Epílogo
Seis años después
Siempre que no podía dormir, Tarek encontraba la manera de hacerme reír o nos quedábamos hablando hasta que se hacía de madrugada.
Esta vez, era una de esas largas noches, donde mi vientre abultado y las constantes náuseas me impedían descansar.
Me consolaba un poco sus caricias y esas figuras de dragones que tanto me encantaban, volando por toda la habitación.
—Creo que ya se calmó —dijo él y llevó la mano a mi vientre.
—Siempre tienes ese poder en tus hijos —respondí entre risas.
Después de la muerte de Nerea, las cosas no fueron demasiado fáciles. Recuperar el control de los diferentes pueblos significó días de largas negociaciones y uno que otro altercado. A pesar de todo, Tarek jamás se separó de mi lado y siempre me daba fuerzas para seguir adelante.
En medio de la última negociación en el pueblo de Ouran, las sospechas de que una pequeña vida se formaba en mi interior eran cada vez más grandes. Estaba perpleja y casi segura de que era imposible.
Contra todo lo que esperaba, Ciara nació tiempo después.
Mientras recordaba nuestros primeros días como padres, esa calma y calidez se esfumaron cuando alguien tocó nuestra puerta tres veces.
Eso solo significaba problemas.
—¡Adelante! —respondió Tarek, pero antes me tapó con una manta.
—Mis señores —dijo uno de los guardias que cuidaba el pasillo—. No encontramos a los niños por ningún lado.
—¿No están durmiendo? —pregunté alarmada y salí de la cama.
—No, mi señora. Ya revisamos todas las habitaciones del castillo.
Sentí que me hacía falta el aire y Tarek me ayudó a sentarme para no caer.
—Debemos buscarlos —Intenté ponerme de pie, pero él me lo impidió.
—No, tú debes descansar. Iré yo.
Esa mirada asesina en su rostro solo me hizo preocuparme más. Los niños eran nuestra adoración y no sabía bien cómo reaccionaríamos si algo les pasaba.
Tarek me dio un rápido beso, seguido de una caricia en mi vientre y salió corriendo de la habitación.
Cuando ya no escuché sus fuertes pisadas por el pasillo, me asomé por la ventana y vi que se reunía con varios guardias, incluida Denisse.
No, yo no podía quedarme sin hacer nada mientras mis hijos estaban a manos de algún loco bastardo. Así que como pude, salí sin hacer ruido y bajé por las escaleras.
Ya en el exterior, tuve que tomar aire y descansar por un tiempo. No me podía mover tan fácilmente como antes.
—¡Alto! —grité con todas mis fuerzas—. Iré con ustedes.
Tarek empujó a unos cuantos guardias y corrió para reunirse conmigo.
—Es muy peligroso...
—No me quedaré sin hacer nada mientras los niños están desaparecidos.
Tarek suspiró y me abrazó con fuerza. Sabía que no sería fácil hacerme cambiar de opinión. De esa forma, avanzamos por la oscuridad, con más de veinte guardias y una docena de enanos.
—¿Alguna idea de a donde fueron?
—No —respondió Denisse—. Solo encontramos la manta de Ciara no muy lejos de aquí. Todo indica que se adentraron al bosque.
Tras esas palabras, apresuré el paso en medio de toda la maleza. Las antorchas no ayudaban mucho y esa oscuridad solo alimentaba mi preocupación. Los niños podían estar en cualquier parte, solos y pasando frío.
—Los buscaré volando —dijo Tarek y se preparó para convertirse en dragón.
—No... Es de noche, no podrás ver nada...
Repentinamente, un grito agudo proveniente de un tramo no muy lejano me alarmó. La persona tuvo que gritar de nuevo para que comprendiera lo que decía.
—¡Los encontré! —la voz de Denisse me devolvió la esperanza—. ¡Por aquí abajo!
Tarek tuvo casi que cargarme para poder llegar al pequeño claro de dónde venían los gritos.
El fuego que llevaban los guardias en las antorchas era suficiente para ver toda la sangre en el sendero. Eso no me dio un buen presentimiento y solo podía rogar para que los dos estuvieran a salvo.
Pronto vimos a Denisse, quién abrazaba con fuerza a mis dos pequeños mientras miraba a los cinco cuerpos que yacían tendidos en una poza de sangre.
—¡Ciara, Ru! —grité y corrí para abrazarlos.
—¡Mami, papi! —gritó la pequeña.
Ciara era un mar de lágrimas y en cuanto a Ru, él seguía muy tranquilo y no dijo ni una sola palabra. No soltó la mano de su hermana hasta que estuvimos con ellos.
Los abracé con fuerza, agradeciendo mil veces al verlos a salvo y sin ninguna herida. Tarek hizo lo mismo y noté como el temblor en sus manos, al igual que su semblante asesino, desaparecían.
Los cuatro nos abrazamos por un largo rato, escuchando como Denisse movilizaba a los guardias para comprobar que no quedaba ningún bandido por la zona.
Regresamos al castillo con rapidez, yo tomé de la mano a Ru y Tarek cargó a Ciara. Caminamos alertas, esto podría tratarse perfectamente de un ataque.
Ya en la seguridad del castillo, tomé a Ru de los hombros y me dispuse a hablar con él. Por ser el mayor, él podía contarnos mejor lo que había pasado. Sin embargo, permaneció serio y solo miraba a Tarek de vez en cuando. Comprendí entonces que solo hablaría con él.
—Yo me encargo —susurró Tarek y se llevó a Ru a una esquina de la habitación para hablar con él.
Me quedé sola con mi hija menor y le di un tazón de leche caliente. No dejaba de hablar de un hombre oso que había peleado con su hermano. Tenía mucha imaginación por lo que solo Ru podía decirnos con detalle lo que había sucedido.
Luego de terminar su leche caliente, Ciara bostezó un par de veces y se acurrucó en mis brazos. Todavía era de noche por lo que la dejé dormir un poco.
—Que bueno que ya se durmió —dijo Denisse, entrando al cuarto muy despacio—. Al parecer, los niños salieron a jugar solos, no sé cómo pasaron la barrera de guardias y llegaron hasta el campamento de ese grupo de ladrones.
—No sabes lo agradecida que estoy contigo —la interrumpí—. Encontraste a mis hijos y acabaste con todos esos bandidos...
—Justo de eso es lo que quiero hablar —Denisse se sentó en el suelo y se llevó las manos a una pequeña herida en su pierna—. Cuando llegué, esos hombres ya estaban muertos. Ciara permanecía en un rincón con los ojos cerrados y tapándose los oídos. Ru en cambio, estaba sobre uno de ellos. Vi claramente como le sacaba los ojos a uno con un cuchillo.
Las palabras de Denisse hicieron que abrazara con más fuerza a Ciara.
Ru era un buen niño, muy tranquilo y rara vez hablaba. Comprendí que no debía presionarlo y con el paso de los años fue hablando un poco más, aunque con Ciara era diferente. Jugaban todos los días, era su adoración y jamás era violento, no como Denisse lo describía.
Ambas lo miramos.
Ru le relataba muy tranquilo todo lo que había pasado en la noche a Tarek. Por la expresión en el rostro de mi esposo, supe que Denisse decía la verdad.
—Apenas... apenas tiene doce años.
Cerré los ojos al imaginar la escena. Aunque muy en el fondo, estaba agradecida con él, pero eso no quitaba el hecho de que era un niño e hizo algo terrible.
—Aunque lo hizo para protegerla, debe recibir entrenamiento y aprender a controlarse.
—¿Qué sugieres que haga?
—Yo puedo tomarlo como mi aprendiz por unos días.
—Olvídalo —dije descartando la idea de inmediato—. Tiene deberes dentro del castillo....
—Geraldine, por mucho que lo quieras, sabes que nunca podrá ascender al trono, no tiene sangre real.
—Lo sé.
Mi propio reinado estaba en peligro. El consejo de obispos aún no me consideraba como su legítima reina, no hasta que existiera un heredero varón.
—Hablaré con Tarek —dije pensativa.
Él ya lo había llevado a cazar, a lo que yo me negaba rotundamente. A mis ojos, seguía siendo aquel pequeño que necesitaba de mi ayuda para alcanzar alguna golosina de la mesa.
—Bien, iré a mi puesto de siempre. Pueden dormir tranquilos, no hay rastro de más bandidos en los alrededores —dijo cansada—. Además, aseguré cada puerta y ventana y puse a varios guardias por todos lados.
Asentí y me levanté con Ciara en brazos. Antes de subir a las habitaciones de los niños, me detuve al ver a la rubia con la mirada más triste que de costumbre.
—¿Tú estás bien?
Desde la muerte del enano, Denisse ya no era la misma. Se quedaba por largos ratos viendo al cielo y jamás se quitaba unas cintas verdes que ahora llevaba amarradas al cabello. Y, sobre todo, esa mirada triste ya era parte de ella.
—Me lastimé un poco la pierna con un...
—Sabes que no me refiero a eso.
—Sé que no —Denisse suspiró—. Conocí a alguien, es un antiguo bailarín de la reina Lara. Es extraño y... —Dejó de hablar por un momento al ver la sonrisa en mi rostro—. No es lo que piensas. Solo que tal vez, me recuerde un poco a Robin.
—Denisse, sabes que...
—¡No digas nada! —dijo avergonzada—. Mejor regreso a mi puesto.
Dicho esto se fue, dejándome pensativa.
Suspiré. Mi amiga era un caso perdido.
***
—¡Ru, Ciara, no jueguen cerca de las espinas! —grité.
Ciara me vio con esos enormes ojos amarillos iguales a los de su padre y asintió levemente. Era una niña muy obediente, aunque cuando estaba con Ru, cambiaba mucho. Se volvía habladora y un poco traviesa.
—Ricitos, tengo algo para ti.
Me recosté levemente y sentí a Tarek rodearme con sus brazos. Después me pasó una cesta y una sonrisa se formó en mi rostro al ver cinco panes de miel. Había encontrado alguna forma de traerlos desde Dwood.
Quise tomar dos, pero él me quitó la cesta y comenzó a reír.
—No tan rápido, serán para la merienda...
—La cesta tiene una araña.
Esas palabras fueron suficiente para que Tarek soltara mis golosinas y aproveché para robar una. Con el pie revisó la cesta hasta que se dio cuenta de que era una mentira.
—Gané —dije triunfante, le di un rápido beso y comencé a comer.
Tuve que arreglar la corona de flores que Ciara había hecho antes de sentarme de nuevo. Todos teníamos una, hasta Ru, quien se había negado hasta que descubrió que Ciara las había hecho.
Mientras los miraba jugar, suspiré en completa paz y me recosté en el hombro de Tarek. Tal vez teníamos mucho por delante, muchas alianzas que concretar, pero estos momentos eran los únicos que importaban.
Por un momento, recordé mi vida en aquella casita con mi tía, donde soñaba con todas las historias de dragones que mi hermano me contaba. Quién diría que, años después, una de esas criaturas me enseñaría lo que significaba amar.
—¡Mami, papi! —Ciara se acercó corriendo y nos mostró su brazo derecho.
—No sé que le pasó —dijo Ru asustado—, le está saliendo algo de la piel.
Tarek quitó la tierra del brazo de nuestra hija, dejando al descubierto una pequeña escama.
Ambos intercambiamos una mirada de asombro. Sabíamos que eso pasaría, pero jamás creímos que fuera tan pronto.
—¿Es algo malo? ¿Está enferma? ¿Llamo a un curandero? —Ru estaba pálido.
—No, es algo normal —dijo Tarek emocionado y les pidió que se sentaran con nosotros.
Sonreí. Teníamos mucho que explicar.
***
***
***
¡Hola! Oficialmente la historia llegó a su fin. 😭😱 Quería agradecerles a cada uno de ustedes por todo su apoyo. Cada lectura, voto y comentario me motivaban a seguir escribiendo❤️ valen oro.
La historia aún no acaba aquí. Tengo planeado escribir el libro de los hijos de Geraldine y Tarek, (Ciara y Ru), así como el libro que cuente la historia de Denisse y Robin (porque no acaba aquí). ¿Cuál les gustaría leer antes?👀
De nuevo, gracias por llegar hasta aquí🥺❤️✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro