—El señor Seth despertó.

Aura dejó a un lado la manta con la que se había tapado toda la noche y corrió, ansiosa por verlo. Su cuerpo dolía por pasar todo ese tiempo sobre el frío piso del castillo, pero no quería alejarse, debía permanecer cerca para cuando él despertara.

—Señor Seth, ¿puedo pasar? —preguntó ella un poco tímida tras tocar la puerta.

—Adelante, quien quiera que sea.

Empujó la puerta, no sin antes peinarse un poco con los dedos y arreglar el arco en su espalda.

—Es un gusto conocerlo por fin. Mi nombre es Aura, pertenezco al grupo de los caballeros imperiales...

—Largo, no me interesa.

—Señor, estoy aquí para ayudar. Respecto a su esposa, tengo un par de testigos, guardias que estaban en el momento del ataque del dragón. Ellos dicen que... —Debía buscar las palabras adecuadas para comunicarle eso a Seth, no quería que sintiera más dolor— ella se entregó a la bestia.

Silencio. Sintió su corazón latir demasiado fuerte y trató de mantener la mirada fija en algún punto de la lujosa habitación.

Después de un rato, Seth rio sin gracia y tosió un par de veces.

—Imposible. Geraldine me ama, soy toda la familia que le queda.

—Tengo entendido que su matrimonio sucedió muy deprisa. Puede ser que ella no piense de esa manera.

—Existen cosas que se asumen con los actos. Los días antes del ataque éramos inseparables. Me ama y yo la amo a ella.

Él se quitó parte de las vendas y trató de levantarse, pero Aura se lo impidió. Sin querer, la mano de la chica quedó en su pecho herido y ella se perdió por un momento al sentir la textura.

—¿Qué hace? Debe guardar reposo.

Seth le dio un empujón tan fuerte que la hizo caer sentada y parte de su espalda se lastimó con la mesa donde reposaban las medicinas.

—No me quedaré aquí sentado mientras mi esposa está en la cueva de un dragón.

Aura lo observó impresionada al comprobar que, pese a la gravedad de sus heridas, él quería ir a buscar a Geraldine. Comprendió entonces que el amor que ambos tenían era verdadero y sintió un poco de celos.

—Lo acompañaré, le vendrá bien un poco de ayuda. Según los guardias se dirigieron al bosque, ya mandaron tropas, pero ninguno ha tenido éxito.

—Es porque todos ustedes son unos inútiles. Lárgate de aquí y dile a Clent que necesito hablar con él.

—Sí, sobre eso... —Aura se perdió por un momento, contemplando ese semblante varonil que para ella era tan perfecto—. Lo encontraron muerto en uno de los acantilados. Dicen que resbaló y se torció el cuello.

—¿Quieres que crea esa estupidez? —Se acercó peligrosamente a ella y la tomó de los hombros—. Si me estás mintiendo...

—Lo juro —susurró y lejos de asustarse le pareció interesante esa rudeza.

—Llama a Lars entonces y lárgate de aquí.

—Lo que usted ordene.

Aura salió con las mejillas rojas por tanta cercanía y lo primero que hizo fue buscar al tal Lars. Una vez dio el aviso, fue hasta dónde dormía su aprendiz y lo despertó.

La gente en el castillo corría apresurada. Seth estaba como loco movilizando a sus hombres para formar un ejército y adentrarse en el bosque. Todo por una mujer que se había ido voluntariamente con un dragón.

—Woluc, investiga a Geraldine Slorah, quiero saber todo sobre ella —Aura sospechaba que la chica solo quería a Seth por su dinero—. También trae información sobre los duques. Hay algo que no termino de entender.

—No sé muy bien qué es lo que quiere...

—Seth es apuesto, tiene muchas riquezas y el aprecio de la reina. No tiene sentido que quiera tanto a esa mujer. Sí, puede ser la hija de un duque, pero fuera de eso, creo que se está aprovechando de él.

—Más bien, creo que es al revés. Él tiene mala fama de... —dejó de hablar al ver la cara asesina de Aura—. Quizá quería un título. Ahora que ya lo tiene, puede que busque otra esposa.

Otra esposa. Esas palabras hicieron eco en su mente; sin embargo, la voz de una mujer interrumpió sus pensamientos.

—Los caballeros imperiales debemos vivir en celibato. Es un juramento que le hicimos al pueblo, a la reina.

Apartó de golpe las palabras de Denisse, su antigua compañera. Esa chica era tan seria y seguía al pie de la letra las órdenes que le daban escalofríos. Jamás le cayó bien y le daba gracia ver dónde había terminado por ser tan correcta.

—Aura, sigo esperando una orden.

—Claro —ella dejó de pensar en su compañera, solo era un mal recuerdo—. Antes de investigar sobre Geraldine, escribe la carta diaria a la reina. Apunta: el señor Seth Haltow, como muestra del amor a su esposa, organizó una búsqueda por todo el bosque de la que seremos partícipes.

—¿Pedimos refuerzos?

—No me interrumpas, olvido lo que quiero decirte. Y respondiendo a tu pregunta, no. Iré sola con Seth. ¿Por qué no estás apuntando?

—No tengo papel ni tinta.

—¡Pues ve y consigue! ¡No me hagas repetirlo!

Woluc salió corriendo y Aura lo observó con enojo. De pronto, todo quedó en el olvido al ver salir a Seth con su armadura y se apresuró a ir con él.

Ella se encargaría de ayudarlo en la búsqueda. Pero antes, necesitaba conocer el pasado de su esposa. Estaba segura de que Geraldine no era la buena mujer que él pensaba.