De su bolsillo trasero sacó un paño de color crema.

—Tranquila, todo pasará pronto. Ya cuando despiertes, estaremos en nuestra casa, de dónde nunca debiste haber salido.

Por más que intentara luchar contra él o no aspirar ese fuerte olor que emergía de ese paño, era inútil. No tenía manera de evitarlo.

Lo único que me cuestionaba por dentro era el porqué por más que tratara de huir, esa sombra del pasado regresaría a mí para atormentarme.

[...]

Cuando desperté, no sé dónde demonios me encontraba. Me sentía adolorida, agotada y desconcertada. Seguía amarrada con las manos a la espalda y acostada, mi boca estaba cubierta con algo fuerte que no me dejaba respirar bien, incluso mis piernas estaban atadas. Hacía mucho calor y estaba sudada. Todo estaba oscuro y lo único que oía eran pasos encima de mí y la voz de Fabián.

—Ya has buscado por toda la casa, papá. ¿No vas a cansarte de hacerlo? No quiero romperte el corazón, pero estás perdiendo el tiempo. ¿Realmente crees que la traería aquí, tomándome el riesgo de que la encuentres?

—¡¿Dónde la tienes?! ¡Habla!

«Es Darek».

—No voy a decirte nada y lo sabes. Te estoy dando a probar la misma medicina que me diste y esto es solo el comienzo. La apartaste de mí, le lavaste el cerebro para confundirla y seducirla, cuando sabías que ella era mía.

—Ese es el detalle; ella jamás fue tuya. Es un hecho que te cuesta aceptarlo todavía. Ten presente que esto que estás haciendo no solo me hace daño a mí, también se lo estás haciendo a ella. Te lo anticipo, no importa dónde la tengas escondida, la encontraré.

—Adelante. Sigue buscando. Admiro tu determinación, creo que es la única virtud que tienes, papá.

No podía gritar para avisarle que estaba aquí. Moví mi cuerpo de un lado a otro, en el intento de hacer ruido, pero no emitía nada de sonido. Ni separar mis piernas podía. Mi cabeza tampoco llegaba, como para darle con la frente.

Sus voces se alejaron, hasta que un silencio sepulcral y desesperante se hizo presente.

Nunca me rendí, aun así, no había logrado nada, cuando escuché el traqueteo del suelo y sentí caer en mi rostro como una especie de polvo o arenilla. La claridad cuando abrieron la puerta me obligó a cerrar los ojos.

—Oh, despertaste. Perdóname por dejarte tanto tiempo aquí. Espero sea la primera y última vez que deba hacerlo—me sacó de ese tenebroso lugar, arrastrando mi cuerpo fuera de ese agujero que había en el piso de la sala.

Había limpiado por mucho tiempo la casa y jamás había visto ese cuarto pequeño y secreto ahí. «¿Cuándo lo hizo?».

—Jamás me había divertido tanto. Hubieras visto la expresión de mi papá—se carcajeó como un mismo loco—. Tan desesperado y preocupado. No quería irse con las manos vacías, pero lamentablemente eso le tocó por cabrón. Deberá resignarse a la idea de no verte nunca más—se agarró la erección por encima del pantalón, riendo y cerrando los ojos—. Joder, no esperaba que esta situación me pusiera tan cachondo. No existe nada más dulce y placentero que el sabor de la venganza.

Este hombre ha perdido por completo el juicio.

—¿Estás feliz? —su mirada se posó sobre mí—. Haré que recuerdes cada uno de los momentos donde éramos felices. He recopilado cada uno de ellos y quiero que los veamos juntos. Esos días fueron los mejores, cuando saltabas de alegría sobre mí y gemías mi nombre. Quien lo diría. Dormimos conectados y ahora parecemos dos completos extraños.