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Seguimos trabajando en nuestra música, avanzando en nuestra relación, experimentando lo que nos ofrecía el mundo y viviendo como si las sombras fuesen más seguras que salir a darnos un baño de sol.
Los meses transcurrieron y no en vano, grabamos los vídeos para los singles del disco y los lanzamos, incluso cuando al álbum completo le faltaban semanas para estar listo. Éramos rápidos, estábamos ansiosos y deseábamos que el mundo volviese a prestarnos atención, que pusieran sus reflectores en nosotros. Después de todo, mucho descanso tuvieron durante nuestra ausencia tanto de los escenarios como de las radios.
A inicios de noviembre de 1993, estando en el estudio, Bryan entró con periódico en mano y lo dejó caer sobre mis piernas, sin importarle la guitarra, mientras me preguntaba si ya había visto quienes estarían en California en unos días. Supe de quién hablaba incluso sin mirar el encabezado de las noticias; le di un vistazo solo para confirmar mis más terribles sospechas.
Meses atrás, él les comentó sobre mi gusto por Depeche Mode; esperaba que me hiciesen desistir a su música, que a ellos tampoco les gustaran, sin embargo, contrario a ello, resultó que Bryan también era fan. Les pregunté cómo, siendo mejores amigos, no conocían algo tan básico; la respuesta fue que cuando estaban solos era siempre Jackson quien controlaba la música, cosa normal incluso conmigo, y en realidad nadie lo veía mal, pues su gusto era bueno. En el departamento nunca faltaban Bryan Adams, The Outfield, The Cure, algunas pistas de Queen e incluso Nirvana, luego de que Jackson se obsesionase con Bleach y Nevermind.
La cosa era que, como yo bien sabía, mi grupo favorito estaría pisando tierras californianas y yo, teniendo por primera vez mi propio dinero para darme ciertos lujos, no tenía un boleto para el concierto.
―¿No vas a ir? ―Me preguntó Bryan, interesado.
―Quisiera, pero no. ―No me esforcé en disimular mi decepción―. Tenemos aún mucho trabajo, y tanto Oakland como San José y Sacramento quedan lejísimos. No hay manera.
―¿No tenían fecha para San Diego?
―Las investigué el otro día, los boletos están agotados. Ya será para la próxima.
El tema quedó ahí, ni siquiera lo recordé durante los siguientes días, pues me sumergí de nuevo en la ajetreada rutina a la que tanto cariño le había tomado: despertar temprano, desayunar con Jackson, ir al estudio y comer ―cuando se podía― con los chicos. Desgastarme las yemas de los dedos hasta que ardían incluso pese a los cayos, corear dentro de la cabina hasta que la garganta me dolía por mi mala técnica vocal. Regresar a casa por la noche, cansado y no siempre feliz, aunque sí satisfecho de poder dormir entre sus brazos.
Entonces, el día en que me levantó de la cama pasando ya bastante de las doce de la tarde, fue un dieciséis de noviembre. «Cancelé la grabación de hoy, necesito ir a ver a un amigo. ¿Me acompañas?», dijo, luego de despertarme con un beso. Me negué una, dos y hasta tres veces, no obstante, consiguió arrastrarme fuera de la cama, hacer que me vistiera y me subiese a la camioneta de Sam, que le prestó su vehículo a falta de uno propio.
Avisé que me dormiría luego de colocarme el cinturón, pues la noche anterior nos desvelamos incluso más de lo normal; nos habíamos quedado hasta altas horas de la madrugada en la cabina, y tampoco me dio tregua cuando estuvimos a solas en el sitio que llamábamos hogar. No es como que hubiese querido que me la diese. Por supuesto replicó, sin embargo, dejó el volumen de la música bajo para dejarme descansar y se aseguró de no ser demasiado brusco a la hora de frenar.
Estuvimos en carretera por un par de horas; cuando desperté, el sol que me daba en la cara me dijo que eran más de las cinco y no faltaba mucho para que llegase el atardecer. Le pregunté a qué hora veríamos a su amigo, pero todo fueron rodeos durante un buen rato; me olvidé del tema al cabo de poco, cuando decidimos comprar algo de comida rápida. Estábamos en la camioneta degustando unas hamburguesas muy baratas cuando, con una sonrisita gatuna, rebuscó dentro de los bolsillos de su chaqueta.
―¿Puedes leer esto por mí? Desde la mañana estoy un poco borroso y no distingo bien las letras ―comentó, sacudiendo un poco la cabeza, y extendiéndome dos rectángulos de papel grueso.
―¿Estás borroso y aun así condujiste? ―Lo recriminé, ganándome una mala mirada de su parte.
―Solo léelos, no seas aguafiestas.
Los observé durante un instante, al principio creyendo que era una broma y después deseando lanzarme hacia él por ser la mejor persona que pudiese haber elegido en la vida. Tenían mucho texto, muchos números, lo que más llamó mi atención estaba justo al centro: «Depeche Mode – Devotional Tour. Sports Arena. 16-11-93 20:30H». Guardo el boleto, así como uno de la primera vez que Waterhunt se presentó en un teatro y otro de la última vez que tocamos juntos. Yo no iba preparado para un concierto, no obstante, ya que estábamos ahí iba a disfrutar esa noche.
Me llevó hasta el recinto, y yo no era capaz de discernir si era más feliz por la oportunidad de ver a un grupo que admiraba tanto, o que él fuese conmigo pese a que no le gustaban. Lo vi como un pequeño sacrificio, no importaba si no eran de su agrado porque no estaba ahí por ellos, sino por mí. Eso me envió a las nubes durante el resto de la noche, incluso más. Nos mezclamos a la perfección entre la masa de cuerpos difuminados en la oscuridad, cuyas siluetas apenas distinguía por la luz que manaba desde el escenario.
Aquella arena me parecía monumental; observé fascinado alrededor, a las pantallas; y cuando la banda por fin salió al escenario y comenzó a tocar, me sentí abrazado por una inconfundible calidez. Coreé mis canciones favoritas, como Behind the Wheel o Somebody, con toda la fuerza que encontré en mi pecho; tan fuerte que acallé incluso mis pensamientos. Me divertí como nunca antes y fui consciente, justo ahí, de que años más tarde cuando voltease hacia atrás recordando ese momento, lo haría catalogándolo como uno de los días más felices de mi vida. Lo fue, así pienso en él.
Hubo dos momentos durante el concierto que lo significaron todo para mí. El primero llegó en medio de Walking in My Shoes, pues por primera vez en mucho tiempo sentí paz por las decisiones que estaba tomando y el rumbo que estaba adoptando mi vida. Pensé que estaba bien si me equivocaba, una equivocación no significaba nada. Eso me soltó y me permitió entregarme por completo a la atmósfera que me rodeaba, experimentar lo que era estar en la pista y no sobre el escenario. Me preparó asimismo para experimentar a flor de piel el segundo momento importante.
Reconocí los primeros acordes de Enjoy the Silence al instante, y no me contuve de gritar y saltar al ritmo de la melodía mientras Dave Gahan bailaba en el escenario, retorciéndose como si nada le importase. Todo estaba teñido de un profundo color azul, y yo me encontraba tan embriagado del presente que ni siquiera caí en cuenta por completo del instante en que noté a Jackson acercarse detrás de mí, rodeándome en un abrazo mientras acariciaba mi oído con su aliento; estaba cantando la canción.
Me tomó varios segundos percatarme de que, por primera vez en casi dos años, se permitió darme una muestra de afecto en público y nadie nos prestaba atención, lo que me hizo estallar de alegría pura; me hizo comenzar a fantasear con una vida en la que quizá podríamos hacer aquello sin la necesidad de que fuese en un sitio oscuro, rodeados de un océano de gente entumecida por la música.
«Todo lo que siempre he querido, todo lo que siempre he necesitado, está aquí en mis brazos». Era la letra, pero no la cantaste, sino que la pronunciaste para mí con una cadencia lenta y ponderosa, como la de una poesía, sin el ritmo que marcaban los sintetizadores. Solías decir que lo que mejor se te daba era cantar, yo creo con fervor que llegaste al mundo con el talento para enamorarme sin esforzarte siquiera.
Recordarlo es hermoso porque esa la naturaleza del enamoramiento.
Si algún día nos vemos, cuéntame si yo era capaz de hacerte sentir algo sobrenatural en las entrañas con solo escuchar mi voz. Si deseas preguntarlo de vuelta, hazlo, no esperes que mi respuesta venga con palabras; búscala en la forma en que evadiré tu mirada. Nunca miro a los ojos cuando quiero esconder la verdad, y mi verdad, aunque no sea sorpresa, es que siempre pienso en ti.
¡Ya es domingo! Y no saben cómo se me queman las habas por subir los capítulos que vienen, tengo que controlarme muchísimo jajajaja. Espero que les guste, esta vez hubo algo más soft y bonito. En multimedia les dejé una grabación de Enjoy The Silence del tour del que habla Alessio, esa canción forma parte de la lista de reproducción de AFTQ, y hablando de ella, casi la tengo completa y quiero que la vean también. ;u;
Como ya es costumbre, aquí unas preguntas sobre el capítulo: ¿si no los lleva a un concierto de su grupo favorito, realmente los merece? Ah no, ya, ¿qué les pareció? ¿A qué apuntan que pase en los siguientes capítulos? Leo teorías. 7u7
Nos leemos de nuevo el miércoles, cuídense mucho. <3
Xx, Anna.
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