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Capítulo 3

Capítulo 3

ERIKA (P.D.V)

Apagué la alarma del móvil y me quedé mirando al techo de la habitación. Tenía humedad y los trozos de pintura se estaban cayendo. Parecía que vivía en una casa en ruinas, aunque, bueno... vivía en un edificio putrefacto, lo cual no difería mucho.

Me levanté y entré al cuarto de baño a darme una ducha. Mi magnífico y esplendoroso baño consistía en una váter que muchos años atrás dejó de ser blanco, un espejo no muy limpio que digamos, un lavamanos al cual le faltaba un trozo de yeso y una ducha que para estar en aquella habitación, estaba bastante bien, aunque eso se debía a que la usaba diariamente y necesitaba tenerla limpia.

Mi esplendorosa ducha soltó un chorro de agua fría y aunque al principio de vivir aquí solté un grito, poco a poco me fui acostumbrando a aquella agua helada, porque créanme, estaba helada. En realidad, poco a poco me había ido acostumbrado a todo y a riesgo de sonar como una loca, incluso me había acostumbrado a aquel piso putrefacto y a todos sus defectos. A fin de cuentas, era la primera vez que vivía sola, estaba por mi cuenta y estaba luchando por mantenerme a flote y quiera o no, aunque podría estar viviendo en un edificio mucho mejor, aquel lugar tenía su pequeño encanto y me había encariñado.

*

Cuando terminé de arreglarme para ir a trabajar con mi falda pegada a mis caderas y muy corta por encima de las rodillas, con una camiseta blanca con los tres botones desabrochados y con mis all stars negras, salí de aquel edificio en el cual había estado viviendo por un par de semanas. ¡Apasionante!

- Buenos días -Saludé al pasar delante del portero.

- Mi reloj marca las ocho de la tarde. Ese trabajo tuyo te trastoca la vida -Soltó él como saludo.

Sonreí sin hacerle mucho caso. Benito era el portero de aquel viejo lugar, y él era tan viejo como mi cuchitril. Obviamente desaprobaba el trabajo que tenía, no es que se lo hubiese preguntado nunca directamente, pero de vez en cuando soltaba algún que otro comentario que me dejaba entrever su hostilidad por mi "estilo de vida". Es más, durante unos días y eso si me lo reconoció, había pensado que trabajaba en la calle.

**

- Llegas tarde -Me recriminó Verónica, la encargada.

- Llego un tres minutos tarde -Suspiré.

- Pues o llegas a tu hora o te despido -Masculló al pasar por mi lado rozándome el hombro.

Verónica, mi dulce y comprensiva compañera de trabajo, aquella a la que la quiero un poquito más y reviento.

- ¿Cómo te ha ido el día? -Preguntó Óscar cuando me puse a su lado en la barra.

- Divinamente. Creo que me estoy adaptando a esto de convertirme en un vampiro -Sonreí mientras cogía el paño y empezaba a limpiar la barra.

- Aunque parezca que no, poco a poco te acostumbras -Dijo encogiéndose de hombros.

- Todo sea por el dinero -Suspiré.

- Exacto. Don dinero es quien nos hace hoy estar aquí a ti y a mí, porque créeme, si no me hiciese falta el dinero, un viernes por la noche como hoy en vez de estar tras una barra a punto de servir copas, estaría en mi casa arreglándome para venir a una barra a pedir copas -Sonrió.

Sonreí y seguí a lo mío. A mí no es que me hiciese necesariamente falta el dinero, simplemente estaba huyendo de mi familia.

- ¿Has arreglado el agua que sale fría? -Preguntó a mi lado.

Había conocido a Óscar cuando empecé a trabajar aquí unas semanas atrás, era él quien me había consolado cuando Verónica empezó a meterse conmigo. Era un chico humilde y muy buena persona.

- Ojalá, pero no tengo tiempo -Suspiré- salgo de aquí a las seis de la mañana cuando tengo suerte, si no, salgo de aquí prácticamente a las nueve. Cuando llego a mi casa lo único que quiero es comer y dormir, hoy sin ir más lejos, me he levantado cuando me sonó la alarma para venir a trabajar. Es lo que te dije antes, estoy pasando por lo de convertirme en un vampiro.

-Si quieres yo puedo pasarme por tu casa y ayudarte. Soy todo un manitas -Sonrió.

- ¡No les pagamos para que liguen, si no para que sirvan copas! si tienen que ligar, háganlo con los clientes, eso les motiva más para seguir bebiendo, así no se despegan de la barra -Gritó Verónica mientras colocaba los taburetes. La discoteca abriría dentro de media hora.

- Gracias, ya te avisaré -Dije forzadamente antes de empezar a preparar todo para atender a la gente.

Óscar era guapísimo, alto y moreno, con unos ojos marrones que quitaban el hipo, pero yo no estaba interesada en él. Es más, estaba en un momento de la vida en el que realmente no me interesaba nadie. Tenía otras cosas más serias por las que preocuparme, no tenía tiempo para novios o amigos.

Oí unos pasos bajando las escaleras y a Verónica decir 'lo siento, está cerrado' mientras colocaba las cosas limpias en la barra, pero cuando oí su voz, todos los vasos que tenía en la mano, cayeron.

- ¡Joder, Erika, fíjate en lo que haces! -Gritó Verónica a mis espaldas, pero yo solo podía mirarlo a él.

- Vaya, hace un tiempo bueno que no nos vmos -Dijo con una sonrisa antes de apoyarse en la barra justo delante de mí.

- Erika, ¿lo conoces? -Preguntó Verónica.

Me había quedado muda, ¿qué hacía él allí?

- ¿Qué haces aquí? -Pregunté frunciendo el ceño.

- Jamás pensé en encontrarte aquí. Eres buena intentando mantener un perfil bajo -Dijo en italiano para que nadie nos entendiese.

- ¿Qué haces aquí? -Volví a preguntar. No podía apartar la vista de sus ojos azules.

- Cuando tus padres me llamaron y me lo contaron, creía que me estaba volviendo loco, ¿Erika Wayland escapándose de casa? la historia estaba repitiéndose -Sonrió mirando alrededor- Aunque sinceramente, lo que más me sorprende es que una santurrona como tú se haya arriesgado a algo tan pero tan peligroso.

El puso me iba a mil, estaba 100% segura de que me iba a dar un infarto. Hugo Lombardo era el hijo de un gran amigo de mi madre. No me extrañaba que fuese él quien estuviese allí.

- No vas a conseguir llevarme a casa, he dejado todo. No quiero volver a nada de lo que mi familia pertenece. Me da asco ese trabajo -Gruñí.

- No es un trabajo, es una forma de vida -Sonrió.

Pude oír como Verónica cogía aire. Si, Marco era alguien muy atractivo.

- Pues me da asco esa forma de vida. Me repugna, no va conmigo.

- ¿En serio? -Sonrió.

- Olvídame Hugo, vuelve a Italia y diles que no pienso volver. Olvídense de mí, no quiero nada que tenga que ver con ustedes.

- ¿Cómo que no vas a volver? eso es imposible, nadie nos abandona, Erika -Dijo serio.

- Pues yo lo he hecho.

- No he venido para irme con las manos vacías. He venido para llevarte conmigo, nadie nos abandona -Dijo muy cerca de mí- no te creas que porque tu madre es la jefa significa que puedes hacer lo que te dé la real gana. Puede que cuentes con un poco de ventaja pero tarde o temprano llegarán a ti, de la misma forma que lo he hecho yo... así que más te vale que vayas dejando esta vida de novela de lado y vuelvas conmigo a tu casa.

Seguidamente, se dio la vuelta y abandonó el local a pasos agigantados. Estaba enfadado y tenso y yo... nerviosa y asustada. ¿Qué cojones haría ahora? Todos mis esfuerzos por esconderme no habían servido de nada, Hugo me había encontrado en tiempo récord. ¿Cuánto tardía en encontrarme alguien más? ¿Vendría mi madre hasta aquí?

AVALANNA (P.D.V)

- ¡No me lo puedo creer, pero si Avalanna ha salido de su casa! -Gritó Marta cuando Alex y yo llegamos hasta ellos.

Se levantó de la butaca de un salto y me abrazó fuertemente.

- Chica, que cambiada estás... dudo que hayas cambiado tanto en un año. Pero claro, llevo sin verte mucho más que eso –Dijo riendo cuando volvió a sentarse.

Sonreí incómoda. Si, como ya había dicho, yo no era mucho de salir.

- Me alegra verte por aquí -Dijo Laura antes de darme un abrazo.

- Gracias -Sonreí cuando me soltó-¿y los demás?

- Aparecerán dentro de un rato pero Bruno no va a venir -Dijo Laura haciendo una mueca.

Reí.

- Laura, mi hermano tiene 11 años más que tú... ¿por qué no desistes? no está interesado en ti -Aportó Marta mientras ponía los ojos en blanco.

Marta era la hija de Lucas y Mara, los mejores amigos de mi madre. Era alta y morena, muy parecida a su madre. Cualquiera diría que tendrían la misma personalidad, pero era todo lo contrario. Marta era alguien caprichosa y bastante estúpida, nunca se conformaba con un ''no" y siempre quería quedar por encima de los demás.

- ¡Pero miren a quien tenemos aquí! -Gritaron detrás de mí.

Me giré y antes de poder ver nada, me vi sepultada por el abrazo de Daniela, mi mejor amiga de toda la vida pero que por circunstancias de la vida nos habíamos terminado separando.

- ¿Qué tal estás, princesa? -Preguntó agarrándome de la cara y dándome un gran beso en la mejilla- dios, hacía muchísimo que no te veía. ¡No sabes cuánto te he echado de menos!

Volvió a abrazarme y yo no pude hacer otra cosa que abrazarla también. Una parte de mí también la había extrañado.

- Avi, ha pasado mucho tiempo -Dijo Jeremy, su hermano, antes de abrazarme él también.

- Si -Sonreí incómoda. Mientras que Daniela siempre había sido mi mejor amiga, él nunca me había caído especialmente bien.

Jeremy y Daniela eran los hijos de Diego, el otro mejor amigo de mi madre.

*

Llevábamos un rato allí sentados y sinceramente, no podía parar de hablar con ellos. Se notaba que hacía muchísimo que no hablaba con nadie y que necesitaba hablar con gente que conocía desde que había nacido.

- Pero miren quien viene por ahí -Señaló Marta.

Todos nosotros miramos hacia la persona que ella se refería y lo único que pude ver fue a una chica de unos dieciocho años entrando a la discoteca con un grupo de amigos.

- Marta, no vayas a empezar -Dijo Alex en tono cansado.

- ¿Quién es? -Pregunté con el ceño fruncido.

- Una chica que le robó el ligue a Marta -Dijo Daniela con una sonrisa divertida antes de seguir bebiendo de su copa.

La miré con una ceja alzada y una sonrisa.

- ¿Con ese ligue no te referirás a mi hermano, verdad Dani? -Pregunté divertida. Todos sabíamos que Marta y mi hermano Maikel tenían una especie de relación que se basaba en el amor reprimido. Justo como había empezado la de mis padres.

Marta apretó la mandíbula.

- Si, se refiere a tu hermano -Susurró Daniela divertida y yo no pude hacer otra cosa que reír con ella.

- Parece que ya vas aceptando que te gusta mi hermano -Reí.

- Tu hermano no me gusta -Rugió ella sin apartar la mirada de aquella chica.

Volví a mirar a la chica ahora que estaba más cerca. Era alta y delgada, pero curvas donde debía tenerlas. Era media pelirroja y muy pálida de piel, y seguramente debía tener los ojos claros. La verdad es que era bastante guapa.

- Pero miren a quien tenemos aquí -Dijo la chica cuando pasó al lado de nuestra mesa.

Todos soltaron un suspiro excepto Marta, que sonrió y la miró alzando una ceja.

- ¿A qué vienes? ¿A zorrear con alguno de nuestros chicos? -Preguntó.

La chica soltó una carcajada.

- ¿Sigues resentida, bonita? -Como bien había dicho antes, la chica tenía los ojos claros.

- Dayana, pasa de esta chica. No caigas en su juego de niña pija y estúpida, lo que pasa es que le jode que aquel chico te prefiriese a ti por encima de ella -Dijo una chica de su grupo de amigos.

Se me escapó la risa y todos me miraron fijamente.

- ¿Te hace gracia? -Preguntó Marta asesinándome con la mirada.

- Si -Contesté altanera. Marta siempre intentaba quedar encima de los demás, pero conmigo nunca lo había conseguido.

- Vaya, Martita, parece que se te revela tu séquito de brujas -Dijo la chica pelirroja antes de seguir su camino.

- ¿Se puede saber a qué ha venido esa risita? -Preguntó Marta dando un golpe en la mesa.

- A que me ha hecho gracia, ¿algún problema? -Pregunté mirándola fijamente.

Puede que nunca me hubiese relacionado mucho con la gente, pero tenía carácter. Nunca había permitido que nadie me pisoteara y a pesar de haber estado un año fuera, eso no había cambiado. Como dije, Marta siempre quería quedar por encima de los demás y conmigo nunca había podido y no iba a permitir que pasase. Me daba igual enemistarme con ella, odiaba a los abusones.

DAYANA (P.D.V)

- ¿Jamás va a superarlo? -Preguntó Davinia cuando nos sentamos en una de las butacas.

- Está enamorada del chico, claro que no lo va a superar -Reí.

- Eres un poco perra, ¿sabes? -Preguntó Carlos cuando se sentó a mi lado.

- Sabes que te encanta que lo sea -Sonreí angelicalmente.

- Touché -Sonrió.

*

Pasaba la noche y la chica no me quitaba la mirada de encima.

- Te apuesto lo que sea a que esta noche terminamos en comisaría -Dijo Carlos cuando me agarró de la mano para ir a bailar. Al momento Marta se levantó con un chico y salió a la pista también.

Bailé ignorando su mirada, hasta que me vi impulsada hacia delante cuando chocaron contra mí. Me giré y la vi ahí, con una sonrisa.

- Oh dios mío, lo siento tanto -Dijo poniendo las manos en su cara.

- Olvídate de mí. Si Maikel me eligió a mi es porque estoy más buena que tú, ¡olvídame! -Grité para que me oyese por encima de la música.

- ¿Más buena que yo? ¿pero tu te has visto? tienes un pelo naranja horrible, y un cuerpo cilindro más horrible aún. No tienes tetas y mucho menos tienes culo... ¿y ese tono tan pálido? parece que nunca has visto la luz del sol.

Apreté mis manos en un puño.

- Marta, déjala en paz -Dijo el chico que iba con ella.

- Hazle caso a tu perrito faldero, y déjame en paz, porque si no, te aseguro que mañana te van a tener que implantar pelo y vas a tener que cubrir tu cara con más pote de maquillaje del que llevas -Dije muy cerca de ella.

ERIKA (P.D.V)

- ¿De verdad te gusta este trabajo? -Preguntó Hugo cuando pasé a su lado.

- ¿No te habías ido?

- Yo no me voy a ir sin ti. Solamente estaba esperando a que la discoteca abriese para que nadie me dijese nada y así poder hablar contigo sin interrupciones.

- Estoy trabajando -Dije antes de intentar seguir, pero él me agarró del brazo- ten cuidado joder, casi tiro las copas.

- Lo siento. Erika, tienes que volver, este mundo no es para ti.

- Estoy trabajando -Dije antes de soltarme de su brazo y seguir caminando.

Iba caminando tan enfadada y en mi mundo, que choqué con una chica y le tiré todas las copas encima.

- ¡Oh dios mío! lo siento muchísimo, de verdad -Dije preocupada.

- No te preocupes, suele pasar -Sonrió.

Era una chica rubia y muy bonita.

- Dios, ven conmigo que te limpio eso -Dije antes de agarrarla de la mano y llevarla a la habitación donde no estaba permitido que entrasen las personas que no eran personal autorizado.

- Gracias -Dijo ella cuando le tendí un paño para que se secase.

Su vestido azul tenía una mancha oscura por toda la parte delantera del vestido.

- Es increíble lo poco que se oye la música aquí. Me encanta tener un poco de silencio.

- No sabes cómo te entiendo -Dije con una sonrisa mientras me apoyaba en una mesa.

- Tengo que volver con mis amigos. Gracias por dejarme limpiarme un poco -Dijo cuándo la mancha ya no se notaba tanto.

- No tienes nada que agradecer -Dije mientras nos dirigíamos a la puerta.

- Por cierto, mi nombre es Erika.

- El mío Avalanna.

Esas fueron las últimas palabras que nos dirigimos antes de abrir la puerta y encontrarnos con el infierno delante de nuestras caras.

- Apuesto a que sé quién ha empezado todo esto -Dijo Avalanna cuando vimos la pelea que se estaba montando en la discoteca.

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