Al chico del banco de adelante:

Puedo jurar que hay muchas cosas que me gustaría decirte. A la cara. Frente a frente. Pero la verdad es que no puedo decirte absolutamente nada sin llegar a la conclusión de que me lastimarás.

Así que por eso lo diré por aquí.

El otro día, era hora de recreo, y ambos nos quedamos hasta que todos se fueron, buscando nuestras cosas. 

(Debo aclarar que esto es algo insignificante, pero en realidad no eramos los únicos, habían unos seis chicos más)

Y tú te fuiste antes que yo, pero luego te diste vuelta para volver. En ese momento yo ya estaba detrás de ti, encaminándome hacia el patio, y nos chocamos. Fueron unos segundos interminables, cuando me miraste a los ojos y sonreíste, a cuando yo no pude ni siquiera respirar. Y deseé que eso me pasara siempre, que el tiempo se detuviese en ese mismo instante y poder conservarlo más de lo que podría. Sin embargo, rápidamente te hiciste a un lado, y me dijiste «vamos, pasa». Pensé que simplemente te había asqueado, o algo, pero cuando me giré descubrí que al menos habrían otras tres chicas detrás de mí, esperando para pasar.

Así que no lo hiciste por mí. No te corriste a un lado por mí, sino por ellas.

De todas formas, ya las odiaba.

Géminis.