🔺 Afrodisíaco 🔺
Leonor
Mi cuerpo se sentía más liviano y menos adolorido. Nunca me había bañado en una tina, pero fue una experiencia agradable. Necesito regresar y enterarme de todo lo que pasó, quién es el sobreviviente y quién ha filtrado información, porque es evidente que alguien lo hizo y estoy segura de que es la misma persona que me envió aquella amenaza. Sea quien sea, le haré pagar por lo que hizo, así sea lo último que haga.
No puedo entender a esa mujer. Me cuesta tanto descifrar lo que quiere, lo que piensa. Me dejó una muda de ropa junto a la toalla. No es el estilo de ropa que suelo usar, pero no era el momento de protestar por algo tan simple.
No importa qué ruta escoja, en todas termino llegando a ella. No quisiera deberle nada a alguien como ella, pero al final, supongo que esta vez necesito hacer un esfuerzo. Mi prioridad ahora no es ella, es el culpable detrás de ese atentado que cobró la vida de mi gente. Con ella pienso lidiar después.
Bajé las escaleras en busca de ella y la vi a la distancia en la mesa del comedor, junto a una pelinegra que fue la primera en cruzar mirada conmigo. Percibí un claro disgusto por parte de ella, pero personalmente, no me importa quién sea o el por qué me mira así, ahora mismo solo quiero irme.
—Gracias por tu hospitalidad, pero ya me estoy sintiendo mejor, por lo que debo regresar — le dije desde la distancia.
—Al menos quédate a comer.
—¿Ahora debes rogarle también, Blair? Si se quiere largar, pues que lo haga. De igual manera, aquí no hace falta.
—¿Sabes? De repente me ha entrado mucha hambre.
Me sumé a la mesa, a pesar de sentirme incómoda con el ambiente que se había creado. Me disgusta la gente maleducada y que sin ningún motivo se atreve a atacar a los demás. Ni me conoce, ni tampoco la conozco para que me hable de esa forma, solo por darle por la cabeza lo hice.
¿Así que ella se llama Blair? Tal vez ahora sea más fácil encontrar más información sobre ella.
Aunque esa pelinegra abandonó la mesa a mitad de la cena, Blair no pareció darle importancia a su berrinche. ¿Será una pariente suya? Aunque, juzgando su forma de comportarse, parecieran más celos de una mujer.
—¿Sabes en qué hospital se encuentra el último sobreviviente?
—En el Virginia Hospital Center. ¿Piensas ir ahora?
—Sí. No puedo quedarme aquí de brazos cruzados.
—Yo te llevo.
—No hace falta.
—Estamos lejos de la ciudad. Además, ningún taxi se desvía por estos lares, ni aunque le paguen.
—Está bien. Lo aceptaré, solo en esta ocasión.
Nos levantamos de la mesa y esperé a que ella terminara de hablar con su empleada.
—Adelante… — me dijo.
Fui al frente, pero me tenía inquieta darle la espalda.
—No me gusta que estés detrás de mí. Ve adelante.
—Deberías cambiar aquel estilo tan poco afeminado, por uno más a la moda como este. Tienes buenas piernas. No deberías ocultarlas detrás de pantalones sueltos o faldas largas.
Me dejó con la palabra en la boca, y fui tras ella hacia la camioneta que estaba estacionada en la entrada. Nuestro destino era el hospital, el camino fue directo y sin parada. No está bien que me involucren con ella.
—Supongo que no me queda de otra que agradecerte.
Esperaba que bromeara al respecto o me respondiera duramente, pero su mirada estaba centrada en el hospital.
—Ten mucho cuidado.
Su advertencia antes de bajarme la consideré extraña, aun así, no tenía tiempo que perder. Entré al hospital en busca de la recepción, pero me topé con un rostro conocido a mitad del camino.
—Novato, ¿estás de guardia?
—Agt. Regil, está viva. Casi no la reconozco.
—¿Quién está hospitalizado?
—Es el Agt. Jiménez.
—Canito… yo tengo que verlo. ¿Dónde lo tienen?
—Está en el cuarto piso, habitación 401. No tiene de qué preocuparse, el Agt. Jiménez se encuentra en mejor estado de salud.
—¿Cómo es posible?
Subí en el ascensor al cuarto piso, en busca de su habitación y me topé con otro de mis compañeros, aunque él no estuvo en el operativo. Estaba bastante consternado por lo que pasó, pero más por mi desaparición y lo que comentan entre ellos sobre lo que me llevó.
El alma me regresó al cuerpo al ver a Benjamín. No podía explicarme cómo sucedió, si recuerdo claramente que él se abalanzó sobre mí, recibiendo el golpe directo en su espalda. Pero no era el momento de pensar en cómo, estaba feliz de saber que estaba con vida. Él se sacrificó por mí y eso tiene un valor incalculable para mí.
—¡Benjamín!
Antes de llegar a la camilla, sentí que mi corazón saltó un latido. Percibí un aroma sumamente atrayente y agradable, como si fuese una especie de afrodisíaco. Sentí una electricidad corriendo por mis venas. Un extraño e incontrolable calor se agudizó entre mis piernas. Sentía que me sofocaba con esa comezón en mis entrañas y por debajo de mi piel. Mis piernas se frotaron entre sí, sin siquiera haberlo querido.
Entre ese sofoco, el cuerpo de Benjamín atrajo mi atención, es como si pudiese ver con detalle cada centímetro de su torso descubierto. Cuando estaba a punto de alcanzarlo, escuché el sonido de la puerta detrás de mí y, en instantes, una mano agarrar la mía con rudeza y el sólido golpe que recibió mi espalda contra la pared.
Alcancé a ver a Blair, sus ojos rojos escarlata resplandecían en su máximo esplendor, intensificando esas palpitaciones y espasmos más allá de mi ombligo. No podía formular una sola palabra, es como si hubiese perdido la voz.
—¿Cómo te atreves? — me reclamó.
Es la primera vez que en el rostro de esa mujer, se reflejaba una expresión tan profunda y escalofriante de molestia. Es como si una llama pudiera reflejarse en el reflejo de sus ojos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro