Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Mía •

Luna

—Entonces es tu día de suerte—levanté el traje y él siguió con la mirada el proceso mientras me lo quitaba—. Pero hay algo quiero antes—puse el traje por detrás de su cuello, atrayéndolo aún más hacia mí.

Por supuesto que iba detrás de sus labios. Ellos me han estado tentando desde hace un tiempo para acá. Y es que, si saqué la suficiente valentía para hacerlo, fue porque no vi ninguna intención en él de apartarme o frenar las cosas.

Me sumergí en el apacible y adictivo roce y suavidad de sus carnosos labios con los míos. Tan apasionado, potente, eléctrico. Me derreti al probar el dulce néctar que segregaban nuestras lenguas entrelazadas. Con una mano acariciaba el centro de mi espalda y la otra mantenía mi cuerpo haciendo fricción contra el suyo. Es como si hubiera un festival de fuegos artificiales en mi cabeza y una fuerte oleada más abajo de mi ombligo. Me había entregado de una manera que, por un momento sentí miedo; miedo de que fuera un sueño y esto realmente no estuviera pasando.

De mi garganta se escapaban un sinfín de gemidos. Hice fricción con mis senos en su firme pecho. Gracias al sostén se percibia más intensamente. Estaba comportándome como una perra en celo.

Mordió mi lengua y percibí la humedad que eso provocó en mi sexo. Solo eran besos de lengua y ricas mordidas, pero estaba tan excitada que quería pasar a la siguiente fase.

Lamió mis labios de comisura a comisura, dejando por último, una juguetona mordida en mi labio inferior.

Agarré su erección por encima del pantalón y lo oí gruñir. Sentí escalofríos al escucharlo. Suena tan sexi.

Está así de duro por mí. El simple hecho de saber que se sentía igual de excitado que yo con la situación, me hacía desear profundamente provocarlo más. Tanto así que, me acuclillé frente a él, quitando cualquier barrera que hubiera entre su hombría y mi rostro.

Contemplé por fin ese paquete tan tentador que había visto previamente por cámara. Hasta se me hizo agua la boca. Podía fácilmente apretarlo entre mis dos pequeñas manos y, aun así, su glande sobresalía de ellas.

Humedecí su pene con mi saliva y la esparcí con ayuda de mi mano. Se siente tan duro, es grande y venoso. Mi lengua probó por fin el sabor de esos fluidos que brotaban de su cabeza. Lamí los alrededores, hasta alcanzar sus testículos y chuparlos con ligereza. Miraba de reojo sus expresiones, la manera en que esos bellos ojos verdes grababan todo lo que hacía, mientras mordía sus labios.

Dejé mi lengua afuera y ocupé mi boca, con ansias de devorar todo a mi paso. Sus palpitaciones podía percibirlas en mi lengua entre más lo adentraba. Acaparé cada centímetro que pude y le permití explorar lo más profundo de mi garganta, mientras masajeaba sus testículos.

Cubrí todas las bases y elaboré con éxito y sutileza cada técnica que le realicé con mi boca. Quería volverlo loco. Que en su mente no hubiera espacio para nadie más que no fuera yo.

Aguantó mis dos manos y las llevó por arriba de mi cabeza, presionándolas contra el espejo. Junto a ellas se fue mi cuerpo y mi cabeza. Caí completamente sentada en el suelo. Fue así como me acribilló, moviéndose él esta vez y sin darme espacio a mover siquiera la cabeza y evitarlo, pues mis propios brazos no lo permitían. Le gustaba verme con la boca llena y las mejillas infladas al presionar su pene contra ellas.

Mi maquillaje debía estar corrido, por las lágrimas de éxtasis que corrían por mi mejilla. Mi garganta estaba siendo perforada con sus profundas y constantes exploraciones. Antes de detenerse, su último empujón hizo que se hundiera en mi boca en su totalidad y permaneció quieto unos instantes antes de sacarlo. Creo que esta vez estaré con dolor de garganta por varios días.

Puso el seguro en la puerta del probador, creo que era algo tarde para preocuparse por eso, después de todo lo que habíamos hecho.

Se acostó en la banca dorada y lo seguí con la mirada. Se desajustó la corbata mientras me observaba.

—Desquitate.

«Ya veo. ¿Así que eso es lo que buscaba?». 

Sonreí al entender su comentario.

Me quité el sostén, dejando para lo último mi prenda interior. Estaba empapada por toda la estimulación de sobra que había tenido.

Me senté en su rostro. En otras circunstancias, haber hecho esto me hubiera dado algo de vergüenza, pero en estos momentos, la vergüenza descansaba en algún lugar. Su barba de tres días me hacía cosquillas en esa zona, pero no más que su depravada lengua.

Entrelacé mi mano en su cabello para que no pudiera tomar ni un respiro, tal y como me hizo en aquella esquina. Era el mejor y más fantástico desquite que hubiera tenido alguna vez.

Mordí los labios en busca de controlar mis jadeos. Mantuve los ojos abiertos, para poder apreciar cómo su lengua exploraba mis partes más sensibles. La punta de su lengua entró en la apertura de mi vagina y me quedé prácticamente con todo el lugar. Ahí fuera debieron oírme, no me quedaban dudas.

Me devoraba con furor, movía su lengua a su antojo, sin intenciones de detenerse. Ya no sé si era un desquite, pues pareciera que le encantaba jugar así. Sacudió su rostro violentamente, acaparando cada parte de mi vagina y mi clítoris, proporcionando breves chupones en el.

«Joder, qué bien se siente esto».

Por más rápido que me frotaba en su boca, él tomaba el ritmo muy rápido. Sus chupadas y lamidas eran algo fuera de este maldito planeta.

Mi interior se estaba contrayendo y palpitando mucho. La estimulación que he tenido por esa lengua tan fantástica era demasiado.

No dejé de moverme hasta que mis espasmos se volvieron recurrentes y la presión de mi orgasmo hizo temblar hasta mis piernas. Mis ojos se viraron como el exorcista debido a esa corriente que persistía y se agudizaba al contacto de su lengua en mi clítoris.

Perdí la fuerza y tuve que apoyar mi espalda contra el espejo. Casi caigo de rodillas por los temblores. Aún tenía la sensación de que su lengua permanecía ahí.

Pensé que la situación no iba a escalar más, pues se levantó de la banca, arreglándose la corbata.

Es raro que después de todos mis gemidos, nadie haya venido a curiosiar. 

Me extendió su mano y no dudé en tomarla. Todo tomó un giro cuando me tumbó sobre la banca, pues de momento se tornó nuevamente agresivo. No me disgustaba ese hecho en lo absoluto, la verdad es que, si algo me atraía más a su persona en este momento, era eso, y claro, lo impredecible que podía llegar a ser.

De su billetera sacó un preservativo, todo fue tan ligero que no había procesado aún ese hecho, cuando mis piernas fueron flexionadas y me obligó a curvar la espalda.

Ser gentil no estaba en sus planes, lo supe cuando lo hundió de golpe, robando las palabras de mi boca. Todavía estaba sensible después de ese orgasmo que tocó a mi puerta. Buscaba salvajemente abarrotar cada espacio de mi interior y obligarme a grabar su tamaño. Me daba varios golpes profundos que hacían mis temblores reflejarse en las piernas.

Abracé mis piernas, en busca de aferrarme a algo para no caerme. Escavaba sin lástima o contemplaciones, rozaba justamente en la zona donde una presión como de ir al baño se hacía presente.

Podía verlo todo; cómo mi coño estaba siendo destruido por su enorme, duro y palpitante pene, más cómo en sus labios había una imborrable y perversa sonrisa reflejada.

Esta faceta suya era una nueva, pero extremadamente sensual, erótica y sexi.

Sin escape y sin poder articular una sola palabra por la fatiga y los gemidos, esa presión y líquido emergió de mí, algo que jamás había experimentado. Ese líquido desembocó en mis senos y se esparramó hacia los costados. Era como si me hubiese orinado, pero en el fondo sabía que eso no podía ser.

Mis energías se habían drenado, sentía mis piernas entumecidas y acalambradas, pero ni siquiera viéndome en ese estado tan deplorable, donde debía lucir irreconocible por el maquillaje corrido, se apiadaba de mí.

Esa presión volvió a aparecer, pero no fue como antes, esta vez fue más ligera. Esa corriente casi me vuelve loca. Esa presión pareciera que se adentraba a mis profundidades, tras no tener espacio de salir. Fue ahí donde él lo sacó, dándome varios azotes con el pene en mi clítoris y causándome espasmos.

—Mira nada más cómo lo pides con esta hermosa boquita—manteniendo mis piernas flexionadas, llevó su boca a la altura de mi sexo y dio una sola lamida por el valle de mis labios, provocándome escalofríos—. Demuéstrame cuánto lo deseas aquí—lamió sus labios, antes de plasmar un beso a la altura de mi clítoris y dejar ir mis piernas.

Me senté con dificultad, mis piernas todavía estaban acalambradas. Él se sentó a mi lado, y para mí estaba claro lo que estaba esperando. Por tal razón, intenté darme prisa, a pesar de haber caminado como Bambi.

Me senté sobre él, dándole la espalda, abriéndole paso a mi interior. Lo hice despacio al comienzo, mientras volvía a acostumbrarme a su tamaño, aunque mi coño parecía haberlo grabado a la perfección.

El calor se agudizó, en especial en las paredes de mi vagina. El ritmo de mis caderas y los movimientos bruscos sobre ese semental, se volvieron intensos. Llegó un momento donde solo deseaba aprisionarlo dentro de mí, obligarlo a permanecer ahí hasta sentirme satisfecha y explotar de nuevo. Estaba eufórica de sentir sus rudas y profundas embestidas, la forma en que sus manos me sometían a él y gruñía. Sus uñas estaban marcadas en mi piel.

Su mano se posó en mi cuello, haciendo que curvara la espalda y permaneciera quieta y clavada.

—Eres mía y no pienso compartirte— plasmó un ligero beso en el centro de mi espalda.

Mis mejillas se ruborizaron al oír su comentario.

Aún no tengo claro si esto que siento por él es algo meramente físico o es algo más. Lo único que me quedaba claro, es que me encanta todo lo que he conocido de él hasta ahora.

Dejó ir mi cuello y agarró mis dos brazos hacia la espalda, levantándose conmigo y usándome como una carretilla. Lo poco que veía era por el espejo. Solo sentía su rudeza y la forma en que sus manos tiraban de las mías como si no hubiera un mañana. Me sentía muy mojada, excitada y en las nubes. No podía pensar en nada más que el placer y calor que me estaba consumiendo.

Apoyé mis brazos en el espejo cuando los soltó y tiró de mi cabello para que lo viera mientras me arruinaba a través del reflejo. Era hermoso ver su rostro lascivo transformado, esa mirada tan penetrante y sonrisa malvada. El sonido de mi trasero al chocar con su pelvis era muy agudo y extremadamente excitante ante mis oídos.

Ya ni siquiera me importaba que me escucharan en toda la tienda. Era feliz y quería que todos lo supieran y sintieran envidia.

Curvé la espalda por esa electricidad que corría por mis puntos débiles. Mi piel estaba erizada hasta más no poder. Estaba siendo empalada mientras chorreaba, sin manera de retenerlo todo dentro.

«Dios, sí, este era el tipo de adrenalina y sexo que me hacía falta en la vida».

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro