I
Autoconvencimiento:
"No se recuerda que ningún ser humano haya conseguido una felicidad perdurable mediante el convencimiento de que está en mejor situación que otros seres"
- Sinclar Lewis
Me siento en el la orilla de la carretera, miro mis botines llenos de nieve, miro al cielo estrellado y sonrío, me encanta el invierno, la gente suele preferir el verano porque hay sol y todo es alegría, el invierno, es frío, helado, oscuro y muy triste, lo único que da alegría cuando hace un tiempo tan deprimente, es la navidad, papa Noel y todas esas chorradas familiares donde todos se reparten amor y son felices.
Primero, amo el invierno porque siento que es la época en la que el planeta, siempre soleado, se da el placer de derrumbarse, cuando nieva, significa que el planeta llora desconsoladamente, cuando llueve, también llora, pero no son lágrimas tan desesperadas, no son tan frías y heladas, cuando las nubes oscuras lo acaparan todo, significa que el planeta está triste. Siento que de este modo no soy la única chica que se pasa las horas pensando en lo asquerosa que es su vida, pienso que el mundo, al estar con este clima, está en la misma situación que yo, luego me doy cuenta que es muy estúpida mi hipótesis. Aquí hace frío y en la otra punta del planeta calor, el mundo no puede estar triste, ¡Ni siquiera tiene sentimientos! Solo se pone tan oscuro por las rotaciones que damos, la temperatura y otros factores que ayudan a que haya este clima.
Segundo, odio las navidades, me gusta el invierno pero no las fiestas que se celebran en esta época del año, creo que todo sería más sencillo si tuviese unos padres con los que compartir cenas y regalos de navidad, creo que todo sería mejor si tuviese unos padres con los que celebrar año nuevo y creo que yo sería diferente si tuviese una casa con una familia, pero no tengo familia. Así que me contento con lo que tengo, un orfanato con niños que están en mi misma situación, me tengo que conformar con una directora que nos regala un par de libros y se cree que así somos felices, pues no, nosotros no necesitamos regalos, solo padres.
Cubro mi pelo castaño rizado con la capucha de la chaqueta y me froto las manos para conseguir calor corporal.
Navidad, navidad, dulce navidad, la alegría de este día hay que celebrar...
Me río para mis adentros y sigo cantando la canción, es ridículo, aún faltan un mes para la navidad y yo canto este villancico. Dios... si yo odio la navidad. Bueno, da igual. Navidad, navidad dulce navidad, la alegría de este día hay que celebrar...
Estoy necesitada de una familia, quiero cantar villancicos con alguien y quiero celebrar la navidad con mis padres, me da igual que sean biológicos o adoptivos, solo quiero una navidad normal y no una en la cual canto canciones estúpidas en una calle desierta a las doce de la noche. Quiero unas navidades fantásticas y quiero que me guste celebrar el invierno, no quiero ser una amargada.
Soy una amargada.
Observo el paisaje una vez más, me gusta está pequeña colina donde solo hay una carretera con aceras, bancos y farolas. Antes, esta carretera se utilizaba para llegar a la ciudad, ahora, nadie la utiliza porque prefieren usar la autopista, mejor para mí, me gusta la soledad de este lugar, tiene buenas vistas y un silencio conmovedor, supongo que aprecio estos detalles porque estoy completamente sola, no tengo a nadie, ni familia, ni amigos ni conocidos.
Mi familia... mejor no hablar de ella, para mi están muertos; no tengo amigos, todos me odian y me insultan en el instituto, y conocidos... Nada, estoy sola y me da igual. ¿Hubiese descubierto este lugar si tuviese amigos? Claro que no, no haría paseos interminables buscando un refugio personal, no miraría el cielo estrellado y tampoco me fijaría en los pequeños detalles de la vida, si tuviese amigos, no sería quien soy ahora y a mí me gusta quien soy.
Cojo la botella de sangría que he comprado antes de venir aquí y me bebo un trago, que asquerosa es la sangría, pero es barata y tiene alcohol.
Estoy sola. Soy feliz. No necesito a nadie para ser feliz.
Vuelvo a darle un trago a la botella. Ojalá el alcohol me haga efecto pronto, necesito dejar de pensar, necesito no pensar. Olvidar.
Me levanto con la sangría en la mano. Se supone que el alcohol te hace entrar en calor, chorradas, sigo teniendo frío.
Empiezo a cruzar la carretera de lado a lado, saltando, caminando, corriendo... cruzo la calle de mil maneras posibles y haciendo todas las estupideces que me vienen a la cabeza hasta que decido estirarme en medio de la calle, tiro la botella de sangría vacía a un lado y miro las estrellas, parece que brillen más que de costumbre, parecen brillar para mí, sonrío.
Si pasa un coche y no me atropella, me adoptarán está semana.
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