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33♔ • Al Sur

—Tarek, estás bien —suspiré aliviada y corrí para abrazarlo—. ¿Cómo escapaste de esas gigantes?

—Eso no importa ahora, debes venir conmigo.

Me abrazó con fuerza y comenzamos a caminar.

—Estaba muy preocupada —dije mientras sentía cómo pasaba su mano por mi cintura.

—Jamás me iré de nuevo, eres lo más importante para mí.

No hice por apartarme cuando nuestras respiraciones se mezclaron, estaba perdida en esa ola de sentimientos que su tacto y sus palabras me provocaban.

Me puse de puntillas para llegar a él y antes de que hiciera una estupidez, alguien apartó a Tarek de mí con brusquedad. Estuve a punto de caer y solo entonces me di cuenta de que estábamos al borde de un río.

Frente a mí, Denisse luchaba contra Tarek puño a puño, aunque ella tenía una clara desventaja: mantenía sus ojos cerrados.

Me acerqué con la intención de ayudar a Tarek a quitarse a la rubia loca de encima, pero algo me detuvo. En la tierra habían varias pozas de agua y en el reflejo se podía ver a la perfección la silueta de Denisse y otra figura parecida a una serpiente en el lugar de Tarek.

—¡Tu compañero sigue atrapado en el saco de esas gigantes, esto solo es una trampa! —gritó la rubia—. ¡No lo mires más! ¡Cierra los ojos de una vez!

La obedecí un tanto temblorosa y la pelea cesó. El caos en mi cabeza no me dejaba pensar con claridad. ¿Qué era esa cosa? ¿Por qué la había visto con la forma de Tarek?

—Camina y no abras los ojos.

Me levanté como pude y recordé que ella había dicho que esos espíritus tomaban la forma de la persona que uno más amaba.

Eso era ridículo, yo no estaba enamorada de Tarek, por supuesto que no lo estaba. Solo era su aprendiz y por mucho que me agradara su compañía, el solo hecho de pensar en pertenecerle de nuevo a un hombre me daba miedo. Todos mis planes se irían por la borda, no quería estar atada nunca más a un hombre.

—¿Esa cosa desapareció?

—Toman forma únicamente cuando alguien los mira. En este caso por lo que escuché, tenía la forma de tu compañero.

Me sentí avergonzada. Escucharlo de ella me hacía repetir mil veces que no estaba enamorada de Tarek aunque la presión en mi pecho dijera lo contrario.

—Es un malentendido, yo...

—Haces exactamente todo lo contrario a lo que te digo —suspiró cansada—. Tengo una idea para salir de este bosque y que no me causes más problemas.

—¿Ya puedo abrir los ojos entonces?

—Sí, pero mantén tu vista fija en el suelo.

Un ligero silbido salió de sus labios, similar al cantar de un pájaro. La tierra se volvió a mover y creí que los gigantes habían regresado.

Solo vi sus patas peludas negras y concluí que se trataba de un perro. No quise ver más por el miedo a que esas criaturas regresaran.

Fue cuestión de segundos para que me tomara entre su hocico y me lanzara al aire. En medio de gritos, la rubia me tomó del brazo y mi espalda chocó contra algo con mucho pelo. Estaba sobre el perro.

Me sujeté bien del cúmulo de pelos y me la pasé el resto del viaje acostada en su lomo. No me atrevía a moverme, podía caer y lo menos que quería era quedar sola en medio del bosque.

Pronto las murallas que protegían Sort Skov se hicieron presentes y Denisse le dijo algo al perro. Frenamos de golpe en medio de unos arbustos.

—Necesito tu total silencio.

La rubia bajó del perro y yo me quedé arriba mientras, poco a poco, el animal iba perdiendo tamaño. Al darme cuenta, estaba sobre un pequeño cachorro.

El animalito se subió a mis piernas y movió su cola, buscando atención. No pude evitar abrazarlo con fuerza, era muy gordo y peludo. Tenía su pata lastimada y le faltaba parte de una oreja. Comprendí de inmediato, por esa razón la rubia no quiso pedir su ayuda antes.

—Quien diría que eres una enorme bestia peluda —dije entre risas.

Denisse nos echó un rápido vistazo y después tiró de un arbusto. Una cueva apareció a sus pies, llena de venas y un fluido que parecía ser sangre.

—¿Esa cueva está respirando?

—No es una cueva, es un gusano de tierra. Y sí, respira. Es la única forma de entrar a Sort Skov sin pasar por las murallas.

El perrito saltó de mis brazos y la siguió. Vi con asco la cueva y me acerqué un poco. Cerré los ojos antes de entrar, pensando en Tarek y en que debía apresurarme para salvarlo. También pensé en Conrad y en que muy probablemente esos enanos de barro lo tenían prisionero.

En el momento en que mi mano tocó parte de las viscosas paredes de esa cueva, esta se sacudió. Mi cabello quedó lleno de ese líquido, al igual que mis rodillas y manos. Aun así no me detuve y avancé igual de rápido que Denisse y el perro.

Las venas que nos rodeaban fueron tomando un color más oscuro y con un olor desagradable como a fruta podrida. Mi nariz picó y traté de no respirar más. Apresuré el paso y casi aplasté al pobre perro al ver un punto de luz no muy lejano a nosotros.

Denisse fue la primera en salir muy tranquila, como si no hubiera estado en el interior de un gusano. Yo ahogué un chillido de felicidad al estar por fin en el exterior.

Estábamos en medio de un jardín que debía pertenecer a alguna choza cerca del avispero.

No pude dar ni un paso sin sentir esa viscosidad en todo mi cuerpo y no sabía si era peor eso o las alergias.

—Debo cambiarme de ropa.

La rubia me vio con ojos de que quería matarme y comenzó a caminar.

Yo la seguí y tuvimos que escondernos un par de veces para no ser vistas por las pocas criaturas que pasaban por esa calle.

Lancé un suspiro al reconocer la choza de Tarek no muy lejos y tuve que frenar a la rubia para que no siguiera de largo.

—Solo iremos por ropa, nada más.

Ella parecía estar entrenada y se movía con agilidad, cosa muy contraria a mi andar torpe y tambaleante.

Como pude y con la ayuda del perro, me metí por la ventana.

—Cuando todo esto termine, te daré un enorme trozo de carne, perrito.

—Se llama Duur —dijo Denisse en un susurro.

El perrito movió su cola feliz y comenzó a inspeccionar el lugar.

Me moví lo más rápido que pude para conseguir ropa o algo con que limpiarme. Tarek tenía un verdadero desorden y entre todo encontré una capa negra, olía a él.

Alejé mis tontos pensamientos y llamó mi atención un cajón que tenía escondido debajo de la mesa.

—¿Puedes abrirlo?

Tarek siempre guardaba dinero o cosas de valor en los lugares más extraños.

—Aparta —Denisse quebró una pequeña palanca y de un golpe ya estaba abierto.

Tenía papeles y, al hurgar entre estos, encontré muchos mantos. Reconocí de inmediato las figuras bordadas en estos y los acabados torpes. Eran los mismos mantos que yo había vendido días atrás.

—¿Todo bien? —preguntó la rubia al notar que me había quedado quieta.

Acaricié los manto con delicadeza. Eran los míos, de eso no tenía duda. Él los había comprado todos de mi puesto.

Desde el principio me resultó muy extraño qué él no consiguiera dinero con ese encargo, nunca fallaba. Ahora comprendía que me lo había dado a mí, fingiendo que todos mis mantos se habían vendido.

¿Por qué?

Duur ladró y cerré la tapa del baúl un tanto pensativa. Denisse sacó una daga y se escondió detrás de la puerta. Cuando el intruso se asomó, el filo quedó contra su cuello.

—Están de regreso —dijo Brianna, completamente pálida—. ¿Y Tarek?

—No te incumbe —respondí a la defensiva.

—Lo siento, no fue mi intención que todo terminara de esa manera.

Se puso a llorar y no me importó, era otro de sus escándalos.

—¿Le corto el cuello? —preguntó Denisse de lo más tranquila y presionó la daga con más fuerza contra la piel de la chica fastidiosa.

—No, te lo ruego —chilló Brianna—, puedo ser de ayuda. Encontré al hombre de barro cerca de la muralla y... se está quedando en mi casa.

—¿Conrad? —No oculté mi emoción al tener una pista de mi amigo—, debe estar muerto de miedo, ¿cómo es que esos enanos no lo han capturado?

Me quité el vestido lo más rápido que pude y me puse un pantalón y una camisa de Tarek, era mucho más cómodo.

—No... Los enanos de barro ya no controlan Sort Skov, ahora lo hace ella...

—¿Quién? —Le hice señas a Denisse para que ya no apretara tanto la daga.

—Nerea.

No conocía a nadie con ese nombre y poco me importó, solo deseaba reunirme con mi amigo de nuevo.

Denisse le quitó por fin la daga del cuello a Brianna y le dio un empujón.

—Mientes, los enanos de barro le ganan en número a cualquier ejército que intente enfrentarlos.

—Tienes razón, pero...

—Nadie se enfrentó a ellos. Aristri me cedió el mando de Sort Skov.

La mujer de cabello rojo apareció en la puerta, con una enorme sonrisa e interrumpió la conversación. Me sentía en deuda, gracias a ella habíamos logrado escapar antes de esas mazmorras.

—¿Eres Nerea? —preguntó Denisse, un tanto desconfiada.

Mientras las dos intercambiaban un par de palabras con Brianna escuchando en un rincón como una metiche, yo me escabullí a la choza de esta última, donde había dicho que estaba Conrad.

Decían la verdad, los grupos de enanos de barro que antes cuidaban las calles ya no estaban y el avispero de donde salían se caía a pedazos. No creía que la enana le fuera a ceder el control de un pueblo tan próspero a Nerea solo porque sí. Había algo mucho más complicado detrás, algo que nosotros no veíamos.

Con mis pensamientos pesimistas de siempre y pensando en que si podía confiar en Nerea, empujé la puerta de la choza de Brianna con miedo. Un hombre estaba sentado en una silla en el humilde comedor y en el fondo, la abuela curaba las heridas de una chica de cabello negro que no paraba de llorar. Por sus ropas era fácil ver que se trataba de una campesina, estaba muy golpeada y su humilde vestido marrón era un desastre.

Abrí más la puerta con la intención de hacer ruido y funcionó. Obtuve la atención de los tres.

—Din —dijo el hombre y comprobé mis sospechas, se trataba de mi amigo.

Lo que me pareció extraño era que Conrad llevaba una manta alrededor de su nariz y boca. Eso, sumado a una capucha que traía, dificultaba mucho ver su cara.

—Tonto, ¿por qué despareciste de esa forma? estaba muy preocupada por ti.

Aceptó mi abrazo y pude respirar un poco más aliviada, pero no podía descansar aún, no cuando Tarek estaba con esas gigantes.

—Es mi culpa —dijo la joven entre lágrimas—, me vio herida en el bosque y me ayudó...

Me separé de Conrad y me acerqué a ella para ayudar a limpiar sus heridas. Sus piernas tenían arañazos y su vestido estaba rasgado. Todo apuntaba a que un animal del bosque la había atrapado. Dejando a un lado sus heridas y golpes, era imposible no darse cuenta de la mirada de la joven a Conrad. Estaba llena de ternura y agradecimiento, lo que me llevaba a pensar que ya se conocían de antes.

Me separé de ella al notar que la estaba poniendo incómoda y le pedí a Conrad que me acompañara para hablar solos.

—¿La conoces? —pregunté, tratando de ver sus ojos debajo de esa manta.

Asintió.

—La conocí en Korbel. Siempre la miraba de lejos —suspiró—. Esta mañana al despertar, te encontré a ti durmiendo junto a Tarek, no quise despertarlos y me levanté a dar una vuelta. Fue entonces cuando la vi de nuevo. Gritaba pidiendo ayuda, su nuevo dueño la quería... es una de las mujeres de las casas de Seth.

—Ese maldito...

Su ambición y locura parecía no tener fin, hasta el punto de obligar a cualquier mujer a ser su esclava.

—Está ganando territorio y captura a todas las mujeres jóvenes a su paso.

—La esclavitud está prohibida —dije desesperada—. Debemos notificar a la reina.

—La reina no hará nada, parte de las ganancias de Seth van al palacio real —intervino Denisse, quien venía muy tranquila acompañada de la pelirroja y de Brianna.

Su presencia no me incomodó, sin embargo, el ave que traía en el brazo sí. Era un pájaro enorme, con unas piezas largas de metal en sus patas. Estaba tranquilo, pero sus ojos no se separaban de mí.

—Chica Slorah —dijo Nerea—. Sé que odias a esas malditas leyes tanto como yo, por eso dejaré que te unas.

—No te entiendo...

—Haremos un viaje por el reino para ponerle fin a esta barbaridad. —Señaló unas extrañas carretas hechas con un material que no reconocí, parecía piedra forjada con ramas rojas—. Ya todo está listo, te explicaré los detalles en el camino. No tenemos mucho tiempo.

Era mi oportunidad para acercarme a ese lugar donde las gigantes tenían a Tarek y no iba a desperdiciarla.

—Iré con ustedes —contesté decidida—, pero antes debo ir por mi compañero, no puedo dejarlo a su suerte.

—¿Es el mismo con el que estabas en la mazmorra? —preguntó Nerea.

Asentí.

—Admiro tu lealtad —Me sonrió—. Denisse me ha contado donde se encuentran. En el camino pasaremos cerca de las tierras de los gigantes y podrás rescatar a tu amigo. ¿Estás de acuerdo?

—Sí... gracias.

No sabía qué más decir. Nerea era una buena persona, se preocupaba por todos y era muy justa. Tenía las cualidades dignas de un reina.

—Andando entonces.

Denisse y Nerea se alejaron de la choza y Brianna las siguió corriendo. Me quedé a solas con Conrad y suspiré aliviada.

—Por lo que escuché, a tu... compañero —rio al decir esa última palabra—. Lo capturaron e irás a rescatarlo.

—Claro que sí. Él haría lo mismo por mí.

—Bien —sonrió de forma pícara—. Vamos al carruaje entonces. 

Quise imitarlo, pero un fuerte dolor en el pecho impidió que diera un paso más. Comencé a toser sin control y tapé mi boca con la manga de mi vestido para no hacer tanto ruido y alertar a los demás.

Como pude respiré lentamente, mientras ese dolor iba cediendo poco a poco. Mis ojos se toparon con la manga de mi vestido, donde varias manchas de sangre relucían, mezcladas con saliva.

—Geraldine, te estamos esperando.

Caminé junto a Duur, fingiendo estar bien, hasta que me topé con Brianna.

—Ni lo pienses, no irás con nosotros —dije con la voz un poco extraña—, no quiero que terminemos de nuevo en una mazmorra por tu culpa.

—Lo siento, te prometo que mi amor por Tarek ya quedó en el olvido. Estoy enamorada de alguien más y esta vez es correspondido.

No pude evitar hacer una mueca y ella se alejó cantando. Cian y Conan se unieron a nuestro pequeño grupo en los carruajes de atrás, junto a ella. Yo fui adelante, junto a Nerea y Denisse.

La amiga de Conrad se quedó con la abuela y se despidió de él con un enorme abrazo que duró mucho tiempo, no le importó ensuciarse de barro.

Sonreí al ver la cara de nerviosismo de mi amigo y le hice espacio para que se sentara junto a mí. Los caballos negros de piedra que estaban atados a los carruajes comenzaron a moverse e iniciamos nuestro viaje.

Estaba muy distraída pensando en Tarek,como para darme cuenta que el halcón de la rubia estaba sobre mis piernas y el perro rechoncho mordisqueaba a Conrad en la mano.

—Lo más prudente es darle muerte a los reyes —dijo Nerea, rompiendo el silencio—. Con un nuevo régimen, caerán todos los malnacidos que están haciendo de nuestras vidas un infierno.

Aparté a Tarek de mis pensamientos y repetí en mi cabeza lo que había dicho Nerea. Matar a la reina... Si hacíamos eso, Philip ascendería al trono. Estaba más que convencida que él haría un mejor trabajo que sus padres. El problema era burlar toda la seguridad del castillo, adentrarnos a la recámara real y darle muerte a mi tío y a su esposa. En definitiva no podíamos solos. 

—El plan será el siguiente —dijo Denisse—: asaltaremos el carruaje de lady Lovdell y pediremos su ayuda. Es bien sabida su enemistad con la reina.

—¿La condesa de Dirach? —preguntó Conrad asombrado.

—Sí, se dirige al reino de Kriger a entablar una alianza con sus reyes.

—Me estoy perdiendo de algo —interrumpí sin saber bien qué pasaba—. ¿Cómo sabes todo eso?

Denisse silbó bajito y el halcón se paró en su brazo.

—Los imperiales mandamos mensajes con estas bellas aves. Me fue fácil interceptar a uno.

El resto del viaje se dedicaron a pulir el plan. Ellas dos hablaban y Conrad opinaba de vez en cuando. Yo solo podía pensar en que, mientras hablábamos, Tarek podía estar siendo comida de gigantes. Los caballos de piedra se movían mucho más rápido que un caballo normal, al punto de causarme mareos, pero agradecía lo rápido que estábamos avanzando.

—Miren, parece una auténtica ciudad de ogros —dijo Denisse asombrada.

—¿Es una ciudad de ogros? —pregunté, señalando unas tierras en llamas.

—No. —Nerea trató de ocultar su miedo—. Eso, querida amiga, son las tierras nevadas del sur.

Eso era imposible. Esperaba montañas de nieve, no una torre en llamas.

En medio del caos, unas enormes alas negras aparecieron entre el humo y el fuego. Mi corazón latió con fuerza al pensar en que podía ser Tarek.

¿Cómo había terminado todo de esa forma?

✨¡Gracias por leer!✨

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