• La luz de mis ojos •
—Ya veo. Eso significa que te arrepientes de haber intercedido por mí. ¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo? Yo no dudaría nunca en interceder por ti e irme contra quién sea, tampoco me arrepentiría de ello. Lo he hecho muchas veces y no dudaría en volverlo a hacer.
Todo lo que he conocido de ella es ese lado sádico, arrogante y malévolo que muestra delante de mí, pero en su tono percibí que le dolieron sus palabras y no era para menos.
Sentí lástima por ambas; cada una tenía dos puntos de vista totalmente diferentes, pero al mismo tiempo, sentí que ambas partes tenían su grado de razón.
Me sentí identificada con Amanda, incluso trajo a mi mente muchos recuerdos que creí haber enterrado sobre mi mamá. Aunque no fue intencional lo que hice, eso no quita el peso de la culpa.
Vimos al doctor acercándose hacia nosotros y nos alejamos de la puerta.
—No debimos escuchar esa conversación—le dije en voz baja a Fabián.
—Ahora entiendo muchas cosas. Por eso papá siempre la ha tratado distinto que a Valery y a mí. No te miento, antes sentía muchos celos por la atención que le brindaba a ella y se lo reproché tantas veces, sin saber que todo lo hacía con buenas intenciones—apoyó su espalda contra la pared, cabizbajo, lucía pensativo.
—¿Valery está aquí? —cuestionó Rodni.
—Sí, doctor. Adelante.
[...]
Quisimos darles privacidad y espacio. Ya nos habíamos excedido demasiado con haber estado escuchando la conversación detrás de la puerta, por eso nos vinimos al área de la sala.
Cada día me convenzo más; Darek es un buen hombre y será un increíble padre para este bebé que estamos esperando.
Han pasado varias horas y aún no tenemos noticias de Valery, ni siquiera de Darek. Estando en la sala, vimos entrar a Darek a la casa. Parece como si lo hubiera llamado con la mente. Antes de que pudiera llegar a él, Fabián se le echó encima, dándole un fuerte abrazo que lo dejó paralizado. Su expresión preocupada al llegar se borró por completo de su rostro.
—Que grato recibimiento. ¿A qué debo esta cálida muestra de afecto?
—Eres un imbécil— Fabián le dio un puño suave en el pecho, todavía sin apartarse de él.
Se ven tan lindos juntos.
—¿Por qué? ¿Ahora qué hice? Espero no estés enojado por haber intervenido en esta situación. Más que nadie sabes que tus hermanas…
—No te estoy reprochando nada, viejo estúpido. Ya sé lo que vas a decir, así que ahórrate el discurso.
Rodni bajó las escaleras y la mirada de Darek se posó en él.
—¿Qué haces aquí?
—Es un cuento un poco largo, supongo que podemos resumirlo en que Vale está herida—soltó Fabián.
—¿Cómo qué herida? ¿Qué le pasó?
—Cálmate, Darek. Ella está bien. Ahora mismo está dormida. Le he bajado morfina para el dolor. Por suerte, las heridas no fueron profundas, tampoco afectó o perforó ningún órgano. Ya he suturado sus heridas, ahora solo deberá cuidarse y evitar que se le infecten. Le he dado las instrucciones a seguir a Amanda.
—Fue mamá quien hirió a Valery. Todo apunta a que fue con un objeto punzante, probablemente un cuchillo. ¿Verdad, doctor?
—Sí—afirmó Rodni.
—Maldita perra, ojalá se pudra en el infierno.
—Papá… —oímos la voz de Amanda, proveniente de las escaleras arriba y todos miramos hacia ella—. Sé que ella se equivocó, pero no le desees el mal, ya bastante tuvo con tenerme—sus ojos se llenaron de lágrimas y sentí una fuerte opresión en el pecho.
Darek se veía sorprendido e impactado al oír sus palabras y Fabián ni se diga.
—No digas eso.
—Si yo no hubiera existido, ella habría podido vivir una vida plena y feliz a tu lado.
Darek subió escalón por escalón hasta acercarse lo suficientemente a ella y abrazarla contra su pecho.
—Si tú no existieras, jamás hubiese conocido a tu madre. Mi princesa, puedo arrepentirme de haber sido un idiota que pasó por alto todo lo que tu madre me hizo, pero jamás de haberme dado el privilegio de conocerte, de estar a tu lado, de encaminarte, de cuidarte y de criarte como mi propia hija. En este camino que, por supuesto, no ha estado pavimentado de flores, descubrí que no solo se puede amar a alguien con quién compartes un vínculo sanguíneo. Mi vida no tendría sentido si no te hubiera conocido o si no existieras, mi amor. Te amé desde el primer día que te cargué en mis brazos, desde que fui testigo de tus primeros pasos, desde que te vi poco a poco crecer y convertirte en la mujer más fuerte, dulce y amorosa que eres hoy en día. Así que no vuelvas a decir semejante tontería, porque no sabes lo que duele oírte hablar así. Tú y tus hermanos, son la luz de mis ojos, no puedo visualizar una vida sin ustedes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro