Final: •Al Borde De Un Hilo•
—¿Cómo puedes compararlo? Jamás será igual. No trates de justificar tus malas acciones — me levanté para enfrentarlo.
—¿No eres tú quien las justifica a conveniencia?
—Por supuesto que no.
—Tus respuestas son evasivas y para nada creíbles. Me encanta cuando te quedas sin palabras — depositó un inesperado beso en mis labios, y me atrajo más a su boca por mi nuca.
Un deseo impetuoso arrasó mi vientre, robándome un gemido. No debía permitir que esto escalara de esta manera, tenía que ser fuerte, evitar a toda costa caer en la tentación. Él no es el hombre del que me enamoré. Aun así, mi cuerpo fácilmente cedía a su dominio y a sus caricias.
—Te amo tanto, Luna.
Mi corazón latió apresuradamente, buscaba a toda costa la forma de ocultar esa extraña emoción que me causaron sus palabras.
No le creas. Eso no es verdad. Es otra mentira más. No puedo seguir mintiéndome a mí misma, no puedo seguir creyendo en sus mentiras. Él no me ama, está enfermo y me está usando a su antojo, no puedo seguir siendo una marioneta suya. Por más que lo ame con toda mi alma, no puedo continuar así.
Debía aprovechar su descuido y usar ese beso como distracción. Mi reacción casi inmediata fue alcanzar el jarrón de la bandeja que tanto tiempo usó para confundirme a base de bonitos y especiales detalles, y golpearlo con ella en la cabeza. Aunque me dolió verlo tan vulnerable y adolorido, corrí sin mirar atrás, saliendo de la casa y cruzando hacia al patio de los vecinos, tocando la puerta desesperadamente en busca de ayuda.
Por fortuna, recibí la ayuda que tanto había estado esperando, a pesar de sentirme tan miserable y culpable por dentro.
Cuando la policía llegó, él no puso resistencia al arresto, todo lo contrario, permitió que lo esposaran sin siquiera decir una sola palabra. No sé si el golpe tuvo que ver en su actitud, pero una lágrima de sangre se había deslizado de su cabeza hacia su mejilla. Su actitud en ese momento fue extremadamente pacífica, algo que me desconcertó, es como si se hubiera resignado o simplemente era uno de sus métodos de manipulación. No lo sé y jamás lo sabré.
Mientras se lo llevaban, por dentro sentía como si hubiesen estrujado mi corazón. No tenía una respuesta a ese sentimiento que me arropaba, pero sabía que no podía dar mi brazo a torcer, por más que doliera y quemara por dentro.
Nuestro futuro no era juntos, porque este no es el futuro que anhelaba o visualizaba al lado de él. ¿Qué futuro íbamos a tener si no lo detenía?
Fui yo quien lo juzgó, fui yo quien decidió su futuro, su final, y lo condenó. Se supone que debo sentirme bien de que haya recibido su merecido castigo por todo lo malo que hizo, pero no me siento feliz por la decisión que tomé al testificar en su contra. El cargo de conciencia fue tanto que, sin darme cuenta, omití muchas cosas en el juicio por temor a su sentencia. Me regocija el hecho de que está recibiendo la ayuda que necesita.
Al sol de hoy me cuesta relacionarme con más personas. Cada libro que escribo, sin darme cuenta, termino hablando de él. Aunque me ha servido de base para servirles de ejemplo a personas que han pasado por la misma situación, y que depositaron su confianza en alguien que no debían. Ellos no lo saben, pero no soy el mejor ejemplo a seguir.
Esta casa se ha vuelto muy grande y axfisiante para mí. No puedo continuar así o voy a enloquecer. Su recuerdo me persigue a donde quiera que vaya. Sebastián se niega a abandonarme, y una parte de mí también se niega a dejarlo ir; quizá por eso he venido aquí, y esta vez por elección propia.
Verlo detrás de esa vitrina luego de todo lo que pasó, no es tan difícil como pensé que sería. Hasta cierto punto es reconfortante volver a verlo después de tanto tiempo; volver a perderme en esos ojos cafés y sonrisa casi perfecta, que tan amargamente bien me hacen.
—Sabía que vendrías. No importa cuántas vueltas dé el mundo; siempre terminarás viniendo a mí, mi diosa. Después de todo, tú y yo somos uno.
Todos poseemos el derecho innato de soñar, de transportarnos a otro mundo a través de las letras, pero sin alejarnos demasiado de la realidad. ¿Ya lo has aceptado? ¿Has aceptado tu realidad?
Cuando nos sumergimos en las páginas de un buen libro, debemos tener presente que el final está al borde de un hilo; por más que intentes extenderlo, tarde o temprano se romperá; porque todo tiene un principio y un final. Algunos más amargos que otros, pero ahí están, para recordarte que debes regresar y seguir viviendo…
Cerré el libro, dejándolo sobre mi regazo y suspirando profundamente. Ellos se ven tan felices juntos, amándose intensa y deliberadamente… Así como mi papá sonríe, acaricia y besa a mi madre, anhelo recibir lo mismo de su parte, pero esta es mi realidad; mi amarga realidad…
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