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IX

Deseo

"Amor y deseo son cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama"

- Miguel de Cervantes

Alan me mira de abajo arriba y sonríe con satisfacción.

- Pensaba que únicamente te vería con pantalones y sudaderas anchas.

- Tengo mucho complejo de culo.

Alan me mira el trasero y yo le golpeo amistosamente el hombro.

- No sé de qué te acomplejas, yo lo veo bien.

- Es pequeño.

- Es normal- dice dándome una palmada en el culo- vamos que llegaremos tarde a la fiesta.

Asiento y salgo de la entrada, solo llevo unos pantalones pitillo y un jersey apretado, al parecer a Alan le gusta mi físico de mierda, no sé porque.

Corro hacía su moto y me subo detrás de él, abrochándome la chaqueta y cogiéndome de su cintura.

- No te sueltes, Marga- me susurra en el oído.

- Nunca lo haría.

Sus músculos se tensan y arranca la moto, la brisa del viento nos acompaña en nuestro viaje, me siento libre, siento que en esta moto, ahora mismo, soy libre, tengo ganas de gritar, voy a gritar.

- ¡Wiii!

La risa de Alan hace que su pecho se contraiga y que un escalofrío recorra mi piel. ¿Por qué cuando estoy con él se me olvida absolutamente todo? ¿Por qué mi corazón se salta una palpitación cuando escucho su voz? ¿Por qué su sonrisa hace que mi pecho arda? ¿Por qué una mirada suya me pone nerviosa? Dios, Alan me gusta, me gusta mucho.

- Hemos llegado, señorita.

Alan se quita el casco y se baja de la moto, hace una reverencia y me ofrece su mano para ayudarme a bajar.

- Oh, gracias señorito.

- Un placer, señorita.

Me quito el casco y contemplo la inmensa casa, parece que sea de alguien muy rico y poderoso, deber ser muy consentido si le dejan hacer una fiesta sin supervisión.

- Sabes, eres muy rara- me dice Alan.

- ¿Y qué?

- Qué me gusta.

- No juegues con mis sentimientos.

- Eso nunca.

Sonrío y caminamos hacía la gran casa, estoy nerviosa y no sé cómo actuar, quizá conozco a gente nueva y quizá hago amigos, a lo mejor consigo salir de esta mala racha y quizá consigo integrarme en algún grupo y a lo mejor dejo de ser la solitaria persona que soy.

Dejamos las chaquetas en alguna habitación de la casa y nos adentramos en el salón, donde muchos adolescentes bailan al son de la música, otros charlan y algunos se besan.

- Ten- Alan me da un vaso de plástico.

- ¿Alcohol?- pruebo el vaso- ¿Qué es esto? ¡Es putamente genial! ¡Quiero más!

- Vozka con caramelo.

- Mmm... delicioso.

Alan sonríe de lado, intenta decirme algo pero un chico robusto lo interrumpe.

- ¡Alan! ¡Amigo! ¿Cómo estás? Ven a saludar al grupo- dice de sopetón el chico castaño.

Alan me mira disculpándose y yo asiento, entiendo que tiene amigos y tiene que saludarlos, yo no soy la prioridad y mucho menos voy a estar todo el tiempo con él sin dejar que se le acerquen, tiene derecho a hacer su vida, pero me hubiese gustado decirle "no me dejes sola".

Estoy en el baño, me aburro, unos golpes suaves interrumpen mis pensamientos, que extrañamente, eran de patos, sí, cuando estoy borracha mis pensamientos no tienen sentido.

- ¡Hey!

- He espantado a una pareja que quería tener relaciones sexuales, ahora el baño es mío- río divertida.

- ¿Por qué eres tan cabra loca?

- ¿Y por qué no?

El chico rubio que tengo delante se apoya en la pica y sonríe pícaramente, no tiene respuesta a mi pregunta.

- Sé que te encanta que sea una cabra loca.

Me levanto del lavabo (porque estaba sentada allí) y me acerco a Alan, me quedo a escasos centímetros de él y no sé si es por el alcohol o por la atracción del momento, pero le doy un casto beso, un pico, corto pero suficiente, sonrío y abro la puerta para irme.

- Espera- Alan me sigue por el pasillo- no puedes dejar las cosas así.

- Sí, puedo- sonrío aún más.

Alan me coge del brazo y me inmoviliza, dejando que mi espalda choque con la pared y que mi respiración este muy cerca de la de él, mi corazón empieza a palpitar demasiado rápido, joder, quiero y deseo que me bese.

- No, no puedes dejarlo así.

Sus labios se unen con los míos y dejo que el calor me invada, que mi lengua le corresponda al igual que todo mi cuerpo, mis manos se entrelazan con su pelo y mi pecho se une al suyo, tengo la sensación que hemos nacido para encajar.

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