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• Impacto •

A medida que el embarazo fue avanzando, las complicaciones vinieron de la mano, motivo por el cual tuve que retirarme del trabajo temporalmente. 

Parezco un globo lleno de helio en estos momentos. En una semana cumplo mis ocho meses de gestación y los dolores de espalda han sido caóticos. 

Han habido muchas eventualidades; las cuales me tomaron por sorpresa, pero no me arrepiento. Y es que Darek y yo, nos convertimos en esposos legalmente. No hubo ceremonia, ni nada parecido, más bien fue solo firmar papeles. Él no quería que Fabián se sintiera excluido y por eso decidió que, por el momento, esa era la mejor decisión que podíamos tomar, pues así, nuestro hijo tendría su apellido y habría nacido en el matrimonio. Él quiere que yo y nuestro hijo estén cubiertos, por cualquier situación que pueda ocurrir ajena a nuestro control. No hace falta que me diga su verdadera preocupación, pues sé bien que debe ser por su exmujer. El mismo Fabián lo sabe. 

Pese a todos los malestares y los dolores de espalda, me he sentido sumamente feliz. He logrado que padre e hijo se reconcilien, al mismo tiempo, que Fabián se involucre más con este bebé que estamos esperando. 

Ambos me sobreprotegen y me consienten tanto. Ni siquiera me dejan ir al baño sola. Me preparan la comida, me hacen masajes, me miman, tanto a mí, como a nuestro bebé. Entre los dos, antes de irnos a dormir, me leen cuentos. Me he sentido muy querida y preciada. No he carecido absolutamente de nada. 

Casa vez que vengo a la oficina del doctor, soy la envidia de muchas mujeres, al tener a dos hombres al pendiente de mí. Las he oído murmurar entre ellas lo atentos que son conmigo. La verdad es que aún me siento en una nube. Me cuesta creer que los tres tenemos una relación. Hacemos todo juntos. Desde dormir, hasta hacer el amor. 

Debo recalcar el hecho de que han sido bastante gentiles conmigo. Algunas veces echo de menos esa primera noche loca que tuvimos. Sé que cuando todo se normalice y todo el peligro pase, volveremos a juntarlos sin ningún tipo de preocupación. 

—Ustedes dos, ¿qué apetecen comer hoy? — Fabián me sorprendió por la espalda, cubriendo mi cuerpo con cuidado y sin ejercer ningún tipo de presión en mi barriga. 

—He estado comiendo demasiado sano y no he hecho ni un desarreglo. Llevo varias semanas antojada de una rica hamburguesa, doble queso con tocino y ustedes no quieren dármela. 

Ambos se miraron, negando con la cabeza. 

—El doctor te dijo que debes cuidar de tu alimentación. Nada de comida chatarra. 

—Pero una vez al año no hace daño. ¿Por qué son tan malos conmigo?

—¿Somos malos contigo? —cuestionó Fabián. 

—No nos estés manipulando. No nos vas a convencer—Darek es tan difícil de convencer. 

—Entonces la iré a buscar yo. 

—Quédate quieta y sé juiciosa. Hablaré con el doctor al respecto y si él te da luz verde, entonces, según salgamos de la cita, te compraré una, pero solo una—dijo Fabián. 

—¿Cómo te quedó el ojo? —le saqué la lengua a Darek y entrecerró los ojos. 

—Cuida bien esa lengüita. 

Remojé mis labios, sintiendo la garganta seca. 

Ahora estoy ansiosa de llegar a casa. Estos dos me están antojando. 

[...]

El doctor me dio luz verde a que pudiera comerme una hamburguesa, siempre y cuando no abusara y no hiciera ese desarreglo a menudo. Estaba emocionada y feliz de que por fin podré comer lo que tanto ansiaba. 

Estábamos en la entrada del edificio, conversando y riendo de las ocurrencias de Fabián, caminando por la acerca con destino al auto, cuando un fuerte estruendo se oyó. Cristales cayeron del cielo, al mismo tiempo que algo o alguien pesado cayó desde el mismo edificio, impactando el bonete de un auto que estaba estacionado abajo. Todo ocurrió en una fracción de segundos, pero mi cuerpo fue cubierto por ambos para protegerme de los vidrios. 

Nuestra mirada se posó en la cabeza de la mujer y la mano, pues ambas estaban ensangrentadas y colgaban del bonete del auto que estaba a solo unos cuantos pasos nuestros. Era esa mujer; Marjorie. El impacto fue tan fuerte que sus dos piernas estaban torcidas hacia el lado contrario. Era espantoso. 

La gente a nuestro alrededor estaban aterradas, grabando, otras impactadas con la escena que tenían en frente, mientras que algunos autos se detenían para curiosiar debido al morbo. 

A mí me costaba asimilar la situación, mientras que Darek y Fabián se apreciaban tranquilos. Ambos estaban curados de espanto, no cabía duda. 

Los tres levantamos la mirada hacia el edificio, viendo en el agujero del ventanal roto a la distancia el rostro de Amanda y Valery asomadas. Hace bastante tiempo no las veo. 

Debía existir una explicación; ponía en duda que Marjorie se hubiera lanzado sola. Notando la presencia de ellas ahí, me costaba procesar que ellas realmente estaba detrás de lo que le había sucedido, después de todo, Marjorie era su madre. 

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