• Preocupación •
Ahora entiendo la razón por la cual mi hijo también quedó embelesado con ella. Su forma de ser es tan endiabladamente encantadora.
Si mi hijo no se rinde con ella y algún día vuelve, dispuesto a conquistarla de alguna manera, no podría juzgarlo, porque ni yo mismo tengo la fuerza de voluntad y la valentía de renunciar.
Esta pequeñita me vuelve loco.
Marjorie
Mi celular sonó reflejando el nombre de Valery en la pantalla.
—Dime que me tienes buenas noticias. No soporto esto más. Es humillante.
—Pues sí, te tengo buenas noticias. He dado con la ubicación de esa muchacha. El idiota de mi hermano se descuidó. Sin saberlo, me llevó directamente a ella. Aunque mi padre también me sirvió de mucho. Sabía que esos tres se estaban viendo.
—¿Esos tres? ¿De qué tres hablas?
—Por supuesto que hablo de papá.
—¿Ellos siguen en comunicación?
—Sí. Mi papá aún no sale de su casa. Supongo que pasarán la noche juntos.
—¡Maldita perra!
—Te lo dije, no comas ansias.
—¿Cómo no quieres que me altere? Tu padre me sacó de la casa. Me hizo elegir entre dejarme en la calle o vivir en esta pocilga de mala muerte, y todo con tal de que no interfiera en su vida. No dudes que en cualquier momento se lleve a vivir a esa fulana a la casa.
—Creo que mi tío está involucrado en esto y por eso no había podido dar con ella.
—¿Tu tío? ¿Qué te hace pensar eso?
—Oí una conversación que tuvo papá con mi tío. Hablaban de esa muchacha, por lo que él conoce de su existencia. Es increíble, parece que todos están a favor de ella. Amanda también ha intentado persuadirme para que deje las cosas como están, pero que ni crea que voy a permitir que esa perra callejera destruya a mi familia. Primero mi hermano y ahora papá. Me pregunto, ¿qué oculta entre las piernas como para enloquecer tanto a los hombres con quiénes se involucra? Hasta ese amiguito, el tal Ramiro, me rogó innumerables veces mientras se desangraba que no le hiciera nada a ella—suspiró—. Ya me está entrando curiosidad.
—Ese último comentario no me termina de gustar. Acelera los planes.
—A mí no me des órdenes, mucho menos me estés apresurando. Nadie te manda a ser tan estúpida e inútil como para mantener a papá comiendo de tu mano. Creo que has perdido esas destrezas con el paso de los años. Quizá por eso Octavio se aburrió.
—¿Ahora nos vamos a tirar entre nosotras? ¿Tú de qué parte estás?
—Si tanta prisa tienes de que acelere los planes, entonces, ¿por qué no lo haces tú misma? Ah, ya sé, porque tienes miedo de que mi papá te deje sin un centavo. No quieres perder a la gallina de los huevos de oro.
Rechiné los dientes.
—Estamos en el mismo bote, pero eso no significa que tú seas la que manda aquí. Las cosas se harán a mí manera. Si no estás de acuerdo con eso, te invito a regresar. Tal vez papá se ponga muy feliz de volver a verte y te prepare una fiesta de bienvenida a lo grande— rio, colgándome la llamada.
«¡Maldita perra! ¡Ya verás! ¡Tú también tendrás tu parte!».
Amanda
Valery salió hace varias horas de la casa, pero aún no ha regresado. Le he llamado, pero no responde. La comida ya debe estar helada. He esperado por ella para comer.
Me preocupa que haga otra estupidez. El corazón lo tengo en la garganta. Ni siquiera mi papá me contesta el teléfono y eso solo me da mala espina. Ya no sé qué hacer con ella para mantenerla tranquila y a raya. Nuestra relación se está viendo afectada desde que esa mujer llegó a la vida de mi hermano y de mi papá.
Oí la puerta de la entrada y bajé las escaleras casi corriendo para encontrarme con ella.
—Qué bueno que llegas. Me tenías preocupada. Te llamé muchas veces y no me contestaste.
—No tenía señal, mi reina.
«¿Por qué me miente?».
—Que buen recibimiento— me abrazó, haciendo chocar mi cuerpo con el suyo y apretó esa parte que sobresalía de mis nalgas por debajo de mi pequeño hilo dental—. Te ves muy hermosa y apetecible. Te comería completa— susurró sobre mis labios, en ese tono tan sensual y morboso que me debilita.
—Te amo— susurré embelesada.
—Y yo a ti, mi pedacito de algodón—enredó su mano en mi cabello, profundizando ese delicioso beso que derrite mi piel entera.
Toda preocupación, enojo, tristeza, simplemente se desvanece cuando la tengo así de cerca. Nadie más que yo conoce ese lado tan cursi y dulce que guarda. Aunque sea tan terca y orgullosa, la amo; la amo más que a mí misma y temo perderla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro