
• Diferencia •
—¿Olvidarnos de toda esta mierda? ¿Pretendes que olvide que mataste a mis padres, a esos estudiantes y profesores? ¿Pretendes que olvide que me violaste para embarazarme? ¿Pretendes que acepte todo eso, a cambio de un anillo? ¿Esta es tu forma de comprarme? No, Sebastián. Jamás voy a olvidar lo que hiciste. No eres tú del hombre que me enamoré; tú no eres él, porque él jamás existió.
—Eso no es cierto. Yo no abusé de ti.
—Me drogaste y me inseminaste sin mi consentimiento, luego mantuviste todo en secreto, haciéndome creer que estaba loca, que estaba mintiendo y que tuve sexo con alguien a tus espaldas, tratándome ante la gente como una cualquiera, cuando fuiste tú quien lo hizo. Te aprovechaste de mí ingenuidad, del aprecio y del cariño que te tenía, me engatuzaste, me engañaste de la manera más vil y cobarde. Prefiero que me hagas lo mismo que le hiciste a todos ellos, que aceptar a un desquiciado como tú en mi vida.
—¿Desquiciado? — sonrió, deslizando el anillo en mi dedo, sin siquiera tener mi consentimiento o respuesta—. Somos tal para cual. No sé por qué te quejas, enmarcas y críticas tanto mis acciones. Dime, ¿cuándo he juzgado las tuyas? — movió la silla hacia atrás y lo miré asustada.
—Las mías jamás podrían compararse a las tuyas — contesté lo más firme que pude.
—¿Qué diferencia hay entre tú y yo, Luna? — su dedo levantó mi mentón—. Eres la creadora de un mundo perverso y sádico; todo eso sale de tu brillante y talentosa cabecita. No tienes idea de lo enamorado que estoy de tu mente. Ahora bien, ¿qué diferencia hay entre lo que yo hice, a imaginar un crimen perfecto, investigar meticulosamente cada detalle sobre cómo ejecutarlo, el narrar explícitamente cuando torturas a cada uno de ellos y disfrutar en el proceso, luego te escudas detrás de un “es ficción” o “se lo merecía”? Dime, ¿qué es peor?
Lo miré en silencio, pues en mi cabeza no encontraba una respuesta válida en mi defensa.
—Eres la jueza en tu propio mundo, eres quien decide el futuro de cada personaje y el castigo o destino que consideres justo, pero ¿no es hipócrita de tu parte justificar las acciones de ellos y juzgar las mías? ¿Por qué ellos sí pueden tener el final feliz que tanto ansían y yo no? Todo lo que hice fue usando tus mismas ideas de referencia, mi diosa— su mirada descendió a mis labios y sonrió ladeado—. Eso nos hace cómplices, ¿no es así?
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