriendo hacia él, luciendo como el niño más feliz del planeta.

- ¡Dino! – Chilla llegando a él, mientras Lando lo alza y lo saluda igual de efusivamente.

Tengo que confesar dos cosas. Para empezar, a mí nunca me han gustado los bebés ni los niños pequeños, pero Tyler se robó mi corazón. Y, para terminar, este jovencito inglés tan insoportable, será todo lo capullo que quiera, pero cuando interactúa con su ahijado es demasiado tierno para mi cordura.

- ¿Vamos a clase, peque? – Le escucho preguntarle al niño. Él asiente con su cabeza muy sonriente, y Lando me mira de reojo, con una sonrisa burlona en los labios. – También te puedo llevar, si quieres... ¿O necesitas preguntárselo primero a Harry? – Se mofa, haciéndome enfadar.

- Eres un – me callo cuando miro a Tyler y me muerdo el labio conteniendo la ira, recordando lo que mi amigo me pidió en su fiesta de cumpleaños. Debía mantener la paz con Lando, al menos por el pequeño. – Si no es molestia – murmuro mirando al inglés bastante avergonzada.

Cinco minutos después, estoy en su coche, en el asiento de copiloto. No abre la boca durante todo el camino a la guardería, y es él quien se baja para llevar a Tyler a clase, mientras yo espero en el auto, escuchando el horror de música que tiene puesto. Cambio de cadena hasta que encuentro un canal que ahora mismo emite una canción de Ed Sheeran, uno de mis cantantes favoritos, y lo dejo. Canturreo la canción mientras miro los mensajes de mi móvil, y me río al ver los mensajes de Erika.

Erika: Albert me ha invitado esta tarde a salir...
Erika: CREO Q ME VOY A MORIR

Su entusiasmo me resulta adorable, y aunque me alegro por verla tan feliz y enamorada de alguien, una espinita que llevo clavada en mi corazón desde hace años, me hace sentirme mal. Le respondo a mi amiga que ahora en clase me cuente todo, y justo en ese instante Lando regresa.

- ¿Qué mierda de música has puesto? – Protesta nada más sentarse en su asiento y cerrar la puerta.

- Una mejor que la porquería que tú tenías puesta – replico frunciendo el ceño. – Y cuidadito con lo que dices de Ed – lo amenazo señalándolo con el dedo.

- Mi coche, mi música – dice ignorándome por completo y poniendo la misma bazofia de antes.

Ruedo los ojos, molesta por su actitud, y me centro en mi teléfono, tratando de evadir su presencia. Él conduce en silencio, y yo no despego los ojos de la pantalla de mi móvil, al menos durante un rato, porque él vuelve a hablar.

- ¿Qué estudias exactamente?

- Estudio NTI – respondo tras pensarlo unos segundos, reteniendo una sonrisa. El piloto me mira confundido, justo lo que yo quería.

- ¿NTI?

- No Te Importa, bonito.

Suelto una risita por mi propia broma, y me sorprendo cuando lo veo sonreír. Esperaba que se molestase por lo borde que acabo de ser, pero no parece importarle lo más mínimo.

- Va, en serio – me insiste, girando su cabeza para mirarme.

Qué ojos, Dios santo.

- Publicidad y marketing – suspiro, dándole la verdad. – ¿Por qué la pregunta?

- Curiosidad – se encoge de hombros y al fin se detiene enfrente de mi universidad. – Ya estamos. ¿Quieres que te acompañe de la manita como a Tyler? – Se burla ganándose otra de mis miradas fulminantes.

- Idiota – bufo cogiendo mis cosas y saliendo del vehículo.

- De nada, Laia – replica guiñándome un ojo.

Cierro la puerta del McLaren, resoplando. Sé que hace todo esto sólo por incordiarme, pero por muy bien que lo sepa no puedo evitar sentirme molesta. No soy una persona que se enfade a menudo o a la que le afecten las críticas, pero sus burlas me sacan de quicio, por muy bien que sepa que eso es lo que él quiere. Pero debo aguantarme, por Harry y, sobre todo, por Tyler.

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