🔺Favor🔺
Blair
Fui de vuelta a casa sin parada. Aunque intenté reponerme de todo lo que había ocurrido, me costaba demasiado asimilar y procesar la situación. Todavía siento el pulso acelerado.
No sé qué demonios pasó conmigo y con ella. Pese al odio que dice tenerme, todo se esfumó en ese momento. Nunca había probado una sangre tan distinta, tan única, tan caliente, tan sabrosa.
Le tomó mucho tiempo a mi cuerpo acostumbrarse a la sangre de Adeline. Ella hace un gran esfuerzo en extraer su sangre para mí, pues cuando la sangre no es fresca, es repugnante y mi cuerpo la rechaza. ¿Por qué con ella no experimenté lo mismo que al principio? ¿Cuál es la diferencia?
—¿Y ese olor? — Adeline entró al estudio, interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Qué haces despierta a esta hora? Es muy temprano.
—¿Por qué tienes sangre en tu ropa? ¿Qué te pasó? ¿Estás herida? ¿Por qué siempre sales sola? ¿No te das cuenta de que te expones demasiado? — levantó mi blusa, dejando expuesto mi abdomen—. ¿Y ese olor que traes encima?
—No sé por qué te sorprende. Debes estar familiarizada con el olor a mi sangre.
—No, no es tu sangre. Hueles a una colonia barata. Por lo visto, estuviste divirtiéndote.
—¡Qué buen olfato tienes, preciosa! Cada día me sorprendes más. Hay algo que necesito que hagas para mí.
—¿Qué?
—Quiero que te acerques a Laura. Necesito que la tengas comiendo de tu mano.
—No creo que sea tan fácil. En este momento ellas están en modo alerta por lo que hiciste. Esa vieja va a sobreprotegerlas más. Además, ella me conoce.
—¿Cuándo algo tan simple ha sido un impedimento para ti? Encontrarás la manera. Si debes contratar a un tercero, no hay problema, pero la quiero flojita y cooperando. Así en el momento menos esperado, la despedazamos.
Leonor
Amanecí entre mis sábanas blancas, mi cabeza daba vueltas, como si estuviera en plena resaca. Siempre despierto temprano, aunque sea mi único día de descanso. Tengo mucho trabajo pendiente, pero mi mente se encontraba saturada con lo que había ocurrido anoche.
Me sentía humillada y decepcionada conmigo misma. Arremetí contra mi varias veces, debido a esa frustración y rabia que invadía mi ser, rogando incontables veces que todo fuese una pesadilla. Toqué mi cuello, pero esa herida no estaba ahí. Si no hubiese sido por lo regada que estaba mi habitación, hubiera asegurado que en efecto había sido un sueño.
Entonces, eso sí pasó… Mi parte íntima se percibía muy húmeda todavía. ¿Qué habrá hecho conmigo cuando perdí el conocimiento? Mi ropa está intacta, aun así, no confío en ella.
En aquel momento tuve la misma sensación de embriaguez. Mi cuerpo estaba reaccionando extrañamente a sus lamidas en mi cuello. ¿Cómo fui capaz de permitir tal cosa y justamente con esa mujer? ¿Qué está ocurriendo conmigo?
Con mi exesposo las cosas no funcionaron, la falta de tiempo, más la falta de apetito sexual, eran dos de las razones por la cual decidió terminar la relación. El sexo es un tema que intento tomar con pinzas. Siempre se me ha hecho difícil crear y mantener ese vínculo con alguien. No sé a quién achacarle la culpa, si a mí misma, o ellos por no tomar el tiempo de conocerme y explorarme mejor.
Vi una nota sobre mi ordenador, y la tomé en mis manos junto a la taza de café que me preparé. En ella estaba escrita la información que le pedí, con un corto mensaje que me estuvo peor que un puñetazo en el pecho: «Favor con favor se paga, corderito». Si pensaba que mi día no podía ir peor, ahí está esa desgraciada para recordarme que sí se puede. Lo peor del asunto es que puedo imaginarla diciéndolo con esa misma frescura y descaro que la caracteriza.
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