• Confusión •
Estaba en la terraza mirando a la nada y con todo lo ocurrido taladrando en mi cabeza, cuando oí los pasos de mi progenitora.
—Tu padre me contó lo que pasó. Por favor, mi amor, ustedes no pueden seguir con esta guerrilla.
—Es él quien siempre busca defender a Valery.
—Aunque le cueste demostrarlo, a tu papá le importas mucho y pensando en ti es que está actuando de esta manera. Solo quiere evitar que suceda algo a mayores. Entiéndelo, Fabián, esa niña no es como nosotros.
—Gracias a Dios que no es como ustedes.
—No seas tan duro con nosotros. Solo hemos querido protegerte y lo sabes.
—No, solo buscan protegerse así mismos. Quieren evitar que se levanté una ola contra ustedes y se arruine la reputación que tienen como la familia perfecta ante la sociedad. Lo mismo que le dije a papá, te lo digo a ti, no intenten hacerle daño a Luna, porque si le sucede algo, a ella o a ese bebé, no respondo de mí y de lo que haga.
—¿Bebé? ¿Qué bebé? ¿Esa niña está embarazada?
—¿No dijiste que papá te contó todo?
—Sí, pero no mencionó eso, solo lo de tu hermana. ¿Qué hiciste, Fabián? Y pensar que no creí que las cosas podrían empeorar más de lo que ya están. ¿Qué tienes pensado hacer?
—¿Tú también vas a insinuar lo mismo que papá? Si es que están cortados con la misma tijera, por eso se entienden tan bien. Te aviso que no voy a tomar ninguna carta en el asunto, ninguna que implique dañar a Luna y a ese bebé.
—¿En qué momento comenzaste a ver a esa niña como una mujer y no como tu hijastra? Siempre hablaste bien de ella y decías que la querías mucho, como si fuera tu propia hija y ahora de repente resulta que estás saliendo con ella y que está embarazada. ¿Qué pasó con lo que sentías hacia Bianca? Tenías planes de casarte y te oías entusiasmado al respecto. Ahora de la nada, Bianca sale del juego y te quedas con la hija. Estás confundido, ¿verdad? Es lo único que puedo pensar, que la pérdida de esa señora te tiene actuando de manera irracional.
—No quiero oír su nombre en tu boca, porque alguien como tú, jamás lo entendería. Todo lo que soy hoy en día, se lo debo más a ella que a ti. Porque a Bianca no solo la admiraba por ser una mujer fuerte y excepcional, para mí fue como el ejemplo de madre que me hubiese encantado tener, pero que, por desgracia, no me tocó. Y a quien me enviaron en su lugar, fue a ti.
Escuché a la distancia los gritos de Luna y salí corriendo hacia la habitación donde se encontraba con Rodni. Lucía aterrada, en la esquina de la habitación, en el intento de alejarse de él.
—¡Aléjate de mí! ¡Yo no lo hice! ¡Yo no lo maté, lo juro! —vociferó en llanto.
Se siente raro aquí dentro el verla así de afectada, y más sabiendo que esto perjudica también a ese bebé.
Mi progenitora vino detrás de mí, preocupada por los gritos y el escándalo, Luna según la vio, la señaló asustada y temblorosa.
—Ella… no… yo no quiero terminar así—retrocedió hacia la ventana y al ver que intentó abrirla, no me quedó más remedio que impedirlo, cubriéndola con mis brazos.
—¡Sal de aquí ya! — le pedí a mi progenitora.
Ella dudó en irse, pero terminó haciéndome caso.
—Será mejor que te la lleves de aquí— sugirió Rodni—. Tal parece que le afecta demasiado este lugar.
Ella no dejaba de forcejear conmigo, no tuve de otra que sujetar sus dos manos y forzarla a mirarme, pues no dejaba de susurrar cosas sin sentido.
—Oye, mírame—luego de varios intentos por llamar su atención, logré mi objetivo de que me mirara a los ojos—. Ya no está. Solo somos tú y yo aquí. Nos iremos a casa. Te daremos un rico baño y cenaremos algo rico juntos, ¿te parece?
Luego de unos cortos segundos, asintió varias veces seguidas.
—Perfecto, así me gusta— plasmé un ligero beso en su frente y sus uñas se aferraron a mi camisa.
Miré a Rodni, mientras la envolvía en mis brazos.
—Hazme llegar las medicinas a la casa y la dieta que deberá seguir, ¿sí?
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