Amor

"Más que besarla, más que acostarnos juntos; más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano, y eso era amor"

- Mario Benedetti

Hablar con la psicóloga me ha despejado la mente, pero también me ha desestabilizado, ya no sé qué es lo que quiero y tampoco sé que quería conseguir exactamente con mi actitud, digo que no intento suicidarme pero mis acciones dicen todo lo contrario, digo que estoy bien pero mentalmente solo puedo odiarme, digo que soy feliz pero en realidad cada noche me miro al espejo deseando desaparecer, digo que aprecio mi vida pero cada vez que tengo oportunidad de ponerme en peligro, lo hago, digo que no pasa nada y pasa de todo... ¿Por qué soy tan contradictoria? ¿Por qué me miento de esta manera?

Me siento en las escaleras del porche y observo los pequeños copos de nieve caer, con delicadeza, como si no quisieran romperse y supiesen que el impacto con el suelo, los rompería.

El mundo llora lágrimas heladas, el mundo está triste por ver mi tristeza, el mundo llora las penas no lloradas, el mundo está roto.

Estoy rota.

Oigo el rugido de una moto y mi vista se dirige hacía el sonido, ¿Alan? Me levanto anonadada.

- ¿Qué haces aquí?- le pregunto borde a la vez que me acerco a él.

Alan se saca el casco y se pone en pie, entregándome mi chaqueta.

- Te dejaste la chaqueta en la fiesta.

Mis ojos se abren incrédulos, cojo la chaqueta enfadada, ¿Ha venido solo para esto? Que ingenua soy, quiero que luche por mí, debería luchar por mí, ¿Por qué no lucha por mí? ¿No soy suficientemente buena?

Le doy un bofetón en la cara, se ha comportado como un cretino, se merece esto y más. Me ha hecho daño y encima tiene la cara dura de venir aquí como si nada, tiene los cojones de venir a darme la chaqueta y no decirme "lo siento por haber jugado contigo", viene aquí y espera que lo acoja con los brazos abiertos, lo odio. Alan se palpa la mejilla.

- Vale,-dice- merezco que me pegues, pégame.

- ¿Qué?- pregunto incrédula.

- Qué me pegues.

- ¿¡Estás tonto!?

- Vamos, Marga, sé que deseas pegarme, te he hecho daño, pégame.

- No pienso hacerlo.

- Pégame, saca toda la ira fuera.

Cierro los ojos, tiene razón, quiero pegarlo pero también quiero besarlo, quiero insultarle pero también quiero decirle cuanto me gusta, quiero amargarlo pero también quiero hacerle feliz. ¿¡Porque todo es tan complicado!?

- ¡Marga! ¡Haz algo!- me ordena sacudiéndome- pégame, insúltame, hazme algo, dime algo, dime que soy un cretino...

Lo beso, porque es lo que realmente quiero hacer, ha sido un capullo y yo lo estoy besando, soy gilipollas, estoy siguiendo lo que dice mi corazón y no mi mente, soy muy estúpida. Debería pegarlo, abofetearlo, insultarlo y alejarlo de mí, porque él cerca es un peligro, porque él me va a hacer daño y sin embargo yo estoy dispuesta a correr ese riesgo. Él me sigue el beso, deja que yo tome el control, besándolo con ganas y pasión.

- Me has dicho que haga algo, te he demostrado como me siento respecto a ti, ahora haz algo tú.

Alan se queda en silencio durante un período largo y finalmente me acaricia la mejilla y me atrae hacía él, une nuestras frentes, medita durante unos segundos.

- Hubiese preferido que me pegarás- dice en un susurro apenas audible para seguidamente besarme la comisura de la boca.

- ¿Quieres entrar en casa? Empieza a nevar demasiado, creo que sería peligroso que condujeras.

- Es la primera vez que me beso con alguien bajo la nieve- dice cambiando de tema y yo sonrío como una estúpida enamorada.

- Y no será la última- vuelvo a unir mis labios con los suyos, atrayéndolo hacía mí para darme calor corporal, tengo frío, he salido con solo un jersey y nieva mucho, pero me da igual, porque ahora estoy con Alan y eso me basta.