Capítulo 12: Un mes
Capítulo 12
DAYANA (P.D.V)
Me senté delante de la valla de la casa a esperar.
- ¿Se puede saber qué hacemos aquí?¿por qué no tocamos y ya está?
Aunque la pregunta de Davinia era perfectamente lógica, el hecho de hacerlo no lo era tanto.
- No me va a dar la dirección de Marta así por que sí, tiene que verme aquí esperándo -Suspiré mientras me cruzaba de brazos y apoyaba la cabeza contra la valla.
Era increíble, había buscado a esa maldita chica por los cientos de amigos que tenía Maikel, al igual que por todos sus amigos,y nadie la tenía en el maldito facebook, ¿hoy en día quien coño no tenía facebook? y encontrarla en Twitter y en Instagram es aun todavía más difícil, y tampoco había tenido suerte. Asi que aquí estaba otra vez, en la casa de Maikel esperándo a que se apiadara de mi y me diese la dirección de Marta.
- Es increíble que estemos haciendo esto.. ¿realmente quieres darle otra paliza? tus padres te echaron de casa por eso mismo.. ¿no crees que deberías hacer todo lo contrario?
Davinia realmente era muy racional, pero yo no lo era tanto.
- Quiero venganza.
- Dayana, tienes dieciocho años y ellos son asquerosamente ricos.. ¿crees que dudarán en denunciarte y hacer todo lo posible por meterte en la cárcel?
Me cansaba que fuese tan racional.
- Davi, cállate, ¿vale? -Rechiné los dientes.
- Tía, lo estás flipando, vamos a terminar mal, tú sola no, yo también.
- No te estoy pidiendo que le des una paliza tu también -Puntualicé.
- Pero eres mi mejor amiga -Respondió cogiéndome de la mano y dándole un apretón.
Vale, ahora me sentía mal.. ¿y si por esa estúpida venganza, Davinia también terminaba en la cárcel? le jodería la vida sin ella haber tenido culpa de nada.
La valla tras nosotras se abrió y por poco no caemos de espaldas. Rápidamente nos pusimos en pie y nos apartamos.
- Joder, vaya cochazo -Susurró Davinia a mi lado.
Delante de nosotras había un increíble mercedes negro.
- ¿Buscan algo, chicas? -La cabeza rubia de Avalanna salió por la ventanilla del coche y nos dio una sonrisa enorme.
Miré a Davinia con las cejas alzadas y una gran sonrisa. No íbamos a tener que esperar a que Maikel nos diese la dirección, Avalanna perfectamente nos la podía dar.
- La verdad es que si -Empecé a decir, pero Davinia me cortó.
- Te buscábamos a ti.. nos caístes tan bien que bueno.. queríamos ver si querias salir con nosotras por ahí.
La miré con los ojos abiertos como platos, a mi la chica me caía bien pero.. ¿que saliese con nosotros? esa pija no pegaba con nuestra peña.
Avalanna levantó una ceja y se nos quedó mirándo fijamente a través de sus gafas aviador negras.
- ¿De verdad?
- Si -Contestó Davinia con una sonrisa, yo simplemente estaba allí intentando descubrir que era lo que pretendía.
- ¿Por qué será que no me lo creo? -Preguntó a la vez que se bajaba del coche y se quitaba las gafas.
La chica era increíblemente guapa, de eso no había duda.
- Mi hermano me dijo que estuvistes aquí ayer en busca de la dirección de Marta -Dijo mirándome fijamente y luego sonrió mirándo a Davinia- por eso es que no me creo que mágicamente hoy hayan venido a ver si queria salir por ahí con ustedes. Podrían haber venido ayer perfectamente en vez de preguntarle a mi hermanito por la dirección.
- No sabía que era tu hermano -Repliqué cruzándome de brazos.
Ella copió mi postura.
- ¿De verdad?
- No, no lo sabíamos.
- ¿Y cómo esperas que yo me crea eso?
La chica me estaba exasperando.
- Vamos a ver, ¿qué me importa a mi lo que tu creas o no?
- ¿No dijistes que les había caido bien y que por eso habían venido? -Rió.
Estaba tentada de partirle la cara, al final resultaba que era igual de idiota que todos sus amiguitos.
- No te pases de lista -Dije con los dientes apretados.
- Vale, queremos la dirección de Marta -Confesó Davinia.
- ¿De verdad? ni por un momento lo habría podido adivinar.
Su tonito jocoso me estaba empezando a dar dolor de cabeza.
- ¿Nos lo vas a dar o no?
- ¿Cuál es la palabra mágica? -Sonrió ampliamente.
- ¿Sabes qué? me cansastes -La agarré de la chaqueta vaquera que llevaba puesta, bastante mona, todo hay que decirlo, y la estampé contra su mercedes- ¿nos vas a decir la dirección de Marta o no?
- Suéltame -Dijo mirándome fijamente.
Tenía agallas, eso lo tenía que reconocer.
- ¿O si no qué?
Se limitó a agarrarme de la mano y doblarmela fuertemente.
- ¡Suéltame! -Grité. Dios, me iba a partir el brazo.
En un momento me soltó y me empujó contra Davinia.
- No vuelvas a amenzarme, imbécil, a ver si te piensas que todos somos como los de tu barrio y nos acojonamos ante tías como tu, choni que eres una choni -Nisiquiera pude reaccionar, el brazo me estaba latiendo fuertemente.
Se metió dentro del coche, pero antes de arrancar, nos tiró un papel en la cara.
- Esa es la dirección de Marta, vete y pégale y cuando salgas de allí, espero que tengas una buena instacia en la cárcel, porque es donde vas a acabar como la toques, tiene testigos de que has estado buscándola por todos lados -Dijo antes de pisar el acelerador a fondo y arrancar dejando las marcas de las llantas levemente gravadas en el suelo.
El ruido de la valla al cerrarse nos hizo saltar tanto a mi como a Davinia.
- Tiene unos cojones increíbles -Susurró mientras se agachaba a recoger el papel que nos había tirado.
Era raro, pero no se había ganado mi odio, y eso después de lo que me había hecho, era algo increíble.
- ¿Me ha llamado choni?
- Tía, asúmelo, lo somos.
Miré las pintas que llevaba y si, era una choni pero no como las de "hombres y mujeres y viceversa" mi estilo era algo más complejo. Pero al fin y al cabo era una choni.
ÉRIKA (P.D.V)
- ¿Sabes que has arruinado la única amistad que tenía en este jodido país, no? bueno, la única amistad que he tenido en muchísimo tiempo. Creo que la única que he tenido nunca -Grité.
Si, se lo había estado echando en cara desde que nos habíamos levantado esta mañana.
- ¿No te vas a callar nunca? -Susurró mientras se masajeaba las sienes.
- ¿Cómo es posible que tengas resaca? anoche no salistes.
A la fuerza me había sacado del apartamento que tenía alquilado y me había traido a su hotel, donde había pedido una suite con dos habitaciones.
- ¿Crees que fue fácil tomar aquella decisión? me pasé toda la noche bebiendo para poder soportar los gritos de nuestras familias, pero ahora.. bueno, caí rendido y no pude llamarles.
- Vamos, que cuando te llamen vas a tener una resaca buena buena y vas a tener que soportar sus gritos -Tuve que reírme. Aquello era algo muy cómico.
- No tiene ni puta gracia -Gruñó.
Reí más fuerte.
- Si que la tiene, ¿quién iba a decir que el increíble Hugo Lombardo iba a tener tan poco aguante para el alcohol y se quedaría dormido antes de completar la misión que él mismo se había dispuesto llevar a cabo?
Bueno, la pregunta era, ¿quién iba a decir que yo, en algún momento de mi vida, iba a empezar a reírme del increíble Hugo Lombardo?¿quién iba a decirme que estaríamos los dos solos en una habitación? aquello era algo increíble.
El teléfono empezó a sonar.
- Dios -Susurró pasándose las manos por la cara antes de levantarse a contestar.
Mi pierna derecha empezó a temblar y no pude hacer nada para controlarla. ¿Qué pasaría ahora cuando Hugo les dijese que nos quedábamos? bueno, era posible que durante la noche Hugo hubiese cambiado de opinión.
Empecé a morderme las uñas.
HUGO (P.D.V)
- ¿Qué? -El grito de Jev llegó alto y claro.
- Que nos vamos a quedar aquí por un tiempo.
Dios, la resaca estaba acabando con mi vida.
- ¿Por qué?¿qué coño ha pasado?¿cómo es posible que te haya convencido? Hugo, si esto es una broma no tiene maldita gracia.
Aparté el teléfono y le pedí a Érika que llamáse al servicio de habitaciones para que me trajeran una aspirina, cuando salió en busca del teléfono, empecé a hablar seriamente con Jev.
- Vamos a ver, tu hermana no quiere volver, ha hecho una vida aquí.. ¿por qué no le dan un poco de espacio? si no quiere volver es por algo, y no, no soy tan buen samaritano como para decir que me quedo aquí por ella, me quedo aquí porque así yo también descanso un poco, es más, puedo convencerla de que vuelva y de que acepte la vida a la que estaba destinada incluso antes de nacer.
- ¿Cuánto van a quedarse? -Gianluca era el razonable de los dos, detrás se oían las palabras de disgusto de Jev.
- Un mes.. o menos, depende de como esté cuando empiece a hacerle ver la buena vida que llevaba.
- ¿Estás seguro de que eso puede funcionar?
- Tan seguro como de que es una Benedetti y lleva esta vida en la sangre, igual que todos nosotros -Contesté firme.
- Bien, hablaremos con tu familia. Cuídala, Lombardo, o si no, acabarás mal.
Colgué el teléfono y me senté en la cama tranquilamente.
- ¿Por qué les has mentido?
Levanté la cabeza rápidamente y me quedé mirándola.
- ¿Qué?
- Sabes que no estás seguro de que puedas convencerme, es más, sabes que no puedes convencerme, no me fui de allí por capricho Hugo, me fui de allí porque ese no era mi lugar. Créeme, una persona sabe cuando un sitio no es su lugar.
- Me quedaré contigo aquí y no hay más que hablar, te dejaré vivir tu vida como te de la gana durante un mes, vivirás como una persona normal y tendrás amigos, pero recuerda, solamente durante un mes, luego, volveremos a Italia, quieras o no -Me limité a contestar mientras pasaba por su lado.
Me agarró del brazo para pararme y luego se puso delante de mi.
- ¿Y tú?
- ¿Yo qué?
- ¿Cómo vivirás este mes?
Sonreí ampliamente.
- Haciendo lo que mejor se hacer.
- ¿Y eso sería..?
- Conquistar a mujeres, pero aquí, a una en particular -Reí antes de rodearla y seguir caminando.
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