Esperanza

"Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes"

-Khalil Gibran

Aquí estoy yo, con ropa interior mínimamente sexy mirándome al espejo y pensando que puedo hacer para mirarme al espejo y no darme asco, estoy pensado de qué manera puedo cambiar para mejor, porque ahora mismo estoy en la mierda y mi físico es solo una mínima parte de mis problemas.

La gente suele tener problemas porque se ve muy gorda, o ve que tiene demasiada grasa, pues yo soy todo lo contrario, me veo demasiado delgada y no me gusta, parezco anoréxica, no tengo ni un gramo de grasa, uso la talla 34 y no tengo ni curvas ni pecho, soy una maldita plancha, no tengo nada, además, mi culo es asqueroso, es tan delgado que tiene huecos, lo que quiero decir es que al ser tan delgada tengo celulitis y eso es horrible, y sí, las chicas delgadas tenemos celulitis.

Me miro una vez más en el espejo con desaprobación, seguidamente me pongo ropa ancha para esconder todos mis complejos y salgo a la calle sigilosamente. Es de noche y no quiero despertar a doña Fina, se pone histérica cuando me escapo o voy a algún sitio sin darle explicaciones, ella no es mi madre, ¿Por qué tendría que decirle dónde voy?

Al salir miro mi móvil del siglo pasado, ni una llamada, puto Alan, debería llamarme, ¿Qué tengo de malo para que no me llame? ¿Es mi cuerpo? ¿Es mi manera de ser? ¿Es por cómo visto? ¿No le gusto? ¿Por qué no le gusto a nadie? Ni siquiera les gusto a las chicas, es decir, ni siquiera les gusto como amigas, en el instituto todos me dan la espalda y no entiendo porque, ¿Qué tengo de malo?

Entro a una tienda que está abierta las veinticuatro horas y con el dinero que supuestamente es para mis pastillas compro bollería y una botella de sangría, no me gusta, pero me hace sentir bien, me hace olvidarme de las cosas y es dulce.

Me siento en el banco de un parque cercano y observo los árboles llenos de nieve, observo los muñecos de nieve que han hecho algunos niños y también algún trineo improvisado, es precioso, el invierno es precioso y cada detalle que conlleva la navidad es precioso, los pequeños copos de nieve, los vientos helados, las nubes oscuras... todo lo que está relacionado con el invierno es genial y me encanta. Sonrío.

Empiezo a comerme un donut, después sigo con una bolsa de patatas de marca blanca, al acabar me meto en la boca tres bollicaos y unas palomitas, sigo con una tableta de chocolate y unos filipinos. Dios, tengo un agujero negro en el estómago, lo raro es que no siento que estoy llena, me siento... con mucha hambre y es extraño porque doña Fina nos alimenta muy bien. ¿Por qué tengo que ser de constitución delgada? Dios... solo estoy comiendo basura, así solo conseguiré ser una chica insana.

Miro con pésame el cielo, cierro los ojos esperando que todo cambie pero todo sigue igual, sigo siendo una adolescente de mierda en un lugar de mierda, joder.

Ya me he acabado la sangría. Tengo ganas de vomitar, no es por el alcohol, es porque me siento muy mal conmigo misma, me siento mal por como actuó, por como hago las cosas, me siento mal por ser la persona que soy porque soy una completa mierda, intento que las cosas no me afecten, pero me afectan, intento ser ajena a todos los comentarios de mi alrededor pero no puedo, intento fingir que todo está bien pero joder, soy incapaz de aceptarme a mí misma, ¿Cómo puedo hacer que los demás me acepten si no me puedo querer?

Me acerco a un árbol e introduzco mis dedos dentro de mi garganta, esto va a ser rápido.

Vómito, vomito todo lo que tengo en el estómago y me siento liberada, sin preocupaciones, sin nada.

Me estiro en el banco anterior y cierro los ojos.

Necesito que algo bueno pase, quiero que algo bueno pase y que esta mala racha que tengo acabe pronto, ¿Puedo ser feliz? Quizá alguien puede hacerme feliz... quizá él puede hacerme feliz.

Si me despierto antes de que amanezca, Alan me va a llamar.