Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Los tres puntitos nos dejaban de parpadear.

—¿Te está escribiendo un testamento? —preguntó Alejandro.

Los puntitos desaparecieron.

—Mierda —mascullé—. Te odio.

—Y después preguntas por qué no lo soporto —murmuró Camille con la vista a mi espalda, de seguro buscando a Fara.

—Está escribiendo —dijo Alejandro y me hizo saltar en el lugar.

Pero los puntitos desaparecieron de nuevo. Aksel seguían en línea.

—Le va a dar un infarto por tu culpa. —Le pegué en el hombro a mi amigo—. No sabe ni qué responder.

—Espera, está escribiendo de nuevo. —Señaló el teléfono—. Ya no.

Maldije por lo bajo y decidí hacerle un audio a Aksel.

"Lo siento. Mi amigo se bebió su vodka y el mío, me robó el teléfono y se puso a escribirle tonterías a mis últimos contactos".

Alejandro se rio y tuve que parar el audio.

—Hijo de puta —refunfuñé y me quedé esperando la respuesta de Aksel.

Fara volvió y Camille se puso a conversar con ella. Alejandro no dejaba de mirar mi teléfono.

—Métete a lo tuyo —susurré.

—Eres una cobarde.

—¡No puedo soltarle eso así!

—Bueno, pues está respondiendo.

El mensaje de Aksel iluminó la pantalla y me aparté para que mi amigo no volviera a hacer de las suyas.

Profesor Bakker: Me asustaste. Por eso no deberías andar de fiesta los domingos.

Profesor Bakker: Dile a tu amigo que es de mal gusto robar teléfonos ajenos para hacer bromas.

Contuve la sonrisa.

Dice mi amigo que lo siente, que era una broma, pero que si quieres, no es broma.

Los tres puntitos aparecieron por unos segundos y volvieron a desaparecer. No respondió.

***

Aksel

Sandra tocó la puerta de mi oficina a pesar de que estaba abierta.

—Están todos en el auditorio.

Faltaban quince minutos. Al parecer, yo no era el más puntual de la universidad.

—¿Cómo pasaste el fin de semana? —preguntó cuando me uní a ella.

—En el taller.

—¿Cuándo me vas a llevar?

—Nunca. Nadie entrará ahí.

Bufó. Emma había prometido que no le diría a nadie que la había llevado a mi casa. Estaba a salvo de dañar los sentimientos de Sandra.

—En otros tiempos, me habrías mostrado.

—En otros tiempos éramos pareja y vivíamos juntos, habría sido imposible que no vieras lo que hacía.

No dijo nada, solo apretó las carpetas que llevaba sobre su pecho.

—¿Te pasa algo?

—No, es solo que estaba pensado en invitarte a cenar el fin de semana.

—Me parece bien.

—A una cita —especificó y me detuve.

—¿Cita?

—Ya sé que debes pensar que es una locura, pero el tiempo ha pasado, estamos en un momento distinto y quizás... —Tomó aire con fuerza—. No me lo hagas difícil. Si quieres salimos juntos para ver qué pasa y, si no funciona, tan amigos como siempre.

Ella me había dejado años atrás, fue su decisión. Nunca le había preguntado las verdaderas razones detrás de la ruptura, que fue tranquila y madura, nosotros siempre lo habíamos sido. Por eso pudimos recuperar la amistad un tiempo después.

—Vale. —Me encogí de hombros. Podía intentarlo—. Escoge restaurante, no conozco nada decente en Prakt.

Me sonrió y seguimos nuestro camino al auditorio.

Los profesores, el claustro de Escultura al completo, se sentaba en la quinta fila central sin nadie delante para tener buena vista del escenario en que se presentarían los estudiantes. Todos se habían acomodado por el auditorio y no estaba ni la mitad de ellos, era temprano.

Dejé pasar a Sandra y quedé en el extremo de la fila. En el centro, estaba el jefe de Departamento y a sus lados los profesores principales, el resto podíamos opinar o hacer preguntas, nos consultarían si había alguna duda, pero ellos aceptaban o rechazaban las propuestas.

A la hora marcada, empezaron a llamar estudiante a estudiante. Unos estaban nerviosos, otros tartamudeaban, pero la mayoría se veían tranquilos, aunque varios se pasaron del tiempo establecido, lo cual equivalía a que su presentación quedara a medias. Se exigía síntesis y rapidez.

Paramos a la hora de la comida y volvimos a las dos de la tarde.

Emma fue la primera en ser llamada. No había cambiado mucho su vestimenta, siempre con pantalón ancho, manchado y roto en las rodillas, con un top de color distinto. La diferencia era que ese día llevaba una chaqueta de color azul marino encima. No parecía suya y miré por encima del hombro en busca de su amiga, la que siempre estaba con ella.

En efecto, iba de traje azul marino. La chaqueta era de ella. No dudaba que Emma la llevara por obligación. En una exposición de proyecto, se suponía que debías presentarte un poco más formal, pero el código de vestimenta de la universidad era "no vengas desnudo". Lo demás no importaba y Emma era la muestra de ello.

Se quedó de pie en medio del espacio, a diferencia de sus compañeros que ocupaban el lugar detrás del podio para hablar por el micrófono. No llevaba nada en las manos, solo el control para pasar las diapositivas de su presentación que ya estaba detenida en un fondo negro con la palabra "amor" en el centro.

Sandra, que llevaba el temporizador de cada alumno, le hizo un gesto con la mano para que comenzara.

La diapositiva cambió.

—Amor —dijo Emma con voz clara y bien proyectada—. "Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno". No creo que ese sea el concepto de alguien en pleno siglo veintiuno. —Sonrió de medio lado y pasó los ojos por el auditorio, no el jurado—. Si tenemos tantas maneras de ver el amor, significa que es un concepto creado para que le demos la interpretación más deseada, una ilusión, un misterio que ha vendido a través de la historia como ninguna otra.

Hizo pasar varias diapositivas con collages de arquitectura, escultura, poesía y pintura.

—A través del tiempo de ha expresado de todas las maneras posibles. Todo el mundo quiere lucrar a raíz de algo tan popular como el amor —continuó—. No juzgaré a nadie por querer ganar dinero.

»Sin embargo, a mis ojos, no existe el amor, sino la ilusión del mismo y, por eso, mi presentación debería terminar aquí. No puedo hacer un proyecto de curso sobre algo que no es real, pero me están obligando y no quiero reprobar.

Sandra rio a mi lado y algunos en el público.

La diapositiva en el fondo cambió y leí lo que había en ella.

«El amor es parecido a cuando ves una niebla en la mañana cuando despiertas antes de que salga el Sol. Es solo un pequeño momento, y luego desaparece... El amor es una niebla que se incendia con la primera luz del día de la realidad».

—El amor es fugaz, según Bukowski —continuó, señalando a su espalda—. Para mí, no se puede alargar en el tiempo, es un instante que se puede experimentar cuantas veces deseemos, pero solo por unos segundos. Trabajaré sobre la idea de hacer esos segundos eternos, fuertes.

Miró a todo el auditorio e hizo cambiar la imagen de la diapositiva.

—"El beso", de Gustav Klimt —dijo con la obra a su espalda—. Dos amantes. La representación por excelencia del amor, la intimidad más delicada, diseñada para ojos sensibles. —Cambió a otra pintura—. "En la cama: el beso", de Toulouse-Lautrec. Dos amantes. Amor más explícito de dos mujeres. La mayoría de los hombres de la época pretendían que era una representación heterosexual. Escogían creer lo que deseaban al seguir escondidas bajo las sábanas... Bueno. El lesbianismo y el placer sexual no era algo conocido en la época, hacer una representación más gráfica habría atentado contra el ego masculino. —Sonrió de medio lado—. Algo que se extiende hasta el día de hoy, pero no es el tema de debate en esta conversación.

Ignoró las risas bajas y siguió con el próximo ejemplo.

—"El abrazo" de Egon Schiele. —Ladeó la cabeza y miró sobre su hombro.

La pintura mostraba dos cuerpos desnudos, entrelazados. El hombre le susurraba al oído a la mujer que mostraba mucho más de su cuerpo.

—Egon no le tuvo miedo al éxito —dijo Emma y esa vez las carcajadas inundaron el auditorio—, pero se ganó que quemaran muchas de sus pinturas en público. Una lástima, si me lo peguntan. Su obra es erótica de una manera exquisita.

Continuó pasando ejemplos de pinturas y esculturas con el erotismo y la intimidad como tema principal, solo mencionando el título y autor, acotando uno que otro detalle, casi siempre una burla desinteresada para amenizar el ambiente. Se movía con soltura y sabía exactamente qué decir. Ni un momento vaciló, ni tan siquiera miraba a la pantalla para asegurarse de que hablaba de la diapositiva correcta.

—Podemos seguir por largo rato —concluyó—. La representación del sexo como muestra de amor es recurrente, pero mi idea es aún más fugaz que un encuentro amoroso. —Hizo una mueca—. Eso puede durar segundos o minutos, ser decepcionante o muy bueno, depende de muchos factores.

Sus ojos se encontraron con los míos y vi la comisura de sus labios elevarse imperceptiblemente.

—Un orgasmo.

Se tomó un momento para dejar la palabra flotando en el aire antes de apartar la mirada. Por primera vez miró al centro del claustro de profesores, donde estaba el decano de la facultad.

—Mi visión del amor es un orgasmo eterno y es lo que voy a trabajar en mi proyecto de curso.

No propuesta, no una idea, lo que iba a hacer. La seguridad que emanaba hacía que cada metro cuadrado de la sala le perteneciera. Emma era así, arrasadora.

Sandra detuvo el reloj. Solo tres minutos y había dado todo lo necesario, pero le hicieron un par de preguntas para que no fuera la primera en ser aceptada sin poner pegas. Respondió con toda tranquilidad y los profesores principales estaban intercambiando unas palabras cuando mi teléfono vibro con un mensaje:

Emma: ¿Horrorizado?

Contuve la sonrisa y vi que tenía el teléfono a su espalda.

MUY interesado.

Emma se mordió el labio y me dio una mirada fugaz.

—¿Todo bien? —preguntó Sandra.

Sus ojos cayeron en mi teléfono y lo guardé en el bolsillo.

—Una tontería —murmuré y ella regresó la vista a Emma que estaba escribiendo otro mensaje, pero no me atreví a leerlo cuando sentí la vibración en mi bolsillo con su respuesta.

No quería que Sandra supiera que intercambiaba mensajes con una alumna. Nadie entendería nuestra amistad.


*****

En orden, les dejo las pinturas que mostró Emma en la exposición.

"El beso"
de Gustav Klimt


"En la cama: el beso"
de Toulouse Lautrec

"El abrazo"
de Egon Schiele


Sigan leyendo, son dos capítulos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro