(25)
Raphael.
"Mierda, santas mierda."
Hoy como hace años atrás me he equivocado en medir los tiempos para que no me pase lo que me está pasando ahora, es que me he tardado con Nataniel, un subterráneo que sabe mucho de todo el submundo y la vida de los Nephilim que sabe donde podré, en que tiempo podré interceptar a Raj que volverá de su escondite, y culpa de eso llegue casi tarde al mercado de las sombras, creí que sería rápido buscar el tranquilizante para la herida de Ragnor que tiene por años en su pierna por los cambios de temperaturas que se vienen, pero no fue así, demore más de lo concordado quedando encerrado en un callejón en la poca oscuridad que queda viendo como los primeros rayos del sol se comienzan a asomar, no llegaré a casa y no creo que en la casa lo noten, moriré frito.
"Oh Raphael ¿Ahora qué vamos a hacer? Ni papel tengo para avisar a Magnus."
Me saco la chaqueta para colocarla sobre la cabeza y sentarme ahí en el suelo en medio de la poca oscuridad que queda antes de que aclarezca por completo y los rayos del sol lleguen a donde estoy, si he sido un poco descuidado y ahora estoy acá, con un miedo interno al cual no dejaré salir, pero ya estoy comenzando a susurrar mis últimas palabras, estuve cinco años encerrado para terminar así, a veces puedo ser tan idiota con mi poca consideración de mi vida.
— ¡Raphael! ¡Mi niño! ¡Raphael!
— ¡Magnus! ¡Aquí estoy!— grito— ¡Aquí estoy!
Me levanto de mi lugar sorprendido y alegre, viendo cómo llega casi corriendo en pijama, haciendo un portal detrás de mi viendo como su magia azul se mueve por los costados míos, así que mientras se abraza a mí porque los rayos del sol ya han comenzado a llegar, así que mientras trata de resguardarme del sol ambos nos movemos hacia atrás para caer, pegando con la madera del suelo de la casa en la cual vivimos, siento aún el agarre de Magnus en mi cuerpo y ardor por una quemadura de sol en la mejilla izquierda, el portal se ha cerrado ya y escucho como el brujo en mi pecho, aún abrazado, está llorando.
— Magnus— le llamo.
— Si no fuera porque Simón y Fran me avisaron que aún no regresabas, no estarías aquí ¡Me he asustado mucho! Creí que te perdería, tienes que tener más cuidado, por favor ten más cuidado.
Lo he ayudado a salirse de encima pero ambos nos quedemos sentados en el suelo, escucho como pasos casi corriendo vienen hacia nosotros, y después alguien cayendo arriba mío haciéndome caer de espalda de nuevo, sé que no es Ragnor porque está mirando desde otro lugar lo puedo ver cuando volteo la mirada y entonces me encuentro en una situación incómoda, porque quien me está abrazando, arriba mío, es Simón Lewis, el polluelo, mi mano derecha, escuchándolo sollozar mientras pide perdón a pesar de que no ha hecho nada, palmeo su espalda viendo como se separa secando sus lágrimas al frente de todos, veo como todos nos miran, Magnus sigue aun sentado mirando con una pequeña sonrisa, Ragnor esta sostenido de Fran, que no lleva su bastón y este está haciendo de su soporte.
— No te salve para que te mueras por esta estupidez Raphael—Susurra Simón con la mirada baja — No puedes abandonar dos polluelos a los cuales le prometiste cuidar, enseñar. No puedes abandonarme cuando dijiste que nos vengaremos de esas personas.
— No he muerto, sigo aquí, así que deja de debilidades Lewis, no hay por qué preocuparse.
No tengo otra manera de responder a sus acciones, todos nos están mirando y no puedo mostrarme que estoy muy avergonzado por sus palabras, su preocupación y sus acciones, me levanto tocando mi mejilla de la cual siento el ardor viendo en mis dedos sangre, está herida tardará más de lo normal en sanar, ayudo a Simón y a Magnus a levantarse para que ambos estemos frente a frente con el otro dúo, saco de adentro de la chaqueta un frasco de forma de una botella de whisky con un líquido azulado casi celeste viendo a Ragnor, nunca le ha gustado tomar estas cosas, y siempre lo estamos obligando cuando pasa sus días acá, porque cuando el cambio de temperatura llega es imposible soportar sus gritos, sus llantos, sus insomnios, todo lo malo que le sucede.
— Fran — le digo.
Este me mira, se siente incómodo por tener a Ragnor a su lado, porque se puede sentir aún molesto, y sé cómo unirlos un poco para que sean amigos y este lugar sea unido.
— ¿Qué sucede Raphael?
— Primero gracias tanto a ti como a Simón por avisarle a Magnus— miro a Simón también para después mirar de nuevo a Fran— y por eso te encargaré un trabajo muy importante para esta familia.
Veo un brillo en sus ojos poco particular, no sé si son de molestia porque sabe que se va a encargar de un trabajo importante o está feliz porque se lo estoy encargando y le he recalcado que es muy interesante, solo daré por hecho que es el segundo y se lo voy a encargar igual, porque quiero y porque es mi polluelo.
— ¿Qué sucede? Creí que Simón Lewis, es el que se encarga de todos tus trabajos por ser tu mano derecha.
Le tiendo el frasco viendo como éste lo agarra y lo mira alejándolo de las manos de Ragnor que trata agarrarlo, Magnus me mira del otro lado un poco confundido porque nunca hemos dado este trabajo a nadie más que a nosotros mismos, pero esta vez estoy confiando en un polluelo nuevo que viene del lado de Camille, le sonrío para que no se preocupe y confíe en mi.
— En unos días el clima cambiará a frío en esta ciudad, y Ragnor lo sentirá por su herida, tú tienes que encargarte de hacer que beba el líquido, porque no le gusta el sabor y el olor, así que debes encargarte de verlo que lo tome todos los días hasta que el frasco se acabe.
— ¿Ahora quien es el niño?— pregunta burlesco— no te preocupes Raphael, yo me voy a encargar de esto.
Veo como Fran lleva a Ragnor a su cuarto mientras le encarga el frasco, solo hasta que vuelva, a Simón por el simple hecho de que como lleva a un peso sobre su cuerpo puede hacer cargo el frasco y no quiere que suceda, así que nos quedamos nosotros tres, Magnus se ha agachado a mi lado para curarme la mejilla con su magia mientras me mira con tristeza, sé que lo he asustado, soy su hijo adoptivo, el único por ahora capaz, y me cuida mucho, tengo que dejar de darles sustos así, trato de mirar si Simón sigue por acá, pero se ha ido, de seguro se ha dado cuenta de sus acciones y le ha dado vergüenza, después no podrá verme a la cara, puedo suponerlo.
— ¿Por qué le diste el trabajo que hemos hecho por años al polluelo Fran?
— Magnus, estos dos están molestos, mejor dicho el niño Fran por ser humillado por nuestro Ragnor, y lo que debemos tener en esta casa es paz y unión cuando todo se explote— le comento —además ahora tienes un amante y yo tengo trabajos, no tengo a nadie más que confíe en ese trabajo y se solucione todo.
— A veces no te entiendo, pero no es hora de hablar, ve a descansar, ya has tenido mucha aventura por hoy, mi corazón está palpitando con fuerza culpa tuya.
Asiento, para caminar hacia los pasillos donde me sobresalto cuando veo a Simón salir de la nada agachándose atrapando con sus manos mis pantorrillas, susurrando cosas rápidas que casi no le entiendo nada, una y otra vez repite lo mismo, pide piedad.
— ¿Qué dices?
— Me pediste que no dijera nada, me pediste que guardara el secreto, y yo no cumplí.
Lo levanto agarrándolo de la remera de la parte del hombro y lo sacudo un poco mientras comienzo a reír, paso mi mano por su pelo para desparramar un poco y seguir caminando a mi habitación, Simón es un caso especial, pide disculpas por cosas sin sentido como si fuera a regañarlo, cuando estoy lo bastante agradecido por haberme salvado una vez más, pero decírselo sería una pérdida de tiempo, solo dejaré que pase.
— ¿Por qué me tratas así?
Me detengo y me volteo para mirarlo en silencio, está casi en pánico desde su lugar, me mira casi asustado porque piensa que estoy molesto, tendría que estarlo, me ha tocado sin mi permiso, me ha abrazado, se ha agarrado a mi pierna, sus manos siempre tocando alguna parte de mi cuerpo, y no he dicho nada, no estoy molesto, tendría que dejarse de estar suponiendo cosas que no son.
— No estoy molesto, gracias por salvarme.
Volteo y sigo hasta mi habitación, antes de entrar vuelvo mi vista hacia Simón viendo cómo éste me está sintiendo, su pelo va desparramado por mi jugueteo antes, parece mucho más joven, cuando lo conocí llevaba lentes pero ahora que no lo lleva parece otro tipo de chico, me he acostumbrado a ello, no niego que la transformación le ha dado mucho más que bien.
— ¿Qué pasó? — pregunta asustado Simón.
— Me alegro de que los Nephilim te hayan dejado para mí.
Me sorprendo a mis palabras, entro a mi habitación cerrando la puerta de un golpe ¿Qué he dicho? Me asiento sobre la puerta y agarro la cabeza con mis manos apretando los dientes para no gritar. Veo como una carta llega a mi escritorio, lo cual me distrae de lo que me estaba haciendo avergonzar, camino hacia ella viendo la firma de Lilit.
"Raphael. Camille ha vuelto a las drogas y lo está haciendo con nosotros también, ya han muerto una docena por intoxicación, las drogas son de las Seelie, son mucho más fuertes y estamos más complicados. Está haciendo un acuerdo con los Nephilim para matarte a ti y a Simón. Robert Lightwood es quien está pasando las drogas y están armando un plan, no puedo saber cuál es, es privado, pero seguiré investigando."
Ahora más que nunca tengo que estar alerta, sabía que Camille podría hacer cualquier cosa con el fin de tener lo que ella quiere, así que no me sorprende en nada que se haya aliado a un hombre como Robert Lightwood, si desde el comienzo, cuando Camille me acuso y me encerraron por cinco años, ella sabía que estando yo ahí las drogas no serían permitidas, no estando yo todos obedecerían a sus pedidos, hasta consumir algo que no quieren, un acuerdo con Lightwood podría beneficiarlo a él para tener un clan subterráneo a su Merced, y ella tendría drogas sin preocuparse por conseguir.
— ¿Cómo hago para parar esto?
Busco una hoja y escribo dos palabras "Ten cuidado", no puedo fiarme de que Camille no sabe que mis intenciones es ella también, Lilit puede estar bajo su mirada por las mismas razones. Ella puede tener en sus venas esa sustancia, pero es inteligente, astuta, sabe cómo jugar a esto, por eso se ha unido a los Nephilim también, me sacara de encima a mí, ayudará a Lightwood a matar a Simón, y después hará que los Nephilim estén a sus pies de alguna forma, de seguro conquistará a Robert, pero eso no pasará, porque haré algo antes, trataré de evitarlo, aunque deba matarla.
— ¡Fran! ¡¿Dónde está mi almohada?! ¡Fran, devuelve mi almohada! ¡Fran!
Cierro los ojos a escuchar los gritos, Simón está por los pasillos gritando con fuerza, haciendo como si llorisqueara, a veces me olvido que es un adolescente que se ha complementado con otro más y mucho más inquieto e infantil, y que el silencio por partes de ellos nunca va a suceder, no entiendo ni quiero saber si en su vida mundana fueron así, pero es algo que deberían reprimir ahora, tampoco es que los vampiros vayamos mostrando comportamientos tan fuera de lugar, un vampiro está bajo control, sus emociones son equilibradas, su rostro es neutro y siempre está alerta a su alrededor, pero creo que aún estos dos niños no lo entienden, o yo estoy haciendo un mal trabajo que aún no le enseño de esto tan básico.
— ¡Fran! ¡Fran! ¡Dame mi almohada Fran! ¡Voy a llorar! ¡Quiero llorar Fran!
Camino hasta la puerta, abriéndola con fuerza para sacar mi cabeza y ver a Simón, aunque no está en este pasillo, pero puedo escucharlo cerca, salgo mientras saco la chaqueta de mi cuerpo, daré un aviso de que deben callarse y volveré a la habitación para recostarme un poco. Lo encuentro en el pasillo de Ragnor, está gritando a la puerta mientras está montando una escena dramática, de seguro Fran se ha encerrado ahí adentro, se ha llevado la almohada de Simón porque la habitación está más cerca y este al darse cuenta ha reaccionado así, lo entiendo, hay cosas que no deben compartirse con cualquiera.
— Simón.
Lo veo como se levanta y viene hacia donde estoy tomando de mí brazo y comenzando a moverlo de adelante atrás mientras hace sus labios en forma de un bebé encapuchado que le han quitado un juguete.
— Raphael, Fran me ha quitado la almohada sin siquiera avisarme, y no me lo quiere dar. ¡Dile que me lo d!
— Pero si casi nunca estás en tu habitación, ni usa la cama Simón.
— ¿Y? Sigue siendo mía, no tiene el derecho a quitar algo de mi habitación, tiene el suyo, esa almohada ya tiene mi aroma. ¡Raphael, has algo!
—Vete a tu habitación.
— Raphael, ayúdame por favor, yo te salve la vida, dos veces.
Suelto su agarre y dejo escapar una queja, cuando tiene razón se la doy, como ahora, si esa almohada es preciada para él y me está rotando casi comparando su salvación con que le dé su almohada entonces no puedo quejarme y ayudarle, pues le debo la vida, y más. Me acerco hasta la puerta para golpear, tres golpes significativo mío y se escucha el seguro de la puerta salirse, y la visión de Fran mientras ésta se abre, una sonrisa nerviosa y traviesa como la de un niño que acaba de hacer su travesura y una almohada con superhéroes estampados abrazado a su pecho, entonces una mano se interponen entre nosotros y me empujan hacia atrás cuando ambos polluelos comienzan a luchar, ambos agarrando de cada lado de la almohada, en el pasillo.
— ¡Fran! Déjalo, es mi almohada.
— ¡Simón! Pero dijiste que hoy no irías a tu habitación, que me lo prestarías cuando no estuvieras en tu habitación, que hoy ibas a salir sin que Raphael lo supie...
Entonces Fran se calla, deja la almohada y tapa su boca con fuerza mientras me mira a mí y a Simón una y otra vez, sabe que ha hablado de más, hace dos pasos hacia el costado y entra con rapidez en la habitación de Ragnor mientras cierra la puerta, le pone seguro y grita un "Lo siento Simón" con toda sus fuerzas, pero Simón no hace nada, me mira y agacha la mirada, sabe que esta vez sí está en problemas.
— A la sala polluelo, ahora.
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