Ruptura y decisión
Tanjiro estaba distraído, todo el mundo podía notarlo, especialmente Zenitsu, la gentil melodía que emanaba de él parecía haber sido corrompida, las notas que producía su corazón sonaban en esos días dispersas y disonantes, hacía que Zenitsu quisiera llorar. ¿Qué podía haberle sucedido a su amigo para que sonara de aquella manera? No creía que simplemente hubiera sido la misión a la que fue enviado, no, Tanjiro era muy fuerte, la última vez que sonó tan alterado y triste fue cuando Rengoku estuvo entre la vida y la muerte, pero ahora, que él supiera, nadie cercano a ellos había muerto... entonces ¿por qué sonaba como si tuviera el corazón roto?
- ¡Joven Kamado! Tu cuarta postura no debería verse de esa forma, estas distraído.
- Lo siento Rengoku san...- dijo apenado. Deseaba meterse en un agujero. Desde hacía dos noches atrás, cuando estúpidamente intentó besar a su maestro creyendo que este sentiría al menos algo de atracción por él no había podido mantener el ritmo de los entrenamientos, su mente siempre se dispersaba impidiéndole concentrarse. Pero estar tan cerca de Kyojuro no le hacía nada bien. Rengoku estaba allí como si nada hubiera ocurrido, y siendo sinceros era mejor así, no soportaría que el pilar le hablara sobre lo ocurrido, era ya demasiado amable por no pensar en sus actos como una ofensa y enviarlo bien lejos por atrevido.
- Umu, ¡quizás deberíamos tomarnos el resto del día libre! - dijo después de pensar por unos segundos - ¡hemos estado entrenando sin parar incluso después de las misiones!
Zenitsu saltó de alegría al escuchar aquello.
Inusuke dijo que quería visitar a alguien.
- Siento causar tantas molestias, Rengoku san - dijo inclinándose.
Kyojuro lo miró con ternura y le revolvió el cabello.
- No tienes nada por lo que disculparte, Tanjiro - dijo Kyojuro poniendo ambas manos sobre sus hombros y haciéndolo levantar la cabeza.
Para cualquier otro, sus palabras no tendrían mayor sentido que decirle a un aprendiz que no se preocupara, que para eso era el entrenamiento, pero Tanjiro comprendió, o al menos quiso entenderlas de otro modo, Kyojuro no le recriminaba nada, y podía asegurar que había entendimiento y algún otro sentimiento presente en la intensa mirada que le daba su maestro.
Zenitsu lo notó entonces, allí frente a él estaba pasando algo muy raro: la melodía de Rengoku Kyojuro era muy parecida a la de Tanjiro, con un tono un poco más orgulloso, quizás porque el otro era mayor que ellos y un Hashira, y ahora estaba perfectamente combinada con la de su amigo. Como si ambos corazones estuvieran latiendo al mismo tiempo. Entonces ¿qué había pasado? Si sonaban tan bien juntos, ¿por qué su amigo estaba tan apagado? Conociendo la clase de persona que era Rengoku, el usuario del aliento del rayo consideraba imposible que el hombre se hubiera conducido erróneamente hacia su amigo ni de palabra ni de actos, el tipo era demasiado honorable. Y Tanjiro por otro lado, era demasiado bueno y aunque ingenuo, no era para nada tonto, de seguro no se le ocurrió ir y confesarle su pequeña obsesión al pilar ¿cierto? ¿Acaso Rengoku lo atrapó haciendo algo indebido con su haori esta vez y lo había regañado? Era poco probable, la señorita Mitsuri les había contado que una vez se puso la capa de su maestro frente a un espejo imitando a Rengoku y diciendo "soy el pilar de la llama" y había sido como invocar al diablo, pues el mismo pilar de cabellos dorados había aparecido de la nada y la había atrapado en el acto, el único castigo que tuvo fue su vergüenza, eso y oír la risa de su mentor por unos cuantos días.
Entonces ¿qué diablos le pasaba a Tanjiro?
Le preguntaría esa misma tarde. No podía vivir con tanta preocupación. Ya le bastaba con no saber que otra locura se le ocurriría a su maestro para torturarlos al día siguiente o si se lo comería algún demonio para también lidiar con la intriga del corazón lastimado de su amigo.
Con el permiso expreso del pilar, los chicos se retiraron a pasar su día libre como mejor lo quisieran.
Kyojuro se fue directamente a darse un baño. Realmente quería golpearse, había lastimado a su chico. Aun así, tenía fe en que su espíritu no se apagaría. Tanjiro era una de las personas más resilientes que conocía, solo tenía que darle un poco de tiempo, aun no era el momento, un día, ellos enfrentarían los peligros como iguales, combinarían el poder abrasador del sol con las ardientes llamas que le responden en la tierra, ayudarían a crear un mundo mejor juntos, algún día. Ese era el sentimiento que Tanjiro había despertado en él.
Por eso, luego de su baño se fue a su habitación, estaba muy cerca de descubrir la explicación de otra de las posturas de la respiración solar y quería mostrársela cuanto antes a su chico. Seguro eso lo animaría, y le daría la seguridad de que Kyojuro no iba a abandonarlo nunca. Con su resolución mas fuerte que nunca se puso a ojear los papeles, muy satisfecho con su trabajo.
Le intrigaba la relación del primer Rengoku en usar la respiración de la llama con otros dos cazadores, a veces eran cosas muy graciosas, que bien podría él recontar en su propio diario y le hacían pensar en sus camaradas pilares, y otras veces a Kyojuro le daba un poco de tristeza su ancestro, parecía estar metido sin quererlo, en el medio de una pelea probablemente unilateral que llevaba dándose mas tiempo de lo que él llevaba con vida. Apartó esos pedazos de pergamino, su padre los había roto, pero no tanto, probablemente no los consideraba tan interesantes, y centró su atención en aquellos que lo llevarían a descubrir la nueva forma de espada para su discípulo. Su curiosidad tendría que esperar, quizás mañana podría pedirle al joven Kamado que lo ayudara con esos.
•••
Como no tenía otra cosa que hacer, Tanjiro se dispuso a ayudar a Senjuro con los quehaceres, despejaría su mente ese día haciendo tareas mundanas, le recordaban a momentos felices con su familia, y su hogar en las montañas, estaba seguro que a sus padres y hermanos les hubiera agradado mucho conocer a sus amigos, y a los Rengoku, probablemente se llevarían muy bien con Kyojuro y Senjuro y su padre tendría que detener a su madre de darle un cabezazo al señor Shinjuro.
Estaba pensando en su familia cuando un ruido detrás de él lo hizo volver en sí, o más bien lo hizo reaccionar.
- ¡Tanjiro san! ¡Cuidado, vas a quemarte! - oyó gritar a Senjuro.
Tanjiro miró lo que estaba haciendo, casi mete sus manos al fuego de la estufa.
- ¡Jajaja, lo siento Senjuro kun, estoy un poco distraído hoy!
- Uff, pensé que ibas a hacer como mi hermano y meter las manos al fuego porque...- se llevó las manos a la boca ante su obvia metedura de pata.
Tanjiro ladeó la cabeza con una sonrisa, Senjuro sabía que no había forma de escapar de esta. Era la cara que ponía el mayor de los Kamado cuando se enteraba de algo molesto. Hasta su hermano le tenía miedo y trataba de no provocar a su discípulo. Y si el Hashira de las llamas que no tenia reparos en enfrentar a los demonios más poderosos corría al ver esa cara, que quedaría para él.
- ¿Qué has dicho de Rengoku Aniki?
- Ah... bueno...
- Sabía que esas heridas en sus manos probablemente no habían sido un accidente, pero ...
- Tanjiro san, no puedes decirle a mi hermano, aunque te molestes con él, ¡te juro que ya lo castigué cuando lo supe!
El chico de los aretes hanafuda suspiró.
- Senjuro kun, solo pregunto porque tu hermano es alguien muy importante para mi... ver a Rengoku san herido es...insoportable.
- Lo sé, estoy muy feliz porque seas el tsuguko de mi hermano, él es un poco descuidado cuando se trata de él mismo, ¡por eso me hace feliz que estes a su lado cuando yo no puedo y que lo cuides tan bien! - dijo el niño - la verdad es que aniue tuvo una discusión con padre, y bueno, ya sabes como era padre en aquel entonces... él destruyó algunos documentos importantes y los arrojó al fuego, - explicó el mas joven de los Rengoku, omitiendo de que documentos se trataba - y aniue... bueno él...
Senjuro no necesitó decir mas para que Tanjiro entendiera, ya podía imaginarlo perfectamente, tampoco había que ser un genio para discernir qué documentos había salvado Kyojuro de las llamas... las pistas habían estado justo delante de su cara pero Tanjiro no había querido sumar cada elemento.
Tanjiro era un idiota, sin poder evitarlo empezó a llorar, su maestro había llegado tan lejos solo para ayudarle, después de casi morir, y ¿qué había hecho él?, ir y poner en riesgo la relación de ambos y burlarse del esfuerzo de Kyojuro en entrenarlo estando distraído. Como podía llamarse a sí mismo hijo de sus padres cuando ni siquiera era capaz de ver lo que tenía delante. Los pequeños y silenciosos actos de devoción por parte de Kyojuro, el hombre se callaba el cansancio siempre poniendo una sonrisa para él cuando entrenaban, aun si él no había dejado de andar de un lado a otro en sus funciones de pilar durante días, o la forma en que siempre apreciaba la comida de Tanjiro ruidosamente, elogiándolo sin parar, siempre buscaba el confort del cazador más joven, cubriéndolo con su capa, o cargándolo sobre su espalda a pesar de estar herido el también.
- Por favor, atiéndalo a él primero - había dicho el pilar cuando llegaron a una casa de glicinias después de terminar una misión donde ambos habían salido bastante lastimados por un deslave que causara el demonio al que fueron enviados a eliminar. A pesar de estar en peor condición que él, Rengoku había priorizado su bienestar.
Tanjiro era un tonto. Cualquiera podría decir que era simplemente la forma de ser del pilar, y eso era cierto, pero había una cierta ternura en su ojo cuando miraba a Tanjiro, su expresión siempre se suavizaba cuando creía que el otro chico no lo estaba mirando, y Tanjiro había visto esa expresión de sobra. Por supuesto que Rengoku no iba a aceptar su confesión a medias, si tan siquiera se le pudiera llamar así. Un hombre como Kyojuro no aceptaría nada menos que lo correcto, y lo que Tanjiro había querido de él en aquel momento distaba mucho de lo que merecía el Hashira. No era que Rengoku no lo considerara digno, el mayor de los Kamado conocía a su maestro, pero, aun no era el momento para ellos, ahora lo entendía.
¿Qué podría ofrecerle Tanjiro? no estaban en igualdad de condiciones, no por ahora, él sabía perfectamente que nunca podría darle a Kyojuro ni siquiera una cuarta parte de lo que el pilar le había ofrecido hasta el momento, pero se esforzaría el doble, no, el triple a partir de ese momento, honraría a su maestro con cada segundo de su vida. ¿Cómo podía siquiera considerarse apto para pedir el corazón de Rengoku con el suyo ardiendo a medias?
- ¡Senjuro kun! - dijo secándose las lágrimas y mirándolo con renovada determinación.
- ¡Sí!
- ¡Hagamos sopa de miso con batatas dulces! - exclamó.
- ¿Eh?
- ¡Es más, hagamos todos los platillos favoritos de Aniki!
- Pero Tanjiro san, ¡a aniue le gusta cualquier cosa que tenga batatas dulces!
- Entonces ¡hagamos muchas cosas para él!
Senjuro asintió con una sonrisa, quizás no fue tan malo que Tanjiro se enterara, en esos días parecía distraído y no se veía como él mismo, pero ahora sonaba como el Tanjiro de siempre, no, ahora sonaba mucho más decido que antes, ¡tal como su hermano mayor!
El pelirrojo se puso manos a la obra, de nada servía hacer las cosas si no ponía todo su empeño en ello, hacer arder su corazón era una elección diaria, ahora lo entendía, era hacer todo, hasta lo mas minúsculo con el mayor empeño, y él tenía una meta, además de devolverle su humanidad a Nezuko, y acabar con Kibutsuji Muzan, Rengoku Kyojuro lo reconocería como su igual, y ya no tendría ningún impedimento para ser suyo, Tanjiro ya le pertenecía. No se deben apurar las cuestiones del corazón, le había dicho su padre, y el hijo mayor de los Kamado tenía paciencia, él perseveraría y triunfaría al final. Encendería su corazón de tal forma que Kyojuro no pudiera tener más opción que elegirlo. Los dos arderían juntos al final y ningún obstáculo se interpondría en el camino que transitarían juntos. Esa era la resolución que Kyojuro había despertado en él.
•••
Los días pasaron tranquilamente, Rengoku estaba mas orgulloso de su discípulo que nunca, el chico ahora era aun mas dedicado que antes, y ya no bajaba la cabeza ni desviaba la mirada cuando Kyojuro lo atrapaba observándolo. Esto último le daba un poco de escalofríos al pilar para ser sinceros. Pero el joven Kamado era un hombre sin faltas, y su empeño en aprender y en cualquier otra cosa que hiciera hacían que el corazón de Kyojuro al verlo quisiera estallar de felicidad.
Zenitsu estaba bastante confundido, de un día para otro a su amigo se le había quitado la "depresión" su corazón no había sanado eso era cierto, aun sonaba bastante distinto que de costumbre, pero ahora había algo más, sonaba como cuando estaban en el medio de una batalla. Y hacía que el pobre usuario de la respiración del rayo le doliera la cabeza intentando imaginar que pasaba por la dura cabeza de Tanjiro.
Había pasado cerca de un mes desde que Tanjiro hubiera decidido su nueva meta, cuando fue enviado a una misión junto con Inusuke y el teniente de Rengoku, Maki. Quizás hubiera sido mejor no haber ido. El demonio era una luna inferior, la quinta, para ser precisos. La batalla no fue el problema, lo peligroso ocurrió después, cuando en un descuido él e Inusuke se tropezaron y rodaron cuesta abajo. La espada de Tanjiro salió volando y calló en medio de una transitada calle, como Tanjiro nunca podría alardear de tener buena fortuna, varios carruajes y hasta un par de automóviles le pasaron por encima. Todavía estaba dentro de su guarda así que había esperanzas de que sobreviviera.
No lo hizo.
Y por lo visto Tanjiro tampoco sobreviviría.
Esto se comprobó cuando vio la cara de su mentor al mostrarle su espada rota.
El rostro de Rengoku era solemne y grave.
- Lo siento mucho joven Kamado... pero me temo que esta vez no podré convencer al señor Haganezuka de hacerte otra espada - le dijo y saco un papel de una caja para mostrárselo - esta carta me la envió como respuesta a mi anterior petición.
La carta era muy correcta, tal como se esperaría de una dirigida a un pilar, pero dejaba bien en claro que ni aunque se pusiera de rodillas y le suplicara, él haría otra espada para el odioso de su discipulo.
- Quizas debas escribirle tu, mi chico. La otra vez estabas en coma, así que me adelanté. ¡Es tu herrero, de seguro cambiara de opinión!
El cazador más joven no queria enviar ninguna carta, si ni el pilar de la llama pudo convencerlo, menos lo iba a hacer él. de igual modo, le envió la nota, junto con los pedazos partidos de su katana.
La respuesta que recibió del herrero le dio escalofríos. Se la mostró a Rengoku y este le dio varias palmaditas en el hombro con cara de: estás jodido.
Pero como fuera, el pilar no iba a rendirse tan rápido, era su deber ayudar a su alumno y lo haria.
- ¡No te desanimes joven Kamado. Hablaré con Ubuyashiki sama. Mi tsuguko no puede quedarse sin espada después de todo!
Luego de escribirle al patrón y asegurarle que el joven Kamado no quería otro herrero Rengoku recibió la tan esperada misiva. Y como cada vez que tenía buenas noticias, su primer impulso fue correr a decirle a Tanjiro.
- ¡Mi chico! ¡El patrón ha accedido a concederte a ti y a los jóvenes Hashibira e Agatsuma paso a la villa de los herreros! ¡Así podrás hablar personalmente con Haganezuka san y convencerlo!
- ¿Iremos a la villa de los herreros? - exclamo Zenitsu emocionado, le habían comentado que habían aguas termales maravillosas allí, y él se merecía unas vacaciones.
- Te encantara joven jabalí, - le dijo Rengoku a Inusuke levantándolo y echándoselo al hombro - ¡esté en medio de unas montañas bastantes geniales! Ahora vengan, ¡no crean que se van a escapar de su entrenamiento! ¡Los kakushi vendrán por ustedes pasado mañana!
Nota: Bueno, comenzamos el año, y ¡nada mejor que hacerlo con un nuevo capítulo!
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