(4)
Simón.
Permanecer al clan de vampiros no era lo que imagine, no me gusta sus formas de tratarme y menos como se han decidido a encerrarme en un ataúd por mi torpeza, les deje en claro desde el principio que aquello venía incluido en el paquete, pero ya no me tenía que preocupar, ya no puedo respirar y aquella vida que llevaré encerrado dentro de ese acogedor lugar solo tendrá una preocupación por mi parte, los insectos.
Me siento tan traicionado por haber confiado en aquella vampiro que me prometió una vida segura y sin más maltratos de parte de los Nephilim que ahora no solo estoy siendo perseguido por ellos para matarme si no que el clan de vampiros de Brooklyn me han convertido en uno de ellos, un monstruo inmortal para vivir toda mi eternidad dentro de aquella caja como prisionero por errores que mi cuerpo comete por naturaleza, la torpeza es un problema y aunque quiera no puedo controlarlo.
No puedo evitar imaginar que Magnus me encuentre, que el brujo junto al vampiro vengan a salvarme como lo hice una vez él, pero ya han pasado los días y me siento cada vez más decepcionado, me estoy rindiendo a cualquier pensamiento positivo que cruza por mi cabeza, no tengo esperanza de salir de esta oscuridad donde he sido atrapado.
Solo quiero ser un mundano más, ir a la escuela y sacar las mejores calificaciones por haberme esmerado a estudiar, conocer nuevos amigos y jugar hasta cansarme o ensayar con la banda, dónde podría pasar la mayor parte del rato, dar mi primera borrachera, mi primera droga en mi organismo, mi perdida de virginidad, conocer a una persona con sentimientos de amor mutuo hacia mí, mi primer beso, solo quiero ser un adolescente más, algo que me lo arrebataron, mejor dicho algo que yo mismo me había causado, pues seguir a mi mejor amiga a aquella vida fue lo peor que hice en todos mis años de vida.
Maldecir constantemente servía para no volverme loco, una maldición a cada persona que me causo haber llegado a donde estoy, muchas oraciones de insultos para ellos, primero para los Nephilim quienes debía cuidarme por ser un mundano, a Robert Lightwood por querer matarme, a Jonathan Herondale por hacer de cazador como si yo fuese un animal, a Alec Lightwood por no haber confesado su participación, al brujo y al vampiro por no haberme salvado de lo que estoy pasando, y la última y no menos importante a Clarissa Fray, o ahora Fairchild quien me ha llevado a ir detrás de ella a un lugar al que en verdad nunca pertenecí.
— Los maldigo— susurro una y otra vez.
Entonces ocurre un milagro, la tapa de aquel ataúd se abre y solo pudo sentir como mi boca atrapaba líquido del cual bebo sin quejarme de que mi cara esta empapada al igual que mi pelo y podía llegar a ser que también la ropa, no he comido por semanas y ahora puedo entender cómo la paso Raphael Santiago en los calabozos del instituto, sentir como el estómago pide a gritos por comida, los labios se resecan y a los pocos días sin tener alimento comienzo a descomponer, como si me agarrara un resfrío más fuerte de todos mis años de vida, ahora lo entendía, lo único que no entiendo es porque debo sufrir las consecuencias cuando no todo es mi culpa.
— Estas de suerte, Magnus Bane y Raphael Santiago volvieron a la ciudad— dice una chica— Camille esperará hoy, si no vienen a buscarte entonces te asesinaran con toda la humillación del mundo.
Después de eso entre dos me agarraron de los brazos y me sacaron de ese lugar, no puedo sentir mi cuerpo, estoy acalambrado y solo puedo echar quejas de como aquellos dos hombres me arrastran por los pasillos, viendo como los otros integrantes del clan se me quedan viendo, unos murmurando por lo bajo y otros riéndose por mi desgracia, lo único que quiero es dejar de ser humillado siempre, o mi otro pedido es ser sacado de ahí antes de que Camille cambie de idea y me mate ahí mismo sin esperar la presencia de Magnus y Raphael, porque tengo muy pocas esperanza de que esos dos subterráneos van a venir por mi ayuda, a este hotel, para salvarme.
Pasan las horas, los minutos y no hay indicios de que Magnus Bane va a aparecer, debe estar en su Loft disfrutando su regreso sin recordarme, y cada minuto más que pasa, más veo mi muerte aproximarse, como unas garras intentan agarrarme pero fallan porque aún no es mi hora, entonces todo parece más silencioso de lo normal, un aroma distinto a lo que he solido oler entra por mis fosas nasales, primero un olor suave para después quedarse un perfume que no solo a mi tenso, si no a quienes me tenían de los brazos.
— Raphael Santiago— susurra uno de ellos.
Puedo escuchar de su voz admiración como la emoción de saber del vampiro, parece ser querido en este hotel por todos ellos, siento que me comienzan a arrastrar hacia adelante, hacia el centro de la sala después de escuchar a Camille dar la orden, ya no tengo fuerza para nada, ni para alzar la vista o moverme y salir de esta humillación, pero puedo verlo a penas, solo unos segundos porque ya no puedo escuchar tan bien, voy a quedar inconsciente muy pronto, lo único que puedo decir es que el vampiro se ve mucho mejor de la última vez que lo vi.
— Es unos de los polluelos más inútiles y mundano que he tenido, se los daré a los Nephilim para que lo maten, no quiero débiles en mi clan— escucho decir a Camille.
Puedo escuchar los silbidos y aplausos a favor del comentario de la vampiro, me siento tan rechazado y humillado que solo quiero llorar y morir, pero solo me miro los pies descalzos hasta que la puerta se abre haciendo que todos se callen, no subí la mirada, solo escucho la voz del brujo que he esperado por semanas que viniera a rescatarme.
— ¿Sabes que es lo mejor de una pelea? las entradas cómo estás.
Siento como los tacos de los zapatos de Camille se alejan, de seguro para caminar hasta donde está el brujo para sentir como el chico del perfume, Raphael Santiago, se acerca hasta donde estoy, siento como coloca su dedo índice en mi mentón y hace levantar la vista hacia él, pero ya no puedo verle bien, estoy a punto de perder la conciencia, todo se ve nublado, mis oídos parecen estar aturdidos.
— ¿Simón?
No puedo escuchar bien y tampoco puedo dar una respuesta a su llamado, aunque quisiera ninguna palabra sale de mi garganta, siento como me sueltan para verme caer de cara al piso y no saber nada más de lo sucedido. Cuando recupero la conciencia noto que ya no estoy en aquel apestoso lugar que estaba, encerrado en un ataúd, tampoco estoy muerto, pero si puedo tener como algo certero de que esto puede ser algún tipo de sueño, la falta de hambre y las alucinaciones me han llevado a pensar en que tuve una salvación, así que cuando vi a Magnus y a Raphael, junto a un hombre de piel verde y un vampiro que conocí en el hotel solo comencé a reír, este es un sueño y solo puedo ver a aquellas cuatro personas, no a mi madre, ni mi padre fallecido o a mi hermana, solo a personas que no conozco. Ni para eso tengo suerte.
— Si, se ha vuelto realmente loco— dice Magnus.
Me siento en el sillón sintiendo un gran peso en todo mi cuerpo, hasta que encuentro al causante de eso, a un gato pequeño, sin ningún pelo, que ronronea y me miraba a los ojos como si estuviera viendo más allá de ellos, me está comenzando a poner incómodo hasta un cierto punto, no estoy preparado para mezclarlo con Caroline y la puerta secreta, moriré de un infarto si lo hago.
— Nunca he visto un gato parecido para que salga en mi sueño.
Comienzo a acariciar al minino con las yemas de mis dedo, y así poder sentarme bien, el aroma de donde estoy me ha hecho marearme un poco así que debo mantenerme quieto por un momento para mantener la vista fija y no que se comience a nublar, es que el olor es muy intenso o mi olfato se ha vulnerado mucho, pues este olor a frutas silvestre lo solía usar mi madre para perfumar la casa, los pisos, los baños, mi habitación y me gustaba. Mire las paredes del lugar que estaban decorados de un color violeta azulado, con muebles que parecían caros, no sé si mi mente tiene la bastante imaginación para recrear un sueño así de parecido.
— Porque esto no es un sueño Freud— responde Fran—ya sabes, porque dices que esto es un sueño.
Ninguno dijo nada de aquel comentario ni se inmutaron por reír, ni yo quien ahora miro a los más adultos pidiendo una explicación de todo lo que está sucediendo, supuse muy en el fondo que no se trataba de algún tipo de sueño.
— No es un sueño, estás a salvó polluelo— me dice Raphael— está vez estás a salvó.
Veo como me tiende un vaso y no puedo negarme, me siento hambriento así que agarro para tomar todo de un trago, recibiendo un reto por parte de Raphael que me decía que me podría atragantar, que debía tomar despacio, pero es que tengo mucha hambre para poder beber con moderación, quiero sentirme saciado. Veo como el vampiro, el que había hecho una broma y era nuevo en este mundo como yo, se sienta en el suelo y se dedicaba a mirarme como si quisiera decirme.
— Se ha agrandado la familia— dice el chico de piel verde— esto es tan lindo.
Le miro fijo por unos minutos, se ve joven como Magnus y Raphael, pero su vestimenta lo hace ver un poco mayor, tiene un bastón y su piel es verde como un camaleón, es un subterráneo pero no se dé que clase es, tengo tanta curiosidad de saberlo.
— Soy un brujo.
Yo y Fran nos sorprendemos por su comentario, al parecer ambos estábamos pensando lo mismo, Magnus deja escapar una risa por lo bajo para después alejarse un poco y contestar su celular, mientras que Raphael está leyendo algún tipo de libro antiguo como si no estuviera pasando nada en la sala, una manera de no relacionarse con nadie o eso supongo.
— ¿También lees la mente?— pregunta Fran asombrado.
El brujo niega, se sienta al lado mío sonriendo, como si se tratara del tío de la familia que le gusta contar historias y hacer que todos sepan de su conocimientos, parece un sujeto agradable.
— Solo puedo ver la curiosidad de dos polluelos en sus ojos— dice el brujo— soy Ragnor Fell y estoy aquí para lo que necesiten.
Los dos, yo y Fran, asentimos con una pequeña sonrisa, aunque estoy un poco confundido de porque Fran, ese niño que me gano en las luchas, estaba ahí con nosotros, si en el hotel Camille lo amaba como si fuese un vampiro que llevaba década a su lado.
— ¿Y tú qué haces aquí?— le pregunto.
No soy de controlar las palabras que se acumulan en mi cabeza, solo las dejo escapar sin pensar si había consecuencias, si las habían después conseguiría ver cómo arreglarlo, ya tengo bastante con lo que he pasado, no puedo seguir guiándome por las torpezas.
— Estoy de espía para Camille.
Me sentí sorprendido por la honestidad del chico, miro a Ragnor para ver qué opinaba al respecto, este solo alzó los hombros como dando a entender que no le importaba, así que mire a Raphael, quien le miraba con una sonrisa divertida, una sonrisa que me hizo quedarme casi embobado mirándola, colmillos asomándose en una dentadura casi perfecta, parece como supiera más que Fran.
— No te creas, solo lo hizo para librarse de ti o que aprendas de mi para ser una buena mano derecha— responde Raphael
Veo como el chico de rizos le mira molesto y baja la mirada avergonzado, Raphael parece no tener ningún pelo en la lengua, eso puede llevarnos a peleas en el futuro porque soy igual.
"Touché, Raphael."
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