XX
Despedida
"Me fui. No dije adiós. Eso es algo que debo todavía"
-Eduardo Galeano
Oigo los pasos agitados de los niños.
- ¡Los regalos están aquí!- grita Laia, creo que es ella.
Me levanto con pocas ganas y unas ojeras enormes, hace días que no duermo bien, mi mente suele irse al lugar más oscuro para desvelar lo peor de mí, es casi imposible sobrevivir a mí misma, creo que debería ir a ver a la amiga de doña Fina, la psicóloga.
Decido que no hace falta arreglarme, si me miro al espejo solo veré mi culo deforme, mis pechos enanos, mi cuerpo feo y mi cara aún más fea.
Bajo las escaleras y veo a todos los niños en el suelo, abriendo uno por uno los regalos y mostrándole a los demás sus obsequios, felices, ojalá mi ánimo pudiese ser como el suyo, ojalá pudiese disfrutar de estas fiestas, pero cada vez que veo un árbol de navidad tengo ganas de quemarlo y hacerlo cenizas, es un símbolo demasiado potente, un símbolo de familiaridad y nosotros, aunque finjamos tener una familia, no la tenemos, abrir regalos es estúpido, hacer árboles decorados con bolas es ridículo, creer en papá Noel es inútil, creer que hay felicidad es mentira, nunca la hay sin padres, nunca, y sin Alan tampoco hay felicidad, todo es un desastre...
- Querida- me dice Fina- te he hecho esto.
Me entrega un paquete y yo le dedico una sonrisa, fingida, últimamente me he acostumbrado a fingir mucho.
Lo abro y veo un jersey rojo, es muy bonito.
- Lo he cosido yo, espero que te lo pongas.
La abrazo.
- Muchas gracias, Fina, gracias por soportarme, por hacerme tomar buenas decisiones y por hacerme sonreír cuando solo quiero hundir mi cara en la almohada.
- Para eso estoy.
- Lo siento, también siento haber sido insoportable, haber llegado tarde muchas noches, haberte gritado cuando me querías ayudar y darte la espalda cuando solo querías lo mejor para mí.
- Hey, no llores- me acaricia la espalda- sabes que eres una de las mejores cosas que me han pasado, has estado aquí desde siempre, y me has ayudado mucho con los niños aunque estos te agobien mucho.
Sonrío.
- Voy a subir a mi dormitorio a ponerme el jersey.
Asiente con la cabeza y yo subo apresuradamente a mi habitación, me deshago de mi parte alta del pijama y me pongo el jersey.
Cojo el móvil. Tengo un mensaje.
"Felices fiestas, espero que te hayan traído muchos regalos"
Es Alan. Sonrío. No, espera, él no me quiere, él y yo ya no somos nada, él y yo hemos acabado, él me ha abandonado, no puede hacerme esto, no puede enviarme un mensaje tan tierno cuando lo único que quiere conmigo es amistad pura y dura.
Tiro el Nokia contra la pared, llena de ira.
Todo esto es una mierda, estoy fingiendo felicidad y lo que realmente quiero es gritar y decirle a todo el mundo que las navidades son una puta mierda, solo sirven para ilusionar a los niños, odio tener que abrir regalos que no han preparado mis padres, odio tener que abrir un regalo muy trabajado y sonreír diciendo que me gusta cuando lo que realmente quiero es un regalo de mi madre, sí, de esa que me rechazo en la cara, de la que me abandono, de la persona que me odia y que, sin quererlo, quiero a mi lado.
Ojalá doña Fina fuese mi madre, ojalá fuese su única hija, pero eso sería muy egoísta, ella es buena persona, ella cuida de todos los niños sin hogar y sin embargo yo quiero que sea mía, quiero algo propio por primera vez, pensaba que Alan iba a ser solo mío, me equivocaba.
Odio mi vida.
Tiro la mesita de la cama, cojo una lámpara y con todas mis fuerzas la estampo contra la pared, cojo unas tijeras y corto la colcha con ira, abro la ventana y acabo tirando todo lo que encuentro por ella, la ropa del armario, el reloj... lo tiro absolutamente todo.
Me siento un poco liberada, pero sigo sintiendo que algo me oprime el pecho, quizá nunca lograré ser libre, quizá estoy obligada a quedarme encadenada a este mundo de mierda del cual no debería formar parte, quizá la única forma de liberarme es... muriendo.
Estoy tan jodida que ni el día de navidad puedo ser feliz, estoy tan hundida en la mierda que ya no tengo fuerzas para fingir una sonrisa, estoy harta, pronto será año nuevo y yo seguiré respirando un aire que es tóxico para mis pulmones, seguiré aferrándome a una vida que me da la espalda, seguiré levantándome después de cada caída y seguiré recogiendo mis pedazos y seguiré reconstruyéndome, como siempre he hecho.
Estoy harta de ser una mancha en el mundo. Debo empezar a ser realista.
No siempre podré levantarme.
Nadie me va ayudar, ni siquiera una psicóloga.
Estoy destrozada.
Llevo diciendo semanas que estoy bien pero mi corazón me dice lo contrario.
No soy feliz. Ni antes, ni ahora ni nunca lo seré.
Hay una solución. Solo una, no es el camino fácil, quizá es el camino más complicado que una persona puede llegar a tomar, pero es el camino que lleva al final, a la felicidad eterna.
Bajo corriendo las escaleras, están tan ocupados abriendo los regalos que nadie ha escuchado mi rabieta ni todos los trastos siendo tirados a la calle.
Debo salir de aquí, está casa no me hace feliz, este orfanato no me hace feliz, seguramente también estoy jodida porque vivo en un lugar que me recuerda día tras día que mis padres no me querían, que me abandonaron, que nunca he sido lo suficientemente buena para mantener a la gente a mi lado, que nunca he sido buena para que me adoptase, y, me recuerda que nunca seré lo suficientemente buena para ser feliz, estoy destinada a la oscuridad más profunda.
Salgo de la casa corriendo, me da igual que mis pies estén desnudos, que mis pantalones sean de algodón y abriguen poco, me da igual que este nevando de forma desesperada. Me da igual todo. No tengo frío, solo un propósito.
Corro hasta que no noto los pies, hasta que me siento helada y entumecida por todas partes.
Me estiro en la acera, miro el cielo, pronto amanecerá, pronto dejará de nevar, pronto dejaré de tener frío, pronto, todo acabará, las estrellas se van difuminando con mi vista, las nubes dejan de estar allí y lo único que noto es el aire frío y los copos caer en mi rostro, limpiándome de todas las impurezas, todos mis complejos, todos los malos pensamientos, todos los problemas, limpiando la imagen que tengo de mi misma, limpiando el recuerdo de Alan, el abandono de mis padres, el rechazamiento de la sociedad y limpiando toda la mierda que llevo acumulando a lo largo de los años, liberándome de mis pesadillas.
Solo noto la nieve caer en mi cuerpo y cubriéndome, escondiéndome del mundo, otra vez estoy huyendo y el mundo me ayuda a desaparecer.
Dejo de notar mi cuerpo, no siento las extremidades, no siento dolor, ni sufrimiento, ni angustia, ni cansancio, no siento nada.
Sé que estoy haciendo lo correcto, sé que esto, en realidad, nunca ha sido premeditado, siempre he querido llegar a este punto de mi vida, siempre he querido hacer esto pero nunca he sido lo suficientemente fuerte, ahora lo soy, ahora todo va a acabar.
Seré feliz, este es el final del camino y el inicio del cielo.
Al caer el último copo de nieve, moriré.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro