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(6)

Simón.

Me siento más cómodo en esta casa, donde tengo la compañía de dos brujos y de ese chico Fran que ingreso conmigo al hotel, con el cual estoy muy pegado desde que nos unimos a este grupo, puedo asegurar que ellos me hacen sentir parte de un grupo, me acuerdo cuando estuve con los Nephilim, quería pertenecer a ese grupo para estar cerca de Clary y ser de esas clases de chicos con un vínculo parecido como al que Jace y Alec tienen, ser Parabatai para poder permanecer en la vida del otro hasta el último momento o en los momentos más importantes de su vida. 

Pero con los días me di cuenta que me estaban tratando más como un sirviente antes que un futuro Nephilim ansioso por aprender, y por esa razón quise volver a ser un mundano con una vida normal y corriente donde me voy a esmerar para poder encajar, pero después de lo sucedido sé que no podre conseguirlo, entonces llegue a donde estoy, perteneciente de la comunidad de vampiros, inmortales adolescentes, lo que estoy seguro es que me hacen sentir como si encontré mi verdadero camino, aunque recién estoy comenzando y no sé lo que me espera en el futuro.

— ¿Mi familia? Bueno vivía con mis dos hermanas y mis padres— podía escucharse a Fran— yo era muy rebelde y sabía escabullirme hacia la casa que estaba al lado de la mía, una casa a medio construir que habían abandonado por bajos presupuestos para terminarla, podía relajarme un rato fumando o bebiendo sin que me regañara mi madre, ya que ella es muy estricta, pero esa noche volví a casa, esa bella mujer de Camille me encontró y después de eso me prometió una vida de lujos, al parecer la he decepcionado y esperara un tiempo para confiar en mí y darme lo prometido.

Mire la sangre dentro de la copa, a cambio de Fran yo solo había sentido el gusto de una amarga transformación, aceptando solo para no ser asesinado por el grupo de niños Nephilim, aunque después de haberme transformado había sido encerrado en un ataúd muriendo de hambre y descompuesto por la falta de alimentación, rogando cada día ser salvado, preguntando si decidí bien en aceptar ser un subterráneo inmortal o si en verdad eran seres traicioneros y malditos. Nunca me preocupo el tiempo, ni cómo iba avanzando mi edad con los años, nunca me había importado ni temido a la muerte, pero siempre me enfoque en lograr tener un trabajo, un ingreso de plata muy bueno, capaz una familia, aunque lo dudaba, y una muerte feliz, sabiendo que hice una vida buena, pero al parecer todo dio un giro y debo ver nuevas perspectivas para mi vida inmortal.

— ¿Y tú Samuel?

Volví la mirada hacia los tres subterráneos, están sentados en los sillones de al frente y esperan una respuesta pero no los he escuchado por estar esperando que Raphael se decida entrar, me miran esperando una respuesta, eso que hace que sonría nervioso rogando no haber dejado que los tres subterráneos estén esperando tanto tiempo al ver que no estoy prestando atención a lo que hablan, porque me sentiría mal por haber dejado esperando, moví mi mano señalando que me diera un tiempo mientras le doy un sorbo a mi vaso y después lo sostengo en una de mis manos.

— ¿Qué quieren saber?— les pregunto en un susurro— ¿De mi familia? Mi padre está muerto desde hace cinco años por una enfermedad, y mi madre vive en la casa que sabía compartir yo con ella, es enfermera, mientras que mi hermana mayor vive en Dublín haciendo su vida aparte, estudiando o ya trabajando en algo referido a la medicina, ah y somos judíos.

Corro la vista hacia la puerta, dando por concluido el corto relato de mi vida mundana, puedo sentir el aroma a angustia detrás de aquella puerta. Con mi transformación mucho de lo que tenía en mi mundanez se ha desarrollado o esfumado, como mi problema en la vista la en cual debía usar lentes de por vida el día de mi transformación pude olvidarme de ellos porque ya no los usaría, la audición y el olfato se han desarrollado el doble de bien dónde puedo sentir y oír hasta los más imposible, algo que me agrada. 

Además me siento más ligero al caminar y con muchas más energías, las alergias han desaparecido y puedo sentirme con una postura más erguida, la que nunca he tenido, lo más grandioso de todo es que puedo sentir aromas que ningún mundano ni otro subterráneo puede sentir en las personas. Y cada vez más siento las ansias de recibir un reglamento de cómo se puedo manipular esta vida de vampiro y así memorizar cada uno de ellos, además quiero tener controlado todo lo que me pasa, porque siento que he vuelto a la pubertad, la cual tanto me ha costado salir o aún no he salido por completo.

— Los siglos pasan niño Fran y conozco a Camille desde hace muchos siglos, muchos de ellos como Magnus, no confíes en sus palabras porque ella no da nada de buena fe si no la beneficia, no te dará una vida de lujo si ella no consigue algo a cambio, ni menos te dará comodidad si no quiere sacar algo de ti— dice Ragnor—eres un polluelo, pero aprende esto, te servirá, en el mundo subterráneo nadie te da algo si no recibe algo a cambio, no cometas el error de confiar cuando puedes ir directo a tu propia muerte, confía en mis palabras y sobrevivirá un poco a los buitres malo del submundo.

La puerta se abre mostrando a Raphael con una sonrisa muy pequeña en su cara, sus manos están en los bolsillos de su pantalón negros mientras su collar en forma de cruz esta fuera de su camisa resaltando con la chaqueta, creí que los vampiros no podían tener cerca algún símbolo religioso o morirían al instante, pero al parecer no es así porque Raphael Santiago esta delante de mi mostrando muchas mentiras que dan en las películas y en algunos libros. 

Sonrío al verlo, la primera vez que lo vi era un hombre en ruinas a punto de caer, pero ahora parecía un hombre queriendo llegar a la cima, seguro de sí mismos, decidido a lograr sus objetivos, y esos objetivos éramos nosotros, los polluelos. Baje la mirada y tome otro trago orgulloso de haber podido lograr salvar aquel chico que ahora le está salvando la mía, he hecho algo bueno y ahora se están viendo los logros, lástima que no tenga muchos créditos.

— Ya le he dado su tiempo polluelos, es hora de irnos— dice Raphael mirando su reloj— la puesta de sol está acabando y es hora de practicar, Fran, tus compañeros estarán acá una hora antes del amanecer para recibir información, Ragnor estará contigo en el momento, no quiero recibir noticias de alguna mentira tuya ¿Entendido? vamos a la terraza ya tengo la primera prueba.

Ambos nos paramos al igual que Ragnor, mientras que Magnus dio una excusa de que recibiría un cliente importante, aunque sospecho que se trata de Alexander Lightwood por el aroma que desprende el brujo de felicidad y romanticismo, caminamos en silencio detrás de Raphael quien parece ignorarnos y caminar a pasos ligeros. 

Subimos por una escalera hasta llegar a una puerta, el vampiro abre y el anochecer, como la libertad que me han quitado por meses me da la bienvenida y la recibo encantado, sonriendo por salir y ver aquel cielo lleno de estrellas aunque el rastro del atardecer sigue notándose, me acerco hasta la orilla mirando hacia abajo, la casa es de dos pisos, no tan alta, pero estoy feliz de ver los autos pasar y las luces de las lámparas, atrapo el aire por mis fosas nasales y cierro los ojos disfrutando el olor a la ciudad, el humo de los autos y el ambiente pesado con aromas diferentes que quiero descifrar, el aroma a mi ciudad.

— ¿Qué haces aquí Ragnor?

Me doy vuelta viendo como Raphael está preguntando a Ragnor, Fran permanece a su lado mirando hacia el cielo, el chico es muy distraído cuando se lo requiere y no sé cómo este cree que es el favorito de Camille, y más inteligente cuando en verdad no parece, capaz solo la mujer lo quiere como un esclavo sexual, ya que Fran es un chico guapo, con rizos casi largos cayendo por su cara y cuello, sus ojos son grises claros resaltando en su piel blanca, un poco alto y delgado, con un cuerpo bien desarrollado, su sentido de humor es agradable, aunque egocéntrico hasta el momento que lo conozco; dejo lo que hago para acercarme, Ragnor hace que esta relación vampiro-polluelos pueda ser más agradable y liviana, así que le voy a explicar con mis propias palabras.

— No hay cuarteto sin Michelangelo, ya sabes, las tortugas ninjas, Raphael, Donatello, Leonardo y Michelangelo.

— Aunque Ragnor no se ve como Michelangelo, ya sabes él es más juguetón y gracioso, como yo— interrumpe Fran—el debería ser Donatello, ya sabes el que sabe todo, Simón serás Leonardo ya que veo que habrá rivalidad con Raphael quien es el que más encaja con su personaje ya que debe ser un maniático violento.

— Michelangelo es el más estúpido del grupo, pero tienes razón, encaja contigo a la perfección— le digo— ya está, el cuarteto unido.

Cuando vemos como Raphael se está quejando en voz baja, al parecer escucharnos le hace dar una jaqueca, me siento un poco malhumorado por el desinterés y la poca paciencia del vampiro, que no le gusta oír sobre nuestros intereses y siempre anda criticando lo mundano que somos, una y otra vez, como si no notara que el mensaje de su desagrado ya nos había llegado, siempre he querido saber si ese malhumor de Raphael viene incluido de su vida mundana o ha sido una paquete que se incluyó en la transformación, aunque me da un poco de miedo preguntar, además he prometido no juzgar hasta conocerle bien. La risa de Ragnor nos hace reír a ambos excepto a Raphael que al verlo nos quedamos callados.

— Está bien, listo de mundanez— musita Raphael— nuestro primer trabajo será fácil, un vampiro es sigiloso, cuidadoso con sus movimientos y a la vez rápido, ustedes polluelos son lo contrario a eso, torpes, ruidosos y muy lento, no hay nada mejor que este lugar para su prácticas para tener una evolución en ello para evitar su muerte.

Raphael nos da una pequeña muestra de cómo sería lo que debemos hacer, sin parar a escucharnos después de que nos ha dejado ofendido por el comentario dicho de su parte, al parecer el vampiro mayor lo ha hecho a propósito y no quiere saber sobre nuestras opiniones, una risa se escucha por parte de Ragnor que al parecer se está divirtiendo con lo que pasa. 

Cuando Raphael comienza a mostrar cómo se debe hacer las prácticas, usando equilibro para caminar a gran velocidad por las vigas de la terraza y como salta, después de una preparación rápida, hacia el techo de la otra casa olvido todo la molestia que tengo con el vampiro, porque me siento fascinado con aquello y a la vez temeroso por el peligro al que se está arriesgando, aunque sé que el chico que está mostrando aquello no siente ni una pizca de miedo por lo que hace, quiero sentirme igual, ser igual.

— Muy bien— dice Raphael— es hora de que ustedes intenten lo que yo hice, no se preocupen si se caen o algo, sus huesos o heridas se mejorarán en pocas horas, no entren en pánico cuando vean sangre, no pueden morir, lo único que puede matarlo es una daga o espada de Nephilim entre otras cosas que explicaré más tarde, pero esta prácticas no, así que en marcha polluelos.

Agradezco no poder temblar o sentir como mi corazón se quiere salir de mi pecho gracias a que estoy muerto porque ya estaría muerto una vez más, asiento ocultando mi miedo viendo como Raphael parece intacto después de todo lo que ha hecho, el comentario que hizo ha aumentado todo el temor que tengo y ahora siento una sensación de que caeré, me romperé el cuerpo y voy a llorar desde ahora. 

El primero en comenzar es Fran, quien también esta aterrado por lo que está por hacer, pero las palabras de aliento de Ragnor y algunas que otras de Raphael pudo hacer algunas indicaciones bien, hasta que llego a la última donde debía saltar de techo a techo donde fallo y rompió todos los huesos de su cuerpo, puedo escucharlo gritar y llorar mientras Ragnor lo cura y los sonidos de sus huesos vuelven a su lugar, nunca me he sentido tan asqueado en mi vida.

— Buen trabajo para ser novato— dice Raphael con una pizca de burla— Ragnor llévatelo, debe estar sano para cuando vengan por los informes.

Quedando solo yo y él en ese lugar, con un silencio acompañante y un destino lleno de huesos rotos y llantos para mí esperándome con una sonrisa, quiero huir de ahí, pero mi profesor no me dejaría irme muy fácilmente de este lugar aunque quiera.

— Es tu turno Simón, vamos a ver si puedes ser peor que el anterior

Nunca había considerado a ese hombre tan loco como lo estoy haciendo en este momento.

"Estoy muerto." Me susurro.

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