Las dudas no me dejaron dormir tranquila anoche. Papá no vino a dormir conmigo y la cama se sentía tan vacía. De un instante a otro, continúo perdiéndolo todo, lo que no podría perdonarme es que por este error del médico también pierda a Sebastián.

Le supliqué que visitaramos a un ginecólogo, solo para demostrarle que aquel doctor se equivocó. El ambiente entre los dos se percibía extremadamente cargado. Los nervios estaban a flor de piel. Cada segundo era eterno en esa agobiante espera.

Pensaba que todo saldría bien, que ese error saldría a relucir cuando me hicieran ese doloroso estudio, pero las cosas no pudieron salir peor. Ese doctor confirmó que realmente hay un bebé creciendo en mi vientre. ¿Cómo sucedió? No lo sé.

Pensar que era un milagro, no era algo en lo que pudiera creer y me negaba a aceptar que una criatura se estuviera formando dentro de mí, sin siquiera buscarla o desearla. Para mí fue más que una bomba, no podía ni imaginar cómo Sebastián debía estarse sintiendo.

Él actuó de lo más normal frente al doctor, pero tan pronto nos quedamos a solas, negó repetidas veces con la cabeza y suspiró.

—Papá, te juro que no sé cómo llegó ese bebé ahí.

—Has quedado embarazada del espíritu Santo, ¿eso es lo que estás insinuando? Claro, porque uno se acuesta y al día siguiente despierta cargando un bebé en el vientre. Eres una mujer adulta, sabes bien cómo se hacen los bebés, está demás que te diga. Ve despidiéndote de la universidad y de ese sueño de convertirte en veterinaria, porque ahora lo que te espera es atender a ese bebé.

—Hay soluciones. Todavía estoy a tiempo de abortarlo. Después de todo, yo no quiero este bebé, ni siquiera sé de quién es, pues yo no he estado con nadie, tienes que creerme, papá.

—¿Abortarlo? ¿Esa es tu grandísima solución? No puedo creer lo que estás diciendo. ¿Cómo mi hija puede pensar en algo así? Abriste las patas, pues ahora vas a asumir las consecuencias, Luna.

—Pero es que yo no he estado con nadie, te lo juro. ¿Por qué no puedes creerme?

—Porque hay una prueba de embarazo en sangre positiva y una maldita ecografía de por medio. ¿Necesito más razones? Vámonos a casa, no tolero estar un segundo más aquí.

Mi mundo se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos, casi de la misma manera que hace casi un año atrás. La vida se empeña de arrebatarme todo, lo único que tenía era a mi papá y ahora mismo está muy molesto conmigo. No quiero que me deje sola. No me gusta ver esa expresión de decepción y molestia en su rostro. ¿Qué debo hacer para contentarlo de nuevo? Tengo mucho miedo.