• Introducción: Kyllian Moore •
Cometí un terrible error, del cual he estado pagando las consecuencias.
-Esto también es parte de tu trabajo y obligaciones. No se firma un contrato sin leer bien las cláusulas.
Ese hombre me ha hecho hacer cosas tan obscenas, humillantes y vergonzosas, para alimentar sus sucias, oscuras y perversas fantasías.
-Todo de ti me vuelve loco. Dichoso soy al ser el único privilegiado de mojarme en tus aguas, mi diosa.
Es un hombre infame, manipulador, egoísta. Está mal de la cabeza.
-No llores, haces que me sienta como un terrible monstruo.
Se transforma en otra persona cuando está excitado. A veces asume el comportamiento de un niño caprichoso, en otras ocasiones se vuelve un demonio hambriento y destructivo.
No hay un rincón de mi cuerpo que no haya sido usado por él y sus abismales descargas.
Cada palabra que ha pronunciado su boca, han quedado grabadas para siempre en mi cabeza.
Ha usado mis propios problemas en contra, los mismos que le conté en medio de lo que estaba atravesando y él se aprovechó de ello.
Mi relación ha estado atravesando un mal momento, luego de que me dieran la noticia de que por condiciones de salud, era incapaz de convertirme en madre.
-Si eres incapaz de darme un hijo, no hay razón para perder el tiempo contigo.
Las hirientes palabras de mi esposo, una vez más hicieron mi corazón trizas. Mi mundo se vino abajo, junto a todos mis sueños y esperanzas.
Mi gran anhelo era convertirme madre, pero la vida es tan injusta que me arrebató esa posibilidad.
-Tu esposo es el verdadero problema. Mi diosa jamás lo ha sido y te lo voy a demostrar.
Jamás me habían tomado con tanto salvajismo. Durante el sexo se sentía como si realmente sus intenciones fueran embarazarme.
Quizás en un momento del trayecto, perdí la dirección...
Por mucho tiempo me sentí una mujer a medias. Me lo dijeron tanto que llegó un momento dónde me lo llegué a creer, pero para él... para él yo era perfecta...
Conocí el verdadero placer en los brazos de otro hombre que no era mi marido.
Mi corazón rebosaba de felicidad y gozo, al cabalgar sobre ese semental que me deseaba locamente, sin ese sentimiento de culpa atormentándome.
-¿Te estás divirtiendo, mi amor?
Mi pregunta fue dirigida a ese hombre que por muchos años me hizo sentir tan poca cosa e insegura de mí misma. Era el mismo que, desde una esquina de la habitación, se había convertido en nuestro primer y único espectador...
*Nota: Esta es sola una pequeña introducción de lo que se viene pronto con esta parejita. ¡Qué lo disfruten!*
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