(7)
Raphael.
Nunca he sentido tanta diversión como la que estoy sintiendo en este momento mientras veo a Simón Lewis, ex mundano y ex aprendiz de los Nephilim, intentar manipular su mente para así lograr usar su velocidad tanto como su fuerza en su entrenamiento, aunque aún no ha empezado con nada de lo que he requerido. Susurra su testamento por lo bajo a pesar de haberle informado que no puede morirse, mientras sube a donde será su primera actividad, está muy asustado y eso hace que me sienta un poco alegre por sentir esas emociones que se les cruzan por el cuerpo, no es que tenga algo que ver con verlo sufrir, si no que solo que me pone de buen humor.
Me cruzo de brazos esperando el inicio de las actividades del chico, es un ex Nephilim, he oído sobre el polluelo cuando iba a las misiones, que hizo todo lo posible para defender la espalda de una de las Nephilim y como a pesar de su torpeza logro ayudarla hasta salvarla para dejarla fuera de peligro de demonios ¿Pero porque estaba tan aterrado delante de mí con estas actividades? Si cuando era un mundano no tenía miedo a nada cuando defendía a su amiga, y ahora que era un ser inmortal aterrorizado.
— Para polluelo, espera unos minutos.
No tengo por qué decir aquello, ya que Simón aún no ha empezado aún, me acerco hasta donde el esta y subo para quedar cara a cara, puedo ver en sus ojos la falta de confianza, el miedo acumulado, sus emociones reflejan un gran agobio, desesperación y tristeza, algo que golpea como piedras, el polluelo parece muy intenso con sus emociones y no sé porque se hace tanto problemas por algo que podría ser hasta divertido si se le ve de otra manera. Lo observo como mira hacia abajo y cierra los ojos mientras se tensa, la barrera de miedo que tiene en su cabeza no dejara que se concentre.
— ¿A qué le temes?
— A todo—responde—a veces me gustaría ser un poco más seguro de mis acciones y no comportarme como un miedoso.
— ¿Quién ha dicho que lo eres? Solo eres un primerizo en esto, debes trabajar en tus miedos, ya no puedes morir, eres inmortal, esta caída te hará gritar y llorar, pero aprenderás de tu debilidad, trabajarás en el equilibrio. Capaz saltar de un techo al otro no salga bien y termines como el primer polluelo, pero descubrirás en que fallaste— le aliento— no es cuestión de que hago esto porque si, si no porque quiero ver en qué son malos, vulnerables y trabajarlo, porque si no lo hacen entonces si serán unos fracasos, así que ahora muévete.
Antes de bajar veo una sonrisa en la cara de Simón que se ha formado después del comentario, espero que le llegue y haga lo pedido, porque si no se mueve de donde esta para empezar a trabajar con sus miedos mundanos, yo mismo le empujare para que caiga y se quiebre como Fran, pero no fue necesario cuando veo como comienza a moverse trotando en la terraza.
— Muévete más rápido y deja de mirar el piso ¿Piensa que tú enemigo no va a matarte porque tienes la mirada en el piso? ¡Sube esa maldita mirada!
Simón aún tiene ese miedo en su cuerpo, puede notarse con su forma de no usar su velocidad o su mirada para guiarse, solo lo está haciendo como un mundano y tiene que darse cuenta que ya no es uno, me molesta que tampoco respete lo que se le ordena, le he ordenado subir la mirada, pero no lo está haciendo y su velocidad no es lo que estuve esperando ver, me molesta bastante, no quiero en mis manos un polluelo miedoso, menos uno que es un fugitivo buscado por los Nephilim, si no aprende a defenderse y usar lo que su transformación le ha dado solo será un subterráneo muerto y solo es un niño para poder morir, si no pasa una década de vida entonces me voy a desilusionar de mi mismo y del polluelo por no haber puesto su empeño para mejorar.
— ¡Ve al siguiente! No puedo mirarte ser un mundano por tanto tiempo, espero que esta vez sea mejor que el anterior o juro que cuando estés en el piso voy a patear tu cuerpo hasta llevarte dentro de la casa.
— ¿Por qué eres tan gruñón?— Pregunta ofendido el polluelo— deja de desearme mala suerte.
— Has las actividades sin hablar.
Observo como hace las otras actividades, muchos salieron bien más o menos, pero por lo menos esta vez las hizo con ánimos, cuando llegó a la última actividad volvió a hacer como la primera vez, su miedo volvió a atacarle y en verdad que ya no le aguanto más, estoy irritado y molesto, le he dado toda la paciencia que tenía, Simón trata de volver a hablar para dar marcha atrás a esa actividad, pero al ver mi cara sonrío al notar que el menor ha optado por cerrar la boca y enfrentar su destino.
Espero ansioso una caída, aunque me siento un poco mal al pensar que no es correcto lo que estoy haciendo, así que antes de que Simón intente la última actividad le doy unas indicaciones que no se la he dado a Fran, aunque veo la mayor parte de las probabilidades de que el polluelo fallara y terminara herido, de las dos formas me sentiré bien, si Simón fracasa terminado tirado en el suelo del callejón, esa sensación de diversión estará conmigo todo el día, pero si Simón lo logra sentiré un orgullo muy grande por el polluelo porque voy a saber que le he quitado un buen aprendiz a aquella personas y que ahora se estará esforzando para ser un buen subterráneo.
— ¡Mueve ese cuerpo ahora mismo, quiero verte llegar al otro maldito techo!
Entonces el polluelo comienza a hacer lo que le he indicado, me quedo quieto esperando su final, casi sonrío cuando veo que Simón esta cerca del otro lado, pero no pasa porque comienza a caer, escuchando su grito hasta que se escucha como pega con el piso y después comienza a sollozar, bajo con facilidad llegando hasta donde está haciendo el drama el polluelo, lo cargo entre mis brazos y me dedico a entrar a la casa para pedir ayuda a Ragnor, quien debe estar cuidando del otro polluelo, pero solo me encuentro a Magnus en las piernas de un Nephilim, cuando me notan gracias al drama que está dando Simón, se levanta de donde está y se dedica a ayudar.
— ¿Qué sucedió?— pregunta el Nephilim alarmado— ¿Les atacaron?
No le miro sintiendo la molestia de estar cerca de un Nephilim, odio el olor que emanan de ellos, solo me dedico a tirar al polluelo en el sillón para que Magnus haga mejor su trabajo, aun puedo escuchar al chico gritar y llorar de dolor aunque puedo escuchar como sus huesos se acomodan, dejo escapar un regaño para que se detenga y miro al ojiazul de mala manera, esperando que note que le veo como un ser desagradable, porque nunca perdonare a su familia por el daño que me causaron.
— No garbancito, son los entrenamiento duros que da Raphael, solo los buenos pueden lograrlo, como él— responde Magnus—Raphael se educado con mi visita o te mandaré a tu habitación.
— No soy un niño, ni tu hijo, deja de hacerte ver frente a esta cosa.
— Se llama Alexander Lightwood y será tu padre.
Susurro por lo bajo mientras paso por al lado del Nephilim y le choco con mi hombro con fuerza para ir hacia el pequeño bar que está al lado de unas de las paredes, mientras aprieto los labios puedo escuchar como Simón sigue gritando de dolor ya disminuyendo sus sollozos, esta es su primera vez, no solo grita de dolor por la caída si no por la sensación de miedo que llego hasta sus huesos, la segunda vez no será tan exagerado, eso espero, agarro uno de los vasos y sirvo en el de la primera botella que hay frente a mi vista ¿Por qué Magnus Bane mete a un Nephilim a esta casa? Ellos habían hecho mucha maldad con nosotros dos, manipular y privar la libertad, me impidieron ver los últimos momentos de vida de mi hermana, o de disfrutar de ser un subterráneo con una vida normal, no merece ser recibido en esta casa, no merecían ser lo que son.
—R-Raphael—susurra Simón— M-maldito infeliz.
Me volteo tratando de reprimir una sonrisa por el comentario del muchacho y vuelvo hacia el sillón donde Magnus se ha detenido para descansar, el polluelo esta mejor después de un poco de magia, se puede ver en su cara que lo está, aunque debe tener dolores internos, tomo una bocanada de mi bebida para sentir el alcohol quemar mi garganta mientras dejo escapar una carcajada, el comportamiento de Simón, su manera de hablar sin importar las consecuencias y no pensar antes de decirlo me hace acordar mucho a uno de mis hermanos que le gustaba meterse en problema, nunca hable bien con él pero siempre le estuve salvado cuando a una pelea se metía, el polluelo también es así, puedo verme venir muchos problemas por la boca del muchacho que dice todo sin antes pensar.
— Todo fue culpa tuya, te dije como hacerlo y tus estúpidos miedos te derribaron como el mundano que eres.
Estoy dando un comentario no digno de mi, pero es que no me siento cómodo en decirle algo positivo cuando el Nephilim sigue aquí, se burlara de mi falta de dureza, de no ser estricto con mis alumnos, aunque Simón fue un aprendiz Nephilim que lo perdieron por la falta de atención que le dieron, aunque sonrío por la idea que se me ha venido a la cabeza viendo como los tres me miran, tengo que darle a entender a los Nephilim que estoy feliz con este polluelo y de tenerlo en mi bando, mas molestias le darán.
— Pero para ser tu primera vez lo califico como un cinco, como dije irás aprendiendo con el pasar de los días y te convertirás en un vampiro bien entrenado, algo que no te enseñaron ni aprendiste en otro lugar al que querías pertenecer, espero que veas que hago esto por una razón, para que aprendas como defenderte de los que te quieren matar, de los Nephilim.
Miro al chico que está al lado de Magnus incómodo por la situación, le dedico la última mirada y camino en búsqueda de Ragnor que esta con el otro polluelo, quiero supervisar que ha mejorado para la hora donde tendrá que salir a dar su información del día, además quiero asegurar de que también sepa que todo lo que estoy haciendo no es porque se me ha ocurrido verles sufrir, aunque no diré que en algo estoy mintiendo ya que si me agradado la situación, aunque quiero que se sepa defender a los peligros que se le presentaran si quiere ser segundo al mando de la "lady" Camille. Llego a la habitación de Fran, abriendo la puerta sin golpear viendo al polluelo está tirado en la cama mientras escucha y presta atención como el brujo lee un libro de esos tantos le gusta.
— ¿Cómo está el gran vampiro querido por Camille Belcourt?
Me acerco hasta la cama viendo la mirada de molestia por ambos chicos, más por Fran a quien no caigo nada bien, esa es la diferencia entre ambos polluelos, Fran se cree superior solo por falsas palabras de Camille, que podrá tomar mi lugar y que tendrá lujos cuando solo es un chico torpe que no sabe manipular lo que su transformación le ha dado, no me tiene respeto y se puede ver a leguas que hará lo todo lo posible para derribarme, mientras que Simón a pesar de ser torpe como su compañero es en cierto punto optimista y no se le ve ningún indicio de querer ser superior a los demás, además a pesar de lo malo que estoy siendo con él, el chico me respetaba y trata de establecer una amistad, si pudiera quedarme con uno para enseñarle a ser entrenado entonces Simón Lewis sería el primero de la lista.
— Vete al carajo psicópata.
— No es para tanto polluelo, solo vengo aquí a pedir disculpa por haberme divertido con tu sufrimiento, solo hago esto para que sean entrenados vampiros con las habilidades correspondiente cuando tengan cerca un peligro.
— ¿Y tú crees que hacer que salgamos heridos va a funcionar?—musita molesto Fran.
— Si lo hicieras bien, eso no pasaría, ya no eres mundano, los peligros que sufrías en esa vida no es nada parecido a lo que tendrás acá, aquí son el triple o más peligroso de lo que tú piensas ¿Crees que podrás vencer si vienen a atacarte? Solo te llevaras a tres caminos, el fracaso, la muerte o la tercera opción un sufrimiento lento, eres inmortal pero no invencible, un arma de los Nephilim y tú no existe.
— Raphael—me susurra Ragnor— vete por favor.
Veo la mirada de miedo en los ojos del menor y asintiendo al pedido del brujo salgo por la puerta dejando que mis hombros que estaban tenso se liberen, solo me preocupa por la seguridad de los polluelos, no podre permitir que salgan fuera de aquí y a la primera amenaza sean el blanco de una muerte, por eso soy el segundo al mando en el hotel Dumont porque me preocupo por la vida de mis vampiros y polluelos mucho más que Camille, que por esa razón se quería deshacer de mí, no soy malo, solo estricto en lo que hago para que todo termine en algo bueno.
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