Me sacudieron tanto que me siento mareada. Cada partícula de mi cuerpo duele, sobre todo, mis sagradas partes. Requirió de mucho esfuerzo ir al baño, si no hubiese sido por la ayuda de ambos, creo no habría podido ir sola. Las piernas no dejaban de temblar, las sentía entumecidas todavía.

Creí que no sentiría nada de esto hasta mañana, pero al parecer, mi cuerpo se enfrió demasiado pronto.

Darek me sumergió en agua caliente y no puedo mentir, sentí un poco de alivio casi instantáneo, al menos del dolor general, porque de ahí abajo, probablemente le tome sanar unos cuantos días más.

—¿Te gusta así la temperatura del agua?

—Sí, es agradable.

Sobre todo el estar sentada entre sus piernas, con las manos alrededor de mi cuerpo.

—¿Te duele mucho?

—Es un poco cínico de tu parte, ¿no crees? Es como preguntarle si está bien a alguien que recién atropellaste—sonreí con ironía—. Pero no puedo quejarme, quizá me he vuelto una masoquista.

—Lo tomaré con más calma para la próxima. Me dejé llevar por tus ruegos y otros factores… Tan pronto salga de aquí, iré a la farmacia por medicamentos que puedan ayudarte a combatir el dolor.

—Estoy bien, solo con un poco de descanso quedo como nueva.

—¿Te duele la garganta? Te he notado como con mucha molestia.

—Tu hijo es un animal también. Casi me mata.

—Cuando uno está en calor, deja de pensar con claridad. Probablemente le pasó lo mismo y se le fue la mano.

—No fue solo la mano lo que se le fue.

Le oí reír y lo miré por arriba del hombro. Se ve tan lindo y tierno cuando sonríe.

—¿Y tú de qué te ríes, descarado?

—De lo bella que eres—besó mi cabeza, descansando la suya sobre la mía. 

Estas punzadas en el vientre son tan parecidas a las que me dan durante el período. Un momento, ahora que lo pienso, no he tenido mi periodo. Tengo casi dos semanas de retraso si me pongo a analizarlo con detenimiento. Hace varias semanas Darek y yo tuvimos intimidad y esa mañana en que sucedió el secuestro no nos protegimos tampoco.

—¿Qué sucede? Te has puesto tensa de momento.

—Darek, ¿recuerdas esa mañana cuando tuvimos intimidad y no nos protegimos tampoco?

—Sí, lo recuerdo. ¿Por qué?

—Voy a cumplir casi dos semanas de retraso. ¿Por qué te quedas callado? ¿Tienes una idea de lo que eso puede significar? Hay que salir de dudas.

—Vayamos al laboratorio. Creo que sería la mejor manera de salir de dudas.

—¿Qué hay de Fabián?

—Bueno, él nos puede acompañar, aunque ahora mismo cayó tendido. Aún no se recupera del todo y su cuerpo está algo débil.

—No me refiero a eso y lo sabes.

—No nos precipitemos, ¿quieres? Solo son sospechas. Tú no has sentido ningún síntoma que indique que estás embarazada, solamente ha sido por el retraso en el periodo, así que tranquila, pequeña.

—¿Y qué pasaría si lo estoy? ¿Cómo lo tomarías?

—Pequeña, te estás preocupando demasiado. Es totalmente comprensible que estés preocupada, pero ya verás que es una falsa alarma.

—Vamos—intenté levantarme, pero perdí la poca fuerza que estaban sintiendo mis piernas.

—No te levantes tan abruptamente. Te puedes caer y lastimarte. Pensé que te quedarías más tiempo aquí para que te relajaras. Te hace falta recobrar energías.

—No puedo relajarme teniendo tantas cosas en la cabeza. 

Con su ayuda pude salir bien del baño. Recogí el uniforme y fue el mismo que me puse. El detalle es que no tenía ropa interior que ponerme gracias a un troglodita que me la rompió.

—¿A dónde van? ¿Pensaban dejarme atrás o qué? — Fabián se sentó en el borde de la cama, al vernos a ambos vestidos.

—Claro que no. Vamos al laboratorio, ¿vienes con nosotros? — le cuestionó Darek.

—¿Al laboratorio? ¿A esta hora? ¿Para qué?

Darek le contó sobre mis sospechas y su expresión se volvió rara, no sabía descifrar lo que por su mente estaba pasando. Aun así, se vistió rápidamente para no hacernos esperar demasiado.

Fuimos al laboratorio más cercano, luego de tomarme una muestra de sangre, debíamos esperar aproximadamente de dos a tres horas. Iba a ser la hora de cierre cuando alcanzamos a recoger el resultado. Si nos hubiéramos marchado, probablemente nos lo iban a dar ya mañana. No me quedaban uñas, me las había comido todas.

—Y bien, ¿qué dice, pequeña? —cuestionó Darek.

Mis manos eran un manojo de nervios al ver reflejado un «positivo» en los resultados.

—Míralo por tu cuenta— se lo pasé a Darek y él se quedó mirando el papel perplejo.

A Fabián no le hizo falta ver el resultado, pues con la expresión nerviosa mía y la reacción de Darek al cubrirme con sus brazos y besarme innumerables veces la frente era más que suficiente.

Una parte de mí se sintió feliz, tal vez me contagié con la alegría de Darek, pero la otra tuvo malos recuerdos de mi otro embarazo. Fue ahí donde entendí la reacción y el comportamiento de Fabián.

—Felicidades a ambos.

Era el «Felicidades» más amargo y apagado de la historia de la humanidad.

—Faby, ven—le agarré la mano para que se sumara a nosotros y no se sintiera excluido de los acontecimientos—. Quita esa cara. Vamos a ser papás; los tres.

—Querrás decir, ustedes.

—Dije los tres y no refutes lo que digo—busqué cobijarme entre sus brazos al notarlo tan cabizbajo y atraje a Darek para que se sumara al abrazo entre los tres, pues sé que se sentía cohibido con tal de no incomodar a Fabián.

Prometo que de hoy en adelante me cuidaré por el bien de este pequeñín que está creciendo en mi vientre, por mí y por ellos. No quiero que nada le pase. No quiero volver a experimentar ese sentimiento tan horrible e indescriptible.