• En ti •
—¿Odio? Odiarte sería darte demasiada importancia y ni siquiera eso mereces. Lo que pasó, ya pasó. Ahora somos familia, aunque no te agrade mucho la idea, por lo que lo mejor será llevar la fiesta en paz.
Se desbalanceó y actué en piloto automático, sujetando su cuerpo para evitar que se cayera y recostó su cabeza en mi hombro. Mi traje se cubrió de su sangre, debido a que su mano se aferró a la tela.
—Eres una orgullosa. No sé por qué te cuesta tanto admitir que estás mal. Necesitas ayuda.
—¿Qué sucede? —Fabián se asomó desde el estudio hacia nosotras; al notar que Valery estaba apoyada de mí, se acercó.
—Hay que llevarla a la habitación y llamar a Rodni. Está herida.
—¿Por qué no dijiste nada? —le reprochó Fabián.
—No es momento de reproches. Debemos actuar rápido.
Fabián la cargó como una princesa, subiendo con ella las escaleras y llevándola directamente a la que era su habitación, donde la tumbó gentilmente. Mientras él llamaba por teléfono a Rodni, aproveché la oportunidad para levantar su blusa y constatar que estaba herida. Ahora entiendo la razón por la cual no se había notado, visiblemente hablando, es que tenía un paño metido en las dos heridas, de lo que aparentaba haber sido provocadas por algún objeto punzante, no sé si de un cuchillo o algo más.
Hasta este nivel había llegado con tal de no preocupar a nadie. Es evidente que debía dolerle el doble, pues el paño debía estar lastimándola por el material. Aun así, se las aguantó como una general sin quejas. Es valiente. Si me encontrara en una situación así, no sabría qué hacer. Probablemente hubiese perdido el conocimiento mucho antes del dolor.
—Lo mejor será llevarla al hospital— le avisé a Fabián—. Está sangrando mucho. Las heridas se ven profundas.
—¿Quién te hizo esto? ¿Fue mamá?
—No necesito ningún hospital— evadió su pregunta.
Incluso en esta situación no puede dejar su orgullo de lado.
¿Realmente su propia madre fue capaz de hacerle algo así?
Es horrible.
—Bien, terca. Esperemos que venga Rodni, él nos dirá si cree o no conveniente que vayas—solté.
Presioné el paño, para detener el sangrado, al menos mientras llega el doctor, cuando vi entrar a Amanda a la habitación. Ella se asustó, o eso vi reflejado en sus ojos, al ver a Valery en ese estado. Tanto así que se metió en la cama con ella, mirando la sangre que se había regado hacia su abdomen y cruzando mirada con ella.
—¿Q-qué te pasó? ¿En qué momento?
Ellas estaban juntas, ¿cómo pudo pasar desapercibido lo sucedido? Pensé que ella lo sabía.
—Déjenme a solas con mi mujer— pidió Valery.
Tras el pedido de Valery, Fabián y yo no nos quedó de otra que salir de la habitación. Aunque ambos nos sentíamos curiosos, tanto así que parecíamos dos radares al otro lado de la puerta.
—¿Cómo pasó esto? ¿Por qué no me dijiste nada?
—No voy a morirme, así que relájate.
—Mamá fue capaz de lastimarte.
—No sé por qué te sorprende tanto. Se veía venir.
—Lo siento tanto—Amando estalló en llanto y no sé por qué sentí un nudo en la garganta al oírla—. Perdón por no haberme dado cuenta, por llegar tarde y no haberlo impedido.
—Deja de ser tan llorona. Rodni ya debe estar en camino. Todo va a estar bien.
—¿Le contaste a ella?
—¿Qué cosa?
—Te llenaste la boca diciendo que no ibas a permitir nunca que ella se quede en la familia, pero impediste que mamá les hiciera daño.
—No sé de qué hablas. Yo no hice nada.
—Lo hiciste. Esas extrañas salidas que tantas veces te reclamé y nunca me diste una razón, era porque estabas protegiéndola de mamá, ¿verdad? Tú sabías que ella estaba detrás de ellos. Igual que esa vez que te vi en el centro comercial. Papá, Fabi y ella estaban allí y tú evitaste que mamá lograra cruzarse con ellos.
—Estás diciendo estupideces.
—Siempre te he juzgado y atacado por todas las cosas malas que haces. Pero por primera vez, debo aplaudirte por haber pensado en alguien más que no seas tú. Todo el tiempo quieres que todos a tu alrededor te vean como una mujer fuerte, cruel y despiadada, pero solamente yo conozco la verdadera mujer que hay en ti, y es una versión mucho más dulce cada día. Esto es una muestra de que, así como has hecho tanto mal, también puedes hacer el bien.
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