(14)
Simón.
Sonrío a ver a Raphael tan orgulloso de nosotros, de mi por lo que he hecho, a pesar de que aún las lágrimas no quisieron amortiguar su caída, miro mi mano lastimada viendo como aquella carne quemada es renovada por piel nueva, es como si aquella herida no se hubiese causado, en parte me alegra ya que había visto mi mano hecha un desastre antes de que se comenzará a curar, por otro lado el ardor y dolor recorrían mi mano hasta llegar a toda parte de mi cuerpo, siento mi cuerpo tenso y ser recorrido por sensaciones inexplicables que trato de que se calmen, pero debe ser todo parte de aquel entrenamiento.
Lo que más me importaba ahora son las palabras de mi entrenador y aquella mirada de orgullo que me da, se ve tan feliz, como si supiera que aquello que ha propuesto ha sido lo mejor que decidió, y no lo dudo, si Raphael Santiago había sido entrenado con aquello y ha salido siendo uno de los mejores vampiros de la historia, entonces aquello haría magia con nosotros, y eso es lo que más necesito, ser alguien igual a ese vampiro, sin miedo y con seguridad propia para las batallas que se presente, quiero enfrentar a Robert Lightwood como lo he venido pensando por días.
— Entonces LadyBug es la misma persona que Marinnette y Chat Noir es Adrien, solo que con un traje de por medio, Adrien está enamorado de LadyBug pero no sabemos si de Marinnette, Marinnette está enamorada de Adrien pero no de Chat Noir y ese que apareció ahí es Luka, no sabemos tampoco que siente por él ¿Complicado no?
Fran después de un rato ha decidido volver a ocupar el control del televisor, según lo que había contado en su vida mundana amaba estar mirando por horas aquellos programas, se sabía cada serie, cada animación, cada película que pasa por ella, y ahora podía volver a tener un poco su parte mundana con él teniendo en su mano aquel aparato, yo era distinto necesitaba una computadora o un bajo para poder tener mi lado mundano, pero aunque quisiera pedirlo no siento la necesidad, primero necesito salir de los problemas que estoy teniendo.
He podido descubrir que Fran siente una atracción por las animaciones más que cualquier otro programa y que aquella serie que la había llamado "Miraculus" se la sabe de pies a cabeza, ahora esta explicándole lo que sabe a Ragnor a quien tiene más cerca y con el que mejor se lleva, Raphael no le negó hacer aquello solo se entretiene en la continuación del libro que siempre anda leyendo, y aquí estoy yo solo andando de distraído como siempre, fantaseando mi vida como hijo de la noche ya bien entrenado, y a la vez unos que otros deseos de matar a aquel hombre Lightwood. Observo cómo el vampiro mayor me mira para cerrar el libro y pararse.
— Simón, acompáñame.
Asiento para pararme y seguirlo, ambos caminamos en silencio hasta la terraza, nos quedamos bajo de uno de los techos donde una tela oscura pero transparente está ubicada delante de nosotros, es para poder observar el paisaje sin poder quemarse, sonrió a ver el día de Brooklyn otra vez a través de mis ojos, el cielo azul, el sol brillante, es como volver a sentirlo y a la vez no, estoy detrás de aquella barrera que le detiene.
— Mi querido Brooklyn, no había visto vuelto a ver los mañanas ni los atardeceres desde que me fui a Argentina— susurro— estoy tan feliz de volver a verlo de nuevo. ¿Qué necesitaba decirme Raphael? Creo que en minutos dejaré de escuchar para perderme en aquel cielo.
— Vi lo que hiciste hoy— dice el vampiro mayor— trataste de afrontar tus miedos, la primera vez que lo hice fue parecido a lo que tú hiciste, solo que aquella vez nadie me lo saco, veo potencial en ti polluelo, en verdad que hoy lo vi, veo que quieres venganza como yo también quiero, así que se me ocurrió proponerte ser mi mano derecha, si yo llego a dominar el clan, si saco a Camille, si mato a los que me hicieron sufrir tú serás el segundo al mando en esta gran ciudad ¿Qué dices? Nadie más te tratará como un ser inútil, ex mundano y perro de los Nephilim, solo serás Simón Lewis, vampiro segundo al mando, respetado por todo submundo por ser mi mano derecha.
Le miro sorprendido buscando una pizca de diversión en su cara, pero no es así, el vampiro mayor me mira con seriedad, una de sus cejas levantadas esperando una respuesta de mi parte, trago con dificultad, me está proponiendo un puesto en el clan de los hijos de la noche de los cual todos sueñan y nadie consigue, negarse a ello era como negarse al trabajo más importante de mi vida.
Pero debo pensarlo, derrocar a Camille será difícil y a la única persona de la cual me quiero vengar es de Robert Lightwood, de nadie más, no quiero asesinar a más personas que no sean culpables, miro de nuevo a Raphael colocando una media sonrisa, me está ofreciendo más de lo que pienso a pesar de ser recién un subterráneo, y sé que no puedo recibirlo, no soy apto para aquello, solo soy otro polluelo más que quiere hacer sentir orgulloso a su maestro y lograr ser apto para ser un vampiro como los demás.
— Es muy bueno lo que me prepones Raphael— respondo.
— ¿Pero...?
— No creo estar a la altura para ser tu mano derecha, además mírame lo que hice hoy fue un impulso, aún le tengo miedo a tantas cosas y no sé si cuando termine este mes llegaré a ser del nivel que tú exiges.
— Piénsalo con calma, cuando termines estos entrenamientos, cuando yo les diga que ya están listo para ser vampiros entrenados, entonces tú me vas a responder— dice Raphael— ahora vamos a la sala, nuestra charla a terminado.
Sin decir nada más caminamos de nuevo hacia adentro donde está la sala, antes dedicándole una mirada al paisaje para guardarlo bajos de mis parpados, sonrío con alegría mientras sigo a Raphael, camino a su lado sabiendo de aquella propuesta que se me ha ofrecido ¿Seré digno de ser la mano derecha de él? No lo sé, ni lo creo, tampoco estoy seguro que al finalizar aquel mes llegare a estar entrenado y a la altura de lo que aquel vampiro quiere, si Raphael vuelve a preguntarme al final de mes entonces veré que en verdad que lo que propone es enserio, pues ahora sus palabras son diferentes, no me llegan a mi corazón, se con certeza que de potencial no tengo nada, no he mostrado nada más que un impulso que se que no se volverá a mostrar.
— No les cuentes a nadie de estas noticias, a veces la envidia puede arrebatar todo de un minuto a otro— susurra— se precavido, silencioso e inteligente, eso tiene que tener un vampiro como parte de su ser.
— Entendido.
Volvemos a la sala después de unos minutos, me vuelvo a sentar al lado de Fran mientras le dedico una sonrisa mínima a ambos subterráneos para tranquilizarlos, tanto a Ragnor como mi compañero de entrenamientos, aunque los sentimientos que recorren dentro de mi cuerpo son muy diferentes a los que dejo transmitir, siento una pizca de orgullo dentro mío que nadie puede ver, veo como Raphael sonríe a lo lejos mientras vuelve a leer su libro, tengo que haberlo supuesto, pues ambos somos vampiros que podemos descifrar el olor de las emociones, trato de no prestar atención, pues aquella sonrisa me deja un poco hipnotizado, mostrando pequeños hoyuelos de los cual era raro de ver.
— Se te cae la baba— susurra Fran divertido.
— Mira las tuyas, llegan al piso— respondo.
— Yo creo que se les cae las babas a ambos.
Los dos nos sobresaltaron para pegar un mini gritito por el susto y dar un brinco en el sillón, asustados miramos como Magnus está detrás de nosotros, con una sonrisa gatuna haciendo brillar sus ojos verdes dorados mientras deja que unos de sus dedos se pose bajo su barbilla, no lo habíamos visto llegar ni habíamos podido oler su olor de brujo cerca, aquello de haber llegado por arte de magia era una buena explicación pues era un brujo, pero no estábamos seguro de que fuera eso, sino que andábamos de distraídos.
— Moriré del susto si llegas a hacer eso de nuevo— susurra Fran— ¿Cómo apareciste? Tendría que haber olido tu aroma desde lejos.
— Soy el gran brujo de Brooklyn y un buen brujo no revela su secretos— responde Magnus guiñando el ojos— ¿Qué hacen tan tempranos levantados mis chicuelos? ¿Quieren algo para tomar?
— Primero no es temprano, va a ser medio día en una hora — responde Raphael— y segundo, los polluelos no pueden tomar nada que sea alcohol hasta después del entrenamiento de comida, así que no los invites a tus borracheras mañaneras, menos cuando es de una pena amorosa.
— Touché — comenta Ragnor entre risas.
El brujo se sienta en un sillón violeta que parece ser inclusive para él ya que después de sentarse y un golpecito en ella con su dedo que dejaba escapar chispas azuladas, una copa pequeña con un líquido transparente apareció en su otra mano que estaba desocupada para llevarlo a sus labios y tomar a sorbos largos, yo solo le mire, no es que le sorprendiera ver a alguien tan peculiar vestido, si no que me llamaba la atención que el gran brujo de Brooklyn encontrará siempre la ocasión para lucir bien, con una bata llena de purpurinas, esta semi-abierta, sus ojos delineados y decorados con diamantes pequeños, una barba de candado con labios pintados, uñas largas y negras con anillos de todo tamaño entre sus dedos, pelo peinado en punta con diferente colores y un bronceado para morir de envidia, Magnus no se le ve que siente vergüenza de cómo se viste o como es, si no que está orgulloso de su naturaleza a adoptar aquel estilo.
— Raphael — dice el brujo después de un rato.
Pues después de su llegada todo ha vuelto a la normalidad, Ragnor ha adoptado también aquel hábito de leer un libro que hizo aparecer con su magia y beber lo que Magnus le ha ofrecido, Fran se ha enredado con una animación y Raphael no deja de leer su libro, solo yo como Magnus nos miramos a la cara sin decir nada, pero no le he mirado por mucho tiempo, aquella mirada me intimidaba mucho más cuando el brujo se está divirtiendo mostrando su marca de brujo donde sus ojos felinos suplantaron sus ojos humanos. Pero si me dedico a escuchar la conversación.
— ¿Sí?
— Tus polluelos me causan náuseas— dice Magnus.
Llamando la atención de todos los que estamos en la sala por sus palabras tan honestas, y aunque quisiera reprocharle aquellas palabras del brujo no digo nada porque en cierto sentido me considero también así, siempre hay un motivo para aquello.
— Lo sé, pero vive con ello— responde el vampiro mayor— yo ya me estoy acostumbrando y Ragnor también.
— No seas estúpido— murmura Magnus— como puedes dejar que estos polluelos se sigan vistiendo así, tan mundanos, si yo fuera tú la primera regla que le hubiese impuesto es saber combinar y vestir, no me llaman el gran brujo de Brooklyn por nada, acuérdense bien que yo le di esa vestimenta tan característica de los hijos de la noche como de los demás clanes ¿Acaso no se los has dicho a estos niños?
— ¿Por qué no lo haces tú? Te doy todo el derecho a modificarlos como se te guste.
No sé qué es lo peor, que Raphael nos entregue a Magnus como si no fuéramos nada o ver al brujo con aquella mirada que da miedo, no lo sé, veo como la magia del moreno nos rodean a mí como a Fran para transferirnos a una habitación diferente a la que estábamos, sé que no será la mejor experiencia que voy a tener, no se tampoco de que es capaz de hacernos Magnus Bane en aquella habitación, solo rezaremos para que nada malo nos suceda en aquel rato que el brujo nos tuviera a su disposición y que si Ragnor podía salvarnos lo hiciera antes de que aquel sufrimiento comenzara para que ninguno saliera afectado.
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