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II

Felicidad

"Cuando una puerta que nos llevaba a la felicidad se cierra, otra se abre. El problema es que nos quedamos mirando la puerta cerrada"

-Paulo Coelho

Oigo un ruido de motor y cierro los ojos esperando el impacto.

Nada.

Abro los ojos y veo una moto en el suelo y un chico tirado a menos de dos metros, al parecer ha derrapado.

- ¿Estás bien?- digo acercándome a él y tocándole el cuerpo buscando una reacción de su parte.

Se aparta bruscamente de mí y se quita el casco, dejando ver unos impresionantes ojos azules y un pelo rubio de infarto.

- ¿¡A ti qué cojones te pasa!? ¿Qué querías? ¿Matarte y matarme?

Sonrío.

- ¿Por qué sonríes?

- Por qué no me has atropellado- digo poniéndome en pie.

- Maldita loca- dice el chico rubio en un susurro intentando que no lo escuche y se levanta, palpándose el cuerpo para comprobar que no tiene ninguna herida, menos mal que es invierno y va abrigado, seguramente la ropa lo ha protegido.

Me apoyo en una farola y me lo quedo mirando, es muy atractivo, dios, incluso con ropa se nota que tiene un buen cuerpo, sus ojos son tan azules...

- ¿Nos besamos?- pregunto repentinamente, maldito alcohol.

- ¿Qué?

- Qué si estás bien.

- Ah, perfectamente.

Cojo la botella de sangría en el suelo y hago ganaste en una basura cercana.

- ¡GOL!- digo subiendo las manos como una triunfadora.

El chico levanta su moto y ríe ante mi comentario.

- ¿Sabes que eso se dice solo en el fútbol?

- Ah, pues... ahora sí que lo sé- me acerco a él- Soy Marga, ¿Sabes que significa amarga? ¿Te parezco amargada?

- Em...- sus ojos parecen sorprendido por la pregunta- Me pareces una loca.

- Qué sincero, ¿Cómo te llamas?

- Eso no importa, ¿Por qué has intentando suicidarte?

Lo miro confundida, ¿Yo? ¿Suicidarme? No, eso en ningún momento, yo estoy orgullosa de vivir, en ningún momento despreciaría mi vida de este modo, nunca, nunca en la vida me suicidaría y estar estirada en la carretera mirando las estrellas no es suicidarse, es mirar las estrellas y esperar a que un deseo se cumpla. Me van a adoptar.

- No me he intentado suicidar- aclaro.

- Estabas tirada en la calle esperando a que algún vehículo pasara, claro que intentabas suicidarte.

- Estaba mirando las estrellas y sabía que me esquivarías.

- ¿Qué pasa si no llego a verte? Muerta estarías ahora mismo.

- Pero no lo estoy- digo cruzándome de brazos.

- Oye, a menos de un kilómetro hay un descampado, podrías haber mirado las estrellas desde allí.

- No hubiese sido tan divertido.

El chico coloca su moto a su lado izquierdo y empieza a reírse como un desquiciado.

- ¿Encuentras divertido que casi te atropelle?

- Encuentro divertido que nos hayamos conocido en estas circunstancias, será una buena anécdota para contar a nuestros hijos.

- ¿Qué?

- ¿Qué de qué?

- ¿Qué te hace pensar que tendremos hijos juntos?

- ¿Quién ha dicho que yo quiera hijos contigo?

- ¿Por qué no puedes contestarme como alguien civilizado en vez de responder con otra pregunta?

- Entonces, sería una conversación aburrida y monótona.

El rubio de ojos azules pone los ojos en blanco y se sube a la motocicleta.

- ¿Cómo te llamas?- pregunto intentando retenerlo- Tienes cara de nombre extraño, quizá alemán...

- Alan, me llamo Alan- me interrumpe, se pone el casco y me mira- intenta no morir.

Enciende el motor y me deja, otra vez, sola.

Sonrío y me pongo las manos en los bolsillos, emprendo el camino de vuelta a la ciudad y pienso en Alan, es tan guapo y tan... bueno, no sé cómo es porque apenas hemos hablado, pero me gusta, gracias a él me adoptarán, pasaré unas navidades en alguna casa y seré una más de esa familia, sonreiré, abriré regalos y daré regalos, celebraré el año nuevo con un sentimiento que nunca he tenido, el de amor fraternal. Oh, gracias Alan, no sabes lo que has hecho evitando atropellarme.

- ¿¡Donde coño has estado, Marga!?- me grita doña Fina.

- He visto las estrellas- le digo sonriendo- he conocido a un chico y he pedido un deseo.

Doña fina suspira y me mira con enfado.

- Vete a la cama, sabes que eres la mayor de todos estos niños y tienes responsabilidades...

- Baila conmigo, Fina- digo interrumpiéndola y cogiéndola de los brazos para bailar, empiezo a mover mi cuerpo y a cantar, Fina se ríe y me mira a los ojos divertida.

- Eres terrible, Marga- dice riéndose.

- Así me quieres- le beso la frente y subo corriendo a mi habitación.

Me estiro en la cama cansada y sonriente.

Me adoptaran.


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