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Capítulo 8

Capítulo 8

HUGO (P.D.V)

Masticaba ávidamente las papas fritas que me había pedido al servicio de habitaciones mientras escuchaba la conversación de aquellas dos, y sinceramente, prefería estar sufriendo una tortura de verdad a seguir escuchándolas. Era lo más exasperante que había y, es más, era la peor tortura que alguna vez había vivido. Me cambiaría con gusto por cualquier persona del mundo que estuviese sufriendo algún tipo de problema.

- "Si, estuve estudiando en Nueva York danza contemporánea en una de las academias de ballet más importantes del mundo".

¿Y a mí qué me importaba eso? es más... ¿por qué coño estaba escuchando lo que decían? sabía dónde estaban, solamente tenía que ir allí y sacar a Erika del centro comercial. Como ella bien había dicho, era una niñata que había estado estudiando ballet, ¿qué podía hacerme?

- ¿Se puede saber por qué no estás en un avión con rumbo a mi jodida casa? -La voz de Jev era algo que me exasperaba.

- Vamos a ver si te enteras de que no es fácil conseguir a tu hermana y menos cuando está en un puto centro comercial.

- La quiero en un avión con dirección a Italia mañana por la mañana a lo más tardar ¿te queda claro? -Gruñó antes de colgar.

Tiré el teléfono a la cama y me dejé caer en el sofá de la habitación mientras soltaba un suspiro exasperado. Estaba hasta los cojones de seguir escuchando las conversaciones de estas dos niñatillas... ¿Por qué coño estaba en este puto país en vez de estar en la Toscana? ¿Por qué estaba escuchando a estas dos niñatas en vez de estar en la Toscana rodeándome de bellezas italianas? ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué?¿Por qué? ah sí, porque mi jodida familia me había obligado.

Me levanté de golpe del sofá y le di un golpe a la pared de la habitación dejando la marca de mis nudillos en ella.

- Me cago en la puta -Gruñí mientras movía la mano rápidamente. Me había salido sangre.

<Ag, voy a coger a esta niñata y la voy a llevar de vuelta a su país, aunque sea lo último que haga>

Cogí el móvil, la chaqueta y las llaves y salí corriendo de la habitación.

Esta misma noche estaría en un avión con esa jodida chiquilla a mi lado. Me la sudaba lo que tuviese que hacer.

*

ERIKA (P.D.V)

Jamás me lo había pasado tan bien. Jamás había sentido lo que era tener una amiga de verdad y tener a Avalanna conmigo era lo mejor que me había pasado desde que había llegado a este país, es más, era lo mejor que me había pasado desde mucho tiempo atrás.

- Me lo he pasado genial hoy -Rio ella mientras abría el maletero y dejábamos las bolsas de todo lo que nos habíamos comprado allí.

Habíamos estado en el centro comercial más de cuatro horas y habíamos arrasado con todo. Ahora tenía un armario completamente nuevo y todo el dinero que me había traído de Italia era relativamente poco. Muy poco. Tendría que encontrar un trabajo, pero ya.

- Muchísimas gracias por haberme traído de compras -Susurré con una enorme sonrisa.

- No tienes nada que agradecer -Rio haciendo un gesto con la mano- estoy encantada de haber venido de compras. No sabes la falta que me hacía esto.

- ¿No comprabas mucho cuando estabas en Nueva York? esa ciudad es famosa por las tiendas de diseñadores que hay allí -Sonreí.

- Estaba más centrada en hacerme notar en la academia que de comprar ropa. Disfruté muy poco estando allí -Su sonrisa era melancólica.

Avalanna ocultaba un gran secreto y no era para nada difícil saber que lo hacía. Evitaba hablar mucho sobre su estancia en Nueva York y sobre lo que había hecho allí.

- ¿Quieres ir a dar una vuelta por la plaza de España? es increíble.

- Claro, no he estado allí, me he pasado todo este tiempo trabajando y durmiendo. Prácticamente no tenía ni tiempo para comer -Contesté como si no me hubiese dado de cuenta del cambio de tema.

Yo también tenía secretos y ella no me había presionado para que se los contase. Es más, nos acabábamos de conocer ¿por qué tendría que contarme sus secretos?

*

Íbamos por la autopista cantando animadamente las canciones que salían en la radio, cuando de repente un coche nos dio un golpe por detrás y empezamos a girar rápidamente por la carretera hasta que paramos de golpe contra la cuneta.

- Dios, Dios, Dios -Empecé a susurrar.

Acababa de ver pasar toda mi vida por delante de mis ojos.

- ¿Estás bien? -Susurró Avalanna a mi lado.

La miré fijamente y vi que ella estaba viendo lo mismo que yo veía en ella: un rictus pálido y un labio inferior tembloroso.

Estábamos acojonadas.

- ¿Qué coño acaba de pasar? ¿quién nos ha dado el golpe? -Prácticamente chillé. Estaba histérica.

De repente, la puerta de mi lado se abrió y Hugo estaba allí apuntándome con un arma.

- Erika, baja del coche si no quieres que le pegue un tiro a tu amiguita -Dijo alto y claro en español.

- Erika, quédate ahí y no te muevas. No se atreverá a disparar -Replicó Avalanna.

Hugo desvió el arma y disparó hacia la ventana abierta tras Avalanna.

- No soy un mindundi, puedo meterte un tiro en la frente sin pestañear, pero no tengo por qué hacerlo sin ninguna necesidad, ahora cállate y Erika, bájate del coche -Rugió.

Jamás había visto a Hugo así de enfadado; siempre había sido un chico serio y distante con todo el mundo, pero jamás, a pesar de las cosas que le habían obligado a hacer o de las situaciones en las que se había visto en vuelto, jamás lo había visto enfadado.

Rápidamente me bajé del coche y Avalanna hizo lo mismo que yo.

- Quédate donde estás -Le grité. Sabía que Hugo no dudaría un segundo en pegarle un tiro y yo no podría soportar ver como alguien moría por mi culpa.

- ¿A dónde te la vas a llevar? -Preguntó ignorándome. Se acercaba a nosotros sin importarle si le metían un tiro.

- ¿A caso te importa, pequeña bailarina? cállate la boca y vuelve a tu mundo de mallas, tutús y moños estirados -Dijo Hugo mientras me agarraba y empezaba a avanzar hacia el coche ignorándola.

Los coches en la autopista pasaban rápidamente sin detenerse a mirar que había ocurrido. Todos en aquella gran ciudad tenían prisa, y nadie parecía notar que había un chico con un arma apuntándome.

- ¡Suéltala! -Solamente oí el grito antes de escuchar su quejido cuando Hugo se giró y la empujó al suelo.

- ¡Ten cuidado maldito estúpido! -Grité en italiano- ¿no te das cuenta de que solo quiere ayudarme? ten un poco de corazón. Déjala ir.

- No tengo por qué tener corazón, tú la has metido en todo este follón y ahora volverás a casa y si tienes suerte, tu amiga no morirá -Rugió mientras la levantaba y le ponía la pistola en el costado.

- ¿Se puede saber qué haces? -Preguntó Avalanna.

- Te voy a usar como seguro para que Erika aborde ese avión ¿o te crees que tu amiguita se subirá tan fácilmente? hoy comprobaremos si son tan amigas como parecen ser -Rio mientras nos empujaba hacia el coche.

AVALANNA (P.D.V)

Empecé a temblar. Dios, ¿cómo era posible que me viese envuelta en esta situación? ¿cómo era posible de que hubiese tenido un arma apuntándome?

- Lo siento muchísimo -Susurró Erika desde la parte delantera.

Me limité a seguir mirando fijamente el suelo del coche, ¿ahora qué iba a hacer? ¿y si no me soltaba y simplemente me mataba y me tiraba en alguna cuneta?

<Dios, ¿cómo he podido ser tan estúpida? ¿cómo he podido arriesgarme a que me peguen un tiro por una chica que ni siquiera conozco?> las lágrimas me quemaban mientras bajaban lentamente por mis mejillas. ¿Qué coño iba a hacer? ¿cómo iba a salir de aquella situación?

- Lo siento, por favor, déjame por aquí, prometo no decir nada de ustedes -Supliqué.

Si, iba a dejar a aquella chica porque ella no había tenido ningún problema en meterme en aquel lío. Ella sabía que aquel chico la estaba buscando y aun así decidió en seguir conmigo... ¿por qué tenía que sentir yo compasión alguna por ella? ¿por qué debería volver a meterme en algún follón por alguien que no pensó en mí? había cometido el error una vez, pero no lo volvería a cometer.

- Espero que puedas perdonarme -Dijo Erika.

- Por favor, déjame bajar, sé que esto no va a terminar bien, te la puedes llevar a donde quieras, nunca diré nada, créeme, sé callarme las cosas -Supliqué ignorándola.

La mirada de hielo que me transmitió el chico desde el espejo retrovisor fue suficiente para que me hiciese para atrás e intentase hacerme lo más pequeña que podía en aquel sillón.

HUGO (P.D.V)

Estaba completamente acojonada y no la culpaba. Le había puesto un arma en la espalda y ninguna chica de dieciocho años que ha vivido acomodada durante toda su vida, está preparada para eso. Bueno, ninguna persona normal que nunca se haya enfrentado a ningún peligro en su vida, estaba preparada para eso.

Miré a mi derecha y observé a Erika morderse el labio mientras miraba fijamente el suelo, estaba preocupada, pero no por ella, estaba preocupada por la chica que estaba sentada atrás, y era normal... Erika sabía que yo no dudaría en meterle un tiro si hacía falta, aunque no iba a hacerlo, pero eso ella no lo sabía.

- Por favor, deja que se vaya -Me susurró en italiano. Veía la súplica en su mirada.

- Tú la metiste en este lío, Erika, ahora no puede salir así como así -Repliqué.

No iba a llevar a esta chica a Italia, ni mucho menos, pero la abandonaría cuando estuviésemos en el avión. No permitiría que nada saliese mal.

*

Bajaron del coche como dos almas delante de la casa en la que había descubierto que había un aeropuerto privado. No podía permitir llevar a dos chicas por un aeropuerto público apuntadas con un arma.

- ¿Qué hacemos aquí? -Preguntó la chica. Me giré y vi el miedo en sus ojos.

- Vamos a coger el avión que esta agradable familia nos va a prestar, y vamos a poner rumbo a Italia -Sonreí.

- ¿Sabes pilotar un avión? -Preguntó.

- ¿Crees que hay algo que no sepa hacer, pequeña? -Reí.

- No me llames así -Rugió sin mirarme.

Sonreí abiertamente y después de agarrarlas a cada una del brazo, caminamos hacia la entrada. Había pasado la valla sin ningún problema ya que estaba abierta. Todo estaba siendo malditamente fácil, algo se iba a joder, estaba claro. Seguramente iba a tener que matar a alguien.

Toqué el timbre y noté como tanto Avalanna como Erika retenían la respiración mientras la puerta se abría y por poco caigo de rodillas. Ante mi estaba la mujer más hermosa que había visto en mi vida: rubia con unos increíbles ojos azules.

- ¿Puedo ayudarle en algo? -Preguntó mirándome de arriba abajo y cuando dirigió su mirada a ambos lados de mí, sonrió ampliamente- Avalanna, cariño, pasa. No sabía que ibas a traer a un amigo.

¿Avalanna? ¿cariño?¿traer un amigo?¿qué coño era eso?

- Hola, mamá -Sonrió Avalanna haciendo una mueca sin moverse del sitio.

¿Y ahora qué coño hacia? ¿tendría que cargarme a toda una familia para llevarme a Erika a Italia?


AVALANNA (P.D.V)

El labio me estaba temblando y temía el momento en el que mi madre empezara a notarlo. La conocía como la palma de mi mano y sabía que se enfrentaría a este chico con tal de alejarme del peligro, pero si este cabrón había sido capaz de ponerme un arma en el costado y subirme a un coche, ¿qué le impediría matar a mi madre?

- Es una casualidad enorme que precisamente tu seas dueña del aeropuerto que hay en esta casa -Rio Hugo sin quitarme la mirada de encima.

Cuando habíamos entrado en casa, Hugo aprovechando el despiste de mi madre, nos había agarrado del brazo y nos había sentado justo a su lado para tenernos a mí y a Erika bien vigiladas.

- Ni que lo digas -Susurré.

Estaba consternada, ¿por qué de todas las familias ricas que había en esta ciudad, le había tocado a mi familia? ¿por qué mi familia era la que tenía que estar en peligro?

- Avalanna nunca me ha hablado de ti -Sonrió mi madre mientras se sentaba frente a nosotros y ponía un vaso de zumo delante de Hugo.

- Nos acabamos de conocer -La amabilidad en el tono de Hugo era algo que me revolvía las tripas. ¿cómo era posible que pudiese fingir tan bien cuando podía matarnos en cualquier momento?

Mi madre me mandó una mirada pícara antes de volver a centrar su atención en él.

- ¿Quieres quedarte a comer? -Sonrió ampliamente.

Miré a Hugo y casi podía ver la baba deslizándose por su barbilla. Si, mi madre solía causar ese efecto.

- Pues la verdad es que estaría encantado -Dijo luego de un momento de silencio.

Dios, lo había invitado a comer. Eso daba tiempo a que mi padre y mis hermanos llegasen a casa. Estarían todos en peligro.

HUGO (P.D.V)

El parecido entre madre e hija era increíble.

- Cuéntame sobre tu vida, ¿de qué parte de Italia eres? -Preguntó con una sonrisa enorme, algo que me dejaba embobado.

- De Roma -Sonreí.

Era imposible no mostrar el lado amable con esta mujer. Era increíble.

- Me encanta esa ciudad.

- ¿Ha estado ahí?

Era una pregunta estúpida, eran una familia que tenían un aeropuerto en su jardín. Claro que había estado allí.

- Bastantes veces -Sonrió.

En ese momento un teléfono empezó a sonar, y luego de disculparse, la madre de Avalanna salió del salón.

- ¿Quieres dejar de babear por mi madre? es algo realmente asqueroso -Rugió Avalanna a mi lado.

- Si tuvieses algún parecido con ella es posible que en este momento no te encontrases en esta situación... las bellezas son para mí una debilidad -Sonreí al ver su gesto serio.

<Pobre chica que se cree inferior en belleza a su madre> sería divertido jugar con ella.

- No le hagas caso Avalanna, secretamente te considera una belleza prácticamente intocable.

- Érika, no me conoces en absoluto y eso que nos criamos prácticamente juntos... ¿en qué te basas para decir tremenda gilipollez? -Reí.

- ¿Tal vez en que no puedes quitarle la mirada de encima?

- ¿Tal vez sea eso porque la tengo como un seguro para que subas en ese avión? -Repliqué.

Odiaba el tonillo de "yo lo sé todo" que siempre tenía Érika.

- ¿Qué te hace pensar que mis padres te van a dejar salir de aquí con una chica secuestrada? -La voz de Avalanna nos sacó de nuestro duelo de miradas.

- Si ven a su hijita en peligro, no van a dudarlo -Le guiñé un ojo y me recosté en el sofá de cuero.

La casa era un lugar exquisito, se notaba que eran gente de mucho dinero y con mucha clase.

- Como te atrevas a-..

- ¿Cómo me atreva a qué? ¿y qué me harás? -Pregunté pegándome mucho a ella. Mi acercamiento provocó un grave sonrojo.

- Como te atrevas a hacerle daño a mi familia, créeme que te encontraré y acabaré contigo -Terminó de decir unos segundos después.

Me hice hacia atrás y sonreí ampliamente. No se había intimidado, eso me gustaba.

*

- Conozco a Érika prácticamente desde que nacimos, y cuando ella vino a España, yo la seguí -Dije mientras cortaba la carne.

Unos diez minutos atrás había aparecido la familia de Avalanna al completo y me habían recibido como uno más de la familia. Lo cual me incomodaba demasiado... ¿por qué eran todos tan amables?

- ¿Abandonaste a toda tu gente por ir tras una chica? vaya, eso es algo nuevo -Rio el padre de Avalanna.

Era un hombre increíble que transmitía una gran confianza en sí mismo y un gran amor por su familia.

- ¿Tú no lo habrías hecho, Ethan? -La pregunta produjo un silencio tenso en la mesa y yo no pude hacer otra cosa que sonreír. Se parecían bastante a mis padres.

- Claro que sí cariño, y lo sabes -El guiño que le envió a su mujer, prácticamente me dejo ver como Érika hacia un charco a mi lado. Ese hombre a pesar de su edad conseguía volver locas a las chicas, igual que su mujer a los chicos.

Eran increíblemente guapos y no tenía ningún problema en pensarlo.

- ¿A qué te dedicas, Hugo? -La pregunta vino de uno de los hermanos de Avalanna, Maikel.

Era un chico increíblemente seguro de sí mismo, al igual que su padre, y a pesar de la forma en la que vestía y sus gestos, no parecía ser el típico niño rico que no le da importancia a nada. Es más, en sus ojos se veía una adoración por su familia que no se preocupaba en ocultar.

- Estoy estudiando para llevar el negocio familiar -Era lo más cercano a la realidad.

- ¿Cuál es el negocio familiar?

Me quedé en blanco. Mi familia tenía muchísimos negocios de tapadera...¿pero cuál decía?

- Su familia tiene un importante bufete de abogados, uno de los más importantes de Italia.

Solté un pequeño suspiro ante la respuesta de Érika.

- Vaya ¿entonces estudias para abogado? eso es increíble -Sonrió Ethan. Veía aprobación en sus ojos y eso me hizo sentirme momentáneamente mal... estaba engañando a toda una familia que estaban siendo de lo más amables conmigo.

<No volverás a verlos nunca más, Hugo. No te preocupes>

- Avi, ¿qué te pasa hoy? estás muy callada -Miré al hermano pequeño de Avalanna, Abián. El chico parecía un completo nerd con esas pintas, pero parecía que no le importaba a ninguna de las personas que estaban allí sentadas.

Eso me sorprendió. Incluso en mi familia, aunque nos adorásemos, siempre teníamos que estar completamente perfectos, si no, toda mi familia se te echaría encima. Para nosotros la imagen lo era todo.

- La aventura de anoche me dejó un mal sabor de boca -Rio tensa.

Era increíble la manera en la que intentaba no preocupar a su familia. Conocía a más de una chica que haría cualquier cosa por salvarse del peligro, sin importarle quien ocupara su lugar, pero no esta chica. Esta chica era de las que harían hasta lo imposible porque su familia no sufriera algún daño.

Era algo digno de admirar para una chica que solo tenía dieciocho años.

- Hablando de la aventura de anoche, ¿sabes quién vino hoy preguntándome por la dirección de Marta? -Ahora quien habló fue Maikel.

- ¿Quién? -Por un momento, Avalanna pareció olvidarse de que estaba en su casa y de que podía matarla tanto a ella como a su familia.

- Dayana, esa amiguita que hiciste anoche en la cárcel.

- ¿Qué? ¡no! -Rio.

La miré impresionado... ¿realmente estaba riéndose en un momento así? ¡podía sacar el arma y matarla aquí mismo! Los chismes vuelven locas a las chicas en cualquier situación...

- Sí, y me dijo que iba a encontrar la manera de saber su dirección.

- Esa chica me cayó bien -Comentó Brianna, la madre de Avalanna.

- Y a mí -Aportó ésta.

- Y a mí también, pero no voy a permitir que le dé una paliza a Marta ¿estamos locos o qué?

- Pobre chica, la verdad es que parecía bastante preocupada anoche en la celda -Comentó Érika.

También la miré impresionado. ¿Por qué estaba hablando con ellos y no rebanándose la mente para intentar salir de aquella situación?

- Por lo visto es que sus padres la iban a echar de casa, y lo hicieron.

- ¡¿Cómo?! -Preguntaron tanto las tres mujeres de la mesa: Avalanna, Érika y Brianna.

¿Quién coño era esa Dayana?

*

- Gracias por esta magnífica comida, espero volver a verlos en algún momento -Sonreí mientras me despedía.

Tanto Avalanna como Érika me miraban con los ojos abiertos como platos.

- Igualmente -Dijo Ethan mientras se despedía de mi con un apretón de manos, al igual que sus hijos.

- Ha sido un placer conocerte -Sonrió Brianna mientras me daba dos besos.

Había pasado todo un almuerzo con ella, y aun así me seguía impresionando lo guapa que era.

- Lo mismo digo -Sonreí.

- Ya nos veremos por ahí, Avalanna -Sonreí mientras agarraba fuertemente la mano de Érika.

- Adiós -Susurró ella consternada, pero, aun así, no le dirigió una sola mirada a Érika.

*

Llegamos al piso en el que se quedaba Érika sin decir ni una sola palabra, hasta que cerré la puerta tras de mí.

- ¿A qué coño ha venido eso?

- ¿Querías que matara a toda esa familia solamente para llevarte de vuelta a Italia? ni de coña. Se querían profundamente, ¿sabes? yo también puedo tener corazón -Contesté mientras me dejaba caer en su cama.

- ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿cómo me vas a llevar de vuelta?

Me le quedé mirando fijamente y luego de soltar un profundo suspiro, le dije lo que llevaba pensando desde que habíamos salido de aquella casa.

- No te voy a llevar de vuelta y yo tampoco volveré.

- ¡¿Qué?!

- No para siempre, quiero decir, los dos nos tomaremos unas buenas vacaciones.

- ¿Y nuestras familias?

- Tendrán que esperar -Sonreí- además, he visto una persona que me ha encandilado... no puedo irme sin haberla probado.

Esto traería grandes consecuencias, pero no pensaba irme de España, al menos, no todavía.

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