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🔺Celo🔺

—¿Cómo pueden saber sobre eso? ¿Acaso ustedes también están infectados? 

Eso explicaría el hecho de que compartan la misma característica física que esa mujer, pues tienen algo en común, y es que lucen igual de jóvenes.

—No sabemos cuán confiable sea esta mujer, papá. 

—No podemos olvidar que estuvimos en su misma situación hace mucho tiempo atrás. No me parece una amenaza. De hecho, luce más confundida que nosotros ahora mismo. Mi inquietud ahora mismo es sobre cómo pasó. Póngase cómoda y dialoguemos, ¿sí? 

—Sí, claro — me senté, tratando de mantener la calma y una postura derecha.

Ambos tomaron asiento y lucían más que intrigados. Jamás me había sometido a un interrogatorio, suelo hacerlos casi a diario, pero en este momento no sé por qué siento tanta inquietud y nerviosismo aquí dentro. 

—Ella no es como nosotros — ese hombre no me ha quitado la mirada de encima desde que llegué —. El virus estuvo retenido en su espalda, pero ahora está circulando y regándose por todo su cuerpo. ¿Qué fue lo que la estimuló? — entrecerró los ojos, llevando su mano a la barbilla.

—¿Cómo lo sabe?

—Tu sangre se está tornando oscura. No sabemos en qué termine convirtiéndote eso. Espero que tarde o temprano no te conviertas en una amenaza con la que debamos lidiar. 

—Está amenazando directa y deliberadamente a una agente de la DEA, ¿es que acaso desea una estadía en la cárcel? 

—Le pido disculpas por el comportamiento de mi hijo, Agt. Regil. En realidad, mi hijo ve más cosas de las que puedo ver yo. Aunque no lo parezca, también está preocupado por esta situación. Esto es algo con lo que no contábamos y, cómo entenderá, es peligroso. No solo para nosotros, sino para todos los que nos rodean. Si esto se sale de control, puede volverse un caos. Todo este tiempo pensamos que éramos los únicos, ahora resulta que hay alguien más infectado, lo peor de todo, es que aparentas que no conocías mucho al respecto, por lo que hay una alta probabilidad de que hayas infectado a alguien más. 

—Hay una mujer que está infectada, y fue quien me contagió. Todavía no entiendo nada sobre ese supuesto virus, a decir verdad, son pocos los síntomas que he presentado, pero esa mujer sabe más que yo, pues lleva muchos años infectada, gracias a que su padre experimentó con ella cuando estuvo con vida. Al menos, eso es lo que ella alega. 

—Mi papá está muerto. ¿Cómo pudo experimentar con ella? 

—Es ella quien puede responder eso. El detalle es que esa mujer no es cualquier persona. Es una desquiciada que quiere destruir todo a su paso, por su forma egoísta de pensar. Ella quiere vengarse de su padre por todo lo que le hizo vivir y no le importaría mancharse las manos con ustedes con tal de lograr su objetivo. 

—¿Quién es esa mujer? 

—Aún estoy buscando su información. Próximamente estaré reuniéndome con el director de la prisión en que estuvo recluida y dónde, aparentemente la trasladaron de allí junto con un grupo de mujeres más a un laboratorio. Por su testimonio, alega haber estado encerrada por muchos años, la tenían como conejillo de indias. 

—¿Esa mujer estuvo en prisión? 

—Sí. Supuestamente fue la única que corrió con suerte de haber salido con vida de ese lugar. 

—Hay cosas que no encajan. Me encantaría hablar con esa mujer. 

—Será difícil, más bien imposible. Ya le dije, le guarda rencor a la familia del Sr. Preston, en pocas palabras, a ustedes. Además, no conozco mucho sobre ella y no podría permitir que su vida corra peligro.

—¿Y cómo te contagió entonces? ¿No están unidas? — cuestionó de nuevo ese hombre que no ha dejado de mirarme y escucharme atentamente.  

—¿Unidas?

—Se crea un lazo inquebrantable entre infectado y contagiado. En este caso, no sé si tenga que ver con el hecho de que ambas son mujeres. ¿Qué tipo de síntomas has presentado? — dijo el Sr. Preston.

—Ha caído en celo recientemente, pero no le han ofrecido el remedio para combatirlo. Puedo olfatear su calor.

—¿Qué? 

—¿No me diga que hasta desconoce los síntomas que presenta su cuerpo? Si no tiene el remedio para combatir el celo, me temo que va a enloquecer antes de lo previsto. Debería darse prisa y descargar ese deseo reprimido que lleva acumulado, Agt. Regil.

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