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Con el cruel pasar de los años y la vida, me he dado cuenta de que tendemos a entregar a otros lo que aprendimos cuando éramos más jóvenes. Niños. En especial cuando se trata de amor, y dios, Jackson, tú tenías una forma muy particular y extraña de amar, ¿quién podría juzgarte por ello?
La historia detrás de tu complicada figura paterna es una que has contado ya a los medios, por lo que, al menos en ese punto, no me siento ligeramente culpable por desvelar algunos detalles. Recuerdo bien la noche en la que me contaste la historia de un hombre con espíritu libre que estaba atado a una vida que nunca deseó realmente, sí que un día, cuando conoció a un alma con las mismas ganas de volar, simplemente extendió las alas y emprendió un viaje a su lado. No es sorpresa que lo dijeses estando más ebrio que de costumbre, y tampoco que a mí me resultase complicado distinguir si lo que encontraba en los matices de tu voz era recelo o admiración. Mientras más lo analizo, más pienso que tal vez se trató de ambos. Recelo porque le odiabas por dejarte atrás, por haberte abandonado en las manos de una mujer que no era mucho mejor para ti de lo que lo era él. Y la admiración por la capacidad de hacer lo que quiso sin importarle, literalmente, nada. Ni tú, ni tu hermana, ni tu madre.
Tu madre, ¿qué podría decir sobre ella que no hayas dicho ya tú? Cualquier cosa que mis labios pudiesen pronunciar sería casi un halago para aquella mujer que te dio la vida. Ella fue una persona que solo deseaba la vida idílica de la típica familia de los suburbios, nada más ni anda menos, pero no la consiguió; aunque mucho se esforzó en hacerle creer al mundo que sí. Una mujer cuyo amor para ti siempre fue condicionado, y cuando deseaste explorar tu propio camino lejos de sus expectativas, te echó de su vida al son de que eras exactamente lo mismo que su exesposo, al que tanto odiaba.
Yo tuve un ejemplo muy distinto, pues mis padres siempre fueron incondicionales conmigo, y entre ellos siempre pude vislumbrar al equipo más poderoso que nadie ha presenciado en su vida. Incluso a pesar de sus discusiones o de los malos tiempos, siempre fueron firmes ante el clima.
Yo entiendo a la perfección que el tiempo pasa, la gente crece y las experiencias que nos tocan atravesar nos invitan a conocer nuevas oportunidades, diferentes escalas de color en nosotros mismos, incluso formas más novedosas y mejores de amar; el problema de eso es que el tiempo solo logra un cambio en aquellos que desean moverse con él y continuar avanzando. Yo siempre quise fluir con la existencia, ver qué era lo siguiente para mí incluso cuando las posibilidades me aterraban; él estuvo detenido en el mismo sitio mucho antes de hacer su aparición estelar en mi vida.
Hasta donde yo llegué a saber con el tiempo, Jackson solo estuvo con tres parejas formales en su vida. Paige, una chica en California antes de que se mudase a Nevada, y yo. Tal vez es una opinión prejuiciosa de mi parte, y quizá no ha hecho otra que incrementar conforme me he vuelto mayor, pero ¿qué es lo que puedes aprenderle a un amor adolescente y quinceañero? Yo no pienso que pueda ser mucho, pues yo no aprendí nada provechoso de las novias que tuve cuando tenía esa edad. ¿Y qué pudo aprender de estar con Paige? Si desde el inicio lo suyo estuvo tan o más torcido que lo nuestro; siempre con las infidelidades de él, las infidelidades de ella, las faltas de respeto mutuas, pero, por encima de todo, la incapacidad que ambos tenían de deshacerse de lo que tanto daño les hacía.
Así pues, cuando llegaste a mis manos, ¿qué hubiese podido yo cambiar en ti? Era demasiado joven como para ser capaz de enseñarte algo, además de la manera incondicional en la que me enseñaron a amar. Tan incondicional era hacia ti, que siempre tuve la impresión de que al final serían los medios quienes eventualmente terminarían por apartarnos del otro. Si me permites decirte algo, es que con todo lo que sucedió, al final en serio hubiese preferido un millón de veces más que fuese de ese modo.
Aquella tarde se me pasaron tantísimas cosas diferentes por la cabeza con la velocidad de un parpadeo, todas desatándose apenas escuché a Raphael hacer mención de aquel departamento. Admitiré que, a pesar de la marihuana aligerándome la cabeza con su humo, sentí como si una fuerza casi magnética me hubiese atado los pies a dos pesados bloques de plomo, impidiéndome caminar o volarme adecuadamente para continuar restándole importancia a todo lo que estaba sucediendo en ese momento.
A estas alturas de la tortura, no creo que sorprenda a nadie si confieso que lo primero que pensé fue la posibilidad más inocente de todas las que tenía sobre la mesa; quise pensar que aquello no era otra cosa que una sorpresa de Jackson para mí, que por un desafortunado incidente fue desvelada antes de tiempo. Después de todo, lo primero que recordé fue los comentarios que Jackson había hecho las primeras semanas luego de terminar el tour, apenas volver a California, sobre su intención de mudarnos a otro sitio y que lo pospusimos por estar tan ocupados trabajando en Royal Red.
Mientras mi cerebro cavilaba dicha posibilidad, vi en la mirada de Raphael que nuestro agente no supo por qué, pero entendió que metió la pata, motivo por el cual optó por cerrar la boca y no decir nada más que pudiese hundirlo en el lodo, o en ese caso, en el enfado de Jackson, con el cual nunca era sencillo lidiar. Le pregunté de nuevo al respecto, pero en lugar de responderme hizo un gesto breve con la cabeza.
Todavía recuerdo lo difícil que fue dar una respiración profunda y girar la cabeza para poder enfrentarte directamente. Creo que me di cuenta de que sería una sorpresa, aunque no la que yo esperaba, en el instante en que me sumergí en aquella mirada tan azul y viva de siempre, pues noté cómo ese océano se enturbió con algo que yo ya reconocía bien como culpa. Tú culpa. Se me apretó el corazón, tuve que llamarlo un mal presentimiento, porque me hubiese roto por completo reconocerlo como un «no otra vez».
―¿Qué departamento, Jackson? ―Me sorprendió el tono suave y temeroso que utilicé al referirme a él, porque continuaba furioso porque no pensase en mí, sin embargo, también estaba aterrado de saber qué era lo que había detrás de todo eso.
―Ale, mira... ―Se trató de acercar a mí, sin embargo, estaba tan a la defensiva que le advertí, con una sola mirada, que no era la mejor idea hacerlo en ese instante.
―¿Qué departamento?
―Vamos a hablarlo a otro sitio, ¿quieres?
Yo no quería, sin embargo, ya estaba intuyendo que todo eso no iba a un sitio que fuese a gustarme, por lo cual tampoco quería ser (más) humillado frente a Raphael, por lo que accedí a que nos fuésemos a otro lugar. Nuestro agente nos dejó marchar, sin embargo, nos dijo que tendríamos que continuar hablando sobre el tema por el que estuvimos ahí en primer lugar otro día
A veces pienso que jamás en mi vida fui tan consciente de mí mismo como aquella tarde, mientras caminábamos en absoluto silencio fuera del edificio de nuestra disquera y salimos a la calle, bajo el sol abrasador del cruel verano californiano. Y recuerdo cómo quemaba mi cabeza, tanto que mis cabellos parecían a punto de prenderse fuego, y que comencé a sudar y me costaba trabajo respirar no solo por el aire seco de la ciudad, sino por el dolor de estómago que siempre me preparaba para las peores noticias; para todo eso que yo nunca quería escuchar.
Recuerdo ser incapaz de sonreír cuando dos chicos nos pararon apenas unos metros después para saludarnos, y que no pude decir una sola cosa cuando Jackson me guio hasta un restaurante en el centro y se nos acercó el mesero a preguntarnos nuestra orden, por lo que él tuvo que pedir por mí. Casi podía sentir los latidos de mi corazón, la sangre corriendo por mis venas y mis neuronas conectándose unas a otras ante cada nueva mala posibilidad que se me pegaba a la piel.
Jackson, hoy, al igual que hace unas semanas, tu nombre ha vuelto a ser el encabezado de los periódicos y revistas más importantes incluso de este lado del mundo. Me parece casi inaudito que todo eso tenga que sucederte mientras yo escribo lo que nos sucedió hace tanto tiempo y que, aunque quieras pensar que no, es... tan parecido. La vida siempre se repite, es un ciclo que jamás se detiene y todo lo que hacemos es atravesar las mismas situaciones una y otra vez con diferentes personas, o desde perspectivas muy distintas.
La noticia no era la misma que hace tantos días, aunque bien sé que mucho tuvo que ver, porque todo el mundo se cansa en algún momento. No me ha sorprendido después de lo de la última vez, y no me asombra conociéndote tan bien como lo hago, incluso después de tanto tiempo. Aunque sí, una parte de mí está decepcionada, no puedo ocultarlo ni negarlo, desearía que el tiempo te hubiese llevado por corrientes distintas.
No me vayas a malinterpretar, no estoy decepcionado por la acción en sí, sino porque no puedo parar de preguntarme una y otra vez qué habría pasado si a nosotros nos hubiese sucedido lo mismo en su debido momento. ¿Qué tanto habrían cambiado las cosas? ¿Mis decisiones y las tuyas hubiesen sido las mismas? ¿Y las de Paige?
Cuando lo supe aquella tarde de 1995, fue casi como haber recibido un golpe seco en la cabeza; me dejó aturdido y perdido, mareado, jadeando en busca de aire y tratando con desesperación de hallar una vez más la estabilidad necesaria para caminar. Por un instante ni siquiera te escuché, no oía nada además de la sangre corriendo dentro de mis oídos, a decir verdad. Y no pensaba en otra cosa que no fuese una rabia tan agria que te nubla la vista; antes lo hubiese confundido con un corazón roto, pero aquello fue distinto. Mi corazón roto ya estaba, aquello fue solo caer en cuenta de que repararlo me tomaría toda una vida. A veces he llegado a pensar que ni siquiera una vida tiene el tiempo suficiente para olvidarme de ello por completo, pues incluso cuando creo que estoy bien, algunas noches todavía me asfixia antes de dormir.
¡Hey! La semana pasada (miércoles y domingo) no hubo capítulos. El resumen es que no estuve en casa, tuve una especie de... fuga de unos días en pos de mi salud mental, pero he vuelto. Aquí está el capítulo del miércoles y en unos minutos les subo el del domingo. ¿Noticias? El próximo domingo último capítulo. <3
Los amo, bai.
Xx, Anna.
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