15
Los dos primeros besos que compartimos representaron un cambio, no debí sorprenderme cuando el tercero no fue la falta a la regla, siendo que por primera vez era lo que esperaba que sucediese.
Ni Jackson ni yo comprendimos del todo lo hacíamos y, pese a la charla, así como todas las disputas que mantuvimos con nosotros mismos en la soledad de nuestras mentes durante tantos meses, las dudas intrínsecas a lo novedoso estuvieron ahí. No estábamos preparados para ello, pero decidimos continuar.
Era extraño y emocionante a partes iguales cuando, estando con los chicos, alzaba la vista y lo hallaba contemplándome desde el otro lado de la habitación, entonces los dos sonreíamos. Para mí, el caer en cuenta de que ahora era capaz de darme el lujo de mirarlo a los ojos sin experimentar la necesidad de apartar la mirada a toda prisa, fue liberador.
No obstante, pese a todo lo redentor que pudiese resultar no tener que esconderle todo ese cúmulo de pasiones dentro de mi pecho, no disipó la culpa. A veces, cuando nadie nos prestaba atención, él me tomaba por la camiseta y plantaba un beso clandestino sobre mis labios, o casi de casualidad me comentaba lo bien que me veía antes de dar un show. En algunas ocasiones, bastaba con notar la forma en la que me observaba, de maneras que no puedo describir sin atravesar límites a los que hasta ahora no he llegado. Una parte de mí se revolucionaba y mi sistema nervioso largaba corrientes eléctricas por todo mi cuerpo con el solo pensamiento de sostenerlo cerca; entonces llegaba a mi mente Violet, Paige o las dos.
No me siento orgulloso de muchas de las cosas que hice o las mentiras que dije, mucho menos de haber traicionado la confianza de una chica que, pese a todo, siempre procuró estar ahí para apoyarme en los caminos que decidiese tomar. En todo momento fui consciente de que iba por un camino erróneo, sin embargo, tampoco creía estar preparado para plantármele frente a frente y romperle el corazón. Fue por eso que esperé y esperé por el momento adecuado, y cuando terminé con ella fue bajo la excusa del poco tiempo, lo cual tampoco era una farsa del todo; pronto saldríamos en nuestra primera gira por el oeste de Estados Unidos, en un tour que no pretendía ser corto.
Hubo muchas lágrimas, lamentos y propuestas para hacer funcionar lo nuestro a pesar del tiempo y de la distancia que amenazaba con interferir entre nosotros; me ahogó verme incapaz de decirle que lo único que se atravesaba entre ella y yo era una capa de hielo inquebrantable, porque todo mi calor se enfocaba en una dirección muy distinta.
Mis padres también me cuestionaron al respecto de mi decisión sobre terminar con Violet, después de todo sostuve mi mentira durante mucho tiempo, pero no tardaron en desistir del tema. «Ya encontrarás a otra mujer que te haga feliz», dijo mi padre una noche, en la cena. Debes recordarlo, estabas ahí.
Lo nuestro no poseía ningún nombre, pues en ningún momento se mostró interesado en tratar el tema. Él optaba por «ver qué sucede» y yo accedí sin protestar siquiera. Ahora me arrepiento de eso, pues mucho hubiese solucionado a largo plazo el haber dejado las cosas claras; lo que sucedió es que a mí me asustaba perderlo como hice en ocasiones anteriores. Me paralizaba la idea de desaprovechar lo que gané solo por mi ambición de obtener más. Aun así, no puedo echar todos los cargos sobre nuestros hombros, pues mucho tuvo que ver lo que nos rodeaba.
Bryan y Sam eran buenas personas, al igual que muchos de los individuos con los cuales nos codeábamos debido a nuestra música; el único problema era que casi todos profesaban la misma ideología de mis padres. No podía culparlos, el pensar que era algo sucio que un hombre besase, desease o amase a otro, era algo que yo clavé en mi propio cerebro durante toda mi infancia y adolescencia, incluso en mi adultez, a veces hasta después de empezar a delirar por Jackson. Y el remordimiento era abrasador, dolía, aunque no tanto como el temor de las consecuencias que pudiese recibir si ellos se enteraban.
Yo prestaba atención, siempre escuchaba lo que decían al alrededor. Algunas cuantas figuras ya por ese entonces se mostraban abiertas a mostrar sus preferencias, y cuando el tema estaba sobre la mesa, notaba que Jackson igual atendía interesado a la charla.
―Es un asco. ―Indicaba alguien, y él me dedicaba un vistazo de soslayo―. Solo imaginarlo... no sé, me revuelve el estómago. No me imagino lo mal que deben estar para hacer esas cosas.
Entonces dejaba de mirarme y se acercaba a Paige.
La distancia entre nosotros durante esas reuniones era espantosa, pues era como volver por unas horas a aquellos días en los que solo éramos capaces de profesarnos apatía. Si yo me marchaba a casa después de eso, era con la sensación de tener un vacío en el pecho; si me encontraba contigo era mucho peor, porque te acercabas a mí, me acariciabas el rostro, me hablabas con suavidad y me besabas, solo consiguiendo aumentar la violenta tormenta en mi interior.
―¿Tú crees que sea cierto? ―te preguntaba por lo bajo, y tú, recargado sobre mi hombro, no eras capaz de darme una respuesta―. ¿Y si sí?
Nunca respondiste siquiera qué era lo que pensabas al respecto. Me callabas poniendo tu boca sobre la mía y ya.
Algunos días eran así, y otros era como el rey del mundo; luego de dar un espectáculo, con el pulso enloquecido, el sudor goteándome por el rostro y en medio de la fiesta que siempre llegaba después, aguardando el momento de la madrugada en que vinieses a mí. Me arrastrabas lejos para dejarme probar tu lengua con sabor a whisky y me regalabas la clase de caricias que me dejaban rogando por más en medio de la noche.
Algunas veces era realeza; otras, el objeto de desprecio de mis propios amigos sin que ellos se diesen cuenta. Era verano e invierno varias veces por semana, valor por las noches y pesadumbre por las mañanas, una hoguera cerca de ti y un iceberg si me alejaba un poco.
¿Te pasaba lo mismo? ¿Era por ello que algunos días me alentabas y otros, sin previo aviso, me empujabas fuera? Si es así debo ser objetivo contigo y aceptar que era más usual para mí encontrarme con tu calor y tu cariño; tú también se justo conmigo y admite que el miedo no era motivo suficiente para enredarme como tú lo hiciste.
¡Heeey! Qué rápido pasan los días, apenas parpadeo y ya es hora de actualizar otra vez. Voy avanzando rápido con esta historia; cuando la acabe creo que voy a poder comenzar a actualizar tres veces por semana. Créanme, me queman las habas por actualizar mucho pero tengo que controlarme.
Ya sé que el capítulo de hoy es un poco corto, pero es con mucho amor. ¿Qué les ha parecido? ¿Cómo creen que se sigan desenvolviendo las cosas entre Ale y Jackson?
Nos vemos el domingo. <3
Xx, Anna.
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