Me sentía extremadamente incómoda con la conversación. Es una completa locura. ¿Cómo podría estar con los dos, con padre e hijo? A Darek se le ha perdido una tuerca, o más bien, varias.

—Yo iré a la habitación a descansar— me levanté de golpe—. Lamento ser la manzana de la discordia. Lo menos que quería era ocasionar problemas y empeorar la relación que tienen, que ya está suficientemente dañada. Permiso.

—Espera, Luna, no te vayas.

A pesar de oír a Fabián llamándome, necesitaba estar sola y organizar mis pensamientos o la cabeza me iba a explotar.

Darek

—¿Ves lo que acabas de hacer? Que te quede claro, yo jamás voy a permitir esto. Tú tienes a mamá. Si las cosas con ella no funcionaron, ese no es mi problema, pero ¿por qué te empeñas en quitarme lo único que tengo? ¿No te fue suficiente con haberme jodido la vida?

—Lamento no haber sido el padre perfecto que esperabas tener. Ya sé que he sido un completo fracaso. Quisiera decirte que me rindo, que lamento mucho todo lo que ha sucedido, que he vuelto a equivocarme al fijarme esta vez en algo que es tan importante y sagrado para ti. Ojalá tuviera el control de elegir con quién sentir estas cosas— apreté la tela de mi pantalón—. Hijo, tú estás enamorado de ella también, debes conocer a la perfección ese sentimiento de plenitud y dicha cuando la tienes cerca. Debes conocer también ese sentimiento tan cálido y reconfortante que engulle tu alma cuando sonríe.

Se me quedó viendo fijamente en completo silencio.

—Si su ausencia te ha llevado a tanto, es porque tocaste fondo y te diste cuenta de que no puedes estar sin ella. Lo mismo me ocurre a mí. Solo de imaginar que un día me falte, hace que un enorme hueco se haga presente en mi pecho. Nunca había sentido algo así, ni siquiera por tu madre, a pesar de que hubo un tiempo donde creí que la amaba. Esto que siento ahora por Luna, ha hecho que descubra que nada de lo que he vivido y experimentado anteriormente, se puede comparar con lo que siento ahora. No pretendo que lo entiendas o lo aceptes, solamente quiero pedirte una disculpa por no tener el valor de renunciar a esa pequeña que ha traído luz a mi vida y un verdadero propósito a mi existencia. En poco tiempo, probablemente vaya a hacerle compañía a tus abuelos, mientras tanto, quiero darle rienda suelta a este pedacito de mi vida que me brinda tanta felicidad y tranquilidad.

—Eres un miserable. Diciendo todo eso para dar lástima. Es patético… Mis abuelos estarían orgullosos de ver lo talentoso y buen actor que saliste. Esto no es algo que alguien como mi orgulloso y narcisista padre diría.

—Lo sé.

—Eres un grandísimo cobarde.

—Eso también lo sé.

—Todo eso lo heredé de ti. Incluso lo necio y lo terco—suspiró—. Pero está bien.

—¿Qué está bien?

—Persigamos a Luna en serio.

—¿Eso qué significa?

—Que no te dejaré el camino libre con ella. No vas a renunciar, pues yo tampoco. Solo Dios sabe lo mucho que me cuesta decir esto… — cerró los ojos y suspiró—. Nos ganaremos su corazón, pero sin trucos sucios y en igualdad de condiciones. Que nuestro objetivo sea siempre el mismo; hacerla feliz. Ella ha sufrido mucho, y en gran parte ha sido mi culpa, así que debo ganarme de nuevo su confianza.

Le extendí mi mano, esperando que la tomara.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Sin rencores? — le cuestioné.

Él miró mi mano por unos instantes, luego la correspondió, cerrando el trato con un apretón de manos.

—Sin rencores.

Es la única oportunidad que tengo para hacer las cosas bien esta vez, ganarme su confianza y restaurar nuestra relación de padre e hijo. No pienso desaprovecharla.